❋ Parte 8 ❋

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Hueningkai volvió a visitar a Yeonjun casi seis meses después de que Taehyun abandonó el inframundo. El rey estaba en su trono con su expresión de apatía y su aura de muerte más potente que nunca.

—Lastima que no pude visitar este lugar cuando tenías a Taehyun aquí —comentó flotando escaleras arriba—. Esos humanos necesitaban urgentemente un poco de amor antes de morir de hambre...

—No me interesa nada de lo que los humanos necesiten.

—Claro, tu solo te preocupas por lo que tu necesitas —provocó el dios del amor, quizás sorteando demasiado su suerte considerando en donde estaba.

—Yo no necesito a nadie.

Hueningkai frunció su ceño.

—¿No necesitas a Taehyun? —se suponía que sus flechas le hacían eso al receptor: lo convertían en un obsesionado y necesitado ser que no anhela nada más que ser correspondido.

Pero Yeonjun lo sabía mejor que él.

—Yo no lo necesito. Yo lo quiero, lo amo.

Hueningkai no cupo en su estupefacción y su alegría.

—¡Y lo confiesas abiertamente!

—¿Por qué debería ocultarlo?

En ese momento el dios del amor consideró a Yeonjun como el dios más noble de la tierra. Sintió respeto, y a la vez fue tocado por sus palabras. Así que fue su turno de revelar su secreto.

—¿Sería lo mismo para ti si supieras que tu amor es debido a una de mis flechas?

Yeonjun arqueo una ceja, y las comisuras de su boca se elevaron en una entretenida sonrisa.

—Yo siempre lo he sabido.

—¡Eso no puede ser! —Kai negó, porque era imposible que Yeonjun supiera tal cosa. ¡Él era muy cuidadoso a la hora de lanzar sus flechas!

—¿Olvidaste lo que te dije ese día?

Hueningkai trató de hacer memoria, pero de todas formas el dios del inframundo se explicó.

—Aquí en el inframundo el amor no existe. No importa lo poderosas que sean tus flechas.

—¿Entonces cómo te enamoraste de él?

—Probablemente hizo efecto porque lo conocí en tierra. Aún así, al traerlo aquí debió perder el efecto de nuevo.

—Eso quiere decir...

Yeonjun asintió con dolor, sacando el pétalo que guardaba debajo de su túnica pegado a su pecho, donde estaba su corazón.

—Lo amas... —murmuró el dios del amor—. ¡Lo amas de verdad!

Podría resultar absurdo que las cosas terminaran de esa manera para el dios más atemorizante e insensible de la tierra, y a pesar de ser prácticamente imposible, él sí que había logrado amar al niño, buscando compañía y desarrollando un deseo inevitable por su belleza.

—Entonces estas equivocado —Kai se jactó con su tono aniñado—. En el inframundo si hay espacio para el amor. ¡Así que yo hago!

—¿Desde cuándo esto era una apuesta?

Yeonjun abría rodado los ojos si no hubiera pasado por su mente el recuerdo más hermoso que poseía de su amado; el segundo beso que compartieron. El que Taehyun le regaló como agradecimiento por su libertad.

Porque era eso, solo agradecimiento, y Taehyun era tan puro que le dio ese detalle aunque no estuviera obligado a hacerlo. Aun así, era lo más valioso que al rey de las almas le quedaba.

Lamentablemente para Yeonjun, aunque Kai tuviera la razón, en el inframundo solo cabía el amor unilateral. El amor momentáneo. El amor incompleto.

~❋~

La diosa del amor estaba teniendo una reunión con la diosa de la sabiduría en sus tronos del Olimpo cuando les llegó a ambas un mensaje del oráculo en la capital.

—Una mujer realizó la purificación para una pregunta más compleja —Nayeon notificó a Jihyo al instante—. Nos pregunta a ambas.

—¿A las dos?

—Eso dice.

—¿Desde cuando la estrategia tiene algo que ver con el amor?

Nayeon río coqueta.

—Querida Jihyo, la estrategia en el amor lo es todo. Ya deberías saberlo.

—Como sea —ella no quería entrar en riñas con la diosa más narcisista del Olimpo, era lo suficientemente lista como para ignorar sus indirectas—. ¿Cuál es su consulta?

—"¿Cómo se puede complacer a dos personas que viven en lugares distintos?" —silbó— es toda una cazadora esa mujer.

—Eso se resuelve fácil —Jihyo se cruzó de brazos—. Creas un ciclo. Durante un tiempo estás con una persona, y luego con la otra. Compensar el tiempo perdido con el tiempo ganado.

—¿No es esa una estrategia muy fácil de decir pero nada fácil de emplear?

—El chiste en nunca romper el ciclo. Como los animales comiéndose entre ellos para sobrevivir; si no lo hacen podrían morir de hambre.

Nayeon se planteó la idea, considerando que eso carecía de romanticismo.

A menos que...

—¡Ya se! Hay que decirle algo así como "Que la mitad del año llueva, y que la otra mitad brille el sol"

—No tiene que ser tanto tiempo...

—Es menos de lo que los amantes eternos sufrieron.

—No metas a Minho y Jisung en esto, cada vez que comparamos situaciones con otras nos equivocamos y tenemos que ponerle una excusa a los humanos. No sé cómo es que se siguen creyendo nuestras mentiras, francamente son estúpidos.

—Yo digo que es una buena idea —y Nayeon remarcó—. A veces necesitas extrañar mucho a alguien para darle el trato que se merece.

—Quizás tengas razón —acabó por aceptar la diosa de la sabiduría—. No puedo creer que me esté dejando llevar por ti.

La diosa de la belleza ladeo la cabeza y con delicadeza se sentó sobre el regazo de la otra.

—Dejate llevar más, quizás consigas algo bueno —sedujo melodiosamente.

—¿No estábamos hablando de que Hueningkai está teniendo muchos berrinches por su nuevo hermano adoptivo? Dijiste que lo querías porque se parece a ti.

—Se llama Sunoo... y no se parece a mi, yo soy más hermosa.

Jihyo rió a su pesar, porque Nayeon era tan linda como irritante, y para nada incorregible.

—En efecto, lo eres.

Ninguna de las dos tenía idea de que acababan de imponer la pauta para lo que más adelante serían las estaciones del año:

La floreciente primavera.
El cálido verano.
El fresco otoño.
Y el frío invierno.

Todas igual de hermosas.

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