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—Buenos días —saludó Jimin al alcanzar a Yoongi en la entrada del instituto—. ¿Puedo caminar contigo hasta el salón de clases?

—¿Por qué me preguntas si ya lo estás haciendo? —preguntó sin mirarlo. Se detuvo en los casilleros para sacar los cuadernos y Jimin lo esperó, al cerrar la puerta el menor le sonrió.

—Hoy hice un cambio en mí. —Marcó los hoyuelos en sus mejillas al agrandar su traviesa sonrisa.

Yoongi lo miró de pies a cabeza, la única diferencia que encontró fue el gorro de lana con un enorme pompón en su cabeza—. Te veo igual que siempre.

—Eso es lo que creerán, pero no es así. —Ocultándose lo que más pudo, levantó el borde inferior de su suéter para revelar el secreto.

—¿Una camiseta negra? —preguntó Yoongi, alzando una ceja.

—Sí —respondió orgulloso—. Hoy soy un chico malo.

Yoongi colocó una mano en el rostro de Jimin cuando el menor arrugó la nariz y enseñó sus colmillos, quizás pensaba que se veía como un peligroso tigre, pero en realidad era un gatito.

—¿Asusto? —preguntó Jimin con la mano de Yoongi en su cara.

—Demasiado, siento que estoy temblando —contestó con sarcasmo, elevando ligeramente las comisuras de sus labios a la vez que cubría los ojos de Jimin y pasaba por su lado para dirigirse a clases.

Cerca del mediodía fueron a la biblioteca a estudiar, Jimin había preparado un material de estudio que al principio Yoongi se rehusó a recibir, eran tarjetas con una argolla en una de sus esquinas, con odiosos dibujos de osos panda, terminó accediendo a la insistencia del pequeño y los guardó rápidamente en la mochila, prometiéndole que las leería en casa.

—Podríamos almorzar juntos —propuso Jimin, escogiendo cuidadosamente el momento para decirlo. Se inclinó hacia adelante en la mesa y apoyó el mentón en sus manos, mirando a Yoongi sentado frente a él.

—¿Almorzarás en la cafetería después de lo que te pasó?

—Sí —susurró desanimado al recordarlo—. Tienes razón.

El chico de cabello rosa se levantó de la silla, acomodó su mochila y tomó los libros entre sus brazos, no había llevado la lonchera de su mamá, la había dejado olvidada en casa y ahora no sabía lo que iba a comer.

—Almuerza en la cafetería —dijo de pronto Yoongi, obteniendo la atención del pequeño.

—¿Después de lo que me pasó?

—Sí.

—¿Y si lo vuelven a hacer?

—Me aseguraré que no sea así. —Guardó el libro en la mochila y la colgó en su hombro.

Pasaron a dejar los libros de Jimin a su casillero y entraron a la cafetería, el menor estaba nervioso, apenas caminaba, así que en la fila Yoongi lo colocó adelante de él, pero aquel detalle no fue suficiente.

No cuando Soonyoung estaba allí.

Jimin se dio la media vuelta, avanzó hacia Yoongi para estar más cerca y levantó la cabeza mirándolo, sólo veía su mandíbula y por ratos sus largas pestañas, el mayor en ningún momento bajó la cabeza, ni siquiera se había dado cuenta del atrevimiento del pequeño, quien por primera vez se sintió a salvo.

Al tomar las bandejas, avanzaron recibiendo los platos con comida, al final de la barra los dos quisieron tomar la última manzana roja que quedaba, se miraron y Jimin retiró la mano, permitiendo que Yoongi la tomara.

—Creo que esto no fue una buena idea —comentó Jimin, mirando con incomodidad como dos chicas lo miraban y murmuraban entre ellas. No las conocía, ni siquiera iba en su salón, pero probablemente habían visto el espectáculo con el espagueti.

Yoongi tomó la bandeja de Jimin y la suya, cambiándolas de lugar, se levantó e hizo que el menor se sentara donde él antes estaba—. Ahora ya no las verás.

El almuerzo fue silencioso ya que estaban solos en la mesa, Jimin notó que Yoongi tomaba los palillos de una forma graciosa y que prácticamente se encorvaba para comer, concentrándose en los alimentos, cada vez que se manchaba con salsa, pasaba bruscamente la servilleta por sus labios, haciéndolo sonreír.

Al salir de la cafetería Yoongi lanzó la manzana hacia arriba, atrapándola sin problemas.

—Iré a leer —dijo Jimin—. Nos vemos en un ratito.

Yoongi asintió con la cabeza, viendo cómo Jimin se alejaba, bajó la mirada hacia la manzana que no le pudo entregar y cuando quiso volver a mirar al pequeño ya no estaba.

Nota:

¿Qué color son sus vestimentas normalmente?

Yo me di cuenta que tengo poca ropa negra y blanca, apenas una de cada color. Pensé que tenía más.

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