Parte 23

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Sigo a Elliot por unas escaleras junto a la cocina y hasta una terraza. El señor Carrick, Mía, Kate y Ethan están sentados en una amplia mesa de madera mientras Elliot se dirige al asador.

— Miren a quién me encontré abajo.

Me señala y todos me miran sorprendidos... si, soy la visita indeseada.

— ¡Novia!

Ethan grita y estira su mano hacia mí para que me acerque. Les doy una sonrisa forzada a los demás mientras camino hasta mi novio.

— No sabía que estabas aquí.

— Yo tampoco sabía que estabas aquí – me justifico.

Aunque no me sorprende nada que Mía lo invitara para estar cerca de él, y por supuesto no esperaban que yo me presentara.

Me siento a su lado, con nuestros dedos entrelazados pero sin besarnos. Grace y Christian aparecen por la puerta corrediza y nos miran a todos con un gesto serio.

— ¿Qué ocurre, querida? – pregunta el señor Grey a su esposa.

— Nada cariño.

Grace toma el brazo de Christian y lo lleva hasta la mesa, donde se sientan frente a nosotros. Un silencio incómodo se asienta sobre la terraza.

¡Por Dios! ¿Podría ser más obvio? Mía observa a Ethan, él a mí, y yo disimuladamente a Christian. Grace observa a Elliot, Elliot a Christian, y ojos grises a mi. El único con el semblante confundido es Carrick.

— ¿Están listas las hamburguesas? Muero de hambre – le pregunta a su hijo.

— Si papá, le pediré a Gretchen que traiga las bebidas del refrigerador.

— Espera, yo voy por ellas – dice Grace – aprovecho para hacer una llamada rápida.

— Pero mamá... – balbucea Elliot.

Ella lo mira fijamente con el ceño fruncido. Elliot resopla y se gira hacia la parrilla para seguir cocinando carne de hamburguesa.

— Ana, ¿me acompañas?

— Por supuesto, señora Grey.

— Grace, querida – sonríe – por cierto, el chico que viene contigo, ¿quién es?

Christian levanta la cabeza para mirarme, y yo presiono mis labios para no reírme de él.

— Es José Rodríguez, mi amigo y  chofer.

— ¡Oh vaya! Parece muy simpático, ¿crees que quiera comer una hamburguesa con nosotros?

— ¡No! – grito sin pensarlo – José es muy especial sobre... Ciertas personas que considera que no son... Buenas compañías.

— Ya entiendo, tú hermano lo mandó a vigilarte a ti y a tu novio.

— Algo así.

La sigo escaleras abajo de vuelta a la cocina. Abre el refrigerador y escucho que mueve algo dentro hasta sacar latas de refresco y una jarra grande de agua.

— Creo que son demasiadas cosas para nosotras – sonríe – déjame pedir refuerzos.

- - - - - - - - - - - - - - - -

Grace.

Le pido a Ana que me espere en la cocina mientras voy al despacho de Carrick a tomar el teléfono y marco.

— ¿Cariño, podrías bajar un momento? Creo que necesito tu ayuda en la cocina.

Espero unos segundos y me encamino de nuevo a la cocina. Aún estoy sorprendida por lo que ví hace un rato en la sala. Quién diría que esta pequeña chica hace reír a Christian.

— Me temo que necesitaremos algo más grande para mantener las bebidas frescas – Ana me mira confundida.

— ¿En qué puedo ayudar, mamá?

— Cariño, ¿podrías traer la hielera del garage y llenarla con hielo? Sería bueno para mantener las latas de refresco frías.

— Si mamá.

Antes de que Christian salga de la cocina, hablo fuerte y claro tratando de no parecer demasiado obvia.

— Querida, ¿podrías ir con Christian? Me preocupa que algo le caiga encima mientras rebusca en las cosas de Carrick.

Lo que veo me gusta: ambos sonríen y mi hijo le hace una seña con la cabeza para que lo siga hacia el pasillo. Bueno, ahora el otro problema: Elliot.

Y Dios sabe que amo a mis hijos por igual, pero Elliot jamás fue tan retraído como Christian. Mi hijo mayor no tiene ningún inconveniente al momento expresarse, pero Chris es como una bolita de estambre que hay que ir desenredando poco a poco hasta llegar al centro.

Decidida a darles más espacio, tomo la jarra grande y subo las escaleras con cuidado de no tropezar. Antes de llegar a la puerta corrediza, ésta se abre y me preparo para lo que se avecina.

— ¿En dónde está Christian?

— Le pedí ayuda con las bebidas.

— ¿Y Ana?

— Ayudándolo.

— Pero mamá...

— Por Dios Elliot, ¡basta ya! ¿Qué ocurre? ¿Por qué los vigilas tanto?

— ¡¿Por qué tú no, madre?!

— Elliot, cuida tu tono – lo regaño – tengo mis razones.

— Yo también mamá. Creo que Christian y Ana...

— ¿Qué? ¿Qué ocurre con ellos?

— Ethan está ahí, ¡es su novio!

— Y Mía está pegada a él aprovechando el momento – le digo echando un vistazo hacia la terraza.

— ¿Es que nada de esto te importa?

— ¿Por qué a ti te importa tanto?

— Porque creo que lo que hacen no es correcto.

— ¿Y qué es lo que hacen que según tú no es correcto? Yo solamente los he visto conversar.

— Pues hay más que amistad en esos dos, y ambos tienen una relación con otras personas.

— Sé honesto hijo. ¿Desde cuándo te importa tanto lo que tú hermano haga? Pensé que ustedes solo se ignoraban el uno al otro.

Elliot hace una mueca de disgusto pero permanece en silencio. Ha confirmado algo que yo sospechaba solamente con verlos juntos: más que amistad. Pero... ¿Ana podría ser lo que mi pequeño Christian necesita?

Pongo la jarra de cristal en las manos de Elliot y abro la puerta corrediza para que él pase. Esta vez no aceptaré sus intromisiones y permanezco junto a la puerta para retenerlo en caso que decida volver a salir.

Suspiro. Si tan solo Christian me escuchara sobre retomar la terapia. Sé que las secuelas del maltrato siguen ahí como cicatrices que influyen en su comportamiento, pero necesita hacerse responsable de su vida y tomar sus propias decisiones.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro