✦ - Epiphany 🎨

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Capítulo 24.

Al día siguiente, Jungkook se despertó con un dolor de cabeza tan fuerte que parecía que lo habían atropellado y pateado al mismo tiempo. Sentía el cuello rígido y adolorido, resultado de haber dormido en el suelo, con la cara contra el piso frío.

Con dificultad, el alfa se levantó lentamente, tratando de aclarar sus pensamientos. A su lado, Bam, su fiel perro, dormía hecho un ovillo, roncando suavemente, sin darse cuenta de la tormenta emocional que su dueño estaba viviendo.

Jungkook se levantó con esfuerzo y se dejó caer en el sofá, frotándose la cabeza para intentar aliviar el dolor. Fue entonces cuando los recuerdos lo golpearon de golpe: Jimin, la pelea, el dolor en su voz, el aroma del omega que se había vuelto amargo, su propio aroma a moras, y la extraña sensación de su lobo interior, algo que no había sentido en años.

Desesperado por comprobar si lo que había pasado era real, trató de percibir nuevamente su aroma a moras, el mismo que había sentido el día anterior cuando su lobo se movió un poco. Pero no sintió nada. El vacío que lo envolvía era más profundo de lo que había pensado, y la decepción lo invadió. ¿Había sido todo una ilusión?

Con el corazón pesado, tomó su celular para ver si Jimin había respondido a alguno de sus mensajes. Pero la pantalla seguía tan silenciosa como su mente. Ninguna respuesta. Ninguna señal.

Sin encontrar consuelo, decidió revisar su Instagram. Vio los comentarios habituales de personas admirando sus pinturas y deseando conocerlo, pero él no estaba interesado en eso. Sus pensamientos estaban muy lejos de las redes sociales, enfocados en una sola persona: Jimin.

Antes de darse cuenta, ya estaba buscando el perfil del omega. La necesidad de verlo, aunque fuera a través de una pantalla, era muy fuerte. Lo primero que vio fue su rostro adorablemente sonrojado, con su cabello rubio cayendo sobre sus ojos color miel. Recordó la suavidad de las mejillas de Jimin, que había tenido la suerte de tocar más de una vez. Pero lo que más le gustaba eran esos labios rojizos que el día anterior habían estado en un puchero.

La culpa lo golpeó con fuerza. Jimin no merecía el dolor que él le había causado.

Para el alfa, Jimin siempre había sido alguien interesante, mucho más que cualquier otra persona. Por eso lo siguió en Instagram, algo que casi nunca hacía sin una buena razón. Pero después de sus primeras conversaciones, se dio cuenta de que Jimin no solo era interesante, sino también inteligente y creativo, lo cual atrajo aún más su atención.

Y luego llegó el día en que se encontraron por casualidad en el parque de diversiones. Todavía podía sentir cómo su corazón latió con tanta fuerza que le dio miedo, como si su cuerpo estuviera reaccionando a algo invisible.

No estaba buscando una relación, eso estaba claro. Pero no podía ignorar lo que Jimin le hacía sentir. Ni lo que despertaba en su lobo interior, que había estado dormido durante años, hasta que apareció Jimin con su aroma a fresas y chocolate, un olor tan tentador que venía acompañado de algo más, algo que hacía que su lobo se inquietara.

Ahora, sentado en el sofá, con la soledad como única compañía, Jungkook se sentía como la peor persona del mundo.

Jimin, en su habitación, lloraba desconsoladamente en el hombro de su hermano Jihoon. Sentía que su pecho se oprimía de una forma desgarradora, todo su cuerpo dolía y sus ojos estaban resecos de tanto llorar. La pelea con Jungkook había dejado una marca profunda, y ahora se sentía completamente destrozado.

—Debiste dejar que lo golpeara —dijo Jihoon, acariciando el cabello de su hermano menor—. Mamá debería saber sobre esto.

El omega negó con la cabeza, acurrucándose más en el abrazo de su hermano alfa. No quería que nadie más se involucrara, ni siquiera su madre, quien ya tenía suficiente con lo suyo.

Jihoon suspiró profundamente, sintiendo la desesperación de Jimin. No había nada más doloroso para él que ver a su hermano así, tan roto y vulnerable. Pero sabía que no podía arreglarlo todo con palabras o acciones impulsivas, por mucho que quisiera.

—No, no quiero preocuparla —murmuró Jimin con voz temblorosa—. Mamá ya tiene suficiente con soportar que nos separamos de ellos... Y no quiero que te metas en problemas por mi culpa.

—Jiminie, nadie tiene derecho a hacerte sentir así —dijo Jihoon suavemente—. Si él no puede ver lo increíble que eres, entonces no merece tu dolor.

Las lágrimas de Jimin continuaban cayendo, empapando la camisa de su hermano. Aunque sabía que Jihoon tenía razón, el dolor seguía siendo insoportable, como si su corazón estuviera en pedazos.

—¿Qué voy a hacer, Jihoon? —susurró finalmente, con la voz quebrada—. Me siento tan… vacío.

—Vamos a superar esto juntos, Minnie —prometió el alfa, con firmeza—. No estás solo. Siempre estaré a tu lado, pase lo que pase.

El omega se dejó envolver por el cálido aroma a canela que desprendía Jihoon, encontrando un pequeño consuelo en los brazos protectores de su hermano.

—Prométeme que ya no le harás caso si viene a hablar contigo —dijo el alfa, su voz llena de preocupación, pero Jimin permaneció en silencio—. Y que no lo seguirás ayudando con su estúpida pintura.

El omega bajó la mirada, negándose a hablar, pero Jihoon lo sacudió ligeramente, queriendo obtener una respuesta.

—Jimin...

—No puedo hacer eso —murmuró el rubio con un puchero enorme en sus labios. El alfa lo observó, confundido—. Yo... se lo prometí. Es importante para él.

—¡Pero te lastimó! —exclamó Jihoon, incapaz de contener su frustración.

—Sí —admitió Jimin, su voz apenas audible—. Pero...

—¡Pero nada! —Jihoon levantó la voz, exasperado, haciendo que Jimin se encogiera—. ¡No merece tu compasión!

El omega cerró los ojos, sintiendo el peso de las palabras de su hermano. Sabía que Jihoon solo quería protegerlo, pero también sabía que no podía romper la promesa que le había hecho a Jungkook. Aunque lo había lastimado, había algo en el alfa que no podía simplemente ignorar, algo que le hacía querer estar a su lado, incluso cuando el dolor parecía insoportable.

—No es tan simple, Jihoon... —susurró Jimin, sintiéndose atrapado entre su promesa y el dolor que sentía—. No puedo dejarlo solo, aunque me haya lastimado. Si lo hago, estaré dejando de lado mi promesa de ayudarlo.

Jihoon lo miró con una mezcla de tristeza y resignación, sabiendo que su hermano estaba decidido a seguir adelante, a pesar del sufrimiento. El alfa suspiró, resignándose a apoyar a su hermano a pesar de no estar de acuerdo.

—No estoy de acuerdo con eso —dijo bajando la voz—. No quiero verte sufrir más por él.

—Tal vez yo soy exagerado... —murmuró Jimin, tratando de convencerse a sí mismo.

Pero antes de que pudiera continuar, Jihoon se paró de un salto de la cama, mirándolo con decepción y preocupación.

—¡Jimin! —exclamó, incapaz de contenerse—. No estás exagerando. ¡No mereces esto! Él no tiene derecho a hacerte sentir así.

El omega, sorprendido por la reacción de su hermano, no supo qué decir. Sabía que Jihoon solo quería lo mejor para él, pero su corazón estaba en conflicto, dividido entre su promesa y el dolor que sentía.

—Por favor, Jihoon... —susurró, casi rogando—. No me hagas esto.

—Sabes que te amo, Minnie, y siempre querré lo mejor para ti —respondió el alfa, su tono ahora lleno de frustración contenida—. Desde el primer momento no me gustó Jungkook, pero ahora ni su nombre me agrada —el alfa estaba furioso—. Si no quieres hacerme caso, bien. Pero si te vuelve a lastimar, tendrás que enfrentarte a él tú mismo.

Con esas palabras, Jihoon salió de la habitación, dejando a el omega solo con sus pensamientos y el eco de su advertencia resonando en su mente.

En ese momento, el celular de Jimin vibró con una llamada entrante. Al ver el nombre en la pantalla, "Papá", sintió una punzada de ansiedad en su pecho. Dudó un momento antes de contestar, temeroso de que su padre omega notara la tristeza en su voz. Pero no quería preocuparlo más de lo necesario, así que respiró hondo y deslizó el dedo por la pantalla para responder.

—Hola, papá —dijo, esforzándose por sonar normal, aunque su voz aún estaba algo quebrada.

—Hola, cariño —la voz suave de su padre se escuchó al otro lado de la línea—. ¿Cómo estás? No he sabido de ti en todo el día, y eso me preocupa.

Jimin sintió un nudo en la garganta al escuchar la preocupación en la voz de su padre. No quería mentirle, pero tampoco quería causarle más angustia.

—Estoy bien, solo un poco cansado —respondió, tratando de sonar convincente.

Hubo un breve silencio, y el rubio pudo sentir que su padre no estaba del todo convencido.

—Minnie, sabes que puedes hablar conmigo si algo no está bien, ¿verdad? —dijo su padre con dulzura—. No tienes que cargar todo tú solo.

Las palabras de su padre hicieron que las lágrimas comenzaran a llenar sus ojos de nuevo. Quería decirle todo, contarle lo que había pasado con Jungkook, pero el miedo a preocuparlo lo frenaba.

—Lo sé, papá... —murmuró Jimin, sintiendo cómo su voz temblaba ligeramente—. Pero de verdad, estoy bien. Solo necesito descansar un poco.

Su padre suspiró al otro lado de la línea, como si pudiera sentir el peso de lo que Jimin no estaba diciendo.

—Está bien, cariño. Si necesitas algo, lo que sea, solo llámame, ¿sí?

—Sí, lo haré —respondió Jimin, sintiendo un pequeño alivio al escuchar la comprensión en la voz de su padre.

—Te quiero mucho, bebé. Cuídate, ¿de acuerdo?

—Yo también te quiero, papá —dijo Jimin antes de colgar, dejando escapar un suspiro tembloroso cuando la llamada terminó.

Dejó el celular a un lado y se recostó en la cama, sintiéndose agotado tanto física como emocionalmente. Agradecía la preocupación de su padre, pero sabía que, al menos por ahora, este era un dolor que tendría que enfrentar solo.

Jimin se quedó pensando en lo que le había dicho Jihoon. Aunque entendía el dolor y la preocupación de su hermano, no podía sacudirse la sensación de que debía estar con Jungkook. Era como si una parte de él se negara a aceptar que podía perderlo, algo que lo mantenía atado a él a pesar del sufrimiento. Aun sin entender completamente por qué, sentía que debía enfrentar esta situación, que había algo más profundo que lo unía a Jungkook.

Sin embargo, esa incertidumbre lo atormentaba. ¿Por qué, a pesar de todo, seguía sintiendo esta necesidad de estar cerca de Jungkook? ¿Por qué, a pesar del dolor, no podía dejarlo ir? Quizás, en el fondo, era porque una parte de él sabía que su historia con Jungkook no había terminado, que había algo más que ambos tenían que descubrir juntos, aunque aún no supieran qué era.

Con ese pensamiento, se levantó de la cama, se puso ropa que le hiciera sentir bien y seguro de sí mismo, y se maquilló ligeramente. Al mirarse en el espejo, vio en su reflejo una determinación renovada y se dio cuenta de que estaba listo para enfrentar lo que fuera necesario.

Salió de su habitación y se dirigió directamente a la casa del alfa. Sabía que tenía que enfrentar la situación, hablar con él y tratar de resolver lo que había quedado sin cerrar entre ellos. No podía seguir postergándolo; sentía que era el momento de poner fin a la tensión y al dolor que había estado cargando.

Tomó un taxi y, mientras el vehículo avanzaba hacia su destino, sintió una mezcla de nerviosismo y esperanza. Al llegar al hogar del alfa, respiró hondo antes de subir los escalones y tocar el timbre. Estaba preparado para dar el siguiente paso en la complicada historia entre ambos.

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