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—Vamos, pitufo, es hora de levantarse.

Taehyun se removió entre las sábanas, sin ningún interés por obedecer a lo que Beomgyu decía, porque a pesar de la suavidad del tono que había utilizado al hablar, él sabía perfectamente lo que esas palabras significaban.

—No quiero.

—Por supuesto que quieres, te llevaré a casa de Soobin —dijo, quitando las frazadas que cubrían el cuerpo del más pequeño, quien frunció el ceño y comenzó a dar patadas al aire.

Suspirando, ya completamente rendido ante la idea y su falta de respuestas ingeniosas, Taehyun se dejó arrastrar hasta la cocina para desayunar, y con eso, su rutina del día comenzaba.

Durante el desayuno, él se dejó mimar por Beomgyu, le permitió sentarlo sobre su regazo y darle de comer, que le acariciara el cabello y jugara con sus mejillas, y también que eligiera los juguetes que llevaría para jugar en casa de Soobin.

Al terminar de preparar todo, cepillar sus dientes, y finalmente abrigarse, algunos minutos después se encontraban frente a la puerta mientras Beomgyu golpeaba insistentemente, logrando sacarle una risita cuando Soobin apareció aún en pijama, siendo el objetivo de las próximas burlas del menor.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó el castaño oscuro una vez ingresaron, viendo al pequeño que Beomgyu cargaba en sus brazos.

—Hoy vas a ayudarme a cuidar a Taehyun.

—No lo haré.

—Lo harás —insistió, sonriéndole al pelinegro que pedía que sus pies tocaran el suelo—. Y tú te portarás bien, ¿sí?

Taehyun hizo una mueca resignada. El estaba muy equivocado si pensaba que sería tan fácil como decirlo у ya.

Ese lugar era enorme, y enorme significaba que también habrían muchas habitaciones que él podría explorar. ¿Por qué limitarse a seguir órdenes cuando podía jugar a ser un astronauta, o un piloto de avión? Mientras más ruidoso, más divertido le resultaba.

—Bien —giró su rostro hacia un lado, observando cómo Taehyun se perdía entre uno de los pasillos hasta desaparecer de su campo de visión—. Estaré de regreso en diez minutos, no hagan nada muy desastroso.

Soobin notó lo sospechoso de su tono al decir aquello, pero no dijo nada, en cambio, se dedicó a observar a Taehyun desde el umbral de la puerta, quien había huido hacia la cocina en cuanto pudo
liberarse de Beomgyu.

Los ruidos de ollas siendo golpeadas contra el suelo y paquetes siendo abiertos no se hicieron esperar, y Soobin corrió a ver que todo estuviera en orden, encontrando al pequeño vándalo comiendo sus galletas de animalitos sentado en el suelo junto a trozos de un plato que se había roto accidentalmente al tratar de alcanzarlas.

Y para cuando regresó a la sala de estar, efectivamente, él ya no estaba.

—Estúpido Beomgyu —murmuró entre dientes, deseando que nada malo ocurriera durante su ausencia.

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