03

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El día pasaba demasiado lento. Esperar nunca fue algo que le gustara porque le resulta desesperante, y Jae Beom se considera el hombre menos paciente del mundo. JinYoung dijo que no tardaría pero llevaba más de media hora aguardando por él.

Según JinYoung, irían a un lugar divertido, pero cuando preguntó por ese sitio él dijo es un lugar secreto. Sólo esperaba que ese lugar secreto no fuese el supermercado, porque de ser así su humor se volvería negro.

—Vamos, un lugar lindo nos espera.

JinYoung se paró frente a él y Jae Beom se río al verle con su abrigo grande y acolchado, llevaba una bufanda que le cubría hasta la nariz así que sólo podía ver sus ojos, el gorrito era la cereza del pastel. Parecía un pingüino.

—¿Vamos al polo sur?— el menor entre cerró los ojos.— Apresúrate, sabes que no soy bueno esperando.

—Lo sé, lo sé.— el chico caminó a la puerta y Lim lo siguió, deteniéndose abruptamente cuando se dio la vuelta y lo fulminó con la mirada.— ¿Por qué diantres no estás usando los guantes que compramos?

Sí, al final se dio por vencido y no retiró las prendas del carro de compras, JinYoung se había puesto casi eufórico cuando vio que iba a tomarlos. En fin, él no planeaba usarlos por nada del mundo aún si sus manos se enfriaban y sus articulaciones dolían cuando movía los dedos, tal vez les hubiese dado uso si tan sólo no tuvieran estampas de muñecos de jengibre, y con la forma que tenían él consideraba que parecían más unos guantes de cocina que unos normales. 

El menor sólo dejó salir un suspiro y se perdió por el pasillo, seguramente en busca de los dichosos guantes, lo confirmó cuando regresó con él cargando también la única bufanda que le dijo que pondría. 

—No necesito eso.

—Claro que sí, tonto. Hoy la temperatura descendió demasiado y a menos que quieras resfriarte, no saldrás de aquí sin llevar puesto ésto. 

Sabía que hablaba en serio, JinYoung cumplía todo lo que decía. En ese momento Jae Beom pudo darse la vuelta y regresar a la cama pero aunque no lo admitiera en voz alta, tenía un poco de curiosidad por saber del lugar secreto que Park mencionó. 

Los ligeros toques de JinYong ocasionaban que su respiración se detuviera, podía sentir pequeñas corrientes a pesar de que las manos contrarias ya estaban cubiertas por los guantes. Cuando le puso la bufanda, Jae Beom no despegó la mirada de los ojos del pelinegro ya que era lo único que podía ver de su rostro, sin embargo lo conocía bastante bien y podía jurar que bajo la bufanda se estaba mordiendo los labios, como cada vez que se concentraba en algo. Jae Beom no era alguien tímido, al contrario, era directo y actuaba sin rodeos por lo tanto no era propio de él que su rostro se calentara en el momento que Park levantó la mirada, fue un alivio que la prenda cubriera casi todo.

—¿Ya- ya podemos irnos?

.

.

.

La mañana era linda, pero muy helada. ¿Cómo se le ocurría a su compañero salir con ese clima? Lo veía brincar cuando se detenían antes de cruzar las calles, en un intento de generar calor con el movimiento.
Los primeros quince minutos se mantuvo tiritando ligeramente pero tras el transcurso del tiempo su cuerpo se acostumbró y dejó de sentirse como si estuviera en un congelador. JinYoung había dicho que era mejor ir caminando en vez de tomar un taxi o autobús, supuestamente el sitio no estaba tan lejos y además aprovechaban para calentar los músculos. No se negó ante eso pero debió haber imaginado por qué era necesario calentar los músculos, el lugar secreto resultó ser una pista de hielo.

Por instantes olvida que ellos son un poco diferentes; si a Jae Beom le gusta el negro, JinYoung prefiere un color más llamativo, él prefiere las manzanas y JinYoung las uvas. No siempre coinciden en todo y si de lugares se trata, ellos no concuerdan con frecuencia ya que Lim prefiere sitios no muy concurridos a diferencia del menor quien disfruta ver a las personas caminar por las calles.

¿Eso qué tiene de entretenido? Siente que es igual a ver las manecillas del reloj moverse segundo a segundo, pero qué más da, él no está para juzgar cuando le agrada ver las luces que se forman en el techo debido a su lámpara de noche, ve estrellas y dinosaurios girar lentamente y lo encuentra más interesante que el caminar de la gente.

—¿Por qué te ves nervioso?— JinYoung giraba al frente mientras que él permanece inmóvil en medio de la pista semi desierta. ¿Era demasiado tarde confesar que no sabe patinar?— Oh, vamos. No te traje aquí sólo para que te quedes como una estatua.

—No, JinYoung. No te acerques.— el chico iba a toda velocidad hacia él, el pánico surgió entonces.— Te lo advierto, ¡JinYoung!— lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos y esperar el impacto inminente.

Se aferró con fuerza al abrigo del chico cuando éste golpeó su cuerpo contra el suyo, segundos antes de estrellarse contra el hielo.

Y así fue como el tacleador resultó tacleado.

—Ahora entiendo por qué te gusta ser parte del equipo. ¡Es divertido!

—No lo es cuando el que se va contra el suelo eres tú.— dijo con la voz amortiguada.

—No seas nena. Ni siquiera peso la mitad de lo que tú pesas.

Él tenía razón. Jae Beom era un poco más fortachón a diferencia del pelinegro que tenía el cuerpo más flojito, pero aún así logró que el aire se le escapara de los pulmones. Ahí radica la lógica del entrenador: no importa cuán musculoso seas, la técnica es lo que realmente importa.

Y cuánta razón tenía, todo se basa en la técnica... Y en las leyes de Newton.

JinYoung reía a todo pulmón. Jae Beom lloriqueaba por moverse. Quiso impulsarse hacia adelante pero no pudo, un peso extra se lo impidió, JinYoung riendo contra su cuello se sentía tan extraño y reconfortante al mismo tiempo. Mantuvo los ojos en un punto fijo con la intención de no pensar en lo bien que se sentía tenerlo sobre él.

—¿Puedes quitarte de encima?

—Oh, si. Lo siento.— el chico corraspeó cuando estuvo parado y Jae Beom pudo sentarse. Esperó y esperó a que lo igualara pero Lim no se movía.— ¿No te pondrás de pie?

—Claro que sí, sólo estoy verificando qué tan resistente es el hielo.

—Jay Jaaaay.— dijo con tono acusador.

Ese era uno de los apodos que el menor le había dado, así como también uno de sus favoritos.

—Bien, me pondré de pie pero tienes que darte la vuelta.

—Okey.— JinYoung hizo lo que le pidió.— Ahora ponte de pie, quiero derribarte de nuevo.

Contó mentalmente hasta tres e hizo el intento, pero cayó nuevamente y esta vez de boca contra el hielo. Patético.

—Es increíble, Jae Beom. Tú que siempre usas las piernas, ahora las tienes atrofiadas.

Levantarse con su ayuda fue vergonzoso, más cuando vio que dos parejas habían llegado.

—Iremos despacio. Sólo no te desesperes.

Y fue en vano porque Jae Beom se desesperaba tan rápido como cuando se acaba la mecha de un explosivo.
No tenía miedo, claro que no, sólo estaba nervioso ya que era su primera vez patinando, esa era la excusa que surgió en su mente.

—Odio esto.— murmuró. Era bueno corriendo a través del campo, pero resultó que su equilibrio era todo lo contrario. Pésimo, no había nacido para ese tipo de actividades.

—Sólo un rato más. ¿Si? Ni siquiera hemos le hemos dado una vuelta a la pista. Inténtalo.

Los ojos de JinYoung reflejaban la esperanza que brotaba en su interior, él realmente quería pasar tiempo con Jae Beom y se había tomado la molestia de quedarse a su lado para alentarlo. No tenía la valentía suficiente para negarse ante un chico igual de tierno que él.

Dijo que lo intentaría. Cayó muchas veces pero volvió a ponerse de pie para tratar de dominar su repentina debilidad y torpeza sobre la pista. Después de haberlo visto irse de bruces contra el hielo, JinYoung pensaría de todo sobre él menos que seguía viéndose cool.

—¡Lo estás haciendo bien! A mí me tomó más de dos veces dominarlo por completo.

¿Cómo es que con unas palabras tan simples como esas le hicieran volar la cabeza? Se sentía como un chiquillo cuando lo felicitaban por hacer la tarea.
Tal vez fue porque ya lo había dominado, o quizá porque JinYoung no dejaba de animarlo pero después de media hora, había igualado al menor.
Para JinYoung era divertido empujarlo con fuerza y huir de él, tomarle de las manos y dar vueltas y vueltas hasta caer totalmente mareados, y para qué negarlo, él también se divirtió mucho.

Ahí en el suelo, volteó para ver a JinYoung. Tenía los ojos semi cerrados debido a la enorme sonrisa que se pintaba en su rostro y sus pestañas estaban cubiertas por pequeños copos de nieve que recién cayeron, la bufanda se le había aflojado y su nariz sonrojada se reveló.
Un calorcito se instaló en el centro de su pecho, y no sabía si el mareo repentino fue causado por sus suaves carcajadas o por las vueltas que dieron.

.

.

.

—¿Qué te parece si bebemos?— Lim arqueó las cejas al oír la petición del chico. ¿JinYoung consumía alcohol?

—¿Te refieres a bebidas alcohólicas?— dijo enmarcando las palabras.

—Sí, Jae Beom. ¿Qué te sorprende?

—Creí que no bebías.— las apariencias engañan, el sabía mejor que nadie. Aún así nunca pasó por su mente que al pelinegro le gustara el alcohol.

—No lo hago seguido pero ahora tengo ganas de una cerveza helada. ¿Qué dices?

—Ehh... De acuerdo.

Ellos habían ido a comer a un restaurante escondido en el mercado de artesanías. Park consideró que era buena idea ir a observar, ellos realmente fueron con esa intención ya que ambos habían querido visitar el lugar desde hace mucho, pero JinYoung no pudo resistirse a comprar regalos personalizados.
Los materiales fueron otorgados por los artesanos y ellos mismos crearon sus presentes, Jae Beom no era bueno para las manualidades sin embargo hizo su mayor esfuerzo por hacer algo decente a JinYoung.

El pelinegro era de esas personas que guardaban con aprecio cada cosa que les dieras, incluso si se trataba de un pedazo de papel con un dibujo mal hecho, sería igual asombroso que un teléfono nuevo desde el punto de vista del menor. Era una persona extremadamente linda.
Pero eso no significaba que podría darle basura como regalo, podría estar casi seguro que JinYoung habría hecho algo bonito, poniendo mucho empeño en ello. Así que Jae Beom lidió con todo el odioso trabajo de pulir, pintar y cortar.

A pesar de que hizo las cosas sin apresurarse— lo bien hecho lleva su tiempo— las mangas de su suéter y su rostro resultaron un completo desastre, con gotas de pintura por aquí y por allá. Hizo todo lo que pudo por quitarse la pintura pero aún así había rastros de que había estado jugando con acrílicos y brillantina.
JinYoung se la había pasado sentado en su lugar de trabajo, al parecer supo cómo lidiar con lo que hacía porque no requirió de mucha ayuda, caso contrario a Jae Beom que fue de un lugar a otro para recibir ayuda de los artesanos, estuvo tan agradecido con cada uno de ellos porque de no ser por sus consejos el regalo no hubiera quedado estupendo.
Para ser la primera vez que realizaba algo manual, no quedó tan mal como creyó.

Él estuvo horas trabajando en eso y aún así terminó antes que JinYoung. A lo lejos le vio dar toques finales a lo que sea que estuvo haciendo, desde donde lo esperaba no podía ver con claridad lo que el chico tenía en las manos. Sus mejillas también tenían unas cuántas manchas pero su ropa estaba intacta.

Se veía tan... Jae Beom no tenía palabras para describirlo. Pese a que sus dedos temblaban y su corazón golpeaba fuertemente dentro de él como signo de nerviosismo, tomó su teléfono en sus manos y le tomó un par de fotografías al menor, justo antes de que finalizara su trabajo.

Después de que los regalos estuvieron envueltos en papel decorativo biodegradable, se dirigieron al restaurante más cercano del lugar. Había sido como encontrar un lugar atrapado en el tiempo, con el tapiz poco desgastado, la decoración retro y el ambiente tan tranquilo. Comer ahí fue toda una hazaña, el kimchi y la sopa de algas jamás supieron tan deliciosos como esa tarde junto a JinYoung.

Fue justo en ese restaurante atrapado en el tiempo, ubicado en medio del mercado de artesanías donde Jae Beom descubrió ciertas cosas que lo dejaron casi perplejo. JinYoung le gustaba, mucho. Su corazón se agitó con alegría y cariño al ver las caras graciosas que hacía con los palillos. Él era la primera persona por la cual se sentía atraído, nervioso y torpe, igual que un adolescente.

¿Qué debía hacer? Decirle no parecía buena opción pues no podría estar seguro de que sus sentimientos fueran correspondidos, mantenerlo en secreto tampoco le agradaba pero no tenía de otra. No quería humillarse al recibir una negativa de su parte. ¿Y si las cosas cambiaban entre ellos? Él no podría soportar las posibles tensiones entre ambos cuando aún faltaban años para que culminaran sus estudios. Sería horrible perder lo que ya tenían, esa amistad rara pero especial que tenían.

En el camino se mantuvieron envueltos en un silencio acogedor, con los autos y personas yendo de un lugar a otro, villancicos por los altavoces de las tiendas y el sonido de sus zapatos contra el asfalto.
Jae Beom usó ese tiempo para acomodar sus ideas, mientras que JinYoung... Bueno, él seguía observando con asombro las luces que daban vida a la ciudad.

Una esquina antes de llegar al campus, Park rompió el silencio. De sus labios salió la pregunta que Jae Beom seguía repitiéndose en su mente. ¿Debían beber juntos? Él no toleraba bien el alcohol, parecía una cosa casi segura que haría algo vergonzoso frente a su compañero.

Pero como dos personajes icónicos decían: Hakuna matata.

.

.

.

Era la primera vez que bebía junto a su compañero. JinYoung nunca lo había hecho en el departamento y Jae Beom tampoco. La regla primordial era el respeto entre ellos así que nunca habían hecho fiestas o llevado a sus amigos ebrios por comodidad de ambos.
Sin embargo era diferente cuando la fiesta era entre ellos ¿cierto? La música a todo volumen no molestó a nadie porque eran los únicos en el complejo izquierdo del campus, cuando algunas botellas se hicieron añicos en el suelo no hubo más que risas y comentarios tontos sobre lo malos bebedores que eran, especialmente Lim.

La hora desenfrenada había transcurrido y en esos momentos estaban sentados en el suelo con las almohadas y cobijas alrededor. La adrenalina había bajado de repente y se quedaron hablando acerca de todo y de nada a la vez, sobre la infancia de ambos, los sucesos más increíbles del año que estaba por terminar y todo lo que deseaban para el que se aproximaba.

—Quiero dibujarte.

—¿Qué?— JinYoung miró hacia el mayor. Sus ojos somnolientos lo analizaban con decisión.— ¿Por qué?— su expresión debía ser graciosa porque Jae Beom lo tomó de las mejillas, sonriendo con ganas.

—Awww, JinYoungie es tan lindoooo.— recibió apretones en sus mejillas antes de que Jae Beom fuera por un lápiz y uno de sus cuadernos de dibujo.

Si Jae Beom lo quería, él con gusto se quedaba quieto. No podía negar que se sentía nervioso pero extremadamente feliz cada vez que los ojos del mayor se posaban en él. No tardó demasiado, en menos de veinte minutos el retrato ya estaba listo.

Jae Beom miró su obra y sonrió contento por el resultado.— Oh, es tan lindo.— dijo abrazando el cuaderno.

Aquí el tierno era otro.

—Si tanto te gustó entonces puedes pintarme como a tus chicas francesas cada vez que quieras.

Jae Beom comenzó a reír con ganas, retirando las pequeñas lágrimas que se le escapaban por las esquinas de sus ojos.

—Trato hecho.

JinYoung se mordió los labios y bajó la mirada hacia su botella. Pensar que ahora sería el modelo oficial de Lim Jae Beom lo llenaba de una emoción burbujeante que se arremolinaba en el estómago, porque tal vez aún fuera su platónico. Chico aparentemente rudo e indiferente pero que por dentro no era nada más que algodón de azúcar, muy sexy además e increíblemente tierno aunque tratara de negarlo.

De sus bolsillos vibró su móvil, indicando una llamada por parte de YoungJae, pues el tono que dispuso para él fue You Are My Sunshine.

—Oh, ahora regreso.— Lim le vio salir disparado hacia el corredor para atender una llamada, seguramente de algún familiar suyo.

Luego de que la familia Park recibiera la triste noticia de que el miembro más pequeño no iba a poder estar con ellos, las llamadas comenzaron a lloverle como nunca antes. La relación que tenía con ellos era muy estrecha y entrañable.

En el pasado se había sentido un poquito envidioso por aquello. Deseaba tener una relación así de linda con su familia, esa que tres veces al mes le llamaba cuando mucho, y que la mayoría de las veces era para preguntarle cuánto debían depositarle de la colegiatura, gastos personales y materiales de la escuela. Al menos siempre finalizaban con un "Te quiero, cariño" por parte de su madre y de vez en cuando un "Cuídate" de parte de su padre.

Pero él estaba bien con eso. JinYoung le hizo entender que cada padre amaba a su manera y que a pesar de que la familia Park aparentaba ser perfecta, en realidad no lo era. Todos tenían problemas de los que encargarse.

Jae Beom se quedó en medio de la sala. El bombeo frenético de su corazón comenzaba a hacerse frecuente con la simple presencia de JinYoung. ¿Cuánto tiempo podría ocultarlo? Esa misma tarde lo había descubierto, ni siquiera cinco horas pasaron desde entonces y ya quería decirle al menor que le gustaba. Evitarse el rechazo sería bueno pero quién podría culparlo, el alcohol en la sangre le daba la valentía que nunca tendría en estado de sobriedad.

Una hoja de papel quedó donde Park había estado sentado, era de color amarillo y la tinta era azul. Le vio sacar la hoja un par de veces en la mañana y la curiosidad atravesó su mente. Lo tomó y leyó el título llamativo decorado con muchos signos de exclamación y corazones alrededor del borde.

Misión: ¡¡¡Jae Beom el pequeño Grich!!! (Cómo hacer que ame la Navidad en cinco pasos)

Ups. Jae Beom lo había descubierto.



.

.

.


Andaba de aquí para allá y se me fue el tiempo. Es decir, ni en cuenta tenía que faltan dos días para la víspera de Navidad.

Espero subir el último capítulo antes del 26.

¡Nos leemos pronto!

.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro