¡Maldita sea! Esto tiene que ser una broma. El juzgado... ¡¿El juzgado de menores?! No sé si esto es bueno o malo, pero me pone nervioso ¡Y si la perra me saca a Katty! Yo ¿Qué hago? Me mato.
—Tranquilízate Daniel —me dice Helen mientras camino en círculos inquieto en el pasillo del lugar.
—Esa perra va a ganar, tiene dinero, buenos abogados y una excelente facilidad para que sus mentiras sean creíbles —exclamo angustiado.
—Si te pones así, será peor —me detiene por los hombros —además, eres un buen padre y ella no puede competir ni un poco con eso.
—Pero es que...
—Escúchame, todo estará bien —sonríe.
—¿Cómo lo haces?
—¿El qué? —pregunta confundida.
—Ser tan fabulosa —me le acerco y la beso —gracias —le doy un abrazo.
—De nada, es un honor.
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