Mi hija llora y no sé cómo calmarla.

—Katty... no llores —. No puedo comprarle nada, no tengo ni un peso —tu nombre es bonito, es hermoso, que importa lo que dijo ese nene... —sigue llorando y no me contesta —Katty no llores...

—¿Eh? ¿Pero que tenemos aquí? —la voz melodiosa vuelve a escucharse en mis oídos y me giro al visualizarla. La exótica belleza está de nuevo ante mis ojos y con ropa deportiva. Helen camina hasta Katty, se toca el cabello —¿Puedes quitármelo? Creo que se me enganchó algo —le dice a mi hija mientras sonríe.

Katty se refriega el ojo y la mira.

—Yo no veo nada...

—¡¿No?! —exclama la morocha actuando sorprendida —a ver... —se toca el cabello y de este saca una hebilla en forma de mariposa —oh ¡¿Pero qué es esto?! —se lo entrega.

—Magia —responde sonrojada Katty.

—Sí, increíble ¿No? Apareció de la nada —me mira a mí y me guiña el ojo.

—Sí, me he sorprendido —le sigo el juego.

—¡Le voy a contar a todas mis amigas! —grita Katty feliz.

—Bueno, ya me voy, debo terminar mi recorrido antes de ir a trabajar —se va corriendo con esa ropa deportiva que le queda tan bien y suspiro.

Siento una patadita en mi pierna y me encuentro con una Katty enojada.

—¿Qué pasa princesa?

—Mami me dijo que si te veía mirando raro a otra chica, te pegará así —vuelve hacerlo.

—Katty, eso no se hace —la levanto entre mis brazos —¿Cómo hace para convencerte en el poco tiempo que la ves? No le hagas caso.

—Mami dice que si le hago caso me querrá —exclama orgullosa.

Esa mujer es el demonio, aprovecharse así de una niña, inconcebible.

Miro la hebilla. Y Helen es... tan distinta, le regaló algo que era suyo sin dudar, esa sí que es una mujer. Cielos, creo que estoy pensando demasiado en ella. ¡Cálmate cerebro!