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Hoy no era como los días anteriores, hoy especialmente había algo diferente en el ambiente. Quizás era esa cantidad de nubes grises ocultando los destellos del sol y el resplandeciente azul del cielo, ese frío y violento viento que golpeteaba sus mejillas hasta enrojecerlas, quizás era eso, o tal vez todo se debía a que estaba llegando tarde a la estación subterránea del tren.

Se maldijo más de una vez mientras corría tan veloz ignorando las personas que se cruzasen a su lado empujándolas de vez en cuando y por error, nada le importaba, ni si quiera le importaba cuando el semáforo resplandecía en luz verde, ¿qué demonios le pasaba por la cabeza? Podía tener un desastroso accidente, pero no, Jimin tenía tanta buena suerte que todos los autos que estaban a punto de arrollarlo se detenían bruscamente y hacían sonar el claxon maldiciéndolo a la vez que Jimin salía bien librado, él sabía que no había sido un error el llevar puesta su camiseta de la suerte, una camiseta de múltiples colores simulando manchas esparcidas por toda la tela, era horrenda, pero a él le gustaba y sabía que no se había equivocado porque sus ojos destellaron y sus labios se descompusieron en una hermosa sonrisa cuando vio a unos pocos metros la entrada al subterráneo, echó un vistazo más a su reloj digital que marcaba las once con cincuenta y siete minutos de la mañana, solo tendría tres minutos.

Sin dudarlo, respiró profundo y forzó sus pequeñas piernas a que dieran más de lo que él mismo podría esperar, casi no sentía tocar el piso, la velocidad era tan sorprendente que por unos segundos creyó estar flotando, casi volando...

Su carrera terminó cuando se detuvo para comprar el pequeño ticket que le daría paso a su destino, con el podría subir al tren, cuando tuvo en sus manos el trocito de papel con una línea de letras pequeñas, si que sonrió en grande, lo había logrado aunque la desventaja de esto ahora le estaba cobrando cuentas, su pecho dolía infernalmente y ni que decir de sus pies, sus pantorrillas y muslos, cada parte de su cuerpo palpitaba haciéndole sentir que un montón de pequeñas espinas se encajaban en su piel. Su agitado corazón y el sudor que caía a chorros desde su frente hasta resbalar por su barbilla descendiendo por su cuello le incomodaban de sobremanera, pero todo estaba bien porque ahora el tren se había detenido justo frente a él.

Esperó como todos los días a que el último vagón se detuviera frente a él y entonces subió.

Impaciente pasó la vista por el lugar, miró a todas las personas por un instante, sin embargo, a quien estaba buscando se encontraba justo en el mismo lugar de siempre, el ultimo asiento a la derecha siempre mirando por la ventana sumergido como siempre en su propio mundo, ahí estaba.

Era un chico quizás de la misma estatura que Jimin, su piel era lechosa, tan blanca y pulcra a simple vista parecía tan suave, sus ojos eran pequeños así como felinos, todo en aquel chico desconocido era fascinante para Jimin. Esta vez como siempre, Jimin se sentó en el asiento frente al del chico, aún no podía recuperarse del todo de aquella carrera, su boca estaba seca pero, quería apreciar cada detalle de él, solo era eso, era demasiado tímido para dirigirle la palabra, no encontraba algún pretexto para hablar con él.

Y es que desde el primer día que lo vio Jimin creyó que ese día sería la última vez que lo vería, un encuentro espontaneo como suele pasar, sin embargo no fue así y todos los días de lunes a viernes Jimin se encontraba en aquella situación, el chico sentado en ese mismo asiento con la misma postura y Jimin en frente de él, por eso era tan importante ser puntual.

El muchacho dejo por un momento aquella mirada perdida en la nada y clavo sus ojos en Jimin, lo inspeccionó por un par de segundos, solo fue eso, un vistazo común, nada significativo, no hubo un flechazo o una conexión cuando miró sus ojos, para ese chico misterioso Jimin era cualquier persona, por ello regresó su mirada a la ventana perdiendo de nuevo su enfoque en la nada. Pero para Jimin no era así, esos segundos fueron realmente significativos, había sentido una conexión y una corriente eléctrica deslizándose desde la punta de sus pies hasta llegar a sus mejillas que enseguida se tornaron de un bonito rojo carmesí, Jimin también miró hacia la ventana, también perdió su enfoque en la nada, pero sus pensamientos estaban concentrados en la mirada profunda e impactante del chico misterioso, sonrió complacido, aquella carrera desde su casa hasta el subterráneo había valido la pena.

En los segundos siguientes Jimin se había puesto a ver cada detalle del aspecto de aquel chico, intentando así grabarse esa imagen en sus pensamientos, no sería tan difícil, el chico como siempre, solía llevar unos jeans desgarrados en las rodillas, una camiseta blanca y por encima de esta una camisa de franela cuadriculada en tonos rojos y blancos, su cabeza estaba abrigada por un gorro de lana negro y unos cuantos mechones sobresalían de este, Jimin amaba tanto aquel color en su cabello, era un tono rosa, ese tono resaltaba el color de su piel por ello Jimin amaba ese color. Park se extasió con aquella vista por un tiempo indefinido, después de todo era indiferente para aquel chico así que no podía suceder nada si lo pillaba mirándolo...

Solo habían transcurrido poco más de quince minutos de aquel viaje cotidiano, Jimin estaba un poco triste porque sabía que el destino de aquel chico estaba cerca, arrugó su nariz en modo de protesta y miró al chico. Los ojos de Jimin se abrieron un poco más de lo normal, ahora estaba preocupado, no sabía que es lo que debía hacer, el chico misterioso se había quedado dormido, parecía estar en un sueño profundo pues, su cuerpo se había inclinado lo suficiente como para poder caerse, su cabeza estaba cada vez más inclinada hacia el lado contrario a la ventana. Jimin tragó saliva y rascó su nuca, esta no era la primera vez que aquel chico se quedaba dormido, desde la primera vez que Jimin le miró en ese estado de riesgo decidió posarse a su lado siendo así una almohada improvisada para su cabeza. Esta vez no sería la excepción, Jimin se levantó de su asiento y se dirigió hacia aquel lugar, tomó asiento y entonces su hombro encajó a la perfección con la mejilla del chico.

Su camiseta de la suerte había funcionado, le había dado tanta suerte que ahora el chico que le gustaba estaba descansando en su hombro una vez más, era fascinante cada segundo, era excelso, pudo oler su fragancia, pudo sentir cuan cálido se sentía ese rose, pudo sentir como su corazón estaba a punto de desbordarse pero así como llegó, se fue, aquellas sensaciones escaparon bruscamente de él cuando el tren se detuvo y aquel chico se levantó sin mirarle corriendo hacia la puerta, saliendo de aquel vagón, escapando de la esencia y la calidez de Park Jimin...

Se había ido.

Jimin seguía mirando la puerta, pero resignado bajó la mirada llevándose una sorpresa, a su costado se encontraba un teléfono móvil, no era el suyo, lo supo al instante cuando lo miro por encima sin prestarle atención hasta que un golpe en su cerebro lo hizo entender.

Aquel aparato era del chico misterioso, había encontrado la excusa perfecta para hablar con él.

Se guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón y bajo en la próxima parada, nunca antes había querido con tanta desesperación a que llegase el lunes...

🍃Polvo Estelar🍃  

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