Parte 22

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Grace.

El timbre de la casa suena y reviso el reloj que está colgado en la cocina. Aún es temprano, pero supongo que los Steele son demasiado puntuales.

— Gretchen, ¿podrías abrir la puerta?

Escucho voces por el pasillo, sonrío a la espera de ver a Ana y a su hermano, pero no lo son y mi expresión se vuelve confusa.

— ¡Señora Grey!

— Katherine, ¿vienes a ver a Elliot?

Su hermano entra también a la cocina, siguiendo a mi joven ama de llaves.

— Bueno, no realmente. Mía me invitó a la parrillada.

— ¡Oh!

Qué curioso, porque ella no lo sabía. Solo Elliot. Ni siquiera Christian sabe que invité a Ana a la casa. Le hago otra seña a Gretchen para que se acerque.

— Llama por favor a Mía, dile que sus invitados están aquí.

Dos minutos después, mi hija entra como una tromba por la puerta. Saluda a Kate, pero es con su hermano a quien ella abraza y besa en la mejilla.

— Cariño, ¿por qué no van a la terraza? Elliot debe tener encendido ya el fuego, y le vendría bien la compañía.

El rostro de mi hija se ilumina y entrelaza su brazo con el de Ethan Kavanagh. Cuando salen de la cocina, escucho de nuevo el timbre de la puerta. Antes de que Gretchen camine, la detengo.

— Yo voy, llama por favor a Christian.

Ella sonríe ampliamente y se dirige a las escaleras. La sigo pero voy directo hasta la puerta para ver a la preciosa jovencita frente a mi.

— ¡Hola Ana, querida!

— Señora Grey.

— Oh, ya te dije que me llames Grace, ¿tu hermano viene contigo?

— No, él tuvo un imprevisto y he venido sola.

Perfecto. Se gira hacia atrás y hace una seña con la mano al chico que está en el auto, indicándole que va a entrar.

— Pasa, siéntate conmigo un momento.

Me sigue hasta la sala y me siento en el sofá. Ella se sienta frente a mi, luciendo algo nerviosa.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

— Gracias por venir, espero que te sientas cómoda.

Le sonrío mientras juego con mis dedos. ¿De verdad habrá una parrillada o me invitó para interrogarme?

— ¿Gustas algo de beber?

— Un vaso de agua, por favor.

— Claro que sí, querida.

Escucho pasos que se aproximan desde la escalera, desde dónde estoy sentada puedo ver a Christian parado en el último escalón, viéndome.

— ¡Cariño! Ven aquí, mira quién nos visita.

Christian me mira con el ceño fruncido, pero sus ojos van de su madre a mi y de vuelta. Grace le señala el espacio junto a ella y él se acerca lentamente.

— ¿Qué te pareció la gala, Ana?

— Muy lindo todo, señora... Grace – me corrijo.

— Espera querida, voy por tu vaso de agua y un té para mí – sonríe y se levanta.

Cuando Grace ha salido de la sala, Christian me mira aún con el ceño fruncido y ya me siento incómoda.

— ¿Qué haces aquí?

— Tu mamá me invitó – gruño molesta.

— ¿Por qué?

— ¡No lo sé! Solo dijo algo sobre una parrillada, pensé que sabías.

— No.

Nos quedamos en silencio mientras nos miramos. La sala tiene un extraño color verde y elegantes cuadros, al fondo se alcanza a ver un piano.

— ¿Quién toca el piano? – lo señalo.

— Yo.

— No es cierto – ruedo los ojos – eres un mentiroso compulsivo.

— ¿Un qué? – sonríe – te lo demostraré.

Me río de él pero se levanta del sofá y estira mi mano para levantarme también. Nos lleva al fondo de la sala y se sienta en el banquillo del piano.

— Admítelo – sigo riendo – ¡tocar "¿estrellita dónde estás?" no cuenta como tocar el piano!

Arquea la ceja y sonríe de esa forma que lo hace lucir guapísimo. Cuando apoya los dedos sobre las teclas, una melodía hermosa se escucha por toda la sala.

— ¡Vaya! ¡De verdad sabes hacerlo! – balbuceo sorprendida - ¿Cómo se llama?

— Adagio del Concierto Nº 3 en Do menor.

— ¿Y solo sabes tocar eso?

— No – frunce el ceño divertido y cambia de melodía.

— Presumido.

— Puedo enseñarte.

— No creo que aprenda, la música no es lo mío.

— Soy en excelente maestro – sonríe.

— No tengo un piano.

— Puedes venir aquí – dice mientras sigue tocando – siéntate.

Me señala el espacio a su lado en el banquillo y me siento. Observo sus dedos moverse de un lado a otro con mucha rapidez, haciendo que la melodía suene maravillosa.

Christian se vuelve para mirarme mientras yo sigo sonriendo. Sus ojos grises resaltan con esa camiseta azul oscuro, pero es su sonrisa la que me derrite.

— Christian – balbuceo viendo sus labios.

— Ana – deja de tocar para girar hacia mi.

En ese momento que estamos en silencio, soy conciente de los ruiditos de zapatos que provienen del pasillo. Grace está parada en la entrada de la sala, observándonos.

— Oh, lo siento chicos, no quise asustarlos – se acerca con una bandeja en las manos – ¿verdad que Christian es realmente bueno con el piano?

— Si, claro.

— Por qué no esperan aquí y en un momento les traigo algunos refrescos y botanas.

— ¿Puedo ayudarle en algo, Grace?

— No cariño, no te preocupes, iré a ver si las hamburguesas están listas.

— ¿Mamá? ¿Están preparando hamburguesas en la terraza? – pregunta Christian.

— Si hijo, tu papá está ahí, con Elliot y Mía.

— ¿Deberíamos ir a ayudar? – pregunto.

— Creo que ellos pueden... – una voz la interrumpe.

— Mamá – Elliot aparece en la entrada de la sala – Papá pregunta por ti. Hola Ana.

— Elliot – digo molesta.

— Kate y Ethan están allá, ¿quieres ir con ellos? – dice.

Christian y yo volteamos a vernos, por la sorpresa en su cara sé que él tampoco lo sabía. Ethan está aquí.

— ¿Por qué no vamos todos a la terraza?

— Elliot – le llama Grace.

— Ana querrá estar con su novio, ¿cierto Ana?

Balbuceo pero nada sale de mi boca, así que asiento levemente hacia Elliot.

— ¿Ethan es tu novio? – pregunta Grace – Pensé que Mía estaba saliendo con él.

— No, señora... Grace – me corrijo de nuevo – Por lo que sé Ethan es mi novio desde hace 8 meses.

— ¡Oh, vaya! Entonces...

Grace permanece en silencio mientras observa a Elliot, luego a Christian y a mi. Su hijo mayor aprovecha el momento para hablar.

— Por aquí Ana, sígueme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro