Ha llegado el día y no tengo ni un maldito abogado que me represente. Puedo hacerlo sólo, pero es recomendable tener uno en estos casos. Espero que Crista, no haya tenido que ver también en eso ¡No puede salirse con las suya!

Estoy en el pasillo del juzgado, dando círculos, pronto iremos a juicio, estoy nervioso. Crista está en el mismo lugar, pero hablando con sus abogados y Helen como siempre, me acompaña, es un ángel.

Entonces la rubia malvada se nos acerca.

—Aún sigues aquí —le dice a la belleza exótica.

—Sí ¿Por? —frunce el ceño la morocha.

—Las prostitutas deberían quedarse en dónde pertenecen, en un asqueroso burdel.

Dejo de dar vueltas y miro enojado a Crista.

—No le hables así ¿Qué te da derecho? Bruja.

—Pero si es la verdad —se ríe.

—Eso no te importa —responde Helen sonrojada y yo quedo confundido.

—Y es por eso, que no tienes abogados —la señala.

Me enfurezco pero cuando voy a hablar...

—Bella, sí lo tiene —una voz conocida se escucha detrás y me giro —hola —sonríe el hombre de ojos verdes.

—Carter... —se sonroja Crista, aunque se muestra enojada —¿Qué haces aquí? ¿Quién te llamo?

—Vengo a representar a Daniel Wallas, Ian me llamó —se acerca hasta ella —dijo que mi ex esposa se estaba portando mal —le guiña el ojo y se dirige a la sala —es hora de ganar un caso.

Carter... ¡¿Carter?! Sabía que lo conocía de algo, el abogado turbio. Sólo lo había visto una sola vez, pero es su ex esposo, eso no lo sabía ¿De qué me he perdido aquí?