Parte 2.

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Creí que Isaac bromeaba con el asunto de la reunión con el señor Lincoln, pero cuando veo su auto afuera de mi escuela comprendo el error.

— ¿Estás lista? Es hora – me dice desde su auto.

Su chófer me abre la puerta para subir. Es un tipo muy serio, no saluda ni sonríe y siempre lleva lentes oscuros.

Estacionamos afuera de un edificio muy elegante en la zona comercial de Seattle. Un edificio de tres plantas con pisos de mármol y grandes ventanas. Luego una chica elegante se acerca a recibirnos.

— Buen día, ¿en qué puedo ayudarlos?

— Soy Isaac Steele, tengo una reunión con el señor Lincoln.

— Adelante señor Steele – le sonríe.

Nos lleva hacia un gran ascensor y pulsa el botón del último piso. Otra sala enorme aparece frente a nosotros.

— Por aquí señor Steele – la recepcionista señala una oficina del fondo.

— Ana, ¿te quedas aquí o me acompañas?

— Aquí te espero Isaac, voy a leer revistas – señalo la mesita junto a un sillón.

¡Por supuesto! Revistas de decoración más aburridas que el periódico de esta mañana. Tomo una y la hojeo concentrándome solo en las fotografías cuando el sonido del ascensor me hace levantar la cabeza.

El ruido de unos tacones me hace mirar hacia la chica rubia en la falda negra ajustada y la blusa blanca con un gran escote. Me mira de arriba a abajo mientras sigue su camino.

— Señorita Elena.

— Sasha, ¿mi padre está en su oficina?

— Si, pero tiene una reunión con el señor Steele.

— ¿Quién?

— El nuevo asociado de su padre, el director de Steele Co.

— No me importa, voy a entrar.

La chica arquea la ceja hacia la secretaria y entra a la oficina. Escucho la voz de Isaac y de un hombre mayor.  ¡Que chica tan pesada! Y parece tener la misma edad de mi hermano.

Después de un rato y varias revistas, la puerta se vuelve a abrir y la chica rubia sale con el teléfono en la oreja ignorando a todo mundo. Isaac y otro hombre caminan hacia mi.

— Ana, te presento al señor Lincoln.

— Mucho gusto señor – tomo su mano – he escuchado mucho de su empresa.

— Me alegra saberlo, señorita Steele. Le decía a tu hermano que mañana haremos una cena para celebrar el compromiso de mi hija Elena, los espero.

— Por supuesto señor Lincoln.

— Bueno, debemos retirarnos. Le agradezco de nuevo y seguimos en contacto.

Mi hermano se despide y ambos bajamos de nuevo en el ascensor. Cuando hemos subido al auto, lo miro fijamente hasta que deja de ignorarme.

— ¿Qué?

— ¿De verdad tenemos que ir a la fiesta de su hija? La chica es bastante grosera.

— Vamos a ir por cortesía hacia el señor Lincoln, no iremos a todas sus reuniones familiares Ana.

— ¡Menos mal! No creo soportar tener que verla o platicar con ella.

Esa tarde José tuvo que llevarme a comprar un vestido para la dichosa fiesta, y tuve que elegir algo bastante elegante ya que Isaac lleva un traje sastre oscuro.

Su malencarado chófer nos lleva hasta una residencia enorme en una zona exclusiva de Seattle, no tan cerca de la nuestra. Parece que los Lincoln son bastante ricos.

— ¿No es extraño que traigas a tu hermana? – hago una mueca – ¿no deberías traer alguna novia?

— Sabes que no tengo novia, además, ¿que hay de malo en que traiga a mi hermosa hermanita?

— Oh, adulador... ¿Qué quieres ahora? ¿Que limpie tu oficina?

Mi hermano sonríe divertido mientras paramos afuera de la residencia. Salgo del auto para caminar del brazo de Isaac hasta la puerta.

— Señor Steele, señorita Steele – saluda el señor de ayer.

— Señor Lincoln, un gusto saludarlo de nuevo.

— ¡Me alegra tanto que hayan venido! Pasen, pasen por favor. Querida, ven aquí.

El hombre extiende el brazo hacia una mujer rubia que luce más joven que él. Ella nos mira de arriba a abajo a ambos y no paso por alto la mirada que ella le da a Isaac.

— ¿Tú eres el señor Steele? ¡Oh! Eres muy joven – su mirada es intensa.

— Un gusto, señora Lincoln – mi hermano extiende su mano hacia ella.

Algo aquí me causa un escalofrío. ¡Isaac está sonrojado mientras ella se lo come con los ojos! ¡Frente a su marido!

— Mucho gusto señora Lincoln – le hablo para desviar su atención – soy la hermana de Isaac.

— Isaac – dice ella en un susurro – ah sí, por supuesto querida, pasen.

Aprieto con fuerza el brazo de Isaac y le lanzo una mirada de: ¡qué carajos! Pero me ignora mientras me arrastra hacia la sala donde muchas otras personas que no conozco beben y platican.

Creo que mi hermano y yo somos los únicos jóvenes por aquí, hasta que todos guardan silencio ante la entrada triunfal de la chica rubia que ví en la empresa. Lleva un hermoso vestido negro de lentejuelas que brilla con elegancia.

Su padre se acerca a tomar su mano y la ayuda a terminar de bajar las escaleras para que salude a todos los que se acercan, supongo que el prometido no ha llegado.

Me siento en el sofá un momento mientras mi hermano va a buscar una copa. ¡Qué pesado! Él si puede beber pero a mí no me deja hacerlo.

Me levanto a buscarlo porque ha tardado mucho, y no tardo en descubrir la razón. Él y la señora Lincoln platican amistosamente junto a la chimenea, del señor Lincoln ni sus luces.

— Isaac – camino hacia él.

Topo con algunas personas mientras me hago camino hacia ellos. Llevo tanta prisa que no me doy cuenta que empujé a la hija del señor Lincoln.

— ¡Ten cuidado, niña! – me gruñe – ah, eres tú. ¿Quién te invitó?

— Su padre.

— No entiendo por qué, ésta es una reunión familiar.

— No se preocupe, yo ya me iba.

Me doy la vuelta para regresar al auto. En este momento prefiero la compañía del chofer que la de cualquiera en ese lugar, incluído mi hermano.

Camino rápido hacia la puerta, donde un hombre con traje negro va entrando. Él sostiene la puerta para que yo pase, pero tan pronto lo hago me detengo. Esos ojos grises. Los conozco.

Y creo que él me reconoce a mí porque me mira fijamente, aún deteniendo la puerta. Christian.

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