Epílogo

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Una joven de cabellos granates y ojos (t/c) esperaba impaciente mientras los números del ascensor iban descendiendo. ¿Acaso aquel día ese maldito cacharro iba más lento de lo normal?

Su abuela había pedido la compra con urgencia. Debía estar aburrida, tanto tiempo sin poder reunirse con sus hijos o con sus nietos. Todos esperaban que aquella situación acabara pronto. Lo bueno era que allí, en Japón, se estaba gestionando algo mejor que en otros países.

—Eh, chica. La mascarilla —le avisó un hombre de cabellos morados, recogido en tres coletas. ¡Menudas pintas!

—Ay, es verdad —murmuró ella, alarmada—. Gracias por avisar.

Tenía tanta prisa que ni si quiera se había mirado al espejo. Se dio la vuelta y entro de nuevo al edificio a por la maldita mascarilla.

—Esta generación ha salido más despistada de lo normal —comentó Chiffone, negando con la cabeza.

—Al menos está pandemia no es nada comparado con otras situaciones que hemos tenido que pasar... —añadió Lola, aliviada—. Si nos hubiera tocado una así de despistada durante alguna guerra... Hubiera sido complicado velar por ella.

—¿Qué pasa Bruleé? Hoy estás demasiado sensible —preguntó Cracker, observando los ojos llorosos de su hermana.

—Es que es la viva imagen de Katakuri... Ella y su hermano pequeño. Todavía le echo de menos —respondió la demonio.

—Ya llevamos dos generaciones seguidas con rasgos de Katakuri... Pero lo de la abuela cuando era joven... Eso sí que era como tener delante a la mismísima (TN). Sentía que en cualquier momento descubriría que éramos demonios —explicó Pudding. El resto asintió. Tenía toda la razón.

Prácticamente una hora después, tras hacer la compra y caminar hasta la casa de su abuela, la joven de cabellos granates llamó al timbre y, acto seguido, dejó ambas bolsas junto a la puerta.

—Cariñito... Ven y te doy un abrazo —le dijo la anciana, tras abrir la puerta.

—No podemos acercarnos abuela... —respondió su nieta. Había estado cumpliendo todas las medidas, pero temía poder haberse contagiado de algún modo y pasárselo a ella—. Acuérdate de desinfectar las bolsas.

—¿No te sientes más segura que los demás? —preguntó.

—¿Qué? —masculló la menor, confundida.

—Los demonios nos están protegiendo... Los familiares de nuestros ante pasados. Que contradictorio es que los demonios protejan...

—Sí, abuela... —susurró la joven. De pequeña pensaba que tan solo eran historias que su abuela se inventaba, pero hacia un par de años que desvariaba con ese tema—. Tú acuérdate de desinfectar todo, ¿vale? Cualquier cosa que necesites me avisas, ya sea algo para comprar o si quieres que me quede aquí un rato, aunque sea fuera.

—Sí, cariño. Gracias por hacerme el recado. Nos vemos pronto —se despidió la mayor, mientras metía las bolsas en casa. Una vez las tuvo, cerró la puerta.

La chica de cabello granate suspiró. ¿Qué le había dado últimamente con eso de los demonios? No estaba mal pensar que alguien te protegía, aunque era un poco turbio pensar que eran demonios. En fin, si su abuela se sentía mejor así, no pasaba nada. 

No era consciente de lo realmente protegida que estaba. Cracker, Pudding, Lola, Chiffone y Bruleé se encargarían se continuar vigilando el linaje de su hermano y (TN) hasta el fin de los días, y también se encargarían de que la historia no cayera en el olvido.

- THE END -

Mil gracias a todos los que habéis dado una oportunidad a esta historia y habéis llegado hasta el final ❤️

Nos vemos en otros proyectos, si os apetece 🤗

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