thirty-five - bussed a move

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

chapter xxxv.
( homecoming )

¿no sabes
que los niños,
que los niños no están bien?
the kids aren't alright ─── fall out boy

instituto midtown
30 de septiembre, 2016

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

Auxilio.

Auxilio.

Auxilio.

El sonido de mis botas jet golpeando el azulejo coincide con los latidos de mi corazón mientras corro por el largo y oscuro pasillo de Midtown High. El último mensaje de Peterse arremolina en los recovecos de mi mente y mi estómago se retuerce violentamente en mi abdomen, dejándome entumecida y aterrorizada al mismo tiempo. Me tiemblan las manos y me duelen los pulmones, mi cuerpo ya no está acostumbrado a este tipo de prisa.

Puede que no llegue a tiempo.

Puede que no pueda detenerlo.

Si Michael enviara a alguien para lastimar a Peter... Si alguna vez le pasara algo...

No podría vivir conmigo misma.

Detrás de los rápidos latidos en mi pecho y mis botas contra el piso de baldosas, música funky cualquiera suena en mis oídos. Las luces de la discoteca emanan del gimnasio a la vuelta de la esquina y un montón de globos blancos y azules golpean mis tobillos, recordándome que estoy a punto de encontrarme en un caótico baile de secundaria.

Pero cuando estoy a mitad de camino, un chico de traje y corbata viene dando la vuelta a toda velocidad. Los ojos marrones de cachorrito se agrandan al verme y mi corazón da un salto en mi pecho al ver a mi hermano corriendo hacia mí. No parece herido, solo presa del pánico, decidido. Está listo para una pelea, tal como debería estar.

—¡Peter! —mi voz se quiebra de alivio.

Sus cejas se arrugan y grita en respuesta:

¡¿Lisa?!

Peter, presa del pánico, intenta deslizarse hasta detenerse, y no puede hacerlo antes de que chocamos dolorosamente. Nuestros cuerpos chocan con fuerza, los dos tropezamos mientras nos abrazamos. Cierro los ojos, sintiendo lágrimas que ni siquiera sabía que estaban resbalando por mis mejillas. Dejando escapar un suspiro tembloroso, acerco al chico y presiono un beso en su cabello, ese doloroso miedo de perderlo comienza a desvanecerse. Cuando finalmente nos retiramos, nos miramos apresuradamente en busca de algún tipo de daño que tiende a ocurrirnos.

Cuando estoy satisfecha de que sigue con vida, suelto:

—¡Peter Parker, me alegra que estés vivo!

—Espe... sí, yo también —responde Peter, parpadeando con dureza y negando con la cabeza—. ¿De qué hablas? ¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí? —sus ojos bajan y ven al resto de mí—Lees... —una pequeña sonrisa cursi aparece en su rostro—, ¿qué llevas puesto?

Frunciendo, sigo lentamente su mirada y me sonrojo un poco al verlo. Llevo mi viejo uniforme, o al menos lo que me queda desde Siberia. Mi chaqueta de cuero negra, mis guantes sin dedos, mis botas jet y mi cabello rubio trenzado hacia atrás. Es casi como, por un momento, volver a ser una vengadora.

Pero la sonrisa tonta de mi hermano cae cuando gentilmente agarra mis manos.

—¡Oh, Dios mío, Lisa, estás sangrando! —sus ojos se oscurecen con enojo—. ¡¿Quién te lo ha hecho?!

Aprieto los dientes y enrosco mis dedos sobre las profundas y sucias heridas de cuchillo en mi piel, la sangre ya mancha mis muñecas y toda mi ropa. Mi pelo es un completo desastre y sé que ya deben estar formándose moretones sobre mi piel. Soy una especie de desastre, lo cual es típico en mantener el perfil bajo. Y no es por sonar un poco dramática (cosa diferente a un Stark), pero seamos realistas, he tenido cosas peores. Además, estoy más que lista para terminar esto.

Así que, me encojo de hombros.

—Es sólo una herida superficial, ¡estoy bien!

—¿Segura? —Peter vacila preocupado.

Mirándolo, le doy un tirón a su abrigo.

—¡Pete, tenemos que irnos!

Con un resoplido, la mandíbula de mi hermano se aprieta y apresuradamente asiente.

—¡Bien, vamos!

Peter me agarra la mano y luego volvemos a correr por los pasillos. La oscuridad nos rodea mientras me acomodo la chaqueta de cuero y él se quita la corbata, agarrando su viejo traje de mucho antes de que Tony y yo lo encontráramos. Mi corazón late en mi pecho al acercarnos a la señal de salida de color rojo brillante, sabiendo que debe haber más chicos llegando, que Michael tuvo que haber elegido esta noche en particular para mostrar su maldita cara bonita.

Peter se tapa la cara con la capucha roja y grita:

—¿Conoces a Liz? ¡Su padre es el tío alado!

Poniéndome la máscara en la boca, le grito:

—¡Lo sé! ¡Su hermano es el padre de Maria!

La cabeza de Peter gira para mirarme.

—¡¿Él es qué?!

Al abrir la puerta de salida, me vuelvo para responder cuando, de repente, nuestros cuerpos están siendo consumidos por la electricidad, lanzándonos por el aire y con fuerza contra el suelo de cemento. Grito, cayendo junto a Peter, su cuerpo atrapa el mío y nos obliga a detenernos con fuerza. Mientras Peter gime, siseo ante el dolor que estalla en mi cuerpo ya maltrecho. Mis ojos se disparan.

—Te ha dado a elegir —el hombre se eleva sobre nosotros, chasqueando su gran arma de muñeca chispeante de energía—, y has elegido mal.

—Menuda conmoción —resoplo, incapaz de contenerme.

Peter me mira bruscamente y estoy medio esperando otro típico regaño y un "oye, este no es momento de hacer malos juegos de palabras", pero se echa a reír con una carcajada.

—¡Ha sido genial! —Peter se ríe a carcajadas, dándome una sonrisa brillante.

—¿En serio? Nadie aprecia mis juegos de palabras, gracias Pete... —me cortan cuando el guantelete de metal del Conmocionador golpea mi costado, enviándome por el aire y directa al edificio de ladrillos.

Caigo con fuerza al suelo, tosiendo y jadeando con el aliento fuera de mí.

—¡Lees! —Peter grita, tratando de contraatacar solo para mirar fijamente a sus tiradores de telarañas esparcidos a unos metros de distancia.

Mientras el guantelete crepita con luz, Peter salta y corre hacia su arma solo para que el Conmocionador envíe un autobús a toda velocidad. El chico grita mientras es lanzado por los aires, su espalda se estrella contra el costado de otro bus.

El hombre patea sus lanzatelarañas más lejos de su alcance, sonriendo y riendo.

—No estaba seguro de este chisme, pero... caray.

Le da un revés a Peter con tanta fuerza que sale volando por el parabrisas de un bus, dando tumbos entre las filas de cuero y chocando con fuerza bajo los asientos llenos de chicle.

Mientras Peter vuelve a ponerse de pie, giro en el aire y golpeo la cabeza del hombre con el puño tan fuerte como puedo. Gritando, el tipo se tambalea mientras yo sigo golpeando, disparando a sus piernas, sus brazos, su arma, todo lo que pueda hacer para que retroceda. Pero luego me da en el estómago con tanta fuerza que mi espalda choca contra el autobús en el que Peter está, lanzándonos a los dos una vez más.

Me pongo de pie, temblorosa, con la cabeza partiéndose de dolor y con todas las costillas seguramente rotas. Tosiendo un poco de sangre, obligo a mis ojos a permanecer abiertos, dirigiéndome a la parte trasera del vehículo volcado. Peter se lanza por las puertas traseras. Me tropiezo y aterrizo en el suelo junto a él, tratando de ayudarlo a levantarse.

Cuando unas fuertes botas golpean detrás de nosotros, Peter se agarra con fuerza a la parte posterior de mi chaqueta, tratando de protegerme del Conmocionador.

—¿Por qué te ha enviado aquí? —Peter gime, luchando por alejarnos del hombre.

—¡Me da que nunca lo sabrás! —el hombre sonríe lentamente, levantando su guantelete, solo para que una telaraña repentina golpee directamente contra la cosa.

Todos saltamos sorprendidos, siguiendo la longitud de la red para encontrar a Ned Leeds parado frente a nosotros, con su sombrero de confianza y la boca abierta por la sorpresa.

—¡Santos macarrones! —exhalo lentamente antes de mirar bruscamente al chico de quince años—. ¡Eres alucinante, Ned Leeds!

—¿Lo soy? —los ojos del chico se agrandan de emoción.

Peter se une con entusiasmo a la pelea, agarrando la red y alejando el guantelete del tipo. Cuando salto y le disparo un rayo de plasma, Peter inmediatamente se pone de pie para colocarlo firmemente en su lugar. Y así, nuestro trabajo aquí está terminado.

—¡Sí! —Peter anima en voz baja, dándome un abrazo aplastante y luego corriendo hacia su mejor amigo—. Ned, el tío alado es el padre de Liz.

¿Qué? —Ned respira horrorizado.

—¡Lo sé! ¡Tenemos que encontrar a Toomes! —todavía en el bombo del momento, mi hermano nervioso se gira para mirarme—. Lees, ¿necesitas que te lleve?

Mis ojos se lanzan hacia él por un segundo y un pequeño ceño encuentra mis labios. Sé que tengo que mantener un perfil bajo, mantenerme en mi propia esquina con la cabeza gacha, pero también sé que solo lo detendría si tuviera que llevarnos a los dos. No tenemos tiempo. Entonces, suspiro, niego y doy un empujón a mis propulsores. De repente, rayos de plasma al rojo vivo salen disparados de mis manos y me levanto del suelo.

Los ojos de Ned están muy abiertos de asombro.

—¡Ay, Dios, está pasando!

Miro al adolescente burbujeante con un pequeño guiño.

—¡Tenemos que decírselo al señor Stark!

Mi sonrisa cae y mi garganta se aprieta, pero no discuto, sabiendo que él tiene razón.

—Llama a Happy Hogan. Es su jefe de seguridad —ordena Peter rápidamente. Aprisa, le grita a su mejor amigo—: ¡Coge un ordenador y rastrea mi móvil!

—¿Seguro que estaréis bien? —pregunta Ned preocupado cuando despegamos del suelo.

—¡Hay que cazarlo antes de que salga de la ciudad! —cuando partimos hacia la noche, mi hermano me mira y me pregunta—. Lees, ¿qué te parece la idea de dar un paseo?

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

Un lujoso auto deportivo plateado se desliza hasta las elegantes puertas dobles de Midtown, un chico guatemalteco se sienta en el asiento del conductor con una cita muy infeliz a su lado.

—Siento lo de la cena —el chico no suena demasiado sincero—, pero sé cuando la lubina es fresca y esa no lo era, ¿vale? Así que...

Dos pares de pies relativamente pequeños golpean el capó del lujoso deportivo plateado, lo que obliga al vehículo a frenar de golpe y a los habitantes a gritar. Pero mi hermano y yo no nos movemos, trabajando en equipo, trabajando como un frente unido, como siempre deberíamos haber sido.

Pero entonces mi hermano lo arruina.

¡Flash, quiero tu coche y tu móvil! —gruñe con una voz súper sombría.

Pongo los ojos en blanco y le frunzo.

El chico del insti de Peter, Flash aparentemente, nos mira con grandes ojos aterrorizados.

—Señor, lo cierto es que el coche pertenece a mi padre. Yo no...

—¡Eh! —espeto, haciendo que los grandes ojos de pánico de Flash se lancen hacia mí—. No quiero ser mala, pero tienes que callarte. ¡Y salir!

El chico mira a mi hermano, quien gruñe:

¡Ya has oído a la dama!

Flash y su cita asienten apresuradamente y salen del deportivo, todavía mirándonos boquiabiertos y una buena cantidad de miedo.

—¡Yo conduzco! —trato de arrebatar las llaves de la temblorosa mano extendida de Flash.

¡Ni en broma! —Peter las aleja de mi agarre, todavía hablando en esa voz súper baja—. ¡Casi nos matas la última vez que condujiste!

—Tío...

¡Conduzco yo! Además, estás herida. ¡No pasa nada, hermana! ¡Yo controlo!

Suena falso, pero vale.

Sabiendo que no tenemos tiempo para discutir, dejo escapar un suspiro rápido antes de saltar al asiento del pasajero. Mi hermano sonríe vertiginosamente y se desliza hacia el lado del conductor, pisa el acelerador con un pie y nos empuja por la carretera, chocando contra un portabicicletas y luego una colección de botes de basura de metal.

Tengo un mal presentimiento.

—¡Oh, Dios, que alucine! —Peter grita mientras aceleramos hacia la oscuridad.

Lo siguiente que sé es que estamos patinando por las calles de Nueva York con un adolescente de quince años en un ordenador del instituto tratando de guiarnos. Es una especie de desastre, pero bueno, nos las arreglamos.

—¡Vale, pongo el manos libres! —Peter grita sobre el viento aullante, lanzando el teléfono hacia mí.

—¡Hola Lisa! —mi amigo filipino saluda alegremente al otro lado de la línea.

—¿Qué hay, Ned? —le digo antes de señalar bruscamente a mi hermano—. ¡Tienes que girar a la izquierda!

Cuando Peter hace un fuerte giro a la izquierda y yo vuelo hacia la puerta, Ned simplemente se ríe por encima de la línea.

—¿Le habéis robado el coche a Flash? Alucinante.

—¡Lo pedimos prestado!

Peter no parece escucharme.

—¡Sí, es alucinante! —y prácticamente se ríe de júbilo antes de gritar de pánico y casi sacar a algunos peatones en una acera—. Vale, no miento, jamás he conducido...

¡¿Qué?! —chillo, mirándolo con ojos grandes—. ¡Me dijiste que sabías!

—¡Solo con May en aparcamientos! —él da una risa baja y feliz—. Es un salto enorme.

Peter Benjamin Parker...

—¡Sh-sh-sh! —Peter acaricia desordenadamente su mano por toda mi boca y el resto de mi cara, tratando de callarme de regañarlo—. Ned, ¿has conseguido hablar con Happy?

—Estoy en ello. Tengo que hackear el sistema telefónico —oigo reír al chico—. ¡El tío de la silla!

Sonriendo y poniendo los ojos en blanco, grito:

—Muy bien, tío de la silla, ¿dónde está el móvil de Peter ahora?

—Um, se ha parado en un polígono de Brooklyn.

—¿Qué? —las manos de Peter agarran el volante con brusquedad—. Eso no es lógico. ¡Dijo que se iba de la ciudad!

—Qué raro —murmura Ned en respuesta—. He llamado al señor Happy, yo diría que no le caes bien —Peter hace una mueca y con tristeza le doy una palmada en el hombro antes de que Ned continúe—. Iba a coger un avión. Ha dicho algo de que despegaban en nueve minutos.

—¿Qué?

—Estaba rodeado de cajas.

—¿Cajas? —hago una mueca—. ¿Por qué diablos...?

Peter jadea de repente, golpeando felizmente mi brazo al darse cuenta.

—Es la mudanza. ¡La mudanza! Va a robar ese avión. ¡Tenemos que impedirlo!

Mientras seguimos por algunos callejones viejos y salimos de la gran ciudad, Ned vuelve a gritar:

—Más despacio. Os estáis acercando. Está a vuestra derecha.

—¿Qué? —Peter grita mientras pasamos volando nuestro giro.

—¡Gira a la derecha!

Con un chillido, me agarro con fuerza al volante y Peter lanza una telaraña a través de mi pecho hacia un edificio más allá, forzando el auto a girar. Pero se atasca en el bordillo y volcamos, lo que nos hace gritar cuando el coche, que alguna vez fue elegante, gira y raspa de costado el pavimento. Mi hermano y yo nos agarramos desesperadamente de las manos, tratando de sujetarnos con fuerza hasta que finalmente nos detenemos. Nuestros cuerpos se mueven hacia adelante, Peter se sacude el mareo de su cabeza y mi cabello cae en mi cara mientras nos sentamos finalmente en posición vertical. Los dos nos quedamos allí por un largo momento, con los ojos muy abiertos y conmocionados.

—Peter, señorita Lisa, ¿estáis bien?

Peter me mira, y cuando asiento diciendo que estoy bien, responde por los dos:

—Sí. Sigue intentando contactar con Happy.

Ned tiene una orgullo en su voz cuando dice:

Ha sido un honor, Vengadores.

—No somos... —me rindo con un suspiro y niego—. No importa. Gracias Ned.

Mientras Peter y yo salimos con cuidado del coche ahora completamente diezmado de Flash, caminamos lentamente y dejamos escapar suaves y silenciosos suspiros al ver el almacén que se avecina.

Trago saliva y miro a mi hermano.

—¿Listo?

Peter entrecierra los ojos.

—Adelante.

Muerdo ansiosamente mi labio inferior y Peter mueve sus hombros debajo de su traje, avanzando con fuerza hacia el oscuro edificio que está enfrente.

Un Toomes derribado, solo falta uno...

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

⠀⠀⠀⠀

En la oscuridad del almacén, Peter y yo nos arrastramos por el suelo de cemento sucio. Nos quedamos al lado, mirando instintivamente la espalda del otro. Mis labios se tuercen al ver pantallas de computadoras que muestran imágenes en vivo de la Torre de los Vengadores, odiando el hecho de que estos tipos hayan estado viendo lo que una vez fue mi casa, donde solía vivir mi familia. Cuando Peter golpea suavemente mi brazo, sigo su mirada para encontrar un par de alas de buitre descansando debajo de nosotros. Sin su dueño. Un suave sonido de traqueteo en la distancia llama mi atención y agarro la mano de Peter.

—¿Lo has oído? —susurro suavemente, ambos nos congelamos inmediatamente para encontrar la fuente.

Mirando hacia la luz de la esquina, Peter me da un rápido asentimiento antes de envolver un brazo alrededor de mi cintura y llevarnos hasta el nivel inferior. A medida que avanzamos hacia el patio del almacén, divisamos a un hombre inclinado sobre un solo escritorio en medio del amplio espacio abierto.

Y ahora finalmente veo a Toomes por lo que realmente parece: un hombre normal. Y es muy extraño. No es como lo imaginé. No es oscuro ni vicioso, ni siquiera muy amenazador. Si las circunstancias hubieran sido diferentes, si todo hubiera sido diferente, él habría sido el bueno. Tal vez, solo tal vez, incluso Michael lo hubiera sido.

Pero no lo son.

Y así son las cosas, y no puedo cambiarlas.

¡Eh! —grita Peter de repente, haciendo que el hombre deje caer sus herramientas y se dé la vuelta para mirarnos—. ¿Sorprendido?

—Ah, hola Pete, no te he oído llegar —el hombre mayor responde casualmente antes de que sus ojos oscuros se dirijan hacia mí—. Fíjate, has traído a tu novia.

—¡Soy su hermana , idiota! —devuelvo, caminando a grandes zancadas junto a Peter—. ¡Y el imbécil que tienes por hijo está a punto de enfrentarse a una seria pena de cárcel!

Toomes aprieta la mandíbula y suspira.

—Le he dicho siempre que su obsesión contigo lo iba a meter en problemas. Pero no lo entendía. No podía ver lo que intentábamos hacer.

—¡Pues eso se acabó! —grita Peter—. ¡Ya le tenemos!

El tipo se inclina hacia atrás y sonríe... lo cual es un poco extraño... ¿verdad?

Parece tranquilo, sereno, como si tuviera un plan. Algo no me cuadra. Incómodamente me muevo de un pie a otro, mirando con cautela a mi alrededor mientras la mirada de Peter continúa perforando a Toomes.

—Mira, debo admitirlo, Pete... de verdad que admiro tus agallas. ¡Ya veo por qué le gustas a Liz! —Peter aprieta los puños a los costados, Toomes se pone una chaqueta de piloto de cuero, todavía tratando de convencerlo—. ¡En serio! Cuando viniste a casa no estaba seguro. Pensé: '¿con este?' Pero ahora lo entiendo.

—¿Cómo ha podido hacerle esto a ella? —mi hermano suena tan disgustado ante la idea de que alguien le haga algo tan horrible a su retoño, y una vez más recuerdo lo inocente que puede ser mi hermanito con lo que una persona puede hacerle a otra.

Muerdo mi lengua y me quedo callada, sabiendo que él no necesita saberlo, esperando que nunca lo haga.

Los ojos de Toomes se estrechan con incredulidad.

—¿A ella? No le estoy haciendo nada a ella, Pete. Estoy haciendo esto por ella.

—Huh, ya —Peter se burla antes de empujar una mano hacia adelante y pegar una red alrededor de su mano.

—Peter... —pero el hombre solo suspira y esa extraña sensación en mi estómago empeora—, tú eres muy joven. No entiendes cómo funciona el mundo.

Ruedo los ojos. El hecho de que alguien sea joven no significa que no vea el mundo y no sepa como es en realidad. Es solo una mentira que el mundo intenta vender.

Y Peter tampoco lo está aguantando.

—Ya, pero sí entiendo que vender armas a delincuentes está mal.

Toomes simplemente se burla y entrecierra sus ojos pequeños y brillantes hacia nosotros.

—¿Cómo crees que tu hermana mayor y su padre pagaron esa torre? ¿O sus juguetitos?

—Te equivocas. Mi padre no es quien crees que es —mi voz resuena entre nosotros, negando con la cabeza—. Y tal vez no pueda cambiar de opinión al respecto, pero sé que tú puedes. Tu hijo no va a cambiar, pero tú sí. Siempre hay una segunda oportunidad...

—Lo crees porque eres uno de ellos, señorita Stark.

Entrecierro los ojos.

La mirada de Toomes se vuelve hacia mi hermano, su mano se mueve como si estuviera dando un gran discurso.

Su gente, Pete, su gente de arriba, los ricos y poderosos, la gente como tu hermana, hacen lo que quieren. Los tíos como nosotros, como tú y yo, no les importamos.

Peter niega, acercándose a mí.

—Construimos sus carreteras, luchamos en sus guerras, y todo eso, pero no les importamos. Tenemos que limpiar lo que ensucian. Tenemos que comer sus migajas. Es lo que hay —Toomes entrecierra los ojos e inclina la cabeza, realmente creyendo en todo lo que está haciendo—. Sé que sabes de qué estoy hablando, Peter.

Peter no se mueve.

—¿Por qué me cuenta todo esto?

—Porque quiero que tú lo entiendas. Y... —hace una pausa y se encoge un poco de hombros—, necesitaba tiempo para hacerlo despegar.

Enarco una ceja y Peter y yo compartimos una mirada larga y extraña.

Pero luego Toomes saca un cuchillo y la pared de atrás se rompe mientras las enormes alas de buitre vienen volando hacia nosotros.

¡Peter!

¡Lo sé!

Simultáneamente volteamos cabeza abajo, esquivando las alas que se estrellan contra un pilar. Aterrizando con fuerza en el suelo, trabajamos en conjunto. Los dos nos movemos en sincronía, de alguna manera sabiendo el próximo movimiento del otro sin siquiera tener que preguntar. Saltamos y enroscamos nuestros cuerpos, agarrándonos de la mano para sacarnos de la línea de fuego si las alas alguna vez se acercan demasiado.

—¡Lo siento, Peter! —exclama Toomes sobre el caos.

Confusamente ladeo mi cabeza, apartando el cabello de mi cara y respirando profundamente.

—¿Pero qué dice? —Peter se pone arrogante cuando ambos saltamos de nuestras rodillas—. ¡Si esa cosa ni siquiera nos ha tocado!

—Cierto —Toomes se encoge de hombros y sonríe mientras las alas continúan volando en círculo—. Pero aún así... tampoco lo pretendía.

Mis ojos se abren con horror cuando veo las alas derribar los dos últimos pilares, las únicas cosas que sostienen el techo. Peter jadea cuando los miles de kilos de cemento caen hacia nosotros sin ningún lugar al que escapar.

—¡Oh, Dios! —mi voz grita, intentando desesperadamente empujar a mi hermano fuera del camino—. ¡Peter, cuidado!

Pero llego tarde.

Algo duro me golpea la cabeza y caigo en el suelo, la sangre me cae por la cara. La oscuridad nubla mi visión y mis oídos comienzan a sonar, desorientandome aún más. El polvo llena mis pulmones y comienza a asfixiarme, haciendo que mis heridas abiertas ardan y el dolor en mis costillas se expanda. Mis manos limpian limpian torpemente la sangre que moja mi rostro, tratando de aclarar mi visión. Algo no va bien. Esa sensación en mi estómago, esa sensación de que algo anda mal, se hace más fuerte.

—Peter... —su nombre sale de mis labios antes de que el pensamiento pueda siquiera entrar en mi mente.

Mi corazón da un vuelco en mi pecho y el almacén comienza a dar vueltas cuando finalmente puedo concentrarme en el cemento triturado. Y no hay rastro de mi hermano. El pánico estalla en mi cerebro y mis manos se entumecen, mis labios se abren con un estremecimiento y mis ojos se llenan instintivamente de lágrimas. Ahogándome con un aliento ronco, hago todo lo posible por levantarme, mi cuerpo se estira de las vigas de metal rotas a mi alrededor. Conteniendo un grito, toso y trato de aclararme la garganta, suplicando que mi voz funcione.

—¡Pe-Peter! —es un grito agudo y roto, pero llega a las vigas y me devuelve el eco—. ¡Peter! Pete, ¡¿dónde estás?!

Silencio. Ahora, solo hay silencio.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro