🌙: Cuarto menguante.

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El palacio lunar se encontraba en un completo caos.

Todo inició cuando Taehyung regresó de su misión en la tierra, había recolectado la energía suficiente para que el árbol de la vida permaneciera estable, y sólo entonces fue que notaron una severa anomalía.

—¿Estás seguro de lo que viste? —inquirió SeokJin a su pareja.

El guardián de la luna nueva le miró con seriedad. —Sin duda era Jimin a quien esos humanos llevaban.

—Es imposible —dijo Jungkook—. Jimin es un poderoso guardián, no pudieron haberlo raptado tan fácilmente.

—Recuerda que nuestro poder se encapsula al pisar terreno mortal —habló NamJoon, ganando la atención del menor—. Si lo pensamos de esta manera, sería más fácil de entender.

Pequeñas discusiones por diferencia de ideas se llevó a cabo en el gran salón, unos sentían miedo por lo que pudiese suceder, mientras que había otros que trataban de mantener la calma y tan sólo esperar que aquello ayudase a Jimin a encontrar su camino.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó esta vez Baekhyun, ganando la atención de los demás guardianes.

—Sin la presencia de Jimin es imposible que ocurra un nuevo cambio de fases —intervino Jaebum, preocupación pintada en su voz—. Todo será un completo caos.

—Todavía quedan los días de descanso, no nos adelantemos —comentó SeokJin, mientras observaba atentamente por el portal el comportamiento humano.

—¿Puedes ver a Jimin? —indagó Taehyung.

—No puedo verlo, pero estoy seguro que estará bien —dijo—. Después de todo, es el más fuerte.

Se formó un silencio denso; sin embargo, los siete guardianes trataron de concentrarse en su labor para así ayudar de alguna manera a aquel compañero perdido que había caído en el mundo mortal sin una explicación clara.

Pero de algo estaban seguros todos ellos, y eso era que tratarían de ayudar a Jimin en su camino de descubrimiento prolongando el tiempo lo más que pudieran, con la esperanza de que el guardián de la luna nueva visible pueda obtener todas sus respuestas.

Jimin tenía un profundo ceño fruncido mientras trataba de poner en orden las pocas ideas que habían llegado a su mente.

Recuerda con nitidez como el portal que había creado para vigilar el cambio de fases sufrió una ruptura y en consecuencia un desnivel que le hizo caer al mundo mortal sin poder evitarlo.

Cuando supo lo que había pasado entró en pánico, trató de expulsar sus poderes para crear un portal que lo llevara de vuelta al palacio, pero estando en esos terrenos todo se limitaba, imposibilitándole la tarea de poder volver.

Bien, ahora estaba seguro que no podría regresar a menos que sus compañeros adelantaran un cambio de fases, y eso era algo completamente impensable, porque al no tener un conocimiento exacto de las posibles consecuencias no se sabría con exactitud la manera correcta de actuar.

Frunció más el ceño, todo se estaba complicando.

De repente la puerta de la habitación donde estaba fue abierta logrando asustarlo, Jimin miró hacia ahí encontrando al mismo chico que lo había estado visitando durante los últimos dos días.

—Lo siento, no quería asustarte —murmuró Yoongi, al mismo tiempo que se internaba en el lugar.

El guardián le miró con intensidad logrando poner nervioso al joven lobezno. Yoongi carraspeó bajito y con cuidado dejó la pequeña bandeja en el mueble al lado de la cama.

—Traje sopa —indicó con una pequeña sonrisa.

Jimin seguía mirándolo cuando preguntó. —¿Por qué me estás ayudando?

—B-bueno... nosotros siempre nos hemos caracterizado por ser amables con los forasteros, uhm... por eso...

—Soy un guardián —dijo con una ceja alzada—. Entiendo la amabilidad con los demás humanos, pero yo soy diferente.

—¿Quisieras que te tratáramos mal? —preguntó Yoongi, reuniendo la valentía para sostenerle la mirada.

—¿No es algo que harían? —preguntó en cambio Jimin, y el alfa pudo ver la duda pintada en aquellos ojos que continuamente cambiaban de color.

Descubrió que durante las noches Jimin presentaba ojos grises claros, casi como los tonos de la luna, pero durante el día esos orbes eran pintados de un púrpura majestuoso y brillante que sin duda le recordaba al fulgor precioso y mágico que había visto en el cielo durante aquella noche donde sucedió el cambio de fases.

Sonrió sin poder evitarlo, sorprendiéndose cuando Jimin desvió la mirada con un leve rubor en sus mejillas.

—Nosotros no lastimamos —aseguró en voz baja y con tinte cálido—. Nunca podríamos hacerlo.

Sintiéndose víctima de sus propias emociones, Jimin decidió tomar el cuenco que contenía la sopa que el alfa le había llevado, agarró la cuchara que Yoongi le extendió y con paciencia y delicadeza inició a comer.

El lobezno estaba seguro que su mirada tenía un aspecto bobo y atolondrado, pero es que no podía evitarlo. Su corazón latía más rápido cuando estaba en compañía de aquel joven de hermosas facciones y carácter esquivo, llevándole a sentir emociones que eran completamente desconocidas y difíciles de tratar u ocultar.

Cada cosa que Jimin hacía, cada palabra que decía, cada gesto, cada acción; absolutamente todo de él era maravilloso a sus ojos.

Y aunque todo fuese espontáneo y fuerte, debía admitir que una pequeña parte de su ser sentía miedo por lo que aquello pudiera estar significando.

Sin embargo, el alfa quería continuar en ese nuevo camino de descubrimiento hasta encontrarle un final o simplemente perderse en el mismo.

—¿Te gustaría conocer la aldea? —soltó de repente.

Los ojitos púrpuras se abrieron en sorpresa, y esa simple acción provocó estragos en la mente del cachorro alfa.

—¿C-conocer?

Yoongi asintió con euforia. —Te mostraré mi mundo y verás lo bonito y bueno que es.

Jimin no sabía el por qué, pero finalmente había aceptado la invitación del alfa para conocer el lugar donde se encontraba.

Yoongi le aseguró que el resto de la manada no sabía quién era realmente, y que simplemente lo verían como un forastero más, aprovechando el hecho de que la media luna en su frente desaparecía durante el día.

Lo primero que sus ojos vieron fue la blanca y suave nieve, había muchos cachorros inquietos y felices jugando en ella, los altos árboles rodeaban las pequeñas casas, todo en un contraste hermoso del marrón de la madera con el blanco inmaculado.

A medida que caminaban, Jimin iba descubriendo más detalles. Los adultos se sentaban en los pórticos donde tocaban instrumentos extraños que soltaban sonidos melódicos y suaves; el aroma a chocolate caliente también inundó en sus fosas nasales, junto al sonido del crujir de la leña al ser consumida en el fuego de diversas chimeneas de piedra.

Tantos detalles descubrió, pequeños en cierta forma, pero a juzgar por las sonrisas que veía, Jimin podía asegurar que tenían un significado más profundo y especial de lo que él como simple espectador podía ver.

Y de pronto, se encontró sonriendo.

Yoongi había estado pendiente de cada reacción que mostraba su acompañante, y nuevamente su corazón latió desbocado cuando le miró sonreír por primera vez.

—¿Qué opinas? —preguntó, con la esperanza de poder iniciar una conversación, sin importar lo banal o pequeña que resultara ser.

El guardián mantuvo una sonrisa leve. —Debo admitir que estoy sorprendido.

—¿Por qué? —inquirió el alfa con curiosidad evidente.

—No imaginaba que fueran tan unidos —respondió Jimin con un leve encogimiento de hombros.

Ambos avanzaron unos pasos más hasta que Yoongi nuevamente habló:

—En temporada de invierno preferimos estar con nuestras familias y tomar de un buen chocolate —contó con una sonrisa—. Algunos cantan y bailan incluso, pero mi parte favorita de todo esto es cuando en la noche hacemos una fogata y nos reunimos para contarnos historias.

—¿Qué clase de historias? —interrogó Jimin, mientras acariciaba dulcemente la cabellera de un pequeño cachorro que por accidente había chocado con él.

—Son muchas y con temas diversos —dijo Yoongi—. Algunas de nuestros antepasados, otras de magia antigua, también de mitos y por supuesto de recuerdos propios acerca de algún acontecimiento vivido y que queramos compartir.

El de ojos púrpura se quedó en silencio, su mente tratando de imaginar aquel panorama y extrañándose en el proceso. Nunca en su vida había visto algo parecido en el comportamiento de las manadas, ni siquiera cuando se encontraba en el palacio podía detectar ese afecto y acercamiento que todos parecían compartir. Sólo hasta ahora que estaba personalmente en ese lugar es que podía sentirlo, casi como un recuerdo vívido y real que, sin intentarlo se colaba en sus huesos como una segunda piel.

—¿Quieres regresar? —preguntó Yoongi al notar que su acompañante se había quedado en silencio.

Jimin le miró de manera inmediata, casi asustado por la simple idea de volver a aquella habitación y permanecer encerrado.

—¿Podemos quedarnos un poco más, por favor? —no se había dado cuenta que su tono salió suplicante hasta que fue demasiado tarde.

La sonrisa del alfa se extendió más allá de sus mejillas, dejando a relucir los dientes pequeños y rosadas encías.

—Por supuesto —accedió con ánimo, y así ambos siguieron caminando.

Jimin conoció personas, desde niños, jóvenes y adultos. Habló con ellos, y jugó con los más pequeños mientras el sol empezaba a perderse en el horizonte.

Y cuando ambos iban de regreso hacia la gran cabaña del líder, se miraron una vez más, con la diferencia de que había una sonrisa tímida en sus rostros.

Porque el lobezno estaba mostrando su mundo con los ojos cerrados y los brazos abiertos.

Y el guardián se estaba refugiando ahí para comenzar a vivir de verdad.














Holi, aquí les traigo un nuevo capítulo recién salido del horno.

Cuéntenme, ¿qué les parece la historia hasta ahora? Estaré rezando para que les guste. 👀✨

Muchas gracias por todo. 🤧

Tita.🌙

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