36.

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Bienvenidas al principio del final...

36.

Bajamos de la moto lentamente y Kevin se acercó a mí, quitándome el casco con suavidad.

—Estás muy sexy con él puesto, ¿sabes?

Yo puse los ojos en blanco.

—Eres un experto en encontrarme sexy sea cual sea la situación… —reí con ligero sarcasmo—. Sexy y aburrida.

Su sonrisa se expandió y se quedó mirándome a los ojos unos segundos. Después se acercó y me besó con una lentitud premeditada, rozando mis labios sugerentemente mientras metía sus fuertes manos por debajo de mi falda. Finalmente lo separé de mí entre risas.

—¿Ves? Vuelves a ser aburrida.

Intentó volver a acercarse mientras ambos reíamos, pero finalmente tuve que ser yo quien aguara la fiesta y se pusiera seria.

—Vamos, Kevin. Tenemos una reunión con los Red Dragons que enfrentar.

Él  me dio la razón y se conformó con un ligero abrazo, acariciando mi pelo de forma protectora.

—Todo va a ir bien —lo tranquilicé.

—Antes no tenía miedo de lo que me pasara —me susurró al oído—. Ahora temo por ti a cada momento…

Lo apreté contra mi cuerpo, sintiendo su olor y su calor. Al final nos separamos, la reunión habría empezado hacía unos minutos y era conveniente aparentar que nuestra relación nos absorbía la mayor parte de nuestro tiempo, así despejaríamos, también, las posibles sospechas sobre mí.

Con paso lento, le dimos la vuelta al club, hasta situarnos en la puerta principal de la guarida de Los Tigres.
Allí mismo habían aparcadas cinco motos nuevas que yo nunca había visto.

—Son ellos —dijo escuetamente Kevin.

Me llamó la atención una chopper pintada de un color rojo chillón; era tan imponente que parecía más un coche que una motocicleta.

Kevin me agarró de la cintura, acercándome a él estrechamente. Durante unos segundos me pregunté a qué venía ese gesto protector, hasta que en la puerta vi a tres hombres altos, vestidos de cuero y con pañuelos anudados a la cabeza.

Los tres lucían un llamativo tatuaje con forma de Dragon en el cuello y dos de ellos eran asiáticos. Al vernos, se hicieron una seña entre ellos, gesto que no me gustó en absoluto y estuve segura de que a Kevin tampoco.

Aun así, seguimos caminando hacia el club, sin ralentizar el paso y, al llegar a la puerta, uno de los hombres la abrió de par en par.

Supe que algo no iba bien, y apreté con fuerza el brazo de Kevin, pero éste entró a la guarida junto a mí, sin cambiar ni un ápice su expresión dura.

La puerta se cerró con fuerza una vez estuvimos dentro de la gran sala en la que tantísimas veces había desayunado, comido, cenado y bebido.
Antes de que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad de la sala oí el primer golpe y, con un fuerte tirón, Kevin se separó de mí.

Ahogué un grito cuando sentí dos fortísimas manos colocar mis brazos a la espalda, inmovilizándome de manera muy dolorosa. A nuestro alrededor se encontraban muchas personas, contemplándonos.

—¡Lana! —oí la voz de Kevin a unos metros de mí.

Todo lo demás era profundo silencio, tan sólo alterado por unos ligeros gemidos. Alcé la vista para ver de dónde procedía ese sonido y encontré a Nessie intentando contener el llanto, al otro lado de la barra. De inmediato, el gigante que me estaba sujetando, me obligó a bajar la cabeza con violencia.

Pasaron los segundos hasta que unas botas comenzaron a hacer ruido en el suelo de madera, acercándose a mí. No me hizo falta pensar mucho para reconocer a Angus, y mucho menos cuando él me agarró la mandíbula con violencia y me obligó a mirarle.

—Encantado de volver a verla… Agente.

Le sostuve la mirada unos diez segundos, transmitiéndole todo mi odio y desprecio, y cuando por fin se hartó del duelo, simplemente se alejó unos centímetros y me propinó una enorme bofetada. El interior de la boca me sabía a sangre y pude notar que me había roto el labio.

—¡Suéltala! ¡No la toques hijo de puta! Te voy a matar, te juro que… —la voz de Kevin quedó ahogada cuando alguien le dio una patada en el estómago, forzándolo a arrodillarse sin soltarle los brazos, al igual que a mí.

Intenté deshacerme del agarre de mi captor, pero me fue completamente imposible.

Angus, con gran parsimonia, abandonó su posición junto a mí y se acercó a Kevin, haciendo resonar de nuevo sus botas contra el suelo.

—Kevin Gerdam… un niño de veintidós años que ha roto todas y cada una de las reglas del club —su voz sonó extremadamente sucia y desagradable—. Ahora merece recibir su castigo.

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<3

Tengo nueva portada gracias a Dark_Story (¿No la adoráis?).

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#acción