three - in the life of lisa stark (AGE of ULTRON)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

chapter iii.
( age of ultron )

yo seré rey y tú reina
aunque nada nos alejará
podemos ser héroes solo por un día
podemos ser nosotros mismos solo por un día
heroes ─── peter gabriel

wakanda
27 de abril, 2015
( punto de vista de lisa )

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Una risa resuena en la llanura hecha de hierba dorada y el viento arrastra el dulce sonido sobre el acantilado cercano. El sol es seguro y cálido mientras sus rayos se extienden a lo largo del cielo despejado. Y el cielo, bueno, es la perfección absoluta. Es claro y del tono azul más profundo jamás visto. Mi corto cabello castaño se extiende debajo de mí, descansando el costado de mi cabeza contra el brazo de T'Challa.

—No, no —me río de nuevo, nuestros dedos se enredan y una de nuestras manos está suspendida sobre nuestras caras—. Lo siento, cariño, pero te equivocas un poquito.

Él frunce las cejas, sus labios se separan y sus ojos oscuros bailan hacia mi cara.

—Espera, espera, ¿has dicho que estoy equivocado?

—Mm —afirmo antes de tratar de sofocar otra risa.

—¡No estoy equivocado! —su voz se vuelve más alta mientras intenta inútilmente defenderse.

Parpadeo hacia él inocentemente todo el tiempo, manteniendo mi tono descarado.

—Cielo, mi padre siempre dice que, la clave para que un hombre gane contra una mujer, es dejar que la mujer gane la discusión.

—Ni siquiera sé lo que eso significa —se queja él.

Me encojo de hombros y canto:

No significa que no estés equivocado.

Gira la cabeza para mirarme y la hierba cruje suavemente debajo de su cara. Le sonrío, aún riéndome un poco. Sopla una repentina ráfaga de viento que agarra mi cabello y lo golpea sobre mi cara. Un pequeño sonrojo sube a mis mejillas cuando T aparta con cuidado unos mechones. Levanta la mano de su pecho y la apoya tiernamente en mi costado. Su brazo se mueve por debajo de mi cabeza y toma suavemente el costado de mi hombro. Mi corazón acelera un poco y ni siquiera me importa.

A medida que se acerca, dejo que mis ojos se cierren solo para sentir de repente que mi cuerpo se levanta. Sintiendo que la cabeza me da vueltas, suelto un chillido y mis ojos se abren mientras mis manos buscan algo a lo que aferrarse. Mi confusión se desvanece lentamente cuando veo mi nueva situación. T'Challa sigue posando una mano en mi costado y la otra en mi hombro, apoyando mi torso sobre el suyo. Su cabeza se echa hacia atrás y suelta una carcajada por la sorpresa que todavía tengo pintada en la cara.

—Oh, ja, ja, ja, muy gracioso —le hago una mueca.

Su risa se apaga inmediatamente y da una sonrisa ligeramente satisfecha.

—Eso creo.

—¿Ah, sí? —estrecho los ojos.

—Ajá —confirma él, todavía sonriendo.

—¿Te pareció divertido que pensara que ibas a dejarme caer por ese acantilado? —asiento sobre mi hombro al borde de la llanura.

—No —su tono se suaviza y sus cejas se hunden ligeramente—, no eso no.

Le doy una pequeña sonrisa burlona.

—¿Entonces no me dejarías caer hacia la muerte?

—Ja —se ríe de nuevo, rodando los ojos y sacudiendo la cabeza—. Nunca te dejaría caer hacia la muerte, Lisa.

Con una pequeña sonrisa, me inclino cuidadosamente para presionar un beso en sus labios. Su mano deja mi hombro y gentilmente acuna mi mejilla, acercándome por un momento más. Cuando me alejo, coloco mi mano sobre su pecho, donde puedo sentir su corazón latiendo salvajemente. Una pequeña ola de polvo golpea mi rostro y sacudo la cabeza para retirarme, sintiendo la suave brisa fluir por mi cabello. Mis ojos azules se levantan, mirando hacia la belleza que nos rodea.

Pequeños árboles crecen cerca, aferrándose desesperadamente al borde del acantilado donde estamos acostados. Grupos de bosques y acantilados cubiertos de verde se extienden más allá de este y continúan sin parar. Una parte de mí ha añorado Wakanda en los años anterior. De alguna forma, tengo la sensación de que esta cierta parte de mí siempre lo hará. Desde que era pequeña, incluso antes de encontrarme con T'Challa en el pasillo, siempre he sabido que estoy hecha para pertenecer a este sitio. Simplemente hay algo al respecto; el cielo despejado, el sol cálido, la tierra interminable, la hermosa gente. Es como mi hogar ahora.

Puedo sentir los dedos de T'Challa arreglando cuidadosamente mi cabello detrás de mis orejas. Lo miro distraídamente, levantando una ceja burlona. Me da una pequeña sonrisa y la parte posterior de su dedo índice acaricia suavemente mi mejilla. Reajusto mis manos en el suelo para poder mirarlo completamente.

Mi pelo oscuro vuela alrededor mientras sacudo la cabeza.

—¿Qué vamos a hacer, T?

Su sonrisa se desvanece, aun así, continúa tocando mi cabello.

—No estoy exactamente seguro.

Me dejo caer sobre mi espalda, mirando al cielo con un suspiro. Nos acostamos uno al lado del otro, cada uno con una expresión de cejas y ceños fruncidos. El sol de repente se siente más cálido y el cielo se ve mucho más cerca. El pequeño silencio se siente sofocante cuando nos obligamos a pensar en algo que ninguno de nosotros quiere.

Finalmente susurro:

—¿Crees que esto fue un error?

No me mira ni me responde, esperando que continúe, porque sabe que lo haré.

—¿Es demasiado complicado —reprimo las lágrimas que amenazan con formarse—. ¿Hemos cometido un error al intentarlo?

Sus labios se fruncen un poco.

—¿Crees que lo hemos hecho?

—No —digo pensativamente, haciendo una pausa—. Quiero creer que esto es lo correcto; que es exactamente cómo debería ser. Solo... —se me escapa otro suspiro—. Solo quiero asegurarme de que sepas donde te metes...

Él se aleja, levantándome una ceja.

Me pongo de lado para poder enfrentarlo.

—Te quiero. Adoro a tu familia, a tu gente, a tu hogar —me encojo un poco de hombros, apretando los dientes visiblemente—, pero hay una pequeña falta de ese amor en ese lado.

Él sigue mi movimiento, rodando hacia su lado también.

—No. Eso no es verdad. Mi madre y mi hermana te quieren mucho, Lisa. Y Okoye te aprecia.

Sí, bueno, el aprecio de Okoye significa amor para ella, así que lo aceptaré.

Sonrío, entrecerrando los ojos a la luz del sol.

—Bueno, también 'aprecio' a Okoye. Patea traseros.

—Así es —T'Challa se ríe un poco, mirando la hierba y luego hacia mí—. Y mi padre... él lucha con los mismos miedos que tú.

Su padre es un excelente padre, un rey sabio y un hombre amable. Nunca ha sido despreciable conmigo, pero eso no cambia sus opiniones. El Rey T'Chaka nunca ha estado demasiado complacido con nuestra amistad, y sé que le debe gustar aún menos ahora que somos más que amigos. Teme que su hijo esté cometiendo un error. Es extraño. Mientras estoy aquí sentada, en medio de Wakanda, todo lo que puedo recordar es que hace diecisiete años Howard Stark pensó una vez que había sido un error. Solo que, en esa ocasión, fui el de mi padre. No lo entiendo. ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué parezco un error para cada persona con la que tengo contacto?

—¿Y tus miedos? —pregunto en voz baja—. ¿A qué le temes?

—A nada —su mano una vez más acuna mi mejilla. Levanto una ceja y él lo reconoce—. No tenerte a mi lado es lo que temo.

No puedo evitar que aparezca una pequeña sonrisa.

—Somo críos, T. Quizás nos equivocamos.

Él sacude la cabeza y parpadea hacia la hierba.

—No lo creo. No nos equivocamos. Esto nunca estuvo mal. Y eso es lo que le diré al consejo cuando pregunten mañana.

Gimo internamente. El consejo. Hace unos días, T'Challa recibió una convocatoria para una reunión. El consejo de Wakanda son personas relativamente buenas, al menos en mis ojos. Quiero decir, no los he conocido demasiado, pero todos parecen querer lo mejor para Wakanda y la familia real. Lo que nos lleva al punto central de esta reunión: quieren interrogar a T'Challa sobre la "forma nuestra relación". No sé si sentirme más enfadada o molesta.

—Solo... ten cuidado —dejo escapar un suspiro, sentándome y apoyando los codos sobre las rodillas—. Quiero que te cuides, T'Challa.

Él se sienta también, rozando su hombro contra el mío.

—Lo digo en serio. Tienes un deber. No quiero que renuncies a nada por mí. No valgo la pena.

Su mandíbula se aprieta y se abre rápidamente, pero no responde. El silencio una vez más persiste mientras continuamos mirando la tierra que se extiende ante nosotros.

—Entonces... ¿debes volver hoy?

La decepción en su voz me hace reír un poco y doy un asentimiento.

—Por desgracia, sí. Tengo responsabilidades en los Estados Unidos, ya sabes.

Él tararea, a regañadientes.

Dieciocho horas más tarde, tengo un poco de jet-lag y me paro en un escenario en la ciudad de Nueva York con casi mil personas mirándome. Oh, que alegría.

—Hay momentos que nos definen. Elecciones hechas por o para nosotros; se dice que deciden quiénes somos —estoy en una plataforma frente a un mar de personas, con la cabeza en alto mientras hablo—. Y, si eso es cierto, entonces que este sea nuestro momento, que sea nuestra elección, aquí mismo, ahora mismo, y que sea lo que nos defina como pueblo.

El viento se arrastra hacia la audiencia hasta que me alcanza, recogiéndome en su brisa calmante y fresca. Es diferente al de Wakanda, pero de todos modos es bueno. Todavía se siente como un hogar. Mi corto cabello castaño roza mis mejillas y mi vestido floral rebota contra mis rodillas. La multitud está parada frente a mí y, sin embargo, después de más de seis meses de dar discursos como este, me doy cuenta de que no estoy nerviosa, ya que me miran a mí y solo a mí. La mayoría tiene lágrimas en los ojos mientras escuchan las dolorosas palabras que se relacionan con ellos tan profundamente.

—La primera vez que me llevaron al hospital para que me trataran por abuso, tenía nueve meses. Acababa de dar mis primeros pasos y mi madre biológica me había empujado por las escaleras de nuestro apartamento. Tenía trece meses cuando me golpearon con un bate de béisbol. Aproximadamente un año y medio cuando uno de sus novios tomó alfileres y los metió debajo de mis uñas —respiro profundamente, haciendo una pausa y dando un pequeño asentimiento—. Yo pude seguir y seguir, y sé que tú también podrías. Fui abusada durante dos años antes de que mi padre se hiciera cargo de mí, y esos años me ayudaron a formarme como persona. sí. Pero no es lo que soy.

»Lo que nos hicieron no determina qué tipo de personas somos o qué tenemos que hacer con el resto de nuestras vidas. Sois mucho más que vuestro abuso. Sois bueno y decente y merecéis un hogar: uno de comodidad, seguridad y apoyo. Y eso es lo que es este hermoso lugar —Retrocedo un poco mientras extiendo mis brazos—. Un hogar para vosotros, para mí y para personas como nosotros. Son vuestras elecciones las que os definen. Así que deja que tu definición sea de curación. Elige sanar, elige volver a casa.

El público estalla en un alboroto de aplausos y vítores mientras doy un fuerte y amable asentimiento. Otros miembros de lo que papá, sin mi consentimiento, ha llamado "La Fundación Lisa" se acercan, me dan la mano y me palmean el hombro y la espalda desnuda. Después de que mis cicatrices volvieran a raíz de la partida de Extremis, decidí que no me avergonzaría de ellas. Son mías y debo recordar que no son un fracaso estúpido, sino un recordatorio de mi supervivencia.

—Gracias, señorita Stark, por creer en nuestro derecho a elegir —habla un representante, sonriendo de mí a la audiencia que todavía anima.

Lo siguiente que sé es que Happy y yo caminamos a través de una multitud abrumadora, y recuerdo cuando papá, Happy y yo hicimos esto en la inauguración de la Expo Stark hace cuatro años. Era mucho más joven entonces, quince años, y estaba asustada y sola. Papá acababa de anunciarse como Iron Man y yo aprendía a vivir con mis propulsores y, francamente, las cosas eran horribles. Es extraño pensar lo lejos que hemos llegado. Hemos luchado en una invasión extraterrestre, hemos derrotado a un terrorista, hemos formado una nueva familia, papá todavía se está recuperando de su experiencia en Nueva York y yo he aceptado ser el Cuervo Rojo. Estamos contentos; felices incluso, más felices de lo que hemos estado en mucho tiempo.

Sonrío ampliamente a todos los que paso, tratando de estrechar la mano y dar un saludo amistoso mientras Happy me sigue guiando. Los hombres me arrojan papeles pequeños con sus números de teléfono escritos y las mujeres empujan a sus bebés hacia mí. No estoy realmente segura de qué quieren que haga con ellos, pero solo les doy sonrisas forzadas y acaricio sus cabezas. Happy me mantiene en movimiento, sosteniendo una mano en mi espalda y otra frente a mí en caso de que alguien se interponga en nuestro camino.

Todo ha sido genial en la vida de Lisa Stark.

Después del Mandarín ,y todo lo que sucedió a causa de la situación, mi pequeña familia, naturalmente, tuvo que mudarse de nuestra casa californiana explotada y establecerce en Nueva York. Definitivamente, fue cambio brusco de crecer como hija única en una mansión de Malibú a vivir ahora a tiempo completo en una Torre de Nueva York repleta de adultos mayormente mejorados, entrando y saliendo como si fuera un Bed and Breakfast. Especialmente cuando estos adultos tienen la horrible costumbre de revolotear sobre mí cada veintitrés segundos y medio. Podría ser peor, por supuesto... supongo.

Asumí más responsabilidad para Industrias Stark al comenzar mi formación oficial como futura CEO. Se hace más fácil con la ayuda de papá y Pepper, y constantemente los estoy molestando con preguntas sobre qué diablos estoy haciendo. Es extraño. Quiero decir, Pepper es la que tiene la información más actualizada, pero ha sido difícil ponerse en contacto con ella. No ha estado alrededor últimamente. Cada vez que pregunto si todo está bien, tanto papá como Pepper me han dicho que está muy ocupada con la compañía que dejamos en Malibú... Parece que va mal. No soy ciega ni soy estúpida.

Aún así, cuando se trata de obtener consejos, descubrí que Pepper tiene una forma más sistemática de hacer negocios. Papá, por otro lado, sigue diciéndome que improvise en cosas que, definitivamente, no creo que deba "improvisa". Honestamente, creo que papá tiene un plan secreto para que todos pensemos que no lo está intentando, y que de alguna manera tomará el mundo y lo dejaremos porque lo hace parecer muy fácil. Pero eso no viene al caso. Mi punto es que la formación para CEO no es mi parte favorita de ser una Stark, pero se siente bien. Es el legado de mi abuelo y mi padre y es mi deber continuarlo.

Recientemente, comencé la Fundación Lisa, de la que estoy realmente muy orgullosa. Estaba destinada a ser una especie de asistencia para otras víctimas de abuso. Pero papá se apoderó de mi pequeño sueño y aquí estamos. Mi fundación ahora ha creado un edificio de doscientos cincuenta mil pies cuadrados con cientos de suites para solteros y familias, una piscina, dos gimnasios, centros de asesoramiento, centros médicos y cualquier otra cosa que pasé horas pensando. Originalmente, papá trató de ayudarme más allá de solo darme fondos, pero lo hice retroceder como solía hacerlo con todos mis proyectos de la escuela primaria. Lo adoraba por la oferta, pero esta era mía.

La mayor parte de mi tiempo, cuando no estoy esclavizada por la Fundación Lisa, lo paso con mi padre. Como de costumbre, trabajamos codo con codo en el laboratorio/taller de la Torre, arreglando y haciendo nuevas mejoras a los uniformes. A menudo, Bruce Banner trabaja cerca, por lo que también es bueno contar con su apoyo y ayuda en lo que respecta a la ciencia. Después de todo, todavía no estoy demasiada metida en ella y me pierdo cuando papá y Bruce entran en detalles. Aunque hay un tipo de arte divertido en lo que estamos haciendo, sin mencionar que puedo pasar más tiempo con papá, así que realmente lo disfruto. Recupera muchos de los viejos recuerdos y emociones de mi infancia, y es agradable sentirse así de nuevo.

Al estar en Nueva York regularmente, puedo pasar el rato y trabajar más con el equipo. Digo "equipo", pero realmente me refiero a "familia", porque eso es lo que han sido para mi padre y para mí. Nunca he sido demasiado bendecida en lo que respecta a la abundancia de lazos familiares. Cuando se trata de mí, las personas generalmente me dejan atrás o mueren.Tiende a ser así. Supongo que solía pensar que había nacido para estar sola, mas eso ha cambiado en los años posteriores a la Batalla de Nueva York. En los Vengadores, como todavía son conocidos públicamente, tengo amigos, tías y tíos, hermanos, mentores y todas las cosas que no sabía exactamente que quería. A veces me vuelven un poco loca, pero la mayor parte de ellas me río, así que no pasa nada.

Después está la otra cosa...

Él.

El chico.

Por el he hecho todo lo posible para olvidar. Peter, ese es su nombre. Lisa May Stark y Peter Benjamin Parker. Mi hermano. Dios, mi hermano. Incluso pensar en él hace que mi corazón se acelere y mis manos se cierren en puños. He pasado muchas noches inquietas envueltas en mantas en la terraza de la Torre. Las horas pasaban a la luz del día mientras contemplaba el horizonte de la ciudad de Nueva York, preguntándome amargamente dónde está o qué está haciendo. Probablemente estaría en sus últimos meses de octavo grado, ahora tiene unos catorce años. Y aquí estoy yo, con diecinueve y completamente fuera de la universidad. Me he perdido mucho de su vida. Nunca pude ser su molesta hermana mayor. Nunca pude pellizcarle el brazo, decirle qué hacer o levantarlo cuando se raspaba la rodilla. Oí que vive en Queens. No está tan lejos.

En alguna ocasión trato de imaginarme cómo se ve. ¿Se parece a nuestra madre o más a su padre como yo me parezco al mío? ¿Es un flacucho pelirrojo con cálidos ojos azules como los que mamá me dio? ¿Tenemos la misma sonrisa? Supongo que nunca lo sabré, porque no puedo ni siquiera mirar su foto. Sería muy doloroso. Hay muchas preguntas sin respuesta que sé que necesito dejar que me respondan. Soy un agujero negro en el que no estoy segura de que pueda sobrevivir cayendo. Está vivo. Está a salvo. No me importa el resto.

Estoy tan atrapada en mis pensamientos confusos que mis pies con tacón se tropiezan y salgo volando de frente a una gran losa de cemento. Ya estoy haciendo una mueca en anticipación del dolor cuando unos brazos rápidos me rodean. Me vuelven a poner sobre los zapatos que Pepper insistió en que usara antes de incluso golpear. Hay algunos jadeos de la multitud y siento que mis mejillas se sonrojan un poco de vergüenza.

—Whoa, whoa, cuidado —me dice una voz desconocida con una carcajada.

Echo un vistazo, dándome cuenta de que los había asustado, para ver a un hombre alto de piel oscura frente a mí. Happy tiene las manos extendidas, como si hubiera intentado atraparme y el hombre llegara primero. Los ojos de mi tío se estrechan ligeramente, observando al hombre hacer un movimiento que no le gusta. Sin embargo, no me siento realmente preocupada, ya que tiene ojos verdes amables y una sonrisa cuidadosa. Y él me salvó de caer de bruces, así que ya es un paso en la dirección correcta. Suspiro de alivio al enderezar mi vestido y tocar con agradecimiento su mano en mi antebrazo.

—Oh, Dios mío —asiento con la cabeza, poniendo mis manos en la parte baja de mi espalda—, juro que pensé que iba a morir justo allí —me giro para mirar a la multitud que todavía está mirando, lo cual es, ya sabes, maravilloso—. ¡Estoy bien!

Todos se echan a reír y yo frunzo los labios. ¿En serio? ¿Esto es de lo que se ríen? ¿Digo cosas mucho más divertidas y eligen esto? El caos continúa mientras vuelven a gritar por mi atención. Dios, estas personas son ridículas. Happy frunce el ceño un poco, dando un paso atrás para evitar que la multitud se acerque más.

Volviendo al hombre, le doy una risa increíblemente incómoda antes de poner los ojos en blanco.

—Gracias.

—No hay problema —se encoge de hombros—. Después de todo lo que has hecho por la gente, no dejaría que una... —mis ojos se abren antes de que él continúe rápidamente—, un bonito vestido se ensucie.

Dando un pequeño asentimiento de comprensión, me río un poco.

—Bueno, tanto mi vestido como yo te lo agradecemos.

—De nada —sonríe, mirándome antes de extender su mano—. Michael Allen.

Le estrecho la mano, tratando de hablar por encima del ruido de la multitud.

—Yo...

Me da un apretón fuerte antes de soltarse.

—Sé quién eres.

Algo está mal en su tono, pero no puedo decidir exactamente qué es.

Le señalo con el dedo y doblo un poco las rodillas.

—Claro. Por supuesto.

Nos paramos en otro silencio por un momento mientras miro torpemente a su alrededor y él parpadea al estudiar mi rostro. Todo esto es muy raro.

—Oye, no querrías salir de aquí, ¿verdad? —él señala con el pulgar sobre su hombro—. Conozco bien este lugar...

—Oh, bueno, gracias, pero yo —estoy desconcertada, pero trato de ser cortés—, me temo que estoy... —dudo e inclino la cabeza hacia adelante y hacia atrás, buscando la palabra correcta—, comprometida con otro asuntillo.

Ahí está de nuevo. Hay algo extraño en el tono de este hombre y ahora también en sus ojos. Es algo que no puedo ubicar. No es fascinación ni emoción. Ni siquiera es agradecimiento; no es que lo esperara, pero lo he visto con muchos de los otros con los que he hablado. Interpreto el papel de Tony Stark, riendo y asintiendo sin importar qué es lo que tiene en sus ojos. No dejes que sepan de ti. Que no entren. Te sirve mejor al final.

—¿Cosas de superhéroes? —él ladea ligeramente la cabeza.

Deslizando mis manos en los bolsillos de mi vestido, miro alrededor y luego entrecierro los ojos hacia él.

—Algo así.

 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

¡Esa lengua!

Hago una mueca hacia la nada cuando la voz de Steve suena en mis oídos cuatro horas después. Mi cuerpo está echado hacia atrás y giro un poco, tratando de evitar que el cuerpo de papá también rebote en el aire. Mientras trato de equilibrarme, veo la cosa azul brillando alrededor del edificio de piedra. Esquivando más bombas enviadas en mi dirección, frunzo el ceño al escudo que nos separa a papá y a mí de la base de HYDRA que se eleva sobre una colina rocosa.

Steve continúa, sin pensar en lo que dijo hace solo unos segundos.

—Jarvis, ¿qué vistas hay desde arriba?

—El edificio central está protegido por una especie de escudo de energía —responde nuestra bella IA británica en todos nuestros enlaces de comunicación—. La tecnología de Strucker es muy superior a la de cualquier otra base de HYDRA tomada.

—El cetro de Loki debe de estar aquí —escucho a Thor responder cuando lo que parece que su martillo se estrella contra los cuerpos de los soldados—. Strucker no podría montar esta defensa sin él.

—¡Lo está! —le grito a Thor, ignorando el ligero temblor en mi voz y bajando la barbilla para poder estudiar un poco mejor el escudo de energía—. Puedo sentirlo. Está cerca.

El dios está de acuerdo conmigo.

—Por fin.

Natasha le grita:

—¡Ese 'por fin' se está haciendo un poco largo!

Más disparos resuenan a través de la línea antes de que Clint nos llame.

—Sí. Creo que hemos perdido el elemento sorpresa.

—No me digas —murmuro, soltando rayos de mis botas para que pueda arrojar a algunos soldados vestidos de blanco.

—Un momento —dice papá rápidamente, deslizándose sobre un grupo de soldados de HYDRA—. ¿Nadie va a comentar el hecho de que el Capitán me ha dicho 'esa lengua'?

Lo sé —Steve extiende la palabra antes de que lo escuche gruñir y haga girar algo en el aire—. Se me ha escapado.

Resoplo y ruedo los ojos mientras papá y yo seguimos esquivando las balas y disparando algunas de nuestras ondas de vuelta.

—Señor, señorita —la voz de Jarvis llega a mi oído—, la ciudad está recibiendo un fuerte ataque.

—Sabemos que a Strucker no le van a preocupar las bajas civiles —responde papá en voz baja, la irritación en su voz se filtra a través de mi comunicador.

—¡Jarvis! —la cabeza de papá se vuelve hacia mí antes de sonreír—. Envía a mis chicos.

Echo un vistazo por encima de nuestras cabezas, viendo a la Legión de Hierro atravesar el cielo gris hacia la ciudad aún más grisácea detrás de nosotros. Con rapidez, llevo mis dedos a mis palmas, golpeo las llantas nuevas en mis propulsores y me deslizo a la opción holográfica que da vida a mi contacto electrónico. Se abre una interfaz completa ante mi ojo izquierdo y estudio cómo está funcionando nuestro nuevo y mejorado mecanismo de defensa. Una vista de mi padre está a la derecha, mientras que la Legión de Hierro está a mi izquierda. Las imágenes de los civiles sokovianos arrojando objetos y gritando cosas horribles a la Legión me revuelven el estómago. No lo entiendo. Sinceramente, solo queremos ayudar y, sin embargo, aquí están, gritando maldiciones sobre las cosas que hemos diseñado para protegerlos.

—¡Lees! ¡Aquí! ¡Atrapa! —la voz de papá me hace dar la vuelta.

De repente estoy sujetando a un hombre que me lanzó antes de pasar a otra persona. Envuelvo mis brazos a su alrededor y me levanto, solo para dejarlo caer de nuevo. Una vez que aterriza, intenta sacar su escopeta, volteándose para mirarme. Me acerco silenciosamente para patearle la cabeza, dejándolo inconsciente. Mis pies se contraen en la nieve mientras me doblo y envío un fuerte golpe en la cara de otro, rompiendo su máscara negra en el proceso. Me agacho cuando saca su pistola y retrocedo para darle una fuerte patada en el estómago. Él vuela lejos de mí, inmóvil, golpeando su cabeza contra el tronco de un árbol. A medida que caen más disparos a mi alrededor, me giro en espiral mientras mis manos y pies vuelven al aire.

Estoy levantando mis manos para disparar a los que se aproximan cuando Steve dice:

—Tenemos un mejorado sobre el terreno.

—¡Clint está herido! —esa la voz de pánico de Natasha y, sin embargo, de alguna manera suena irritada por lo que escucho a continuación—. ¿Alguien se ocupa de ese búnker? —oigo un fuerte rugido y luego Natasha dice con una voz suave y dulce—: Gracias.

—Stark, Lees —mi cabeza se levanta bruscamente cuando Steve dice mi nombre—, tenemos que entrar —gruñe la última parte.

Papá responde con confianza:

—Nos estamos acercando.

Los dos aterrizamos en un trozo de cemento cubierto de nieve. Cuatro pies se deslizan por el suelo cuando nuestras manos se elevan y los rayos de luz disparan al batallón que se aproxima.

Los hombres gritan y son expulsados, desapareciendo sobre la repisa. Corro hacia un lado para asegurarme de que ya no son una preocupación. Mis manos cubiertas de cuero rojo caen sobre la barandilla fría y sacudo mis dos trenzas sobre mis hombros. Papá me mira, esperando que le dé una confirmación. Asiento y él asiente de vuelta antes de que los dos volvamos a la parte exterior de la base.

—Jarvis, ¿nos estamos —hace una pausa, preguntando con poca confianza— acercando? ¿Ves la fuente de energía parade ese escudo?

Me quedo atrás para dejar que el traje de papá atraviese la valla metálica que se aproxima antes de girar a su lado, ayudándolo a derribar a los soldados cuando vienen.

—Hay una onda de partículas bajo la Torre Norte.

—Genial —papá se estrella contra el interior de un jeep cuando yo me levanto, corro por el tejado y salto para seguirlo—. Quiero pincharla con algo.

—¿No has escuchado la frase 'pinchar al oso con un palo' y cómo no deberías hacerlo? —respondo rápidamente antes de que lance un misil contra la ladera de la colina.

El escudo azul brillante se estremece, dejando la base indefensa.

Dándonos la vuelta hacia la ciudad, miro a mi padre encogiéndome de hombros.

—Pues vale. El puente levadizo está bajado, amigos.

Prácticamente puedo ver la sonrisa de papá a través de su máscara.

—Sabía que iba a funcionar.

Ruedo los ojos mientras caigo al suelo, doblando las rodillas para aceptar el peso de la caída. Mi cabeza se levanta lentamente, mirando a los soldados que vienen hacia mí por todos lados, saliendo de las paredes de la base interior como insectos. Les doy un pequeño saludo antes de que dos brazos me rodeen el torso. Lanzo un suspiro, volteándolos sobre mi cabeza con un movimiento que he perfeccionado gracias al maravilloso entrenamiento de nada menos que Natasha Romanoff. Le envío un fuerte golpe antes de usar su pecho para girar y patear la cara de otro soldado. La conversación continúa a través de los comunicador al tiempo que papá y yo seguimos luchando por llegar a la aterradora mansión de Strucker.

La voz de Thor suena de repente cuando golpeo a un hombre en el cuello.

—Tú, Stark y Lisa conseguid el cetro.

Mi mano se mueve hacia arriba para tocar mi comunicación.

—Recibido —responde Steve por los tres.

—Parece que se alinean —dice Thor, refiriéndose a algo de su lado de la batalla.

—Están muy animados.

Tengo el sentimiento muy particular de que esas personas no están animadas.

—Encuentra el cetro —ordena la voz firme de Thor.

—¡Y por el amor de Dios, ojo con esa lengua! —bromea papá.

Me doblo de la risa, sosteniendo mi abdomen mientras mi chaqueta roja se frota contra la parte posterior de mis pantorrillas.

Escucho a Steve suspirar:

—Ya veo que tardarás en olvidarlo.

—¡Lees! —papá me agarra de la mano y me da un tirón antes de estrellarnos contra un cristal nebuloso.

Cuando me empuja al interior, pateo a algunos de los soldados que lo custodian antes de que papá suelte mi mano. El resto de los que están dentro del cuarto oscuro de la mansión comienza a gritar, disparando sus ametralladoras en un estado de pánico enloquecido. Mis pies aterrizan y me agacho en los escritorios, esperando que el tiroteo llegue a su fin. El traje de papá rebota cada disparo y las balas van hacia el cemento.

—Chicos, alto —papá habla con voz muy parental—, tenemos que hablar.

Aprieto mis labios hacia él, dándole mi mejor ceño fruncido. Él tiene ese tono otra vez; el que usa conmigo en alguna ocasión. Pequeños misiles salen del traje de mi padre, derribando todos y cada uno de ellos. Los escritorios y las máquinas tiemblan cuando el grupo de casi veinte hombres se desploma en el suelo, rodando y gimiendo de dolor.

Todavía flotando sobre nosotros, papá mira a su alrededor con indiferencia.

—Buena charla.

Mientras salto y limpio mis guantes sucios en mis pantalones, escucho una pequeña voz gemir.

—No, no lo ha sido.

Mi ceño fruncido se convierte en una sonrisa mientras paso torpemente sobre los cuerpos que aún gruñen.

—Perdón, disculpe, lo siento.

Papá cae detrás de mí. Sus botas de metal tintinean y las mías de cuero raspan mientras continuamos avanzando hacia el corazón de la mansión. Mi sonrisa cae y mi rostro se oscurece cuando veo a un hombre, que reconozco como el Doctor List, sobre un escritorio y numerosas computadoras. List es el doctor loco que ha estado experimentando en humanos para HYDRA, más específicamente para Strucker. No me malinterpretéis, aún estaría increíblemente cabreada incluso sin tener experiencia personal con la experimentación humana. Pero la tengo. Y para decirlo a la ligera, no soy fanática.

Ni papá ni yo decimos nada mientras lo fulminamos con la mirada. Cuando List finalmente nota nuestra presencia, su cabeza se levanta y sus ojos se abren. Deja escapar un sonido de sorpresa y alcanza lo que supongo que es un arma, y ​​no puedo evitarlo. Mi ira estalla y mi puño se conecta con su barbilla. El viejo cae al suelo, cierra los ojos y la boca por la sorpresa en la que lo dejé.

—Cálmate, jovencita —papá inclina su barbilla hacia mí, levantando una ceja.

Me encojo de hombros tímidamente, sacudiendo mi mano ahora adolorida.

—Lo siento. Todo pasó muy rápido.

Él se ríe un poco antes de que la última actualización del traje de Iron Man se separe, revelando a mi padre vestido informalmente. Sale, mirando alrededor con irritación cautelosa. Le doy un saludo, ahora que realmente puedo verlo. Me da una sonrisilla y devuelve el saludo, levantando después un dedo hacia el traje.

—Modo centinela —el traje mantiene el brazo levantado hacia el doctor inconsciente, listo para disparar si es necesario.

Me ajusto la chaqueta sobre los hombros para bloquear el frío que sopla a través del cuarto oscuro. Papá y yo nos acercamos a las pantallas intermitentes de las computadoras. Enchufa un dispositivo en la extensión, haciendo que se levante un holograma azul.

—Vale, Jarvis, ya sabes —papá trabaja a mi lado, buscando y eliminando varios archivos—, lo quiero todo. Y copia a Hill en el cuartel general.

Nuestras manos escriben rápidamente en las teclas, tratando de trabajar a través de los montones y montones de datos que HYDRA ha almacenado. Sacudo un poco la cabeza, frunciendo ante los archivos que estoy viendo. Las cosas que HYDRA ha hecho me hacen vomitar; la gente que han matado y la que han torturado es despreciable. Mientras reviso los archivos, una cara familiar me hace dejar de desplazarme y fruncir un poco más.

Activo: Svetlana Anastasiya Barnes.

Esa chica del año pasado; la que ayudó a matar a Fury; con la que me peleé. La que también resultó ser la hija del mejor amigo muerto de Steve. Quién es o fue un asesino. Aparentemente, ella huyó con Natasha y Steve un par de días después de que me marchara de D.C. en 2014. Sí, ella y su padre también estaban cuando Steve y Natasha derribaron a los infiltrados de S.H.I.E.L.D. Ah, y S.H.I.E.L.D. tenía planes de matarnos a mi padre y a mí. Eso fue lo que sucedió.

Según estos registros, parece haber sido obligada a hacer el mal en su vida. Es unos años más joven que yo, creo que tiene catorce. Nadie sabe lo que le pasó. Saben que el Soldado de Invierno salvó a Steve y lo dejó en la orilla del río antes de desaparecer, pero la niña... Nadie sabe lo que le pasó. Podría estar muerta o atrapada en otras bases de HYDRA, o tal vez se haya ido con su padre a alguna parte. Es extraño. Esperaba que esto atormentara a Steve cuando escuché quién era. He investigado lo suficiente sobre Steven Grant Rogers para saber sobre su mejor amigo de la infancia, James Buchanan Barnes. Pero lo que me sorprende es ver cuán profundamente ha afectado a Natasha.

—Sé que no escondéis solo archivos —la voz de papá irrumpe en mis pensamientos, alejándose de la computadora, mirando a su alrededor y frotándose el pulgar y el índice—. Hey, J, escanéa la sala, rapitidito.

Envuelvo mis brazos sobre mi pecho, estrechando los ojos.

La brillante luz roja de Jarvis escanea el área antes de informarnos.

—La pared de vuestra izquierda. Detecto refuerzo de acero.

Papá y yo nos volvemos, estudiándola. Papá se balancea un poco, mirándola con intriga.

—Hm —tarareo pensativamente, pasando por encima de List para poder alcanzar la pared.

—Y una corriente de aire —Jarvis termina cuando papá se pone a mi lado.

Papá mira la pared de arriba a abajo.

—Por favor, que sea una puerta secreta, una puerta secreta, una puerta secreta —apoya sus manos sobre ella y le da un fuerte empujón, haciéndola retroceder y abrirse.

Nos miramos y musitamos al unísono:

¡Yupi!

Papá rápidamente entra en la oscuridad de la puerta secreta, casi desapareciendo. Se mueve suavemente, deslizando su mano a lo largo de la pared. Mis ojos se abren ante su entusiasmo y siento que mi corazón acelera; el zumbido en la parte posterior de mi cabeza comienza a sentirse un poco más fuerte y doloroso. Apretando los dientes, presiono algunos dedos contra mi cráneo con la esperanza de hacerlo retroceder. Suspiro y doy unos pasos detrás de él, pero me detengo al alcanzar su cuerpo iluminado por una sola luz blanca sobre nuestras cabezas. Mis grandes ojos azules miran a nuestra derecha para ver una larga escalera oxidada y forrada de metal que conduce a una mayor oscuridad.

Me muerdo el labio y rápidamente miro por encima del hombro.

—Espera, espera, ¿vas a dejar el traje allí?

—¿Qué? Tengo que protegerme —papá mira hacia adelante, arrastrándose con cuidado por la oscura y aterradora escalera.

Me detengo y frunzo el ceño.

—Si yo soy la que te protege aquí, ¿por qué vas primero?

—Tengo problemas de control —responde y continúa, sosteniendo una mano contra la pared para mantener el equilibrio.

—Dime algo que no sepa —musito juguetonamente antes de trotar cuidadosamente para alcanzarlo.

—Tenemos un segundo mejorado. Una mujer. No la ataquéis —nos dice Steve mientras papá y yo continuamos bajando.

Le doy a mi padre una expresión preocupada.

—¿Cuántos más crees que tienen por aquí?

Papá solo frunce el ceño y sacude la cabeza.

—Chicos, tengo a Strucker —agrega Steve unos momentos más tarde.

Papá y yo continuamos por el pasillo con pequeñas luces blancas que nos llevan más cerca hacia el final del túnel. Una extraña habitación iluminada de azul aparece al pasar el umbral.

—Ya —papá hace una pausa, los dos miramos terriblemente a la bestia de metal que se alza sobre nosotros—, yo tengo algo más grande.

Una sala masiva se extiende ante nosotros mientras la niebla azul se cierne alrededor, subiendo hacia el techo que prácticamente parece que estar allí. Las cadenas de metal suben por las paredes y mis labios se separan en shock por el leviatán Chitauri que cuelga de ellas. Otra tecnología rota, ya sea hecha por Chitauri o HYDRA, no lo sé, sigue brillando con vida. Trago con dificultad, quitándome los guantes, abrochándolos y metiéndolos en mis bolsillos. Suspiro mientras mis pies me arrastran detrás de mi padre y me dan la vuelta para poder estudiar el lugar. El zumbido en la parte posterior de mi cabeza aumental y me tropiezo un poco.

Presiono una mano en el lugar, estremeciéndome por el dolor.

—Chicos, está cerca. Está aquí.

Papá asiente, pero se detiene ante un extraño robot de metal sobre una mesa. Sus cejas se fruncen al estudiarlo, dando un paso hacia la mitad. Gira la cabeza para poder mirar hacia las máquinas que me recuerdan muchísimo a Tonto y Tú, las que nos ayudaron a crear el Mark II. ¿HYDRA estaba construyendo robots? Papá y yo intercambiamos una pequeña mirada mientras lo paso a él y a las cosas de metal para arrastrarme hacia el cetro azul brillante que espera.

Voltios de algún tipo de energía parpadean del cetro curvado que se encuentra en una mesa negra. Extrañas bandas de energía circulan a su alrededor, protegiéndolo de cualquiera que vaya a tocarlo. El zumbido en mi cerebro continúa expandiéndose, expandiéndose y expandiéndose.

Te encontré —susurro, mis dedos temblando de poder mientras los acerco un poco hacia él, pero ni siquiera me atrevo a tocarlo.

No otra vez.

—Thor —dice papá—, ya vemos el premio.

Pequeñas sonrisas aparecen sobre nuestras características coincidentes, aliviados de haber encontrado finalmente esta maldita cosa. Meses interminables de búsqueda y aquí está. Nuestros ojos miran la piedra azul del cetro. Parece que pasaron décadas desde la última vez. 2012. ¿Fue en Alemania? ¿O tal vez ya estábamos en el helicarrier? Todo lo que sé es que el helicarrier fue el último lugar en el que quise verlo, aunque sabía que no. Loki y yo no habíamos terminado, así como el cetro y yo. Quizás... Quizás ahora podamos.

Un leve chirrido resuena a través del aire repentinamente frío, moviéndose como cuchillos contra el hielo mientras devasta mis sentidos. Haciendo una mueca, mi cabeza se retuerce ligeramente para enfrentar los iris rojos de otra chica que se ve repentinamente sorprendida de ser notada por mí. ¡El otro mejorado! Abro la boca para gritar una advertencia y empiezo a levantar mi propulsor, pero aparece un repentino rojo que absorbe mi vista cuando los dedos de la chica se curvan. Siento extraños zarcillos deslizándose por mis pensamientos, infectándome de una forma que solo el cetro ha hecho antes. Mi cabeza cae hacia atrás sin fuerzas y siento que se balancea. Respiro hondo y mi mandíbula se contrae, pero no lucho, sabiendo que esta es la única forma de superarlo.

Sobrevive al dolor. Despierta. Sobrevive al dolor. Despierta.

Es una canción que canto cuando vienen las visiones. Así fue como aprendí a controlarlas. Así es como he aprendido a sobrevivir con las voces en mi cabeza durante todo este tiempo. Es solo un sueño. Nada puede lastimarte en los sueños. Las pesadillas no pueden alcanzarme. Aún no. Ni siquiera pueden tocarme cuando ni siquiera son reales Después de todo, los sueños siempre tienen que llegar a su fin.

Pero esta vez... esta vez es diferente porque no estoy realmente ahí.

Porque esta no es mi visión.

No, no. Es la de mi padre.

El laboratorio oscuro de la base HYDRA nos rodea, pero algo se siente diferente. Mis manos se sienten heladas y el aire amargo cuando las aprieto. Mis ojos rojos se desvanecen mientras levanto suavemente la cabeza, tratando de dar sentido a la locura de nuestro alrededor. Mi padre está rígido a mi lado, mirando hacia el espacio. Mueve la cabeza un poco, como si estuviera confundido con lo que acaba de sentir.

—¡Papá! —lo llamo, pero tan pronto como mi voz sale de mi boca, mis palabras se disipan en una luz brillante y desaparecen en la oscuridad.

Él no puede escucharme. No puede verme. Está completamente solo.

Una pequeña luz azul arde sobre nuestros hombros, llamando nuestra atención. Lentamente, giramos y la forma metálica del leviatán ruge en nuestras caras. Jadeo silenciosamente cuando los rayos estallar y el monstruo se desliza por el aire. La mano de papá se extiende en mi dirección, pero no me alcanza porque tropieza y levanta su otro brazo para defenderse. Sigo el camino destructivo del leviatán hasta una plataforma rocosa llena de los cuerpos de mi familia.

Mi mandíbula se afloja, viendo la horrible visión de una galaxia y la sangre goteando bajo nuestros pies. Mi mirada horrorizada se eleva para ver a mi familia muerta o muriendo. Lanzas salen del cuerpo de Hulk y sus ojos miran suplicantes al resto de nuestros amigos. Hay un agujero en mi pecho, mi mano se estira y mis ojos abiertos son de un azul oscuro. Natasha luce sin vida en dirección a mi padre, sin indicios de la sonrisa que generalmente juega en sus labios. Clint está acurrucado sobre sí mismo con una flecha puesta en su arco, habiendo caído luchando. Los ojos de Thor están cerrados y su rostro está cortado; el Mjolnir se encuentra fuera de su alcance. El escudo de Steve está por la mitad mientras su cuerpo frío y pálido se apoya rígidamente a los pies de mi padre.

El sudor gotea por la frente de papá mientras observa con temblorosos labios entreabiertos. Un aliento desesperado cae de su boca, caminando hacia la plataforma, dejándome atrás. Se arrodilla y se aferra a una roca cercana, buscando el pulso en el cuello de Steve.

—¡Papá! ¡No pasa nada! ¡No es real! —esta vez sale mi voz, pero tiene tanto eco y es tan distante que no estoy segura de si él puede oírme—. ¡Está en nuestras cabezas!

Podías... habernos... salvado —Steve se ahoga.

Miro a mi padre con incredulidad. ¿Dejó que sucediera? ¿Dejó que nos pasara? ¿Por qué no nos salvó? Me estremezco y rápidamente sacudo la cabeza, tratando de detener la línea de pensamiento de la visión. No entiendo por qué esto duele tanto. ¡No es real! Pero tampoco es como mis otras visiones. Las otras son entrecortadas y destellos del futuro, pero esto es otra cosa.

La mano de Steve se afloja y sale un chorro de sangre de su nariz, pero aún podemos escuchar su voz susurrando.

¿Por qué... no hiciste... más?

Papá lo mira con pena tallada en el rostro. Sus cejas se arquean y sus labios aún están separados. Puedo ver un ligero temblor comenzar en sus manos y lágrimas salir de sus ojos mientras mira hacia la galaxia. Más y más leviatanes se deslizan hacia el agujero rasgado en el cielo, dirigiéndose directamente a la Tierra.

Y luego los dos volvemos a levantarnos, sin mirar absolutamente a nada con conmoción y dolor en nuestras caras. El sudor todavía gotea por la frente de papá, su cara se contorsiona y parpadea con fuerza. Se vuelve hacia mí y me lanza una mirada fugaz para asegurarse de que sigo viva. El zumbido en mi cabeza ahora chilla y mis manos tiemblan como resultado. No digo nada mientras continúa mirando a su alrededor en pánico, verificando si el leviatán todavía está encadenado al techo. Lucha por exhalar, apretando la mandíbula y mirando hacia el cetro con una mirada oscura y lejana.

Parece que ni siquiera puedo pensar o recordar qué diablos estábamos haciendo antes. Nosotros, estábamos... Espera, estamos en Mónaco, ¿verdad? No, no, no estamos ahí. Está oscuro. Estamos en la oscuridad y hace frío. ¡La cueva! ¡Estábamos en Afganistán! Oh Dios, eso tampoco. Mi propulsor derecho se frota rápidamente en el centro de mi frente mientras los dedos de mi mano izquierda se frotan en mi cráneo.

Fue... extraño.

Mi padre no quita su oscura mirada del cetro antes de que de repente extienda una mano. Mi cara se vuelve preocupada, viéndolo respirar con enojo; su mano extendida comienza a temblar. Y luego vuelve: lo que estamos haciendo, cuál era el propósito de esta misión y, finalmente, lo que está haciendo mi padre. Mis ojos se abren y mi corazón una vez más toma su ritmo furioso cuando él pasa rozando a mi lado, rodeando el escritorio donde aún se encuentra el cetro. Un guante de metal envuelve su brazo a medida que se acerca.

Respiro rápidamente, hablando en pánico.

—Papá, espera, espera...

La mano de mi padre golpea la barrera azul y atrapa el cetro.

Mis iris se abren, un dolor desgarrador brota de mi cráneo y retrocedo, mirando a la misma cosa que tiene el poder de destruirnos.

Y papá simplemente inclina la cabeza mientras sus ojos lo estudian.

Y no puedo evitar preguntarme si esto fue un error.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro