Capítulo 15

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Para todos aquellos que no hayan leído el mensaje que subía ayer, quiero que sepáis que la escena +18 acaba en el capítulo anterior. No lo había dejado inacabado.

En el próximo capítulo veremos de nuevo a Tabita y Nataniel. ¿Qué podrá pasar?

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Amoos

Después de aquella sesión de... desestresar a mi chica, ella quiso volver a la mansión por el bosque. Supongo que mi propuesta de llevarla en brazos le pareció más humillante que romántica, y como siempre su orgullo habló por ella. Con la barbilla alzada y las manos sobre las caderas, me aseguro que era perfectamente capaz de caminar lo que quedaba. Obviamente me abstuve de comentar el pequeño detalle de que quedaba un trayecto de más de tres horas...

La primera hora de aquella larga caminata fue muy agradable. Caminar por aquellos árboles en mi forma humana y de la mano de ella, me resultó sumamente reconfortante. Andando por aquel bosque tan familiar y junto a mi hermosa cabezota, por fin pude alcanzar aquella tranquilidad que hacía tantas semanas que ansiaba.

Nuestro andar era lento. Lleno de calma. Sin prisa. Íbamos cogidos de la mano, contemplando cada curiosidad que nos revelaba la vegetación al avanzar. Sin soltar mi mano, Débora no dejaba de dar tirones cuando sus ojos se cruzaban con los de algún animal. Su rostro se llenaba de una emoción casi infantiloide, que me recordó lo que uno debía sentir al sorprenderse. Su sonrisa, tan contagiosa, y su emoción por cada nuevo descubrimiento, me recordaron aquellos tiempos en los que yo veía todo con aquella misma energía. Antes de conocerla a ella, habían pasado varios siglos sin que hubiera sentido esa emoción tan abrumadora. Esa alegría al haber descubierto algo que te era desconocido ayer. Sin embargo, ahora que la había encontrado, solo me hacía falta mirarla a ella para que algo dentro de mi se llenase de vida. Que ridículamente humillante era el saber que con ella a mi lado no podía parar de sonreír. Pero aquel era un precio que estaba dispuesto a pagar si con ello podía verla cada día.

Las horas y los minutos fueron pasando, y el sol fue cediendo su terreno en el cielo a la luna. A medida que las agujas del reloj avanzaban, la tenacidad de Débora disminuía. Podía notar como con cada paso iba arrastrando los pies por culpa del cansancio. Por mi parte cada vez se me hacía más difícil ocultar mi sonrisa burlesca. La ganas de cogerla y cargarla sobre mi hombro para acabar con su sufrimiento eran grandes, pero no lo suficiente para superar lo graciosa que se veía bufando.

Para cuando llegamos a casa, todo el lugar estaba a oscuras y Débora no podía parar de bostezar. De nuevo al mirarla me sorprendió ver que no se rendía. Sacudiendo la cabeza no pude evitar reírme mentalmente de su cabezonería. Cuántas peleas tendríamos por culpa de su orgullo.

Tras saludar a los guardias que patrullaban por la zona, entramos en la casa. El silencio se había apoderado de cada una de las salas. Seguramente todos ya habían subido a sus habitaciones a descansar. Con mi brazo alrededor de la cintura de aquella somnolienta Débora, le fui guiando a través de los escalones hasta nuestro dormitorio. Al llegar al lado de la cama, y tras ver que estaba lo suficientemente cerca, se lanzó sobre ella, cuál larga era. Sin poder contenerme me reí a carcajadas. Era tan jodidamente adorable. Ver tan agotada era adorable. Verla fruncir el ceño llena de orgullo era adorable. Toda ella lo era. No podía verla de otra manera.

Una sonrisa llena de orgullo mal disimulado cubrió mi rostro. Era consciente de que parte de su cansancio se debía a la caminata, pero también sabía que gran parte era obra mía. Mi lobo interior aullaba satisfecho. No iba a negarlo.

Con cuidado de no despertarla, le quité los zapatos y la ropa. Mientras intentaba quitarle la camiseta, la escuchaba quejarse al ser zarandeada. Esta vez me mordí el labio procurando no reírme de nuevo. Ya con su pijama y tapada por la manta, su ceño fruncido se relajo. En menos de dos minutos comenzó a roncar suavemente.

Por mi parte no podía dormir. Estaba eufórico por lo que había pasado hace horas. A pesar de todo el tiempo que estuvimos... desestresándonos, mis ganas por ella no cesaban. Mi ganas de cogerla, despertarla y volverle a hacer el amor una y otra y otra vez, eran muy fuertes. Lo único que me impidió hacerlo fue el ver lo relajada que estaba mientras dormía. Estuve tentado de hacerle una foto. Así como estaba: con el pelo desordenado, los labios entreabiertos y un hilillo de baba bajando por su barbilla. Me contuve al pensar la paliza que me daría si algún día descubría aquella foto en mi móvil. No hubiera sido muy difícil. Estaba seguro de que de haberla hecho la habría puesto de fondo de pantalla. Sin duda mi Débora podía llegar a ser toda una fiera si se lo proponía. Era lo suficientemente sabio para no provocar el despertar de aquella bestia, por mucho que a veces fuera tan divertido molestarla.

Resignado a una noche mirando al techo, me tumbé sobre la cama y la abracé para pegar su cuerpo al mío. Mañana sería un nuevo día lleno de nuevas oportunidades para desahogar a mi querida Débora.

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¿Os gusta cuando nos metemos en la mente de Amoos?

¡Yo obviamente sí!

¿Sois igual de orgullos@s que Débora?

Yo no la verdad jajaja me puede la pereza.

¿Alguien se atreve a adivinar porque veremos en el próximo capítulo a Tabita y Nataniel?

AVISO IMPORTANTE:

Ahora mismo estoy editando y reescribiendo el 1 libro, y como va a haber cambios he de acabar la corrección antes de seguir con este. Pero no te preocupes que nada más acabar, continuaré con este libro y lo terminaré!!!

Os quiero mucho amores ❤🥰

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