Los días siguen pasando y continúan siendo estresantes. Estoy de un lado para otro, mi hermana cuida de vez en cuando a Katty y a veces el jefe es permisivo y me deja traerla al trabajo. No puedo pedirle a Beatriz que la cuide siempre, ella ya tiene su vida, además no quiero que se arruine la relación que tengo con mi cuñado, es tolerante pero hasta un punto, después tiene un carácter que da miedo. Por suerte, gracias al cielo existe la escuela. No tengo que preocuparme con quién dejarla. Lo que lamento es que mis tiempos libres los estoy dejando para buscar trabajo extra y en realidad me encantaría pasarlos con mi hija.

—Papi... —exclama Katty agarrada de mi mano mientras caminamos a la escuela.

—¿Sí? —sonrío.

—¡Vamos a la plaza! —dice alegre.

—No, hay que ir a la escuela.

Hace puchero.

—Pero yo quiero... hace mucho que no me llevas.

Ojalá encontrará el tiempo.

—Te llevaré, te lo prometo. Pero otro día, ahora hay que ir a la escuela.

—Pero la seño se enojó conmigo.

—¿Por qué? —la miro confundido.

—Le pegue a un nene... —balbucea avergonzada.

—¿Cómo que le pegaste? Katty eso no se hace.

¿Y por qué la seño no me dijo? Obvio, no tengo ni tiempo de hablar con una maestra.

—Pe... Pero... —sus ojos se humedecen —él dijo que mi nombre era feo... mami me puso el nombre, no es feo... —sus lagrimitas se escapan y ahora me siento fatal.