Parte 41

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Vaya día para estar aterrada por ver a los Grey. ¿Qué dirán? ¿Qué pensaran de Christian y de mi? ¿Elliot dejará de molestarme?

— ¿Lista? – pregunta Christian cuando estaciona.

— No – le sonrío nerviosa – pero vamos.

Él baja del auto y viene a abrir mi puerta. Toma mi mano pero no me muevo, así que me da un suave estirón hasta la puerta.

— ¡Ana! – Mía chilla cuando abre.

— Hola Mía – Se lanza a abrazarme y Christian suelta mi mano – ¡Estoy tan feliz de verte!

— ¿En serio? – balbuceo – A mi también me alegra verte.

Mía toma mi mano y me lleva deprisa hasta la sala, pero no se sienta, se queda de pie frente a mi.

— Ana, quiero disculparme por todo lo que pasó. No voy a culpar a Kate de todo, pero si te digo que preferiría no volver a verla.

— Pero lo harás – le digo y ella me mira confundida – Si quieres a Ethan, tendrás que ver a Kate.

— Oh... ¿No lo sabes?

— ¿Saber qué?

— Ethan se va.

— ¿Se va? ¿A dónde?

Volteo a mi izquierda cuando veo la figura de Christian junto al marco de la puerta. Nos escucha en silencio, pero sé que está molesto.

— Se va a Standford, al parecer su padre tiene contactos y solicitó su traslado.

— Lo siento Mía, sé que tú lo quieres.

— Bueno, no hay nada que pueda hacer, más que continuar – sus labios se estiran en una sonrisa triste – Ahora seremos amigas, ¿cierto?

— Por supuesto.

Le digo y la abrazo, a pesar de todo, ella parece ser una buena chica.

— Y para que lo sepas... Elliot dejó a Kate – dice lo último en un susurro.

Abro la boca para decir algo, pero nada sale. Eso sí me sorprende, y puedo decir que no me alegra.

— Mía, ese es asunto de Elliot – dice Christian.

— Ya lo sé, pero si a él no le importa, a mi menos – ella se ríe – vamos Ana, mis papás quieren saludarte.

Christian se acerca y me hace una seña para que tome su mano. Caminamos detrás de su hermana hasta la terraza, dónde los señores Grey y Elliot platican animadamente.

— ¡Ana!

— Señora Grey... Grace – me corrijo.

Ella se acerca a abrazarme, sin darme tiempo de levantar mis brazos. Su sonrisa es tan grande y genuina que me conmueve.

— Me alegra tanto, tanto verte Ana – luego me habla bajito – Christian te extrañó mucho.

— Y yo a él – le susurro de vuelta.

Grace se aparta para mirarme y puedo ver lágrimas en sus ojos. Rayos, ahora yo también quiero llorar de felicidad.

— Siéntate con nosotros Ana – dice el padre de Christian.

— Gracias señor Grey.

Grace me libera y se aleja para sentarse junto a su esposo. Christian se acerca a mi para que tome lugar en la mesa, pero la silla que voy a ocupar es tomada por alguien más.

— Elliot.

— Ana – dice serio, luego sonríe – me da mucho gusto verte de nuevo aquí.

— Me da gusto verte de buen humor.

Elliot suelta una carcajada y justo ahora me doy cuenta que todos nos miran en silencio, esperando por nuestras reacciones.

— Si, tienes razón, he sido un imbécil contigo.

— ¿Solo con ella? – bufa Mía.

— Podemos volver a empezar, ¿no lo crees? – le digo.

Estiro mi mano hacia él, pero se toma unos segundos antes de estrecharla. Y cuando creo que va a dejarme ir, me jala hacia él y me abraza.

— Un nuevo comienzo, cuñada.

Me aparto para mirar a Elliot sonriendo, ¿lo dijo en serio? ¿Y me llamó cuñada? ¿Quiere decir que está de acuerdo ahora con Christian y yo estando juntos?

Me siento en la silla que Elliot acomoda para mí y Christian se sienta a mi lado. Disfruto de la cena que los Grey preparan al aire libre y la conversación tan divertida.

No paso por alto la mirada de orgullo y felicidad en Grace. Ella pasa su vista por cada uno de sus tres hijos, que conversan animados.

Finalmente me mira a mí y sonríe. Extiende su mano por encima de la mesa hacia mi, que estoy sentada frente a ella. Me da un fuerte apretón y gira para ver a su esposo.

— Ana, ¿vienes conmigo?

— ¿A dónde? – balbuceo.

— Quiero mostrarte algo.

Christian se levanta de su silla y lo sigo hacia el interior de la casa. Pensé que iríamos a la sala, pero me toma la mano y me lleva por la cocina hasta el patio trasero.

— ¿A dónde vamos, Christian?

— A la casa de los botes.

— ¡¿Me vas a encerrar otra vez?! ¡Tengo que volver a casa!

— No te voy a encerrar, quiero hablar contigo – dice intentando sonar serio – y deja de gritar, que todos nos están mirando.

Christian se detiene en medio del césped y se gira para señalar hacia atrás. Cuando volteo, el resto de los Grey nos miran desde la terraza.

— ¿Y es necesario alejarnos 200 metros para que no nos escuchen? – digo pero él retoma nuestro camino – ¿Qué se supone que hablaremos? ¿Secretos de seguridad nacional? ¿Códigos nucleares?

— Ana, entra ahí.

Christian me suelta para sacar la llave de su bolsillo y abrir la puerta. Enciende el interruptor de la luz y yo respiro hondo antes de entrar al pequeño lugar.

— Dejá vu – digo sintiendo un escalofrío.

Christian cierra de nuevo la puerta, esta vez sin poner la llave y sonríe.

— Ana, creo que he esperado el tiempo suficiente y no quiero estar lejos de ti otra vez.

Dejo de sonreír cuando veo la expresión seria de su rostro. Okey, no estoy asustada.

— Así que voy a ser directo. Tu hermano me prohibió proponerte matrimonio hasta que termines la universidad, así que no puedo regalarte un anillo o estaré en problemas.

— ¿Qué? – balbuceo confundida. ¿Matrimonio? ¿Anillo?

— Pero quiero darte ahora tu regalo de cumpleaños, aunque falten aún un par de semanas.

Dice pero mi mente sigue procesando la palabra Matrimonio. ¿Christian quiere casarse conmigo? ¿Y habló con Isaac de esto? ¡¿Cuando?!

Me entrega una cajita que llevaba en el saco y me hace una seña para que la abra.

— No es un anillo, pero es una promesa. Te prometo que estaremos juntos a partir de hoy y que haré lo que sea necesario para protegerte y mantenerte a salvo. Quiero que seas mi novia, Ana.

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