seven - mind games

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

chapter vii.
( age of ultron )

pensé que mis demonios
estaban casi derrotados
pero te pusiste de su lado
y les diste libertad
demons ─── jacob lee

sudáfrica
3 de mayo, 2015

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

—Quiero que te quedes en el quinjet.

Miro a papá con los ojos muy abiertos cuando el jet se detiene y aterriza en medio de la sabana africana. Los barcos abandonados se encuentran alrededor de lo que solía ser un puerto lleno de agua, pero ahora es un paisaje de barro desierto. El cielo es de un azul brillante y altos árboles verdes flotan en todos los lados del quinjet que descansa en el vientre de la tierra. Todos, excepto Bruce, están preparados para salir de la compuerta, listos para enfrentarnos a Jumbotrón y los gemelos maravilla que se han unido.

Estamos todos listos.

¿Y sin embargo quiere que me quede aquí?

—¿Cómo? —me enderezo desde donde he estado atando los cordones de mis botas—. Espera, espera, ¿quieres que haga qué?

Todos nos miran torpemente, escuchando por completo nuestra conversación. Papá me toma de la muñeca y me hace a un lado para que podamos hablar un poco más en privado. No miro al resto, apenas recuerdo que están allí. Mi única atención se centra a papá, mirando su rostro con un ceño fruncido y una boca ligeramente abierta. Sus ojos no se apartan de los míos, como si estuviera buscando algo. Saco la barbilla, esperando una respuesta entre su silencio.

Él visiblemente aprieta los dientes, sacudiendo un poco la cabeza.

—No sabemos dónde nos metemos, pequeñaja. Y la última vez que viste a ese tipo... —hace una pausa, irritadamente poniendo los ojos en blanco—. Ni siquiera sé lo qué pasó. Debemos tener cuidado.

Cuidado.

Dios, estoy harta de que me traten como una frágil muñeca de porcelada.

—Tú debes tener cuidado; yo estaré ocupada, no sé, deteniendo al robot homicida —papá me mira y continúo en un tono un poco más alto—. Tengo diecinueve años, papá. No soy esa chica de quince en una pista de carreras. He sido entrenada para esto. Me has entrenado para esto. Voy a ayudar.

—No lo harás.

—Sí lo haré —argumento, un poco sorprendida de que esté peleando por esto—. Si alguien puede negociar con Ultrón y los Maximoff, seré yo. Los cuatro tenemos algo en común: el cetro. Podría usarlo para nuestra ventaja.

—Por eso no quiero que te acerques.

Parpadeo y suspiro profundamente, tratando de encontrar algún medio para razonar con él.

—Papá, no puedo salir de una misión cada vez que se vuelve muy personal. Así no es como funciona el trabajo.

Me mira por un largo momento.

—No me gusta esto. Es una mala idea.

—Vamos —golpeo su brazo y me despido de Bruce, que se sienta a un lado, estudiando torpemente las paredes como si de repente fueran muy fascinantes.

El amable doctor devuelve el saludo, presionando sus labios en una sonrisa. Suspiro de alivio y escapo del desastre antes de que papá decida encerrarme o algo así. El sol me golpea al bajar del quinjet. Papá aparece a mi lado, su máscara dorada cae sobre su rostro.

—Nos vemos adentro —ordena Steve, sosteniendo su escudo en la cadera—. No os involucréis en el contacto. Si podemos convencerlos de que se rindan pacíficamente, los dejaremos.

Papá y yo asentimos antes de que impulsemos nuestros propulsores y despeguemos del suelo. Llegamos a la nave de Klaue y aterrizamos silenciosamente en la cubierta superior. Asentimos mutuamente y me indica que me quede detrás de él. Frunzo el ceño, pero obedezco sus órdenes mientras miramos a nuestro alrededor para tratar de encontrar una entrada. Todo está oscuro y cubierto de una espeluznante pesadez que me hace ser un poco más cautelosa. El pulso en mi cerebro se vuelve un poco más febril al encontrarnos una ventana rota en la que podemos deslizarnos sin causar molestia. El vello en la parte posterior de mi cuello se eriza y un sudor se acumula en la línea del cabello cuando caemos al suelo. Me muerdo el labio con fuerza, frunciendo en la oscuridad. Algo está a punto de salir mal. Puedo sentirlo.

—Tony Stark solía decir eso. A mí. Te ha creado —una voz corta el silencio mientras papá y yo caminamos por los pasillos manchados de suciedad.

—¿Qué? No —gruñe una voz mecánica con ira incrédula—. A mí no. ¿Crees que soy una de las marionetas de Stark? ¿Cómo su hija? —mis robustos pasos vacilan un poco y recupero el aliento—. ¿Cómo esos hombres vacíos?

Como su hija.

¿Soy una de las marionetas de papá? No lo entiendo. Mis ojos se deslizan lentamente hacia el suelo, mis dientes se aprietan uno contra el otro. Me juré a mí misma que nunca sería la marioneta de nadie, ni de Loki ni del monstruo del trono. Pero ser la de Tony Stark... nunca lo he considerado. Actúo como él quiere que yo actúe. Digo lo que él quiere que diga. Me esfuerzo por hacer lo que él quiere que haga. ¿Anhelo su aprobación? ¿Permito que me controle? ¿Permito que él me controle?

¿Quiero ser como él?

Si todo eso es cierto, ¿qué más sería además de su marioneta?

Rápidamente, sacudo los pensamientos, rehusándome a escuchar o incluso pensarlo más. Papá nunca me ha usado como un objeto que se pueda manipular. Esa no es la forma en que me trata... Dios, esto es muy estúpido. Puedo sentir los ojos blancos de papá sobre mí y, cuando levanto la vista, nos miramos por un momento. Ninguno habla, sin saber exactamente qué decir. Y así seguimos adelante. Nuestros pies caminan por el pasillo, avanzando hacia el sonido de las voces.

—Mírame. ¿Me parezco a Iron Man? —la voz de Ultrón crece en enojo—. ¡Stark no es nada!

Escucho un sonido de corte fuerte y brusco, luego un hombre jadea y gime de dolor. Me estremezco cuando mi mente evoca todo tipo de imágenes desagradables referentes al sonido.

—Lo siento —Ultrón se apresura a decir—. Lo... ooh, seguro que se arreglará. Lo siento —mis cejas se fruncen al reconocer ese tono, esas palabras, se parece a lo que yo diría—. Es que no lo entiendo. ¡No me compares a mí con Stark!

¡No soy tú! ¡Nunca he sido tú! —mi propia voz de hace solo unas horas se repite en mi mente y suspiro enojada para mí misma.

El ser de metal aparece a la vista, pateando la cara de Klaue, haciéndolo caer por una escalera cercana. Klaue gruñe y el lacayo del traficante lo sigue apresuradamente. Los gemelos se quedan cerca, ambos con expresiones casi sorprendidas. No estoy muy segura de si saben exactamente en qué se han metido con Ultrón.

—No puedo con eso —el robot levanta la mano, la cierra en un puño y la tira hacia abajo—. ¡Stark es como una enfermedad!

—Aw, Junior —papá murmura con fingida tristeza mientras nos dejamos caer en la plataforma; Steve y Thor llegan desde atrás—. Vas a romperle el corazón a tu viejo.

Oh, eso es un pensamiento extraño. Ultrón es como el otro hijo de papá. Entonces, ¿es como mi hermano? ¿Medio hermano? Duh, esto es demasiado raro, olvídalo.

Los tres seres delante de nosotros se giran lentamente, mirándonos con algo que no esperaba. No parecen asustados de ser atrapados o encontrados. Ultrón luce tan irritado como siempre, mientras que los Maximoff... emocionados, tal vez. Los gemelos se acercan ligeramente detrás de Ultrón. Sus ojos están brutalmente entrecerrados y apuntan directamente a mi padre y a mí. Sin embargo, no entiendo bien por qué. ¿Qué tenemos nosotros de amenazante que no tienen los demás? Mantengo mi propia expresión dura, habiendo dominado finalmente la "mirada" en los años anteriores.

La voz mecánica de Ultron zumba mientras camina.

—Si es necesario.

—Nadie tiene que romper nada —Thor responde desde mi derecha, tratando de alejarnos de una confrontación.

—Tú nunca has hecho una tortilla.

Una de mis cejas se arquea y hago una mueca al robot.

Papá inclina su barbilla, asintiendo un poco.

—Se me ha adelantado por un segundo.

Thor mira de reojo a mi padre y las arrugas tiran de la piel de su frente. El dios no se ha divertido demasiado con sus chistes últimamente y, claramente, se han extendido a su nueva creación. Papá asiente deliberadamente hacia mí, yo ruedo los ojos y sacudo la cabeza. Aún así, no puedo evitar esa sonrisa tonta que siempre aparece cada vez que papá cuenta un chiste inoportuno, que es casi todo el tiempo.

—Ah, ¿es gracioso, señorita Stark?

Mis ojos se dirigen hacia el chico, Pietro, que se acerca lentamente a mí con una expresión amarga. Mantiene esa misma disposición oscura, sus hombros se balancean y su mirada está enojada. Luce diferente a las imágenes de los disturbios de Sokovia. Su cabello es más claro y sus ojos más fríos; los horrores que debe haber visto estando bajo HYDRA son inimaginables y, sin embargo, aquí están los gemelos, queriendo matar a los que han tratado de detener a HYDRA. Wanda muestra sus dientes y me mira sombríamente, moviéndose al ritmo de su hermano. Aprieto los míos y enderezo los hombros, preparándome para la pelea que ya puedo decir que se avecina.

—¿Qué tal aquí? ¿Cómodos? —Pietro baja la mirada hacia las armas del mercado negro que se encuentran debajo—. ¿Como en los viejos tiempos?

—¿Viejos tiempos? —repito en voz baja, aunque mi sorpresa todavía resuena—. Creo que te confundes, Pietro.

El chicos entrecierra los ojos aún más, no gustándome como uso su nombre.

—Esta nunca fue nuestra vida —papá habla por los dos.

—Vosotros aún podéis salir de esta —Steve habla a las dos personas que todavía son solo niños, que todavía son como yo.

—Oh, y lo haremos —Wanda asiente y frunce los labios con burla.

—Sé que habéis sufrido —Steve da unos pasos hacia ellos.

—Ach —Ultrón se ríe con disgusto—. El Capitán América. El recto hombre de Dios. Fingiendo que podría vivir sin una guerra —Steve respira hondo, apretando la mandíbula y los hombros—. No puedo vomitar físicamente en mi boca, pero...

—No hay por qué hacer esto —descarto la cautela en mi voz, en lugar de centrarme en tratar de sonar convincente—. ¿Qué quieres? ¿Purgar la tierra? — ladea la cabeza hacia un lado—. Eso no te traerá paz.

—¿Paz? ¿Como tú quieres paz en tu propia mente? —sus labios metálicos se cortaron en una sonrisa de complicidad.

—Si crees en la paz —Thor baja la voz—, déjanos mantenerla.

—Creo que confundes 'paz' con 'tranquilidad'.

—Ya —papá interrumpe el monólogo de Ultrón—, ¿para qué es el vibranium?

Mi mandíbula se aprieta ante la mención del metal, recordando cómo Klaue debe haberlo adquirido. No puedo evitar preguntarme si fueron los propios hombres de T'Chaka quienes marcaron al traficante. No me sorprendería. De alguna forma, eso me hace sentir aún más desesperada por una solución a esta situación. Necesito obtener el vibranium y llevarlo a Wakanda. Tal vez sea ridículo, pero si lo recupero, tal vez el consejo esté un poco más dispuesto a aceptar la relación que tengo con T'Challa. Es justo lo que necesitamos.

—Me alegro que lo preguntes —canta Ultron antes de que su mano comience a gesticular alegremente—, porque quería aprovechar este momento para explicaros mi malvado plan.

De improviso, su mano estalla con luz azul y la energía arrastra a papá. Mis ojos se agrandan y, apresuradamente, extiendo una mano para agarrarlo, pero en cambio, me lanzo hacia atrás con zarcillos rojos. Mi cabeza golpea la larga barandilla de la plataforma, pero aún así volteo, levantando mi propulsor hacia la chica que esquiva mi rayo. Papá es arrojado más allá de mí antes de lanzarse de nuevo, abordando a Ultrón.

Mientras me levanto, un legionario cae frente a mí, alzando un puño. Antes de que pueda hundir sus nudillos metálicos en mi cara, aprieto mis dedos alrededor de la barandilla, me doy la vuelta y presiono mis botas contra su pecho. Vuela hacia atrás y yo me posiciono. Thor y Steve están luchando contra los gemelos y los legionarios, golpeando y arrojando los cuerpos por todo el lugar. Clint y Nat también han salido de las sombras, derribando a otros legionarios y a los secuaces de Klaue que de repente han decidido atacar.

Levanto ambas manos y disparo dos rayos de plasma a los gemelos antes de que Pietro me lance contra Thor. El dios me atrapa y me lanza de vuelta para que pueda girar y caer con un puño dirigido a Wanda. Ella lo ve y conjura una bola roja que lanza hacia mi pecho. Jadeo rápidamente antes de patearla en el estómago. Sus zarcillos rojos envuelven mi cuerpo y me retuercen. Luego me arroja por el pasillo de tonos amarillos, donde Steve está cayendo después de haber sido golpeado por un Pietro de rayas azules.

—Ow —gimo en voz baja, acostada sobre mi estómago y mirando a Steve, que respira con dificultad.

Mientras 'ayudo' a levantarlo, Steve resopla:

—Estos chicos.

Ay, buen señor, es tan viejo.

Observo a mi alrededor, encontrando a Ultrón y papá luchando en el aire antes de que choquen contra el techo y desaparezcan. Mis ojos se abren por la preocupación y mi lado se estrella contra otro cuerpo metálico. Steve, Thor y yo seguimos luchando contra los legionarios. Los tres nos separamos mientras la pelea continúa, y ya ni siquiera puedo ver a Clint o Nat. Peleando, salto y me deslizo a lo largo de la plataforma lateral. Los disparos estallan en mis oídos y sostengo un brazo sobre mi cabeza para protegerme. Me mantengo baja, viendo un legionario con brillantes ojos rojos de pie junto a Wanda.

—Es hora de practicar el juego psicológico —le susurra.

Wanda y yo nos miramos por un instante. Sus iris marrones se inundan con ese rojo muy familiar. Oh Dios, solo he visto algo así en la base, antes de que ella filtrara la visión de mi padre. ¡No, no! No puedo dejar que ninguno pase por eso. Vimos la destrucción que siguió a raíz de la última vez que ocurrió. No dejaré que vuelva a suceder. Apresuradamente trato de avanzar para detenerla, pero su cuerpo se desliza rígidamente fuera de la vista antes de que pueda acercarme.

Enfurecida, aprieto con fuerza mis dientes, haciendo un agujero en el pecho de otro legionario.

—¿Chicos? —una voz suena en mi comunicador—. ¿Es un código verde?

—¡Bruce! —le devuelvo la llamada, corriendo por los pasillos y las cajas amarillas, tratando de encontrar a la mejorada—. Aléjate de aquí. ¡La chica Maximoff no puede atraparte! ¡Busca a mi padre!

No recibo una respuesta, y estoy bastante segura de que no es algo bueno.

—Thor, situación —pide Steve.

—La chica ha intentado deformar mi mente —Thor gruñe—. Ten mucho cuidado. Dudo que un humano pueda mantenerla a raya. Por fortuna, yo soy poderoso —de repente pierde su camino, aparentemente demostrando no ser tan "poderoso" como pensaba.

Alzando las cejas, ruedo los ojos un poco antes de ponerme seria.

Ha caído uno.

Mis pies crujen lentamente a lo largo de la plataforma mientras, miro a mi alrededor para ver a cualquier persona. Escucho un fuerte golpe al otro lado del comunicador, seguido de Steve gruñendo. Una sensación horrible brota en la boca de mi estómago.

Ya son dos.

Mi cuerpo se pone muy tenso y mis propulsores comienzan a arder más mientras me preparo para un ataque. Soltando un pequeño y apretado aliento, asiento para mí misma. Puedo hacer esto. He sido entrenado para esto.

Mis pies me sacan de la esquina y me doy la vuelta, encontrando a dos legionarios marchando frente a una bóveda abierta iluminada de azul. Los robots roban lo que solo puedo imaginar es vibranium. Todas esas esperanzas de ser aceptadas por el consejo desde hace solo unos instantes chillan ante la vista.

—Esto está yendo muy bien —Ultrón habla mientras el legionario se gira para mirarme con sus ojos rojos—, ¿no crees, pequeña?

—¿Pequeña? —me burlo, dando un paso cuidadoso para bloquear su salida—. Lo dice el que nació ayer.

Tiro mi cuerpo hacia atrás, preparándome para dispararle, sin embargo, un cuerpo repentino a mi lado capta mi atención. Mis ojos se abren de sorpresa y dejo escapar un grito ahogado. Solo puede ser una persona. Sabiendo que necesito derribar a la chica Maximoff antes de que ella me aleje, me giro. Todo dentro de mí se enfría cuando los zarcillos intermitentes entran en erupción en mi cráneo, haciendo que mis ojos ardan en rojo. Me tambaleo, sintiendo que una extraña helada se desliza por mi pecho y entra en mi cerebro.

Levanto la cabeza hacia un lado, viendo al chico y la chica fruncir. No estoy enojada. Estoy confundida. Solo quiero saber por qué hacen esto. Este sentimiento... esta curiosidad es tan familiar. Lo he tenido antes, el sentimiento de preguntarme por qué alguien desea mi mal. No tengo tiempo para resolverlo.

Mientras los tres nos miramos, algo sucede. Sus rostros cambian de odio a uno de, bueno, numerosas cosas. Están sorprendidos, cautelosos y casi arrepentidos. ¿No ven que somos iguales? ¿No ven que todavía somos niños lanzados a una guerra?

Realmente no tengo la oportunidad de ver nada con seguridad, porque tropiezo hacia la pared y siento que mi cabeza está nadando. Mis manos y dedos se unen firmemente a la pared cubierta de aceite, tratando de aferrarme a la realidad. Si me pierdo dentro de mi cabeza, tal vez nunca encuentre la salida. Mis ojos arden y el pánico de lo que me está sucediendo se acumula como una carga de piedras en mi estómago.

Otra vez no —suelto un último susurro antes de que los temblorosos zarcillos se hagan cargo por completo.

El mundo se desvanece brutalmente y el fuego blanco arde en todas las direcciones de mi visión.

La luz se desvanece en una amargura oscuridad y siento mucho frío. La extensión parece continuar sin fin y, sin embargo, todavía puedo sentir sombras sobre mi carne. Me tiemblan las manos, me late el corazón y me suenan los oídos. Estoy asustada. Muy, muy asustada. Miro sobre mi hombro, sabiendo que estoy huyendo de algo. Y por alguna razón, no sé qué es. Todo lo que sé es que parece que no puedo respirar y mis pies descalzos están chapoteando a través de algo grueso y rojo. Sangre. Oh Dios, es mi sangre.

La gente me rodea y me esfuerzo por atravesar el océano que crean. Todavía me suenan los oídos mientras estas personas salvajes siguen llamándome, pero no conozco sus caras. Intentan alcanzarme, pero me agacho y me alejo apresuradamente. Las luces parpadeantes se clavan en mis ojos.

—Corre —me susurro a mí misma—. ¡Corre!

Un bosque de abrigos, camisas, vestidos y otras prendas me rodean mientras trato de alcanzar el fondo del armario. Tengo que llegar. Tengo que escapar. Choco de frente contra una pared y me doy la vuelta en pánico, presionando mi espalda contra ella. Mis manos se extienden y me deslizo hacia abajo, sintiendo un nudo en mi garganta crecer a medida que las lágrimas amenazan con caer. Envuelvo mis brazos cortados alrededor de mis rodillas y las levanto hasta mi tembloroso pecho. Me llevo una mano a la boca, tratando de contener la respiración agitada.

—¿Lisa? —una voz canta desde muy lejos.

Sacudo la cabeza rápidamente.

—¡Déjame en paz!

—¡Lisa! —la voz se convierte en un chillido profundo.

Empujo la parte posterior de mi cabeza contra la pared, deseando que me trague por completo.

—Sal de donde quiera que estés...

Le susurro, sabiendo que ella me escuchará.

—Por favor. ¡Por favor, déjame en paz!

Una repentina mano me agarra de la muñeca y me levanta. Me tropiezo frente a la mujer pelirroja con los ojos azules que inspiraron los míos. Me golpea con dureza en la cara y me tropiezo un poco, la sangre salpicando mis tobillos en el acto.

—¡Eres débil! —grita, agarrándome del pelo y tirando de mí.

—¡Basta, me haces daño! —repito las palabras que me enseñaron a decir hace mucho tiempo.

Tony me lo enseñó. Dijo que si alguien me hacía daño, que dijera que se detuvieran. Les digo que me dejen en paz. Les digo que me están lastimando. Mamá me agarra la barbilla y me clava tanto las uñas en la carne que la sangre se filtra por los poros y me baja por la garganta.

—¡Eres débil! —repite, empujando su rostro tan cerca del mío que puedo sentir su aliento contra mi mejilla—. Y frágil, oh, siempre has sido frágil, mi pequeña bebé —pasa el dorso de su mano por mi mejilla y suena como uñas rascando una pizarra—. Peter no era así —contengo el aliento al ver que sus labios forman su nombre—. Nunca fue tan frágil... Por eso fue tan fácil romperte a ti.

Chillo cuando ella me golpea otra vez.

Ella levanta mi cabeza hacia atrás, siseando:

—Si fueras más fuerte, nada de esto hubiera sucedido. No habrías sido tan magullada, no me hubieras sido arrebatada, no hubieras sido una carga tan pesada para Tony, nunca hubieras tenido que cuestionar su 'amor', no te habrías preocupado tanto por ser su marioneta o la de otra persona, nunca te habrías sentido tan sola con todos los que conoces: tu padre, tus amigos, tu wakandiano —canta las palabras en un tono burlón y mi pecho se contrae—. Tan perdida, tan asustada, tan malvada, tan inútil —me empuja de vuelta al suelo, golpeando contra las baldosas que aparece, de repente—. ¿No entiendes que todo esto es culpa tuya?

Observo mi alrededor en pánico, encontrándome en el apartamento de mi madre.

En aquel entonces, solo era una niña.

¿Quién lastimaría así a un niño pequeño?

No podía dejar de llorar.

Tenía mucho miedo.

Tengo mucho miedo.

Me pasa la mano por la garganta y me arrastra de nuevo a mis pies.

—Todo es culpa tuya. ¿Y sabes por qué, hm? —ella aprieta más y más fuerte—. Porque eres precisamente lo que te hemos hecho ser. Eres, Lisa Montgomery, tus propios demonios.

—¡Para! —me separo, girando fuera de su agarre y levantando mi propulsor.

Jadeo de horror cuando encuentro que mi palma está intacta; no hay discos de metal en ninguna de mis manos.

Ella parpadea tristemente hacia mí, bajando la cabeza hacia un lado.

—Uh, preciosa, inútil otra vez, ¿verdad?

Edgar Frost levanta un cuchillo, que brilla en mitad de la oscuridad, y me corta la garganta Me ahogo mientras empujo una mano hacia arriba y caigo de rodillas. Jadeo irregularmente, sintiendo mi sangre salir aún más.

—¡Lisa! —una voz familiar grita en la distancia.

La conozco. Conozco esa voz.

T'Challa.

La luz amarilla arde en mi espalda y levanto una mano para proteger mis ojos del cielo lamido por el fuego. Mis pies se tropiezan y resbalan en sangre cuando comienzo a subir una plataforma rocosa casi a cámara lenta. Se siente extrañamente como volver a casa. Se siente como... algo que nunca he experimentado. Cuando mis ojos se abren, una sensación de deseo enfermizo brota en mi pecho y me empujo a toda velocidad hacia el trono que espera, saltando sobre los cadáveres de las personas que parezco conocer. Estoy completamente sola. Y me gusta. Parece que no me importan. No me importa nadie ni nada.

Sin hilos ya sé caminar y hasta correr, y hasta bailar. Ellos tienen y yo no. No hay uno como yo.

Una mano se aferra a la mía y me detiene. Aturdidamente, miro hacia abajo para encontrar a T'Challa mirándome con ojos moribundos y preocupados y una mandíbula ligeramente temblorosa. Un chorro de sangre cae de su nariz. Sus ojos giran hacia atrás y su rostro se pone pálido.

El mundo parece acelerarse y desacelerarse, hasta que todo se mueve en cámara lenta.

Él no me importa.

—¡Suéltame! —siseo, arrancando mis dedos del agarre del muerto.

Por alguna razón, parece que no puedo entenderlo, ahora se hace más difícil avanzar. Pero no detengo mi ascenso sin sentido. Jadeo por el aire que no vendrá mientras mis dedos cavan en el suelo, tratando de empujarme. Mis movimientos parecen ser cada vez más lentos a medida que voy hacia las gemas brillantes que me llaman.

Un niño yace a mis pies ahora. Lo conozco. ¿Cómo lo conozco?

Luces destellan en la esquina y mi cabeza se mueve de un lado a otro en respuesta. Mis rodillas golpean el suelo cuando tiro del cuerpo del niño, sosteniéndolo contra mí. Quiero a este chico de pelo y ojos marrones. No sé por qué significa tanto para mí o de dónde es, pero puedo sentirlo. Lo amo. Y duele. Su mano cubierta de rojo agarra la mía, su labio inferior tiembla.

—Lisa —dice desesperadamente con lágrimas en la voz—. Lo siento.

—Sh, sh, no te disculpes —mi mano acaricia su cabello castaño—. No pasará nada. Te lo prometo, voy a cuidar de ti. Voy a protegerte, Peter.

Peter.

Las luces se apagan y ya no es Peter en mis brazos, sino mi padre. Hay sangre sobre él y tiene su mano presionada contra mi garganta, tratando de evitar que mi propia sangre se derrame. Su cuerpo entero se tambalea y sus grandes ojos marrones están muy abiertos por el miedo y las lágrimas. Un sollozo conmocionado y dolorido se escapa de mis labios nada más lo atraigo a mí.

—Papá —susurro mientras mis propias lágrimas se derraman—. Oh Dios, papi, por favor, por favor, no cierres los ojos. Quédate. Te necesito, ¿de acuerdo? Te necesito, no me dejes sola.

La visión vuelve a parpadear y estoy de pie en una colina rocosa, las luces afiladas penetran en mi cuerpo, haciéndome estallar desde dentro. Hay gritos por todas partes y puedo encontrar las voces de mi familia dentro de ellos. Bruce. Clint. Thor. Natasha. Steve. Rhodey. Pepper. Peter. T'Challa. Tony. Las luces brillan en mis ojos y siento que mi cerebro va a explotar.

Los colores me devuelven y los ásperos dedos de papá tocan mi cara con incredulidad, como si fuera la primera vez que me ve.

—No deberías estar aquí, pequeñaja.

—Aquí es exactamente donde debería estar —responde una voz que se parece a la mía, pero sueno mucho más vieja, mucho más dolorida, mucho más perdida.

—Tú has hecho esto —se ahoga con la sangre que brota de su boca.

—Tony —exhalo con incredulidad.

Su mano se enrosca en mi traje, acercándome para que pueda susurrar en mi oído.

—Me dejaste solo.

Un grito profundo, gutural y agónico desgarró mi cuerpo mientras mi padre muere en mis brazos. Echo la cabeza hacia atrás, todavía meciendo su cuerpo sin vida de un lado a otro. Los sollozos resuenan en mi pecho y lo abrazo con más fuerza.

—¡Lisa! —mi rostro se levanta para ver a Loki, porta una sonrisa aterradora en sus labios y sus brazos extendidos—. ¡¿No lo ves?! ¡¿Acaso no lo entiendes?!

—¡Haz que pare! ¡Tenemos que hacer que pare! ¡Esto no era lo que quería!

—¡Es exactamente lo que querías! —él grita sobre el sonido del universo furioso.

El cielo amarillo llueve junto a nosotros, soplando polvo espeso, y mi cabello oscuro en mi cara mientras miro al hombre. Mis ojos azules inhumanamente brillantes vuelven a mi padre. Le fallé. Lo dejé solo. Él me dejó sola. ¿Por qué siempre terminamos así? ¿Por qué todos nos dejan? ¿Por qué no somos lo suficientemente buenos para ellos?

El cuerpo de mi padre se convierte en cenizas en mis brazos y caigo de espaldas, mirando hacia el cielo oscuro. Sus cenizas se levantan y bailan por el aire, acariciando mi mejilla hasta desaparecer. La sangre continúa saliendo de mi cuello y mis hombros se agitan en sollozos silenciosos a medida que el universo se vuelve más oscuro, más frío y más vacío.

El mundo destella ante mí.

Mamá me patea a un lado.

—¡Desearía que estuvieras muerta!

Edgar corta a lo largo de mi piel.

—Naciste para morir.

Papá me frunce el ceño.

—Y te matarán.

—Pequeñaja...

La cara de mamá se queda por encima de la mía, pero su imagen entra y sale como si... como si realmente no estuviera aquí. Con la cara aún punzada por los golpes, y los pies manchados de sangre, me recuesto sobre el estómago. Dios, espero que ella no esté realmente aquí.

—Lees. Sal de ahí, bebé, vamos...

Las estrellas todavía cuelgan sobre mí, pero se oscurecen a medida que mis pestañas se levantan y bajan. El tinte amarillo se ha ido y todo lo que podría ver es negro. Estoy muy cansada. Mis párpados se vuelven más pesados y mis extremidades se sienten entumecidas cuando mi cuerpo comienza a apagarse. Rezo para que haya alivio en ello. Por favor, Dios, que haya alivio.

—¿Lisa?

Suelto un último aliento. Es helado y pesado al salir de mis pulmones. Veo cómo se apagan las dos últimas estrellas y quedo en una oscuridad total y absoluta. Me siento muy sola, perdida, asustada, malvada, inútil. Soy como dijo mamá. Soy lo que me hicieron ser. Soy mis demonios. Mis ojos se cierran lentamente, cediendo a la tranquilidad de este sueño.

Y luego me despierto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro