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Cuando Beomgyu despertó, se sentía como nuevo.

Había descansado lo suficiente, y para su suerte, ese día no tenía nada que hacer, y se aseguraría de aprovecharlo al máximo.

Salió de su habitación utilizando únicamente una bata para cubrirse y caminó hasta la sala que, sorprendentemente estaba ordenada y limpia.

—Al parecer, todo fue un tonto sueño —murmuró, liberando un suspiro de alivio mientras observaba todo a su alrededor, antes de caminar hacia la cocina para preparar el desayuno, encontrando al pequeño Taehyun jugando con lo que parecía ser
harina— ¡Pitufo!

¿Día tranquilo? Quizás tendría que esperar un poco más por ello.

Beomgyu exhaló lentamente y lo alzó en sus brazos como si fuera un insecto, casi sin querer tocarlo, yendo en dirección al baño.

—Hyung, ¿qué crees que estás haciendo? —preguntó el castañito, mientras era acomodado sobre el lavabo. Beomgyu lo ignoró y puso el tapón en la bañera para luego abrir el grito del agua caliente, asegurándose de que estuviese a una temperatura adecuada.

—No vas a andar todo sucio por mi casa, vas a tomar un baño y yo iré a preparar el desayuno,
¿entendido? —contestó rápidamente sin mucho interés— Ahora ven aquí, entra a la bañera.

—No quiero —Beomgyu rodó los ojos y lo sostuvo entre sus brazos, recibiendo patadas en su estómago y algunos golpes en su rostro a modo de protesta contra la idea de tomar un baño. Él no estaba sucio, estaba seguro de que había tomado un baño hace tres días, Beomgyu sólo estaba exagerando todo igual que siempre.

Pronto sintió cómo el pequeño dejaba de patalear, rindiéndose y dejándose arrastrar finalmente hasta la bañera, suspirando antes de ver a Beomgyu salir del baño para regresar a la cocina.

Todo este asunto le parecía tan ridículo, ¿cómo habían llegado a eso? Ayer por la tarde parecía ser sólo una broma, quizás un mal sueño, pero él podía recordar perfectamente a ese ser humano pequeño rayando las paredes de su habitación con los plumones que Hueningkai le había prestado; ese era el motivo por el cual olvidó tan fácilmente lo cariñosos que habían estado ambos la tarde del día anterior mientras Taehyun pedía que acariciara su cabello y sus mejillas hasta hacerlo dormir.

Al final, entre tantos pensamientos no sólo preparó el desayuno, sino que también había lavado la ropa que Taehyun ensució con la harina y chispas de chocolate que había desparramado sobre la
mesa.

Si lo pensaba bien, él se estaba esforzando demasiado por nada, tampoco es como si
Taehyun fuese su hijo o algo parecido, sólo era el pobre chico que tuvo que sufrir por culpa de la poción rara que Soobin preparó, y que por cierto, fue un total fracaso. Pero, aún así, no podía evitar sentir algo de ternura por cuidar al pequeño niño, le recordaba a cuando debía cuidar a sus mascotas, era casi lo mismo.

Algunos minutos después regresó al baño, encontrando a Taehyun ya vestido y limpio. Él estaba tratando de secar su cabello con la toalla, aunque sus bracitos le complicaban un poco la tarea. Era una cosita ridículamente tierna.

—¡Hyung! —gritó Taehyun en cuanto lo vio tratar de tomar la toalla para ayudarle, él era lo suficientemente grande para hacerlo solo. Beomgyu sonrió divertido y sostuvo su mano, abriendo la puerta para permitirle salir, dejando que el castañito lo guiara de vuelta a la cocina.

Mientras Beomgyu acomodaba todo sobre la mesa, vio a Taehyun acercarse despacio. Debía admitir que era bastante gracioso ver cómo trataba de subirse a la silla y fracasaba en el intento, más aún cuando al quinto intento finalmente pudo alcanzarla y la mesa pareció ser demasiado alta para su tamaño.

—¡Oh! ¿Eso son galletas con chispas? —preguntó emocionado, tratando de alcanzarlas, dando una mordida a una de ellas cuando finalmente la tuvo
en sus manos.

—Sí. Les puse veneno, ahora vas a morir —su rostro serio le causó temor a Taehyun, y pronto se encontró llorando como si su vida dependiese de ello. Beomgyu tuvo que contener su risa mientras bebía un sorbo de su taza de café, masticando una de las galletas también.

Taehyun dejó de llorar y le miró atentamente, preguntándose por qué él también había comido una galleta si tenía veneno. Su hyung debía ser en verdad un tonto. ¿Cómo se supone que sobrevivirían ahora? Él no quería morir aún, y mucho menos quería ser recordado por morir comiendo una galleta con chispas.

Le miró de reojo y vio a Beomgyu recostado sobre la mesa, tenía los ojos cerrados y la lengua afuera,
¿en verdad había muerto por esa galleta?

—Beomgyu hyung es un tonto, al menos yo aún respiro —murmuró, dándole un suave golpe en la mejilla mientras decidía que las galletas no le harían daño, llevándose otra a la boca.

Al no dar señales de querer despertar pronto, Taehyun acabó con todas las galletas; algunas desparramadas por el suelo, y otras dentro de su estómago, puede que alguna en el cabello de Beomgyu, pero si en verdad planeaba continuar fingiendo, entonces él debía aprovechar su oportunidad y darle una lección.

—Bueno... supongo que ahora puedo dibujar un oso gigante en las paredes... y sería una lástima que mi plumón morado accidentalmente ensuciara su camiseta favorita —dijo, alzando la voz para que Beomgyu pudiese oírlo desde el comedor.

Segundos después, los pasos apresurados hacia la escalera no se hicieron de esperar, dejando ver a un desesperado Beomgyu tratar de recuperar su camiseta.

—¡Taehyun, suelta eso! —el castañito fingió no escuchar y se echó a correr escaleras arriba, soltando melodiosas carcajadas que seguramente en una situación distinta le habrían causado gracia
al mayor.

Sí, definitivamente ese no seria un día del todo tranquilo, y quizás Beomgyu debía dejar de bromear con galletas envenenadas.

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