Helen

Ian Ricoy, hombre apuesto, inteligente y hasta bueno en la cama. Luego de perder a su esposa en un accidente, gasta su tiempo en dos cosas, el trabajo y el dinero de este en prostitutas. Yo lo llamo mi último cliente y mi salvador. No le gusta involucrarse sentimentalmente, por el dolor que lleva en su corazón, la última vez que le preste mis servicios, él me dijo que se estaba interesando en mí y que debía dejar de verme, pero no sin antes ofrecerme un trabajo que me sacara del oficio que estaba haciendo. Por supuesto acepté y obvio quería hacer algo más decente. Él fue quien me envió dónde Crista y tengo una inmensa gratitud hacia él, pero... creo que ahora todo se fue de las manos.

Ian y Crista, no se parecen en nada. Excepto por tener una libido alta, en lo demás, es como si fueran agua y aceite.

Ian ha guardado el secreto que tanto me avergüenza y Crista lo usa para amenazarme.

Casi se me escapa frente a Daniel, pero es porque me hizo enojar. Intenté huir como una cobarde y termine por tirar todo por mis nervios. Entonces llegó lo que no esperaba.

—"Prueba de... —noto como se sonroja, lo ha leído, ya es imposible de ocultar. Iba a decírselo, pero es que Crista vigila todo, es cómo una garrapata que no se suelta de lo que quiere.

Levanto la vista.

—¡Las cámaras! —advierto pero no me entiende, lo que lee se va a grabar y la malvada garrapata se va a enterar.

—¿Eh? —Exclama confundido y vuelve a su lectura —"Prueba de e...

¡Maldita sea, debo hacer algo!

—Crista me va a matar —susurro al tener una idea que sé que a ella no le va a agradar, pero evitará que se enteré de mi bebé. Voy a hacer callar a Daniel.

Me acerco, agarro su ropa y lo beso. Uso mi mejor técnica de labios y hago que su lengua disfrute con la mía. Lo he dejado atontado y cuando creo que ya sólo está pensando en lo bien que se siente el tacto entre nuestras bocas, me separo lentamente.

—¡Uf! Eso fue... —exclama sonrojado.

—Soy una experta, lo sé —lo interrumpo, termino de agarrar los papeles y le hago una señal para irnos.