twenty-three - with everything, with nothing

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chapter xxiii.
( civil war )

abre la puerta a la pesadilla
desearía poder volver a casa
¿dónde empiezo a recoger
todo lo que se empieza a desmoronar?
where do i even start ─── morgan taylor reid

base de los vengadores, nueva york
12 de junio, 2016
( punto de vista en tercera persona )

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—Tony, necesito saberlo. Por favor, todo lo que quiero es saber la verdad. Solo responde mi pregunta.

—¿Qué pregunta?

—Está muerta, ¿verdad?

Parece que el hombre no puede abrir los ojos; todo esto es un mal sueño, tiene que serlo. No puede estar pasando. No puede. No creía que fuera a terminar así. Juró por Dios que jamás pensó que fuera a terminar así. Sinceramente, desea estar aturdido; ¿por qué no puede estarlo? Es casi de noche, el cielo parece que se está acercando a él. Ella dijo que estaba de su lado, pero no fue suficiente. Dios, ¡¿por qué no podría haber sido suficiente?!

—Tony...

Las lágrimas se deslizan por la cara de la rubia fresa, quien presiona una mano sobre su estómago, sintiéndose enferma por lo que ha sucedido en los últimos dos años sin que ella estuviera ahí. Pepper debería haber estado aquí para él, para ella y para el bebé del que acaba de enterarse. Son su familia y, aunque las cosas se torcieron para Tony, Pepper no debería haber dado un paso atrás.

Oh, había tanto que ninguno de ellos debería haber hecho.

Pepper lentamente lo rodea, tratando de mirarlo a los ojos.

—Tony —su voz se le queda en la garganta y sus ojos claros están rojos de dolor—, no puedo quedarme sin saberlo. Tienes que decírmelo.

El hombre sacude la cabeza con rigidez y se sienta, sus rodillas de repente se sienten débiles, su cabeza comienza a girar y le duele el brazo izquierdo.

—Necesito que me respondas —Pepper se desliza hacia abajo para arrodillarse frente al hombre, agarrando fuertemente sus manos—. Tony... por favor —un sollozo brota de sus labios, su rostro cae y su pecho se contrae dolorosamente—. ¿Nuestra hija está muerta?

Sigue una larga pausa donde Tony se lleva una mano a los labios y niega. Se siente tan desagradable, tan despreciable, tan indigno. Ni siquiera puede soportar el sonido de su propia voz.

Finalmente, se voltea para mirar a Pepper con sus grandes ojos marrones llenos de dolor y susurra con voz vacilante:

—No lo sé.

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Clint camina junto a Steve, sosteniendo a Wanda temblorosa a su lado y apretando una de sus manos frágiles. Steve los lleva a través de las afueras de un bosque, hacia un gran campo de hierba verde y amarilla donde espera un helicóptero. Después de sacarlos de la Balsa, Steve les aseguró que Wakanda ofrecería una forma de esconderse. El hombre que es casi rey no prometió necesariamente que fuera dentro de las fronteras del país africano, pero los héroes, ahora fugitivos, recibirán algunos medios para encontrar seguridad en otros lugares.

Él no está seguro de cuánto tiempo podrá aguantar esto... Hizo su parte, pagó su deuda, hizo lo que creía correcto, pero ahora solo quiere regresar a casa con su esposa e hijos.

—Vosotros y Scott iréis a Rusia por el momento —Steve informa a los dos cuando salen de la línea de árboles—. Los demás y yo nos encontraremos allí y podremos continuar una vez que todo esté listo.

Clint asiente, volviendo a su papel de espía.

—Algunos viejos contactos míos y de Natasha están en Samara. Podrían ayudarnos con un par de cosas esenciales.

—Bien. Vamos a necesitar toda la ayuda que podamos obtener.

Wanda traga saliva, tratando de encontrar su voz dentro de su forma vacía.

—¿Y... y Lees y el bebé?

Steve mira bruscamente a la morena, sus ojos se abren.

El arquero aprieta el hombro de la chica que considera una hija, terminando su pensamiento.

—¿Volvió con Stark?

Y Steve deja de caminar por completo, sus ojos azules caen al suelo cubierto de hierba. Clint y Wanda también se detienen, notando que el capitán lo ha hecho. Se vuelven para mirarlo con el ceño fruncido y preocupado. La garganta de Wanda se cierra y su respiración se acelera cuando las lágrimas llenan sus ojos. Pero Clint no está dispuesto a aceptar su silencio. La ha cuidado desde la primera vez que la conoció. Adora a esa niña.

—Steve —su voz se vuelve áspera—, ¿dónde está Lisa?

El capitán toma una respiración lenta e inestable antes de retirar la cabeza y encontrarse lentamente con sus ojos.

—Steve —la voz de Wanda suena muy asustada—, ¿dónde está mi mejor amiga?

El capitán simplemente sacude la cabeza.

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Está oscuro; totalmente oscuro, en realidad. Aún así, Tony deambula por la instalación, sin propósito. Pepper se durmió en una de las muchas habitaciones del lugar horriblemente silencioso, después de haber decidido pasar la noche. Visión puede estar en algún lado. Tony no lo sabe. Realmente no le importa. En su mano derecha lleva un grueso vaso y el líquido marrón dorado se agita de un lado a otro cuando sale por las puertas delanteras, entrando en el gran patio verde que se extiende más allá.

Pensó que conocía el vacío antes.

Pensó que conocía la pérdida.

Pues no.

Tony Stark nunca se ha sentido tan inútil en toda su existencia, y Dios sabe que ha habido muchas noches para ello.

—Bueno...

Sus pies descalzos lo convierten en un círculo contra la hierba mientras mira las luces blancas de seguridad.

—Ha pasado un tiempo desde que estuve aquí frente a ti. Tal vez nos haga un favor a todos y solo... —jadea una risa sarcástica antes de cerrar sus ojos punzantes—, sigas el juego, Lees —traga saliva, sus rasgos se contorsionan.

Sus grandes ojos se abren y deja escapar un fuerte suspiro, mirando hacia las luces una vez más.

Él balancea el grueso vaso hacia la oscuridad, gritando a nadie que está escuchando.

—¡Y sé lo que todos piensan! Tony Stark es un idiota arrogante y sin corazón que no puede salir de su hábito, sí, sí, ya veo lo que decías.

El hombre señala con su temblorosa mano libre y mira profundamente en la oscuridad con una expresión inquisitiva, pero se da por vencido y mueve la mano.

—Todos decís que no soy del tipo heroico. Que tengo una lista de defectos por todos los errores que he cometido, en gran parte públicos.

Tony respira tranquilo antes de dar unos pasos hacia adelante.

Su voz de repente se convierte en un grito:

¡Sé lo que estás diciendo! ¡Te escucho! ¡Los escucho a todos! ¡Yo mismo dije estas palabras, Lisa!

Jadea y deja caer las manos sobre las rótulas, sacudiendo la cabeza oscura.

—Lisa... Dios, Lees... La verdad es que... —su cuerpo se balancea mientras se endereza, sus manos se mueven hacia los costados y sacude la cabeza—. Tienes razón.

Se tambalea un poco, paseándose por la hierba y estudiando las hojas verdes como si le ofrecieran algún medio de consuelo. Sin embargo, no lo hacen. Nada lo hace. Sus manos comienzan a apretarse en puños y a temblar, luego deja de escuchar sus propios latidos por el desesperado sonido de él jadeando por aire. Sus ojos arden y los cierra con fuerza, pero nada puede luchar contra las lágrimas y la agonía que se levanta en su interior.

De repente, Tony gira hacia las luces y grita:

—¡Nunca pude despedirme de ellos!

La noche no hace nada para responder; solo escucha.

—¡Mis padres fueron asesinados! Aplastaron la cara de mi padre y estrangularon a mi madre y yo era un crío, ¡solo un crío estúpido! ¡Eso me rompió! Estaba solo y todos estaban mirando y me rompió —suelta una carcajada—. Pero volví a levantarme. ¡Cuidé a mi hija e hice mi propio camino en el mundo, y todo por nosotros!

»Y, ¿adivinas? —se ríe una vez más y balancea su cuerpo con amargura, entrelazando cada uno de sus movimientos—. Mi hija y yo fuimos secuestrados por terroristas contratados por el único hombre que alguna vez actuó como padre hacia mí. Ah, sí, hablemos de eso. Un buen hombre se sacrifica, mi hija casi es violada y yo casi me muero, pero, eh, ¡los dos salimos con vida!

»Sí, nos recuperamos. Hago un traje, consigo a la chica de mis sueños y salvo al mundo con un grupo de personas notables, pero espera, ¿qué es eso? —se lleva una mano a la oreja y abre los ojos burlonamente—. ¡La tragedia ataca de nuevo! ¿Por qué? Porque no podemos dejar que Tony tome un respiro, ¿verdad? ¡No!

»Tony Stark ahora tiene ataques de ansiedad, su casa estalló con su familia dentro y la gente que ama casi muere, ¡pero sigue aguantando! ¡Se levanta, señoras y señores, se levanta! Salva el país, protege a la gente y le dice a su hija que la ama y que es un héroe, sí, todos lo ven como un héroe. ¡O al menos eso cree!

Él se burla y frunce la nariz, agitando la mano.

—¡No! ¡Tony Stark es un villano! Sí, de un solo golpe, el hombre en una lata se las arregla para perder a su chica y al respeto de sus amigos. El mundo odia Tony Stark, casi tanto como se desprecia a sí mismo.

»Al intentar protegerlos a todos, crea un arma terrible y la gente muere por lo que ha hecho, y no puede soportar las miradas que le dan. Entonces, se esconde del público. Deja de ser un héroe, intenta... —el hombre lucha con sus palabras, incapaz de evitar hiperventilar mientras susurra en pánico—. Intenta detenerlo.

»¡Pero no se detiene! Las batallas siguen, sus amigos lo traicionan, él no puede detener el sangrado, los gritos, las discusiones, y se deprime, queda roto y ya no puede continuar. Su hija se fue hace mucho, está sufriendo, y sus amigos no confían en él, y él está sufriendo. ¿Volverá a levantarse? ¿Cómo puede un hombre tan egoísta y perdido y dolorido volver a levantarse? ¡¿Lo hará?! ¡¿Podrá hacerlo?!

Mira a su alrededor hacia la oscuridad antes de gritar:

—¡Oh, damas y caballeros, lo hará! ¡Tony se pondrá de pie, echad un vistazo! ¡Como un fénix de las cenizas, Tony Stark se levantará! Justo a tiempo para perder su amada hija... —su voz se quiebra y sus pies tiemblan, haciéndole tropezar y caer de rodillas.

Sacude su cabeza oscura, susurrando a nadie, porque ya no hay nadie para él. Está solo. Justo como sabía que estaría. La única diferencia es que está sin ella. Nunca pensó que estaría sin ella.

La expresión de Tony se transforma en una de dolor y deja escapar un sollozo silencioso.

—Estoy sobre mis manos y mis rodillas, y no pu-puedo vol-volver a levantarme... No me preguntes... n-no puedo...

Él deja escapar un quejido, empujándose hacia atrás para sentarse en la hierba, sus ojos muertos y su mano todavía agarrada al grueso vaso. Traga saliva y su mano tiembla mientras trata de llevar el vaso a sus labios, manteniendo sus ojos en sus pies descalzos, ahora húmedos y fríos por el rocío de la hierba verde oscura.

El vidrio frío solo toca los labios de Tony cuando una voz extrañamente familiar espeta:

—¿Qué diablos crees que estás haciendo?

Sus ojos parpadean y los dirige hacia la fuente de la voz. Una chica muy familiar de pelo oscuro con cálidos ojos azules se para sobre él.

Lisa.

Su Lisa, si incluso se le permite considerarla suya ahora.

Sus rasgos que combinan perfectamente con los suyos son curvos y se iluminan con la luz de la luna y las luces de seguridad. Sus ojos tienen una especie de inocencia que Tony no ha visto en muchísimo tiempo. Es como si tuviera cinco años otra vez, riendo y sonriendo mientras corre hacia él cuando llega a casa del trabajo y la pone en sus hombros. Pepper estaría detrás de ellos con una amplia sonrisa, riéndose al tiempo que Tony se burla de la chica y la hace girar en círculos. Solo estarían girando y girando.

Tony —Lisa llama para traerlo de vuelta y sus labios se fruncen sombríamente—, ¿qué estás haciendo?

El hombre se encoge de hombros y gira el vaso.

—Intentando y no logrando emborracharse, mon amie. Solo estoy en medio de la noche, actuando como si estuviera totalmente borracho. Todo es un desastre —muestra una mano y luego se queja—. Dios, ni siquiera puedo llevar el vaso a mis labios.

—Vale —ella pone sus manos en sus caderas, mirando su cuerpo demacrado y desordenado—. Te ves horrible.

Tony la mira de reojo con una expresión de disgusto.

—Siempre sabes qué decir para hacerme sentir mejor, pequeñaja. Gracias.

Lisa hace una mueca de disculpa y suspira antes de sentarse en la hierba a su lado, mirando a la base con una expresión triste. El padre y su hija se quedan ahí durante un largo momento, sin decir nada, mirándose de vez en cuando.

Finalmente rompiendo el silencio, Tony comienza con un suspiro:

—Como sabrás, nunca he sido el mejor para compartir, incluso de pequeña. Una vez tuve una mala experiencia con bloques de construcción. Tercer grado. Mal momento.

—¿Hay algún punto en esto? —Lisa interrumpe con una ceja levantada.

—¡Ah, sí, mi punto! ¡Gracias! —la señala con una breve inclinación de cabeza—. Bueno, supongo que para resumir... —se inclina hacia ella y extiende el grueso vaso hacia la joven—. ¿Quieres?

Lisa hace una mueca.

—No, he renunciado a eso. La última vez que tomé alcohol, me casé y quedé embarazada, así que —hace una mueca juguetona una vez más—, voy a pasar.

Tony la mira fijamente durante un rato, sabiendo que esta no es la verdadera Lisa, que es un producto de ella que su mente ha conjurado para gastarle una broma. Pero no significa que su Lisa no estuvo embarazada de su nieto, pero ambos están muertos. Los perdió en un día y ni siquiera tuvo la oportunidad de conocer al bebé. Él lo hizo. Con ese nuevo pensamiento en mente, Tony levanta bruscamente el vaso, pero aún no puede manejarlo, haciéndolo gruñir y dejar caer sus antebrazos sobre sus rodillas elevadas.

—Sí, bueno, lo hiciste tú solita, así que aguanta, princesa —Tony le responde bruscamente antes de darse cuenta de que lo hace.

Lisa no hace una defensa ruidosa o irritable; solo frunce el ceño y dice suavemente:

—No te ofendas, pero deberías ser más amable con el recuerdo que tienes de mí.

—Tienes razón —Tony frunce, mirando en la dirección opuesta—. Lo siento.

Lisa le sonríe un poco antes de mirar por encima del hombro, una vez más viendo la base a la que le ha dado la espalda.

Ella deja escapar un suspiro tranquilo.

—Nos metimos en un lío esta vez, ¿no?

—Sí —Tony tararea descuidadamente antes de levantar el vaso hasta su boca una vez más, luego suspira y lo baja de nuevo—. ¿Sabes lo que no entiendo?

Lisa se vuelve hacia él con las cejas arqueadas.

—Entre una enorme cantidad de otras cosas, no entiendo por qué me cuesta tanto tragar esto —mira el vaso reluciente en su mano que tiene un cubo de hielo circular que se encoge—. Es un whisky de doscientos años. No es como si fuera una basura barata y asquerosa —frunce los labios hacia el líquido dorado.

—Mmm, tal vez no sea el whisky lo que te dificulta tragar.

—Eso te ha sonado muy freudiano.

Lisa se ríe un poco y se quita el cabello de los hombros.

—Un poco, sí.

—Ajá —Tony responde en voz baja y mira hacia la hierba, tirando de los hierbajos como solían hacer él y Lisa cuando era pequeña e insistía en que fueran al parque.

—¿Tony? Hey, mírame.

Él mira de reojo su rostro y estudia sus rasgos.

No tiene rastro de su sonrisa.

—Necesitas dejar el vaso, debes ponerte de pie y regresar a casa.

Él se burla y sostiene el vaso cerca de su ojo morado.

—Casa. Tú y yo sabemos que es solo un montón de basura y cuentos de hadas.

—Entonces hazme caso creyendo en un cuento de hadas durante cinco segundos, ¿quieres? Vas a destrozar tu cuerpo con eso, y no dejaré que suceda.

Él se burla.

—Ni siquiera estás aquí, Lees.

—Bien —ella frunce los labios—. No vas a dejar que pase, porque sabes que no querría esto para ti. ¿Por qué crees que te lo estoy diciendo? Estoy en tu cabeza, idiota.

—Uf, Lisa —frunce el ceño y empuja el vidrio frío contra su sien—. Me estás dando dolor de cabeza con todo este mumbo jumbo psicológico.

—Tú sí que me lo das a mí —ella se queja, haciendo que Tony gima antes de que ponga los ojos en blanco y se ponga seria—. Lo digo en serio, papá.

Tony la mira con sus agudos ojos marrones; su corazón rompiéndose un poco más por el nombre que ella le dio una vez más.

Tienes que vivir tu vida. Explota algo, construye una granja, ve a terapia, compra un pez, cásate, haz algo, papá. No harás algo que pueda matarte —con una pausa, suspira y presiona sus labios en una delgada línea—. Para bien o para mal, ya no necesito que me salves.

Los ojos de Tony se alejan, incapaz de mirarla.

—Pero hay personas que necesitan la ayuda. Pepper, Peter, Rhodey, Happy. El mundo necesita a Tony Stark. No te rindas. Tú nunca te rindas.

Él no responde, mira fijamente a la oscuridad.

—Papá —Lisa se inclina para mirarlo profundamente a los ojos—, vuelve a levantarte.

Él deja escapar una burla; su voz se vuelve más fuerte al discutir.

—No puedo.

Interrumpiendo, la de ella se mantiene firme e inquebrantable.

—Vuelve a levantarte.

—Lisa —la voz de Tony se engancha, mirando sus rasgos determinados y perfectos, sin que la guerra en la que pelearon hace apenas unos días la afectara.

Vuelve a levantarte.

Tony deja escapar un suspiro de dolor antes de asentir y susurrar para sí mismo:

—Volveré.

Te quiero, papi.

Gruñe mientras se inclina hacia adelante, enterrando sus dedos en la hierba.

Si solo fueras como Rogers, un hombre de carácter, un hombre de honor. ¿Qué hay de malo contigo para que no seas como él, Tony?

Respira hondo y se pone de rodillas.

Estoy de tu lado. Siempre estoy de tu lado.

Sus dedos dejan temblorosamente el vaso en la tierra cuando su espalda comienza a arquearse.

Lo único por lo que realmente luchas es por ti mismo.

Sus ojos se mueven hacia la oscuridad y respira hondo para evitar el dolor.

Y yo tengo que cuidar al mío ahora.

Sus dedos rozan las hojas de hierba y sus rodillas tiemblan ligeramente mientras trata de ponerse en pie.

No lo desperdicies. No desperdicies tu vida. Tienes todo, Stark, ayuda a otros a conservar la suya.

Su espalda se endereza y ahí está, un hombre en la oscuridad solo iluminado por las luces y la luna.

—Ahí tienes —Lisa se encuentra a unos metros de distancia, una pequeña sonrisa adorna sus rasgos suaves—. Eso está mejor.

Él le da una pequeña sonrisa antes de que se desvanezca de inmediato, sacudiendo la cabeza y mirando la base.

—No puedo hacer esto sin ti.

—Sí, puedes —Lisa se mueve para pararse junto a él.

Tony aspira el aliento sina y se da vuelta para mirarla.

—No estoy listo para decirle adiós. A su verdadera yo — su voz se le queda en la garganta—. Ni siquiera tuve la oportunidad de despedirme.

Los propios ojos azules de Lisa se llenan de dolor.

—Sé que no.

—¿Cómo vivo con eso? ¿Cómo vivo con el hecho de que nunca podré decir que lo siento? Nunca volveré a verla.

La expresión de Lisa se contorsiona y lentamente levanta una mano hacia su mejilla. Sus ojos se cierran ante el contacto y trata de memorizar el tamaño de su pequeña mano, tratando de recordarlo cuando parpadea y ella se va de nuevo.

—Ella mentía.

—¿Qué? —Tony confusamente abre los ojos para mirar los de ella.

—Lisa —la morena responde simple y suavemente—. Mentía cuando dijo que nunca quiso ser como tú. Bueno, no creo que quisiera particularmente que todo lo que te pasó le sucediera a ella, pero... —ambos se ríen amargamente antes de volverse solemnes —, siempre quiso ser como tú. Porque, durante toda su infancia, ella vio tu verdadero yo. Así es como vivirás. No seas lo que ellos quieren que seas. Sé lo que veía Lisa.

Tony no responde por un largo momento, la chica rueda los ojos después de un momento de este silencio.

—Intento decir 'sé tú', idiota. Ahora, se supone que debes contar algún tipo de broma sobre lo cursi...

Él se ríe.

—No puedo pensar en nada en este momento.

—Te quedaste sin palabras, ¿eh? —ella sonríe—. Que suerte la mía.

Él suelta otra risa, sacudiendo la cabeza.

—Fíjate —Lisa susurra, mirando por encima del hombro de Tony, hacia el complejo—. ¡Solo míralo! Lo hiciste, papá. Formaste el equipo. Steve pudo haberlo dirigido, pero tú lo lograste...

—No es nada ahora.

—Bueno —ella se aleja unos pasos, sacudiendo la cabeza y extendiendo las manos—. Haz algo. Eres un mecánico, ¿no? Tienes que decidir. Ellos volverán. Todos. Pero eres tú quien tiene que decidir si vas a estar listo para ellos cuando te necesiten.

Tony no la mira, sino que simplemente elige mirar fijamente la instalación que convirtió en un hogar para ellos. Él va a resolver esto. Eso es lo que hace. Es un mecánico.

Lo arreglará.

Por ella.

Y cuando Tony se vuelve, la imagen de ella se ha desvanecido por completo.

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—Ahora, voy a quitarte la gasa muy lentamente, ¿sí?

—Va-vale —una voz hueca responde rápidamente, curvando sus dedos sobre el borde de la cama del hospital mientras se prepara para el dolor.

—Toma respiraciones lentas y profundas mientras me muevo —la joven puede sentir las manos de la chica de dieciséis años tocar ligeramente las envolturas que protegen su rostro.

Asiente un poco con la cabeza en respuesta, pero detiene cuando siente otra punzada de dolor en la cara.

—Lisa —T'Challa dice su nombre cuidadosamente, con ganas de asegurarse de que sabe en lo que se va a meter—. ¿Estás segura de que no deseas esperar más medicamentos?

—O que las heridas sanen más —sugiere la hermana menor de T'Challa, Shuri.

—¡Segura! Por favor, solo... —la voz de Lisa se enfada y, dolorosamente, aprieta la mandíbula antes de dejar escapar un suspiro—. Solo comienza, Shuri, por favor.

Shuri le devuelve la mirada a su hermano, quien asiente levemente; la chica le da un suspiro.

Bast, no lo apruebo, pero está bien —luego asiente—. Pues ahí vamos.

Lisa aguanta cada mueca y llora cuando Shuri comienza a desenredar la tela alrededor de su rostro. Las luces blancas empiezan a revelarse desde detrás de sus párpados y siente un ligero escalofrío en la cara. El aire pica contra sus heridas aún abiertas y sus hematomas duelen mientras lucha con el dolor.

La joven suelta respiraciones rápidas, causando un pequeño ritmo, luchando por mantener la calma a medida que el dolor empeora. Puede sentir que su cabeza iluminarse y su entorno girando, pero se agarra del costado de la cama con más fuerza, deseando mantenerse consciente.

Finalmente, Lisa siente que su cabello cae completamente alrededor de los hombros cubiertos por la camiseta sin mangas, rozando la gasa que cubre su pecho, sabiendo que está libre de las vendas que la han cubierto durante los últimos cuatro días. Sabe que nunca volverá a verse igual. Shuri ya le advirtió sobre el daño que quedará en su cuerpo, especialmente en su rostro, que tendrá una larga cicatriz que se curvará por encima de su ceja, por el puente de su nariz y luego hacia su mejilla.

Eso nunca va a desaparecer, y todos lo saben.

El pulso de la chica casi desapareció dos veces cuando T'Challa la llevó a ella y a los demás a Wakanda, algo que él nunca quiere volver a experimentar. Estaba muy cubierta de sangre cuando la trajo. Dios, había muchísima. Nunca supo que alguien podría sangrar tanto. Luego la llevó hasta Shuri y su hermana menor hizo todo lo posible para salvar a la única chica que amaba y luego... se enteró.

Lo descubrió todo.

Pudieron salvar al bebé. 'Un luchador', eso es lo que dijo Shuri. Justo como Lisa.

T'Challa se aclara la garganta y mira hacia el suelo.

—Listo —dice Shuri—. Debes abrir los ojos lentamente. La luz puede arder al principio, hermana.

Lisa asiente un poco, respirando rápido antes de intentar abrirlos. Al principio es doloroso, pero pronto aparece una cara oscura y familiar, aunque borrosa. Lisa la mira y parpadea un par de veces mientras intenta concentrarse. La cara de T'Challa se aclara y él asiente con la cabeza, juntando sus manos detrás de su espalda.

Ella se aclara un poco la garganta y mira a su alrededor, encontrando una sala médica con una pared de vidrio que está repleta de información a su izquierda. Luego mira a su derecha, viendo un espejo alto extendido ante ella. La persona que ve devolviéndole la mirada no es ella. Es una versión retorcida y deformada. La piel está dividida, los puntos se alinean en el centro de la cara, la carne todavía está manchada de rojo, hay moretones por todas partes, varios lugares están hinchados, los cortes se alinean en cada borde y curva. Lisa jadea rápidamente, una de sus manos toca su boca con horror.

Shuri observa su reacción con una expresión triste, susurrando:

—¿Hay algo que pueda hacer, hermano?

T'Challa no le quita los ojos a Lisa mientras responde en voz baja:

—No, Shuri.

Lisa respira hondo, traga y asiente lentamente.

—Gracias.

Shuri toma su mano y le da un ligero apretón antes de darse la vuelta y salir de la habitación.

Los dos se sientan en silencio por unos momentos, después, ella levanta una mano hacia su frente, bajando la barbilla.

—No tienes que quedarte, T.

Sus cejas oscuras se doblan y sacude un poco la cabeza.

—Lo haré.

—No, no me refiero a eso —ella respira hondo—. No quiero que me veas así.

La cara del príncipe se retuerce en una extraña mezcla de dolor e ira, una especie de expresión que Lisa solo vio cuando murió su padre. T'Challa se acerca hasta que se para justo delante de ella. Descansa suavemente sus manos a cada lado de su rostro, levantando cuidadosamente su mirada renuente para que lo mire. Ella suelta un resoplido de irritación al mirarlo, frunciendo. Sus ojos estudian su rostro y sus labios se fruncen tristemente.

—Eres hermosa —le dice suavemente, y su ceño se desmorona lentamente—. Ningún daño podría cambiar eso, Lisa —ella deja escapar un suspiro incrédulo, la voz de él se vuelve más firme pero amable—. Todas las heridas sanan. Incluso las que se crean en el interior.

Para contener las lágrimas, los ojos de Lisa se cierran. Levanta su mano para acurrucarla alrededor de la de él mientras permanece presionada contra su mejilla. T'Challa le da un pequeño beso en la frente y luego se inclina para descansar su frente con la de ella. Lisa envuelve su brazo libre alrededor de él y apoya su mano contra la parte posterior de su cuello.

—Dame algo a lo que aferrarme —susurra con lágrimas que le pican las heridas abiertas—. Déjame tener algo que recordar antes de que esto termine.

—No terminará —T'Challa solo sacude su cabeza contra la de ella, susurrando—. Quédate. Solo... quédate.

—¿Quedarme? —el aliento de Lisa se convierte en un sollozo—. ¿Después de lo que he hecho? ¿Después de esto? —presiona una mano sobre su pequeño abdomen redondeado que empieza a ser difícil de ocultar.

Después de esto —él repite suavemente, sus ojos se cierran mientras entrelaza sus dedos con los de ella.

Alejándose y sacudiendo la cabeza, Lisa se ríe amargamente, ya que no puede mirarlo a los ojos,

—Estoy segura de que tu madre debe despreciarme ahora.

Mirándola fijamente, T'Challa frunce el ceño y sacude la cabeza.

—Mi madre no te juzga.

—¿Y tú? —su voz se quiebra cuando lo mira.

Con el ceño fruncido, se acerca y toca suavemente su mejilla.

—Nunca podría.

Ella lo mira profundamente antes de soltar un jadeo silencioso; las lágrimas caen por sus mejillas.

—Sé que tú sí —T'Challa responde, ahuecando su rostro—. Eres demasiado buena. Ese es tu vicio. Tienes demasiada bondad dentro de ti y, en el momento en que haces algo mal, te retuerces por ello. Es por eso que te amo. Sientes demasiado. Siempre has sentido...

—Entonces ya no puedes preocuparte por mí —ella interrumpe, sacudiendo su cabeza—. Me destruí a mí misma.

Él se aleja y pone los ojos en blanco.

—Nunca me dejas completar mis pensamientos, ¿verdad?

Ella se sonroja ligeramente debajo de sus moretones, bromeando a medias.

—No.

Suspira y sacude la cabeza, pasando a lo que tenía la intención de decir.

—Estás olvidando el punto, Lisa. Tu vicio es la razón por la que estoy aquí. Para volverte a unir.

Ella traga y asiente, sorbiendo en silencio.

Permanecen así por unos momentos más antes de que ella susurre:

—No fui hecha para este tipo de cosas. Para ser audaz, descarada o rebelde. Tony podría lograrlo. El hijo ilegítimo, la verdad, todo. Era lo suficientemente fuerte para este tipo de cosas. Y Natasha podría, Rhodey podría, tal vez incluso Steve. ¿Pero yo? Solo soy una personita. No soy lo suficientemente fuerte para esto —sus ojos se llenan de lágrimas y su aliento queda atrapado en su garganta—. T'Challa, no puedo...

El príncipe no dice nada. Solo pone su brazo debajo de las piernas de ella y gira su cuerpo hacia la cama del hospital. Luego se desliza sobre el colchón a su lado, la rodea con ambos brazos y la abraza con fuerza. Ella reprime el dolor en su cuerpo y apoya la cabeza en su pecho, cerrando los ojos contra el silencio.

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