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EL PLAN era simple: esperar a que la búsqueda terminara y que Poli volviera directo a su familia cuando menos lo esperaran. Dos días en los que lanchas y equipos de buceo rondaban los alrededores.








Abajo, la joven comenzaba a acostumbrarse a la grandiosa vista de formaciones rocosas a su alrededor, ver a personas con piel azul usando espectaculares vestuarios y desde luego, a la misteriosa presencia de su host. Había tantas cosas que moría por preguntarle pero se limitaba a observar y tratar de deducirlo por su cuenta.








Como en ese preciso momento donde miraba entretenida a Namor quien pintaba uno de los muros interiores de su pequeña edificación. Ambos estaban sentados en el suelo, tomando su distancia al estar Poli casi un metro detrás suyo temiendo interrumpirle; el tono turquesa que aplicaba con tanta facilidad le causaba cierta fascinación.








—Debes extrañar tu casa—dijo rompiendo el silencio.








—Ni tanto. Ya hasta escogí mi roca favorita.








Él sonrió negando ante su comentario. Poli aprovechó aquel gesto para acercarse sigilosamente hasta estar a su lado. Podía ver el pincel de madera en su mano y el pequeño bowl de pintura al frente. Observó los trazos que se secaban en la superficie lisa notando un patrón: el océano.









—¿Cuándo fue la última vez que viste las estrellas?—preguntó girando la cabeza en su dirección.









—No salgo de no ser necesario—acto seguido mojó el pincel en la pintura, continuando con lo suyo.









—Yo tampoco lo hago mucho. Nunca he encajado lo suficiente como para hacer alguna actividad afuera y ni hablar de los peligros a los que me expondría...—seguía con los ojos el movimiento de su muñeca—pero ver las estrellas me encanta.









—Hay cosas mucho más bellas que simples rocas brillando en las alturas.









—Físicamente, quizá. Creo que lo que me gusta es encontrarles sentido—Namor rellenaba un cuadrado casi perfecto con el color—son una de esas cosas que aunque no veas parte del día, sabes que estarán allí cuando no haya luz. Contarás con que volverán al final.









Se detuvo al analizar sus palabras. Había olvidado la última vez que escuchó a alguien expresarse de esa manera. Le miró.







—Es una muy buena interpretación.









—Gracias—dijo con una sonrisa encogiéndose de hombros.









—Me agrada tu compañía, mucho más de lo que imaginé—sonrió un poco antes de seguir—siento que puedo confiarte cualquier cosa. Hasta mi vida.









Poli permaneció en silencio. Sentía que el único sonido a kilómetros de distancia era el rápido latir de su corazón. Aquellas palabras en conjunto con sus ojos castaños encima de los suyos sólo le hicieron confirmar por milésima vez que tenía un crush en él. Uno que estaba a nada de subir al siguiente nivel. Y es que no era tan difícil no caer por Namor cuando hacía que todo se sintiera como un cuento.








—Esas son palabras muy serias.








—Lo son—aceptó—pero no creo que sean de importancia porque en cualquier momento podría entrar alguien a decir que puedes volver. No traería nada bueno para ninguno de los dos. Ambos tenemos nuestros asuntos, tú con tus padres y yo con mi gente.








Si había una oportunidad para que estuvieran juntos, parecía haberse desmoronado en cuestión de segundos. Estaba ansiosa por decirle que la idea era correspondida, que quizá con un poco más de tiempo podría surgir algo aún más grande de lo que y era. Pero en vez de eso le vio levantarse para caminar en dirección a la puerta.

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