six - flip of a switch

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chapter vi.
( age of ultron )

bueno, a veces se vuelve
muy frío aquí abajo
eh, juro que arde
ghost town ─── passenger

torre de los vengadores
3 de mayo, 2015

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Estoy acomodada en la mesa del laboratorio, quitándome el vidrio de los pies y tirándolo a la mesa al lado. Mi cara está torcida en un ceño oscuro y mis manos tiemblan de ira mientras saco fragmento tras fragmento de mi carne. Papá está a unos seis metros de mí, con las manos presionadas contra otra mesa, mirando distantemente a un legionario roto. El resto está en pie, cada uno con expresiones solemnes. Nadie está listo para hablar todavía, los eventos de solo unos minutos antes se repiten en nuestras cabezas.

—Ultrón se ha llevado todo nuestro trabajo —Bruce finalmente habla, rompiendo este silencio tan espeso—. Ha usado Internet como escotilla de escape.

Ultrón —escupe Steve, sacudiendo la cabeza con silenciosa incredulidad.

—Ha accedido a todo —dice Natasha, cruzando los brazos sobre el pecho y volteándose para mirarnos—. Archivos, vigilancia. Lo sabe absolutamente todo sobre nosotros —hay una extraña preocupación en su voz y no puedo evitar preguntarme por qué.

Clint y ella se miran y yo levanto una ceja. Algo va mal con ellos. Todavía estoy pensando cuál podría ser el problema cuando recuerdo el mío. Las palabras de Nat se hunden lentamente y entiendo la gravedad de la situación. Descanso mis palmas repentinamente sudorosas sobre mis rodillas. Mis ojos bailan por la sala, sintiendo culpa y preocupación dentro de mi pecho. Respiro rápido, apretando los dientes. ¡Mi archivo! Oh, vamos, soy muy idiota. ¿Por qué no eliminé los archivos adjuntos de Peter de los míos? Si Ultrón consigue esa información... Todos mis planes, todo mi dolor, podrían ser en vano.

—Está en vuestros archivos —habla Rhodey al lado de Nat, sosteniendo su brazo y cruzando la sala—, está en Internet. ¿Y si decide acceder a algo un poco más emocionante?

—Códigos nucleares —Maria levanta la vista de recoger cristales de sus propios pies.

Gimo en voz baja, dejando caer mis pies sangrantes sobre el borde de la mesa, sacudiendo la cabeza lentamente.

—Códigos nucleares —reitera Rhodey, acercándose a mí y apoyando una mano en mi hombro—. Debemos hacer unas llamadas, suponiendo que aún podamos.

Cuando lo miro, papá se retira de la mesa y desliza una mano en su bolsillo. No quita la mirada del desorden del legionario que nos atacó, hasta que saca su teléfono y comienza a trabajar en ello. Intento entenderlo. Quiero hacerlo. Y, oh Dios, tal vez la peor parte es que lo hago. Entiendo su razonamiento por completo y es... aterrador. Incapaz de pensar en esto, aprieto la mandíbula y aparto la vista de él.

—¿Nucleares? —Natasha mira a su alrededor—. Ha dicho que nos quería muertos.

—No ha dicho eso —interrumpe Steve interrumpe, levantando la cabeza—. Ha dicho extintos.

Oh, sí, de alguna forma eso suena mucho peor.

—Y ha dicho que había matado a alguien —Clint camina por la barandilla sobre nosotros.

Rhodey y yo intercambiamos una mirada de preocupación mientras él se queda a mitad de camino.

María hace un gesto con la mano y dice:

—Pero no había nadie más en el edificio.

Papá se da vuelta de repente, caminando entre Steve y Bruce.

—Sí había alguien.

De repente mueve la muñeca y aparece una esfera naranja brillante y rota ante nosotros. Inmediatamente, me enderezo y bajo de la mesa al darme cuenta de lo que es. Mi mano cubre mi boca y siento esta horrible sensación de pérdida. Tal vez sea estúpido, pero no me importa. Jarvis. Además de mi familia, Jarvis fue mi primer amigo, mi compañero, mi hombre de confianza. Y él era el recordatorio del otro Jarvis, el que besó mi mano cuando me conoció, el que me daba leche con chocolate cuando lloraba, el que me llevaba a paseos a cuestas por toda la mansión y estaba dispuesto a aprender el lenguaje de señas solo para que pudiéramos hablar. Ahora ambos se han ido y, de alguna manera, me siento un poco más sola.

—¿Qué? —susurra Bruce susurra, conmocionado.

Papá se hace a un lado, una vez más deslizando ambas manos en los bolsillos y apoyándose sobre los talones.

—Es una locura.

Steve mira hacia abajo y dice humildemente:

—Jarvis era nuestro escudo. Él habría apagado a Ultrón —la cabeza de papá se inclina un poco hacia atrás, meditando los mismos pensamientos dolorosos que yo—. Tiene sentido.

—No —Bruce extiende sus manos hacia lo que era Jarvis—, Ultrón podría haber asimilado a Jarvis. Esto no es una estrategia. Esto es...

Mi voz se une a la suya, susurrando.

Cólera.

Pies repentinos y pesados cruzan el suelo de cristal, haciéndome mirar confusamente hacia un lado. Papá también se voltea para echar un vistazo y Thor lo agarra del cuello.

Deslizándose desde su lugar en la mesa, Rhodey rápidamente habla.

—Whoa, whoa, whoa...

Papá gruñe y se ahoga, apretando apresuradamente la mano de Thor cuando el asgardiano lo levanta.

—Se está propagando —observa Clint poco impresionado.

La gente que llena la sala se endereza y se reposiciona mientras Thor obliga a papá a mantenerse en el aire. Apenas procesando lo que está sucediendo, doy unos pasos detrás de los dos hombres. Mis dedos se mueven para marcar mis propulsores antes de detenerme. ¿Qué estoy haciendo? No voy a dispararle a Thor, ¡pero tampoco voy a dejar que estrangule a mi padre! Mis pies se detienen cuando la dicotomía empeora en mi mente. Mis ojos se quedan completamente conmocionados y mi cerebro, inútilmente, busca palabras que simplemente no parecen llegar.

—Usa las palabras, colega —papá gruñe y respirando con fuerza.

—Me sobran las palabras para describirte, Stark —responde Thor oscuramente, entrecerrando los ojos.

Los míos se estrecharon pensativamente antes de que papá mueva un poco la cabeza con irritación.

—¡Thor! —exclama Steve, dando un paso adelante para calmar la situación—. El legionario.

El dios deja caer a mi padre, empujándolo para que tropiece conmigo. Tropezando un poco, me agarro de su antebrazo y lo sostengo mientras sus zapatos golpean el piso. Manteniendo mi mano alrededor del brazo de papá, él se lleva la suya a la garganta mientras intenta tomar aire suficiente. Frunciéndose, los hombres respiran profundamente; sus pechos se agitan en el acto. Mi cuerpo aún permanece rígido y miro con cautela entre ellos, sin saber realmente cómo reaccionar. La mirada de Thor permanece oscura sobre mi padre antes de mirar al resto.

—El rastro se ha perdido a unos ciento sesenta kilómetros al norte —mis párpados se agitan y mis labios se fruncen. Él respira, dando un gesto enojado y señalado a papá—. Y tiene el cetro.

—Y ahora tenemos que recuperarlo —froto la parte de atrás de mi cabeza aún zumbante.

Thor está de acuerdo, mirándome con la misma irritación que yo tengo.

Otra vez.

—El genio ha salido de la botella —Natasha asiente con la cabeza hacia el holograma naranja—. Lo primordial es Ultrón.

—No lo entiendo —murmura Helen detrás de nosotros, mirando al legionario.

Todos nos volvemos a mirarla con remordimiento cubriendo la mayoría de nuestras caras. Papá me quita los dedos del brazo y me hace mirarlo. Levanta la barbilla hacia un lado pareciendo, no estoy segura, quizás arrogante, antes de dejarme. Él continúa moviéndose, caminando tanto por Bruce como por mí hacia su escritorio.

—Tú creaste este programa —papá frunce a la doctora—, ¿por qué intenta matarnos?

Que buena pregunta.

Bruce mira a su alrededor incómodo y yo frunzo, esperando que mi padre responda. Su cabeza se levanta rápidamente, mirando el espacio frente a él. Nos quedamos de pie en un incómodo y pesado silencio antes de que un horrible sonido se filtre en nuestros oídos: la risa de mi padre. Mis ojos ruedan. Jesús, ¿cómo puede reírse de esto? No me lo puedo creer.

Todos ponemos nuestra atención en él con incredulidad en nuestros rostros. Él continúa resoplando, riéndose como si fuera la cosa más divertida que nos ha pasado. Oh, créeme, no lo es. Bruce comienza a sacudir bruscamente la cabeza, tarareando a mi padre para que se detenga. Papá continúa dejando escapar sonidos ridículos, golpeando descuidadamente sus dedos contra el teclado de su ordenador.

—¿Te parece gracioso? —Thor sonríe amargamente y lo señala.

Bruce y yo cerramos brevemente los ojos, haciendo una mueca de terrible anticipación.

—¿No? —sale como una pregunta cuando papá se da vuelta para mirarnos.

Aún hay una leve sonrisa en sus labios. Me paso los dedos a un lado del cuello, tratando de decirle sutilmente que cierre la boca.

—Posiblemente no lo es, ¿vale? —pregunta lentamente, apenas seguro mientras nos mira.

Parpadeo.

—Esto es terrible —su voz se eleva.

Me mira y yo me quedo allí con la boca abierta.

—Es tan... —papá comienza a reír, extendiendo una mano—. Es tan... Es... —se ríe de nuevo, sonriendo burlonamente—. Lo es, es terrible.

Thor habla en un tono condescendiente, paseándose hacia el centro.

—Esto se podría haber evitado si no hubieras jugado con algo que no comprendes.

—¡No! Lo siento —papá interrumpe y se acerca a él, haciendo que haga lo mismo cada vez que temo por su vida—. Lo siento. Sí que es gracioso. Es para partirse que no pilles por qué necesitamos esto.

—Papá —salto un poco sobre mis pies.

Bruce comienza:

—Tony, puede que este no sea el momento...

¿En serio? —papá le pregunta en un tono grave, girando y mirando a su amigo con los ojos entrecerrados—. ¿Ya está? ¿Tú sólo te tumbas panza arriba cada vez que alguien gruñe?

—Solo cuando he creado un robot asesino —Bruce inclina ligeramente la cabeza hacia los lados.

—¡Nosotros no! —él extiende las manos, su voz cada vez más fuerte y más exigente—. Ni siquiera estábamos cerca de la interfaz.

Bruce arruga la cara, asintiendo y encogiéndose de hombros.

—¡Pues se ve que sí, papá! —espeto, frunciéndole el ceño.

Se da vuelta para mirarme, bajando las manos a un lado con enojo. Lo miro de reojo por un largo rato, incapaz de formar más palabras. La comprensión vuelve y muerde implacablemente mis pensamientos. Con un ceño fruncido que se dirige, honestamente, más hacia mí, me doy la vuelta y suelto un aire que está temblando de ira.

—Y lo has hecho aquí —continúa Steve, regañándolo—. Los Vengadores debían ser distintos a S.H.I.E.L.D.

Oh, distintos a S.H.I.E.L.D. Natasha y yo nos miramos, recordando nuestra conversación de solo unas horas antes. Sus ojos se llenan de oscuridad y aparta la mirada, observando con desagrado a todos los demás. Lamo mis labios y dejo salir un pequeño suspiro, sacudiendo mi cabeza. Estaba convencida de que los Vengadores eran diferentes. ¿Me he equivocado?

—¿Recordáis cuando llevé una bomba nuclear por un agujero de gusano? —la voz de papá rompe mi pregunta silenciosa, apuntando hacia el techo.

Prácticamente me estremezco ante el recordatorio de ese día hace tres años. Alienígenas llovieron del cielo. Explosiones dejaron la ciudad de Nueva York en ruinas. Había calles diezmadas y cuerpos sangrantes. Mi padre casi muere, desapareciendo en un agujero de gusano. Ese fue el día en que debería haber sabido que todo iba a cambiar. Dios, debería haberlo sabido en el momento en que vi el Teseracto brillando ante mis ojos.

—No, nunca ha salido el tema —Rhodey niega con la cabeza, hablando sarcásticamente.

—Salvé Nueva York.

—Nunca lo había oído —continúa Rhodey, haciéndome sonreír un poco.

—¡¿Lo recordáis?! —la voz de papá se hace más fuerte.

La mayoría mira hacia otro lado, ya sea por incomodidad o molestia. Natasha una vez más pone los ojos en blanco. Aprieto los labios y sacudo la cabeza, frotando mis dedos cortados contra el suelo. Clint junta sus manos, mirándose los pies mientras se inclina sobre la barandilla.

Papá continúa:

—Un ejército alienígena hostil nos atacó a través de un agujero en el espacio.

Mi corazón sigue latiendo cada vez más rápido, hasta que me duele físicamente. Suelto un suspiro pesado y me apoyo en una de las mesas de trabajo, cruzando los brazos sobre mi pecho dolorido.

—¿Es que no os dais cuenta? —él señala hacia donde estamos.

No puedo evitar mirar hacia arriba, viendo que todo sucede igual que ese día en 2012. El cielo se abrió. Los cielos lloraron. Y ganamos. Todo se sintió mucho más simple entonces. Nadie sabe qué hacer después de salvar el mundo. No hay una guía para eso.

Él arruga la cara, sacudiendo un poco la cabeza.

—Somos los Vengadores. Podemos atrapar a traficantes de armas —señala una vez más y el miedo y la preocupación en su expresión me rompen el corazón—, pero lo de allí arriba es el final —su mano cae a un lado.

Sus ojos marrones se encuentran con los míos y, en este breve momento, me doy cuenta de algo: él lo sabe. Entiende lo que he visto. Sabe que he visto un final. No, no solo un final. He visto el final. Partes de él. Destellos. El cielo amarillo. Los gritos de los que me rodean. El monstruo en un trono. Y el final viene de arriba. Quizás es por eso que nunca lo he comentado. Quizás no quería asustarlos. Tal vez no quería que supieran cuáles vamos a sufrir, cuáles acabarán solos, qué será de la tierra que hemos jurado vengar. Creo que mi padre siempre lo ha sabido sin tener que preguntar, incluso antes de la visión en la base de HYDRA. Creo que hay una razón para eso, aunque no pueda admitirla.

Y este final es por qué él hizo lo que hizo. Quería librarnos de eso. Quería vengar al mundo antes de que nos necesitara. Pero no puede. Nadie puede.

Él aparta su mirada de la mía, sacudiendo su cabeza y mirando a Steve.

—¿Cómo queríais vencer a eso?

Las cejas de Steve se levantan.

—Juntos.

Papá se acerca lentamente, mirándolo.

—Perderemos.

No hay duda o pregunta dentro de la voz de mi padre, y no debería haberla. Vamos a perder. Vamos a caer.

Steve asiente, entendiéndolo tal y como lo hacemos el resto.

—Pues también lo haremos juntos.

Con arrugas entre las cejas, los ojos pesados de papá lo miran.

—Thor tiene razón —continúa Steve con voz fuerte, volviendo a ser el capitán—. Ultrón nos está retando.

Los ojos de papá se giran, mirando hacia el suelo.

—Y me gustaría pillarlo desprevenido. El mundo es muy grande —Steve nos mira—. Empecemos haciéndolo más pequeño.

Asiento y permanezco allí por un largo momento, mirando el legionario sin vida que se encuentra en una de las mesas de trabajo. Ultrón intentó matarnos para salvar al mundo. Es una lógica retorcida, sin duda, pero sigue siendo un ser inteligente que toma decisiones basadas en hechos y observaciones. Es evidente que se desbordó, pero sigue habiendo algo, ¿no? ¿Por qué querría matarnos para salvar el mundo? ¿Qué lograría? ¿Acaso lo que hacemos no logra más el bien que el mal? ¿Necesitamos algo menos extremo que Ultrón para mantenernos a raya? ¿Por qué hacer un jaque? No lo entiendo.

Mis pies dejan pequeñas huellas de sangre en el suelo mientras camino lentamente el laboratorio. Puedo sentir la mirada de papá, pero realmente no quiero enfrentarlo en este momento. No estoy segura de querer enfrentar a nadie. Mi mente vaga igual que yo por los pasillos de la Torre, tratando de encontrar un lugar donde pueda estar sola. Finalmente, me paro en la escalera que conduce al salón diezmado y realmente no recuerdo cómo. Debo haber tomado el camino largo para llegar. Sinceramente no lo sé. Dios, papá y Rhodey tenían razón; estoy fuera de lugar.

Con cuidado de evitar más cristales, me siento en uno de los escalones y extiendo mis pies sobre el resto. Lo que queda de mi vestido se extiende sobre mis piernas, desgarrado y hecho jirones. Creo que necesito dejar de usar ropa bonita. Siempre acaba arruinada. Mi cabello corto me roza el cuello y lo aparto con irritación. Cae de nuevo en mi cara, picándome los ojos mientras frunzo el ceño. Mi mirada se dirige al cielo del amanecer, cuyo sol brilla en los numerosos edificios de Nueva York. Es extraño lo instantáneo que es para mi mente volver a Peter. Oh querido señor, no él. Respiro rápido, levantando dos trozos de mi vestido roto.

—Eh, Jarvis —mi voz rebota en el techo alto—, ¿puedes...?

De repente me detengo al darme cuenta.

Jarvis no puede escucharme. Como todos los demás, se ha ido.

Janice Montgomery. Edgar Frost. Howard Stark. Maria Stark. Edwin Jarvis. Phil Coulson. Nick Fury. Incluso Pepper Potts un poco. Y ahora este Jarvis.

¿Por qué todos se van?

¿Por qué siempre termino sola?

Me froto la nariz y me aclaro la garganta. Mi labio inferior tiembla y lo muerdo con fuerza, tratando de alejar todo lo que siento. No tengo tiempo para estúpidas emociones. Tengo que concentrarme; ponerme emocional solo interfiere. Tengo cosas que hacer. Aprieto la mandíbula y pongo mi cabello detrás de las orejas. Con una respiración baja y decidida, me levanto y troto dolorosamente hacia abajo. Cautelosamente, camino a través de las olas de cristal hacia el despacho, esperando que me dejen sola.

Mientras me siento frente al escritorio en la sala con poca luz, respiro profundamente y froto mis propulsores hasta las rodillas. Saco el vídeo de seguridad de la cámara, buscando lo que técnicamente debería ser mi primera prioridad, Ultrón. Si ha pasado por Internet, significa que puedo rastrearlo. Si no, dudo que la gente vaya a estar demasiado callada cuando se trata de informar sobre un extraño hombre de metal arrojando todo tipo de pesimismo.

La segunda búsqueda es un poco más tranquila y mucho más importante: Peter Parker. Llego a descubrir lo que necesito saber. Lo están cuidando en un pequeño departamento en Queens y completamente desconocido para el mundo. Justo como debería ser. Si se queda cerca de la oscuridad, sé que estará a salvo. Esto es exactamente por qué nunca le he dicho a nadie sobre él. Mi conexión con Peter, incluso la de papá con él, aunque no sea biológica, lo convierte en un objetivo. Y así he mantenido mi distancia. Me he privado de saber algo sobre él para mantenerlo a salvo.

—Lisa...

Mi mirada se levanta y mis labios se fruncen al ver a papá en la puerta. Mis dedos se apresuran a la pantalla táctil, borrando todas mis búsquedas recientes sobre Peter Parker. Lamiendo mis labios fruncidos, miro a papá para darle toda mi atención. Es extraño verlo así. Su única mano sigue frotando su sien, como si tuviera un dolor de cabeza masivo. Su otra mano mantiene sus dedos tan apretados alrededor de su tablet que sus nudillos se ven casi blancos. Es evidente que está tratando de mantener su expresión en blanco, pero puedo leer sus ojos. Están tan llenos de desilusión, preocupación, insistencia y obstinación. Siempre tiene muchas cosas a la vez. Es muy complicado.

Papá entra aún más en la sala oscura con un ligero encogimiento. Es como si él ya supiera cómo voy a reaccionar. Es divertido, porque ni siquiera yo lo sé. No hablo, no quiero decir nada de lo que me arrepienta. Seguimos mirándonos hasta que finalmente él abre la boca.

—¿Qué hacías? —asiente con la barbilla hacia la pantalla.

Estoy desconcertada. Sale del laboratorio, deambula por la Torre y me encuentra en el despacho solo para preguntarme qué estoy haciendo. Odio cuando me hace preguntas como esa. Me hace sentir culpable. Que estoy haciendo algo que no debería o algo sobre lo que debería contarle.

Tratando de actuar ajena a lo que podría significar, levanto una ceja.

—¿Qué?

—No tienes una muy buena cara de póker, pequeñaja —me resisto a un suspiro, sabiendo que es verdad—. Escondes algo, ¿verdad? —frunce el ceño—. ¿Por qué?

Me muerdo el labio, sin saber realmente cómo responder. No tengo precisamente una buena defensa de por qué le estoy ocultando la verdad sobre Peter. A ver, lo hice porque quiero mantener a mi... hermano, es una palabra muy difícil de decir, a salvo, ¿pero ni siquiera contárselo a papá? Es engañoso. Se siente mal. Entonces, debido a mi falta de defensa, inmediatamente voy a la ofensiva.

—¿Que escondo algo? —me burlo, señalando con un dedo tembloroso.

Deja salir un pequeño soplo de aire por la nariz y sus ojos giran un poco.

—Lisa...

—Ni empieces —levanto una mano mientras miro hacia la pantalla—. Por favor. No intentes explicarte.

No creo que pueda escuchar una explicación. Sería demasiado comprensible y no quiero entender esto. Lo que hizo, cómo lo hizo, estuvo mal. Lo sé. No necesito esa comprensión en mi conciencia.

Papá no se mueve de su lugar, pero todo su cuerpo toma una postura completamente nueva. Sus hombros se tensan y su expresión se endurece. Está rígido y sé que se está preparando para una pelea. Oh Dios, lo último que quiero hacer es pelear. Va a ser como siempre: él dirá algo, yo diré algo, él dirá algo de lo que se arrepentirá, yo diré algo de lo que me arrepentiré. Siempre es así, el mismo argumento, la misma forma. Estoy harta.

Él levanta la barbilla y extiende una mano.

—¿Qué? ¿He hecho algo malo?

Y, como siempre, me sorprende por completo.

Mi mandíbula cae y lentamente lo miro de reojo.

—Oh, santo cielo —me burlo, llevando una mano a mi cabeza con incredulidad—. ¿De verdad que no lo entiendes? ¡Papá! —estiro su nombre, empujando mis manos sobre el escritorio—. Esa cosa que creaste intentó asesinarnos.

—Ya —sus ojos se llenan de amarga burla—. Entonces tú puedes ayudar a un terrorista —mi cara se sonroja con la mención del Mandarín—, pero yo no puedo buscar una forma de proteger a las personas.

—¡Eh! —mi voz se llena de ira—. ¡No es justo!

Sí lo es. Es completamente justo. Él tiene razón.

—¡No, lo que no es justo es cómo puedes elegir lo que está bien y lo que está mal cuando tomas las mismas decisiones que yo! —ahora grita y extiende las manos—. Noticia de última hora: ¡eres mi hija! Estás condenado a cometer los mismos errores que yo —mi corazón da un vuelco—. ¡Supéralo!

¡¿Sus errores?! ¡¿Estoy condenada a cometer sus errores?! ¿Perderme entre las luces intermitentes, el alcohol, el descuido y la imprudencia? No, no estoy condenada a eso. ¡No lo estoy!

—¡No soy tú! —le apunto con un dedo y mi voz tiembla—. ¡Nunca he sido tú!

Papá lanza su mirada a un lado mientras yo apunto la mía al escritorio.

No es verdad. Oh Dios, no es verdad. Todo lo que digo está mal. Es algo con lo que he luchado desde que tengo memoria. ¿Quiero ser como él? ¿Quiero ser alguien diferente? Y sin embargo, siempre he intentado ser él. Es mi padre. Ha sido todo para mí. Era mi héroe incluso antes de ser considerado uno. Me mantuvo con vida. Me hizo alguien que podía amar y ser amado. Me salvó, quizás no de Janice, Edgar, Vanko, Loki o Killian, pero me salvó de mí. Y lo amo demasiado para decir que no quiero ser como él. Pero, aún así, ¿significa que quiero serlo?

Ni siquiera estoy segura.

Entonces, a la luz de todo eso, gimo, dejo caer mi rostro en mis manos y sacudo la cabeza.

—Entiendo que intentas proteger a las personas, ¿pero el cetro? —lo miro con ojos llorosos—. ¿Cómo has podido? ¡Sabes lo que es para mí! —su mandíbula se aprieta—. Sabes lo que me ha hecho, ¿cómo puedes usarlo para crear Ultrón?

—Hay guerra y hay paz —mueve su mano de un lado a otro en demostración—, y un mundo frío y miserable que intento arreglar —de repente mira hacia atrás y extiende su mano hacia mí—. ¡Lo estoy haciendo por ti!

—¿Por mí? —mi siquiera me molesto en gritar; no tiene sentido—. Si lo estuvieras haciendo por mí, no hubieras tocado ese estúpido cetro.

—¿Crees que me importa lo que me pase? —chasquea el dedo, hirviendo en un tono oscuro y enojado—. No me vi en esa visión, ¡¿verdad?!

Me recuesto un poco, mirándolo con ojos comprensivos.

—Tú. Todos. Muertos. Y no había nada que pudiera hacer —sus hombros se encogen antes de soltarse—. ¡¿Crees que no voy a hacer todo lo posible para asegurarme de que eso no ocurra?! Te necesito, Lisa —hace una pausa—. No tengo a nadie más.

Pienso en eso. ¿No tiene a nadie más? Un hombre sabio le dijo una vez a mi padre que lo tenía todo, y ese hombre sabio, Ho Yinsen, no estaba equivocado. Tony Stark tiene mucho más que yo. Tiene este lugar, el equipo, a Rhodey, Happy, Pepper, Industrias Stark, su legado. Yo soy su hija, sí, y sé que él me quiere, pero yo... sigo siendo una personita. Nunca he sido tan genial como Thor, misteriosa como Natasha o justa como Steve. Soy... diferente. Creo o espero haberlo aceptado Pero no soy suficiente para ser todo lo que tiene Tony Stark.

Su voz continúa, creciendo tanto en ira como en fuerza.

—¡Así que discúlpame por intentarlo! ¿Por qué no deberíamos intentar frenar la pelea antes de que comience?

Hay una pequeña pausa antes de decirle suavemente:

—No puedes resolver todos los problemas con solo pulsar un interruptor, papá.

Nos miramos con tristeza en nuestras características coincidentes.

—Hay cosas que deben pasar —me encojo ligeramente de hombros—. Es como... el destino.

Sus ojos se arrugan por la decepción.

—No lo acepto.

Le doy una sonrisa triste.

—No esperaba que lo hicieras.

Lanza un suspiro pesado y se pasa los dedos por el pelo oscuro.

—Vamos. Creo que oí al Capi decir que encontró algo.

Asiento levemente, frotando mis propulsores contra el escritorio.

—Sí, está bien.

Ninguno hablamos al regresar al laboratorio, ambos arrastrando los pies un poco. El sol naciente sigue entrando por las ventanas mientras corremos los últimos pasos hacia la sala. Clint nos sigue y Bruce camina desde donde están Thor y Steve. Sentada cerca de ellos, Natasha nos mira a papá y a mí cuando entramos. Da un pequeño gesto al que yo respondo perezosamente con una sonrisa. Cuando llegamos al lado de la asesina, Steve le entrega una tablet a Thor. El asgardiano la agarra con ambas manos y frunce a lo que sea que esté extendido en la pantalla.

—Hey, ¿qué habéis encontrado? —pregunto, pasando cerca de Nat.

—Un mensaje —responde Steve con un suspiro cuando papá se interpone entre Thor y yo—. Ultrón ha matado a Strucker.

Sin siquiera mirar en su dirección, Thor golpea la tablet contra el pecho de papá, haciendo un fuerte ruido. Supongo que mi amigo, el dios del trueno, sigue cabreado con él por crear un robot psicópata. Es justo. Thor endereza sus hombros, juntando sus manos detrás de su espalda; yo dejo escapar un pequeño suspiro. Papá solo mueve la cabeza un poco y toma la tablet para mirarla.

—Y dejó un graffiti para nosotros —dice papá en un tono ligero.

¿Un graffiti?

Me echo hacia atrás mi molesto cabello y me apoyo de puntillas para verlo. El horrible hombre que detuvimos hace solo unos días yace muerto en un catre blanco con sangre salpicada por las paredes. Una palabra está claramente escrita con la sangre: PAZ.

Bueno, qué irónico escribir "paz" con la sangre de la persona que acabas de asesinar. Ultrón claramente tiene un desliz por lo dramático. Como alguien que conozco...

—Es una cortina de humo —Nat le hace un gesto a la tablet y asiente con la cabeza—. ¿Para qué un mensaje cuando has dado un discurso?

—Strucker sabía algo que Ultrón no quería que supiéramos —se da cuenta Steve.

—Bueno —susurro, inclinándome sobre el hombro de Natasha mientras ambas comenzamos a hacer lo mismo—, Ultrón no es un idiota, apuesto que...

La pantalla finaliza nuestra búsqueda y parpadea con dos palabras grandes: REGISTROS BORRADOS.

—Sí —Nat expresa mis pensamientos, mirando de mí hacia papá—. Han borrado lo que teníamos sobre Strucker.

—No todo —dice papá con calma y consideración.

Lo siguiente que sé es que todos estamos metidos en los viejos archivos y registros que no sabía que papá guardaba. Es extraño. Muchas de estas cosas me recuerdan a Howard, al igual que esas viejas cajas que Fury nos dio en 2011. A veces lo hecho de menos, o echo de menos lo que pudo haber sido para nosotros. A lo largo de los años, me han contado muchas historias sobre el joven Howard, desde Peggy, el humano Jarvis y ahora Steve. Era brillante y feliz. Y sin embargo, rompió a mi padre. Creo que vio lo que todos los demás: sus errores. Quizás papá era demasiado humano para él. Tal vez lo es para todos.

Steve carga otra caja, colocándola entre él y yo. Simultáneamente, comenzamos a clasificar, cada uno con el ceño fruncido. Thor está al otro lado de Steve, tirando los archivos no deseados como frisbees. Uno vuela detrás de nosotros, otro a nuestra izquierda. Me esfuerzo por mantenerme fuera de su rota, porque imagino que ser golpeada con cualquier cosa lanzada por el dios del trueno puede doler. Clint está detrás de nosotros y Bruce al frente. Natasha anda cerca, mirando sus propios papeles.

—Sois conocidos de Wolfgang von Strucker —murmuro, pasando el dedo por la lista de nombres—. Sunil Bakshi, Mark Smith, Doctor List, y la lista sigue...

—Puede que tuviera muchos amigos —Steve está de acuerdo.

—Estas personas son todas horribles —Bruce pasa las páginas con los ojos muy abiertos.

—Pretenderé estar sorprendida —suspiro, meneando la cabeza.

—¡Esperad! —papá de repente dice, señalando con el dedo el archivo en la mano de Bruce—. Yo conozco a ese.

Bruce entrega lentamente el papel y todos lo miramos con interés.

—Lees, ¿lo recuerdas?

Me inclino sobre su hombro, mirando la foto que señala. En el antiguo archivo de S.H.I.E.L.D., hay tres fotos específicas del hombre llamado Ulysses Klaue. Honestamente, luce casi igual que la última vez que lo vi.

Llevaba pantalones cargo y lo que solía ser una camisa blanca abotonada que se aferraba a su espalda y hombros. Correas de cuero estaban envueltas alrededor de sus muñecas. Su cabello tenía rizos desordenados de color negro que caían sobre su frente y su cara una barba que le subía por la mandíbula. Una garra afilada se encontraba fuertemente alrededor de su cuello y la suciedad cubría su sudorosa piel. Algo sobre él me asustaba.

Mis ojos se abren. Fue en Wakanda. En 2000, creo. Papá, Happy y yo nos encontramos con él justo antes de conocer a T'Challa; naturalmente, recuerdo ese día bastante bien. No me gustó ese tal Klaue. Aparentemente, siempre he tenido instintos buenos cuando se trata de personas. Bueno, excepto por el terrorista local que intentó matar al presidente de los Estados Unidos. Sí, hubo una vez. Pero, en general, he tenido un historial bastante bueno.

—Sí —levanto las cejas ante mi padre—. Trabajaba en Sudáfrica, ¿verdad?

—Por ahí, operaba en la costa africana —él mantiene los ojos en los documentos que ahora compartimos—. El mercado negro de armas.

Cuando Thor toma el papel de mis manos, Steve nos mira.

Papá deja caer sus brazos con irritación, asintiendo y entrecerrando los ojos.

—Hay convenciones, ¿vale? Conoces a gente. No le vendí nada.

Los dos fruncimos las cejas con un movimiento similar, mirando hacia abajo. Ahogo un suspiro y leo más sobre este hombre. Suena, justo como Bruce dijo, horrible. Es el hijo de un criminal de guerra nazi, y parece que sus elecciones no están rompiendo exactamente el patrón familiar.

Papá mira hacia arriba, una vez más entrecerrando los ojos y haciendo una mueca al recordar.

—Él hablaba de encontrar algo nuevo que cambiara las cosas.

—Quería que te metieras en eso —le recuerdo con el ceño fruncido.

—Algo innovador.

La barbilla de Thor se levanta antes de señalar la cosa que recuerdo claramente haber visto en el cuello de Klaue.

—¿Esto?

—Es un tatuaje —papá lo señala con los papeles—, no creo que lo tuviera.

—Espera, sí lo tenía —me acerco a Thor, inclinando la cabeza—. El símbolo me suena... creo.

—No, estos son tatuajes —Thor apunta las extrañas líneas negras, que el hombre ha impreso en su carne, antes de tocar un trozo de piel rojizo—, esto es una marca.

Bruce se desliza hacia el ordenador, buscando el significado de la marca.

—Oh, sí. Es una palabra en un dialecto africano que significa 'ladrón' —se da la vuelta para mirarnos, colocando su pulgar en su puño—. Dicho de un modo poco amistoso.

Steve y Thor lo miran confundidos antes de que el primero pregunte:

—¿Qué dialecto?

—Wakanada —Bruce lucha con la palabra, mirando hacia la pantalla para verla mejor.

Uh oh.

—Oh Dios —siento que mi corazón se hunde y mis rodillas se sienten un poco débiles.

—Wa-W-Wakanda —consigue decir Bruce, volviéndose hacia nosotros.

Natasha me mira rápidamente cuando la comprensión se asienta en sus ojos. Hace una mueca y mi expresión se convierte en una de consternación. Gimo un poco, empujando mi cara contra mis propulsores. Papá mira a Steve bruscamente mientras yo los observo desde mis dedos.

—Si ese tío salió de Wakanda con sus mercancías... —papá ni siquiera necesita decir el resto.

Steve baja las cejas hacia él.

—Tu padre dijo que él se lo llevó todo.

Oh, esto va de mal en peor. Todo es horrible. Gimo, sacudiendo rápidamente la cabeza con incredulidad.

—No os sigo —dice Bruce, mirándonos a los tres—. ¿Qué sale de Wakanda?

Papá solo lo mira con el ceño triste.

—¿Entre otras cosas? —murmuro entre mis manos, recostándome sobre la mesa.

Steve vuelve a mirar el escudo rojo, blanco y azul cuando mi padre termina.

—El metal más fuerte de la Tierra.

El supersoldado pregunta en voz baja:

—¿Dónde está ese tío ahora?

¿Por qué siento que esto va a salir terriblemente mal?

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