13|Capítulo

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➼|T R E C E
El reencuentro con Agnix.

El reencuentro con Agnis.

¿Saben? Nunca es tarde para tomar la decisión de morir, y lo positivo de todo esto es que soy suficientemente maduro como para sobrellevarlo de una forma excepcional, ¿Y saben que es más excepcional que eso?, afrontarlo como solo un hombre podría hacerlo.

— ¿Hiccup Haddock? —  volvió a llamar por tercera vez consecutiva, a lo que lo miré con la cara de idiota una tecerra vez. «¡Qué ironía!» — ¿Pero qué…?

— Agnar…digo, señor Smith. Me alegro mucho de volver a verlo. —  le ofrecí la mano de una manera cortés, pero claramente olvidaba que todo lo que tenía que ver conmigo era vilmente rechazado. — Claro…—  mire mi mano con desdén. — ¿Quiere que lo ayude a ponerse de pie?

El hombre solo me mira tratando de analizar hasta mi alma.

— ¡Agnar! — resonó la voz de Tadashi haciéndose presente—. ¿Estás bien? ¿Quieres que llamé a urgencias?— Le preguntó estrechando su mano con la de él para levantarlo del suelo. Un segundo, ¿Desde cuando se tutean?.

— Estoy bien Tad, tranquilo. — resopló con la mano sobre su cabeza, luego dirigió su mirada hacia mi. — ¿Hiccup? ¿Cómo es posible? — levanté mis hombros tenuemente. «No quiere saberlo, se lo aseguro». — Empiezo a delirar por el dolor de cabeza. — negó un par de veces.

— Pues no lo creo, ¿Conoces a Hiccup, Agnar? — preguntó Tadashi sorprendido, captando la atención de sus padres. Este solamente asintió sin dejar de verme. —  El mundo cada vez es más pequeño sin lugar a dudas. — sonrió mientras me acercaba como si fuese a presentarme. — Bueno, ya que lo conoces Agnar,  y… realmente lamento las circunstancias…

— Si, hablando de eso... — interrumpí las conmovedoras palabras del pelinegro. — En serio le pido disculpas señor Smith, yo no quería…

— No me digas señor, Hiccup. — interrumpió con una entrañable sonrisa como en todas las cenas a las que Anna me invitaba. No, yo esa cara de buen hombre no me la trago.

— Pero me apetece hacerlo.

— Creo que deberías escuchar a la persona a quién minutos antes casi le partes el cráneo. — siseó sonriendo al notar a Tadashi al lado nuestro. —  ¿Siempre es así?¿Sin modales como siempre?

— Pues por tener cortesía es que lo hago. Debo hablarle de “señor” a personas que evidentemente son mucho mayores que yo. — nótese el énfasis en la palabra mayores.

— Continua.

— Como le comentaba señor, juro que no lo he mirado y que realmente no fue intencional haberle golpeado con lo que creo haber sido una…— suspiré. — bola de golf, o eso creo.— agregué sinceramente, aunque bueno no voy a negarles que ganas tampoco me faltaron.

— Veo que sigues siendo el mismo de siempre. — se limitó a contestarme.

— Dependerá de cómo lo vea usted.

— Supongo que los demás también te han acompañado, nunca dejan solo a uno de su grupo ¿no?. — agregó mientras miraba a los chicos como si fueran una secta. Dando contexto a las palabras del viejo, siempre pensó que los chicos eran una mala influencia para Anna, claro que eso no era cierto. — Tadashi, ¿Hiccup es algo de ti?, pensaba que ya no hablaba con mi hija hace años.

— Pues él y los demás son mis padrinos de bodas, Agnar. — respondió con la típica sonrisa de chico millonario que puede comprarte un cine completo en un abrir y cerrar de ojos. Parece anécdota pero es real. — Los invité un mes antes de mi boda para poder convivir todos juntos, además quería que conocieran a mi familia, a Londres y a Anna, pero al final resultó que eran viejos amigos de ella. — Agnar arqueó una de sus tupidas cejas, como si se estuviera burlando de mi. «Qué novedad»

— ¿Así? — me miró de pies a cabeza. — ¿Y quién confirmó esa teoría?

— Yo. — mencionó Anna con firmeza mirando a su padre convenientemente.

— Ya veo. — sonrió de forma lenta y sútil. — Todavía me acuerdo cuando estos chicos tocaban a la puerta de mi casa para que Anna los acompañará a sus aventurillas. — me miró un segundo y movió su mirada hacia Tadashi. — Me alegro que la boda esté rodeada de gente tan…agradable.

— Me parece fascinante que pienses de ese modo, Agnar. — musitó Leonel junto a su esposa. — Para nosotros es importante que la boda sea lo más cómoda y tranquila posible.

«Si, claro.» 

— Y es sin duda una excelente idea. — agregó con una sonrisa de oreja a oreja mostrando en su rostro como las arrugas se reunían como los jóvenes de una fraternidad universitaria. Vale, tal vez y deba mejorar mis metáforas. — Hiccup. — me llamó. — Ya que por tu culpa me duele la cabeza, creo que es justo que me acompañes a la enfermería del club por unos calmantes. — bromeó mientras se acercaba a mi. De lejos solo miraba a Jack tratando de decir «No seas estupido y síguelo» 

— ¿Cómo podría negarme? — asentí mientras lo seguía para alejarnos poco a poco del resto del grupo.

Una vez nos alejamos suficientemente como para molernos a golpes y que nadie escuchará el alboroto, pasó lo que tenía que pasar.

— ¿Cuánto quieres?

¿Había escuchado bien?

— ¿¡Cuánto quieres!? — preguntó nuevamente poniéndose frente de mi.

— ¿Ahora qué está diciendo? Porque empiezo a creer que el golpe que le he dado ha afectado su sistema  cerebral. — me crucé de brazos.

— Si estás tratando siquiera en volver a acercarte a Anna, te juro que…

— Eso no pasará. — respondí sin dudarlo. No reconocía las palabras que yacían en mi boca, pero sentía la necesidad de decirlo. — Anna se casará con Tadashi, es lo que quería ¿No?, que Anna se quedará con alguien que llene sus expectativas, que le ofrezca lo que merece y…así, alguien de buena familia. — no respondió a lo que seguí. — Pues no debe preocuparse, porque no estoy aquí por ella, eso se lo puedo asegurar.

— Eso nadie me lo asegura y menos viniendo de ti.

— Señor Smith, si hubiera querido, yo mismo habría viajado a Londres desde hace 6 años. — le sonreí. — pero, no lo hice. — me encogí de hombros. — No lo hice.

Agnar me miró detenidamente, analizando cada una de mis palabras con una determinación que asustaba a cualquiera.

— ¿Por qué Anna habrá negado su relación?, si puede llamarse de esa forma. No voy a negarte que me tomó por sorpresa desprevenida. — con sus manos agarradas por detrás de su espalda empezó a girar alrededor mío. — Creo que se dio cuenta del error que cometió en haberse metido con alguien como…tú.

— Sus razones tendrá. — respondí encogiéndome de hombros sin retroceder. — y por mí, no hay ningún problema.  — seguí con mis palabras con la frente en alto. Tal vez Jack tenía razón, no podía sentirme mal por algo que ya no existe.

— Ja. — suspiró en forma de burla, lo cual no me sorprendió, ya está muy gastada esa reacción de su parte. — Anna es lo más valioso que tengo, y haré todo lo que tenga que hacer para que su vida sea totalmente…perfecta. — me señaló con su dedo índice de manera amenazante. — y cuando digo todo Hiccup, es todo.

— Creo que me quedó bastante claro cuando me lo hizo saber aquella noche. — recordé con sarcasmo. 

Me miró mientras levantaba una de las esquinas de sus labios lentamente. —  entonces no dudes que será peor si te atraviesas nuevamente en la vida de mi hija. — suspiró como si se estuviera privando de lo que verdaderamente hubiera querido hacer.

— ¿No cambias eh, Agnar? — me pasé una mano sobre mi cabello.

— ¿Qué? ¿Ahora me tuteas? Veo que en definitiva has cambiado. Antes temblabas de miedo con solo entrar a mi despacho. — se burló cínicamente. — Eres tan predecible, que sé que al final terminarás haciendo lo que te digo.

— Shhh. — Alcé mi dedo índice al aire mientras cerraba mis ojos. — ¿Soy predecible?, bueno, me lo han dicho, no es que me afecte mucho que digamos. — rodé los ojos mientras le hablaba. — Pero puedo rescatar que sin duda alguna ya no soy el mismo.

— ¿Ah, no?, ¿Y quién eres entonces?

— Hiccup Haddock. — suspiré y lo encaré. — El chico estupido que dejó que se le manipulara a tu antojo ya no existe más. — solté sin más. — Si te respetaba lo más mínimo que fuera, fue por Anna. Y ahora…— me encogí de hombros con una sonrisa de lado. — Lo menos que me apetece es que seas un idiota conmigo. Ya no soy un crío, y creo que lo demostré bastante claro hace un rato ¿no?

Su ceño se frunció al escucharme hablar de ese modo. Creo que nadie lo habría encarado de esa forma, bueno hasta ahora.

— ¿El golpe fue planeado? — me preguntó seriamente apretando la mandíbula.

«Eso hubiera querido, pero no se me ocurrió sinceramente.» 

— Quizás si, quizás no. — respondí a su interrogante. — Después de todo soy alguien predecible ¿no?

— Me sorprendes bastante muchacho. — sonrió. —  ¿Sigues con lo de querer ser escritor? — Cambió el tema de forma repentina. Eso lo hacía cuando se sentía amenazado, y bien por él, es momento que se de cuenta que conmigo no se va a poder. — creo que eso me dijiste en las pocas conversaciones que tuvimos.

— No es algo que te importe saber ahora. — me alejé de él. — ¿Calmantes no es así? La enfermería está por allá. — señalé nuevamente el camino al club campestre.

Agnar me sonrió de la forma más retorcida posible y sacó de su refinado sacó una cartilla de calmantes para el dolor y lo alzó para que yo lo viera.. — Creo que no será necesario Hiccup. Al fin de cuentas ya he hecho lo que quería hacer. — se volteó para poder regresar al campo junto a los demás.

Iba a seguir mi camino a la enfermería porque ahora el que necesitaba calmantes era yo. La cabeza esta que me explota, pero noté que Agnar volvía a verme desde una distancia prudencial.

— Como siempre un placer hablar contigo muchacho. — me guiñó uno de sus ojos color miel y se fue tarareando lo que debió ser su maldita canción favorita.

«Pues claro, necesitaba su salida triunfal». Seguí con mi camino a la enfermería sin antes pasar donde Clarence por una botella de agua, extrañamente aceptó mis dos dólares, pero, no me detuve a cuestionarlo por ningún motivo. ¿Serían bipolares algunos británicos? no lo sabía, pero dudas no me faltaban.

Anna Smith

Ví a mi padre regresar con una sonrisa de oreja a oreja a medida que se acercaba a nosotros, traté de divisar a Hiccup a los lejos, pero él no venía con mi padre, eso me pareció ¿extraño?, pero asumí que pudo haberse quedado inspeccionado el resto del club. Tadashi, por su parte, le preguntó si donde estaba el castaño, porque el juego de golf seguía en pie y necesitaban otro jugador más si querían ganarle a Kristoff, ¿Desde cuando era tan bueno en el golf?

— Cielo. ¿Cómo te encuentras? — siseó mi madre tomando con ambas manos el rostro de mi papá. — ¿Te sigue molestando el dolor?

Él negó.

— Ya no querida, estoy bien. No te preocupes. — la abrazó para reconfortarla y le dedicó una leve sonrisa a mi prometido. — Hiccup se ha quedado recorriendo el club, ¿Podrían creer que no conoce nada ese muchacho? — bromeó a lo que los demás, sin contar a mis amigos, les causó risa. Siempre he sabido que mi padre no estima a Hiccup, pero me parece un tanto estúpido que lo siga demostrando después de 6 largos años. 

— Amor. — se acercó Tadashi. — ¿Quieres algo de beber? Te notó un tanto tensa, ¿Estás cansada? — me preguntó pasando uno de sus formidables brazos alrededor mío

— No Tadashi. — le aseguré con mi mano sobre su pecho. Eso lo tranquilizaba siempre. — pero creo que si ire por algo de beber. — lo besé levemente sobre la comisura de los labios.

Mire a mi alrededor, ¿Dónde estaban las chicas?. Al parecer Tadashi notó mi urgencia y señaló detrás nuestro, mostrando a mis amigas aprendiendo a jugar golf con sus novios, eso me hacía recordar los primeros juegos que tuve con Tadashi, la verdad es que yo era un desastre al principio, pero la práctica hace al maestro ¿no?

— Puedo acompañarte yo, si quieres. — se ofreció Cassie con una cálida sonrisa. Yo solo asentí. — No tardamos chicos, no mueran sin mi presencia. — se despidió enganchando su brazo izquierdo con el mío.

El camino fue bastante platicador. Desde que conocí a Cassie he sabido que es una persona altamente contagiosa, es una chica divertida que sabe lo quiere, no teme en decir lo que piensa y es muy directa también.

— …Y entonces le dije a Tayler, ¿Qué no se supone que el queso no se come con nutella? porque, ¿no se come con nutella, verdad?— comentaba mientras nos acercabamos a las instalaciones del club campestre.  

Estábamos tan cerca por donde ofrecían bebidas a los miembros del club, pero mi cuerpo se detuvo de inmediato al notar a Hiccup dentro de la tienda de ropa deportiva, creo que estaba probándose camisetas. Quedé tan desconcertada al notar cómo Hiccup se quitaba la camisa que llevaba puesta, por ponerse otra que el muchacho de la tienda le ofrecía. Pude notar su torso desnudo, sus brazos que con el pasar del tiempo solo se habían vuelto muchos más fuertes, y su espalda, llena de pecas como era costumbre. Cada movimiento solo mostraba lo bien trabajado que estaba, lo que me recordó, ¿Esquelético? ¿Así lo había llamado Tadashi esta mañana?, Hiccup podría ser todo menos un ser esquelético.

De pronto, me sentí avergonzada, no debía ver eso y darle la importancia que merecía, además no quería que Cassie pensará cosas que no eran. Yo estaba con su sobrino, me casaría con él, y lo que pasó con Haddock en un pasado sigue ahí, en el pasado.

— ¿Ves eso? — señaló en dirección a la tienda deportiva. En este momento literalmente estoy cruzando los dedos para que no piense locuras. — ¿Está bueno, no?

Casi se me salen los ojos de tan abiertos que los tengo, ¿Pero qué dices chica?

— ¿Disculpa? — pregunté un tanto descolocada.

— El estadounidense ese. — lo señaló, y efectivamente Hiccup seguía probándose otra camiseta. ¿No podía comprar una e irse ya? — Es bastante atractivo, no lo voy a negar.

— Hiccup es alguien atlético. — me limité a contestar con la mirada al cielo. Grave error, casi me quedo ciega por tanta luminosidad solar. — además es alguien muy…

— ¿Sabes si tiene novia? — me preguntó casi de inmediato sin apartar la vista de la dichosa tienda. — Lo he conocido esta mañana y no he podido preguntarle. — ¿Se recuerdan que les dije que era directa? Pues ahí lo tienen.

— Que yo sepa, no. Pero, no es algo que me importe. — la jalé del brazo para seguir nuestro camino a la cafetería.

— ¿No son amigos? Creí haber escuchado que…

Adiós autocontrol. — Fuimos amigos en la preparatoria, deje de hablarle por 6 largos años por motivos que sigo sin conocer y lo vengo a ver nuevamente un mes antes de mi boda. La verdad eso es mucho que procesar, así que saber si tiene novia o no se me es muy difícil por el momento. — Solté aturdida, porque era como me sentía realmente. Hiccup solo viene como si nada, no me avisa y aunque se haya disculpado sigue sin comentar su comportamiento en el pasado, pero como dije, ya no me importa.

— Okay. — suspira un tanto nerviosa. — No quería incomodarte Anna. — me miró detenidamente.

— No lo haces y no es por él. — le comenté con una sonrisa. A mi no me debía afectar en lo absoluto lo que Hiccup haga o no haga con su vida.

— Entiendo. — musitó para seguir caminando.

Seguimos así por un rato más, hasta que lo solté.
— A él le gustan las chicas como tú, fuertes, decididas y con onda. — sonreí al recordar que esas eran las palabras con las que solía describirme. Pero no se confundan, porque no me importa sinceramente. — Le gustan los automóviles, las motocicletas y la pizza.

— ¿Pizza? — enterró sus castañas cejas en medio del ceño. Yo solo reí ante su reacción.

— Ya me has oído.

— Sabes que eres la mejor ¿No?

— Creo que los has dicho desde que te conocí, Cassie.

— Porque es cierto. — rodó los ojos señalando algo obvio. — Eres la chica perfecta para mi Tadashi, me alegro que te haya propuesto matrimonio, ya se estaba tardando. — lo dijo como si fuera una terrible tragedia. — el tipo puede ser un tanto idiota, pero Tad muy el fondo tiene algo de inteligencia.

— ¿De quién lo habrá heredado?

— Supongo que de mí, ¿De quién más? — Me sonrió achinando sus enormes ojos color café. — Estoy tan feliz por ustedes dos, estoy emocionada por su compromiso.

—Si, yo también. No tienes ni idea.. — le sonreí mientras nos abrazábamos tenuemente.

Después de una larga tarde de golf, regresamos a la mansión. Me dolía todo el cuerpo, y eso que el juego solo consiste en golpear una bola o una cabeza mejor dicho, los chicos decían que Hiccup había inventado un nuevo juego bastante mortal. Tadashi quién me había acompañado a mi habitación consciente de mi dolor corporal se encontraba recostado sobre la cama.

— ¿Y cómo la pasaste? — me sonrió desde donde estaba.

— Pues bien. Solo me preocupé de que le sacaran los sesos a mi padre. — bromeé quitándome la liga que sostenía mi cabello.

— Ese Hiccup es un loco, ahora entiendo porque eran tan buenos amigos. — siseó colocando ambas manos detrás de su cuello, aún recostado en la enorme cama. — me alegra que te hayas reencontrado con ellos, y…con las chicas también que son verdaderamente excepcionales.

— Si, no lo tenía planeado sinceramente. — suspiré mientras me quitaba los aretes y los guardaba en un cajón de mi tocador. — y me alegra también a mi, que mi novio disfrute de su compañía, nunca te había visto tan…

— ¿Atractivo? — ví a través del espejo del tocador como se levantaba de mi cama. — ¿Guapo? ¿Hermoso?

— Iba a decir, divertido. — contesté aún mirándolo a través del reflejo. — pero no voy a negar lo que tu has dicho. — bromeé y pude sentir como sus brazos rodeaban mi cintura desde atrás con delicadeza a fin de que él pudiera acurrucar su cabeza en el hueco de mi cuello. — Estamos todos sucios de tanto jugar hoy. — le revolví con una de mis manos su cabellera negra. Tadashi solo rió.

— Te amo Anna. — suspiró al lado mio mientras cerraba los ojos. Pude sentir su aliento rozando tenuemente la piel de mi cuello.

— Y yo a…

— ¡La cena está lista! — se escuchó la voz de Kristoff al otro lado de la puerta. — me mandó Margaret a avisarles, es una artista en la cocina esa señora, aunque no le gusta que toques el pan ¿Quién lo diría?. — dijo para luego retirarse, sus pasos sonaban por todo el pasillo y su voz también como si fuera un megáfono. — ¡Laaa cenaaa estaaaa listaaa!

Tadashi solo me miró en la misma posición que estábamos y soltó una carcajada.

— Voy a matarlo. — bromeó para luego soltarme de su agarre. — ¿Y…Margaret?, si con ella es difícil interactuar, me sorprende que no lo haya sacado de la cocina a sartenazos. — murmuró mientras ordenaba las arrugas que le había hecho a mi cama por haberse acostado en ella. 

— Creo que sabrás mejor que yo que Kristoff y los otros no son normales. — sonreí dirigiéndome a la puerta para esperar a Tadashi que se veía en el espejo una última vez. — Te ves bien engreído, no sé cómo lo haces, pero lo haces.

— Por las dudas, aunque tú tampoco estás nada mal.  — besó mi frente y sujetó mi mano para guiarme sutilmente hasta el comedor.

Hiccup Haddock.
La cena prácticamente estaba servida, solo estábamos esperando a cierta pareja que evidentemente no quería salir para tener convivencia humana.

— ahí están. — señaló Leonel con una grata sonrisa a Tadashi y a Anna que venían sujetados de la mano. «¡Qué romántico! ¿no?» — Ya que todos estamos reunidos, la cena puede comenzar.

Como dije, estábamos todos reunidos y yo tenía a Jack a mi lado como la garrapata que es.

— ¿Sin hambre otra vez? — susurró para que solo yo lo escuchara.

— ¿De estupido otra vez?

— ¡Oh, vamos! yo te grité hermano. —  se defendió en apenas un susurro. — pero estabas tan “concentrado” en tu juego, que apenas y me escuchaste.

— Puede que tengas razón. — respondí sin mirarle los ojos. — pero el objetivo no estaba nada mal. — curvé la línea de mis labios al acordarme de Agnar tirado en el suelo.

— Eres un tonto. — se metió un pedazo de carne a la boca. — si hubieras estado en las olimpiadas yo habría…

Me tensé, ¡Diablos me tensé!, ni siquiera pude seguir escuchando a Jackson con su parloteo, porque sentí como un pie rozaba delicadamente mi pantorrilla y subía por la misma. Subí la mirada al frente y me encontré con un par de ojos castaños. Cassie me miró y guiñó uno de sus enormes ojos para luego sonreirme de una manera…poco agradable, aunque siendo sinceros no sé de qué manera me miraba.

Jack observó lo sucedido y no esperaba menos de él.

— Joder, Haddock. — me palmeó el hombro con alegría. — Así que estás en el juego.

— ¿Qué juego? — pregunté sonriendo sin apartar la vista de Cassie, la cual no dejaba de verme. Se le llama simulación queridos espectadores.

— Qué la tía quiere contigo. — lo dijo con total obviedad. — ¿Qué? ¿Debo llamarte tío Hamada o algo así?

— No digas estupideces. — le dije al mismo tiempo que ingería un poco de comida con la ayuda de un tenedor.

— ¿De qué tonterías hablan ahora? — susurró Elsa quién estaba a la par del peliblanco.

Cassie volvió a rozar su pie hacia mis piernas sin apartar la vista de mi ni un segundo. Yo la miré con una ceja levantada y aparté con cuidado mis piernas en otra dirección, y con mi tenedor después de haberlo sacado de mi boca le hice de seña que eso evidentemente no se hacía. Quería jugar así, pues yo soy el mejor jugador del mundo.

— Haddock… — me llamó Elsa con el ceño fruncido, a lo que volteé a verla.. — ¡Qué provocador eres!

— ¿Yo? ¿provocador? — repetí tratando de entenderla. Jack solo se cagaba de la risa, y yo solo dirigí mi mirada hacia Cassie que ahora hablaba con su hermana Samantha.

— Hasta a mi se me paró hermano. — Vale, casi me muero ahí mismo, así que volví a verlo seriamente. — el pie, ¿Que creías?

«Fantástico.»

Pasó la cena, y cada quién tomó lugar en su habitación. Todos estábamos cansados, aturdidos y adoloridos, demasiado ejercicio físico por hoy. Yo me metí a la ducha, me cepillé los dientes, me puse mi pijama y me quedé viendo el techo por unas horas sin conseguir sueño, no se para ustedes, pero para mi es un tanto frustrante estar así.

— Esto es una broma. — siseé poniéndome de pie. Caminé por toda la habitación pasándome las manos por el rostro una y otra vez, vale estaba cansado, es entendible.

Me pase una de mis manos por mi cabello ya seco, y dirigí mi vista hacia mi maleta que estaba en la esquina de la habitación. Mire para todas las direcciones mientras sacaba de ella un pequeño cuaderno que utilizaba para escribir versos o textos. El señor Byers asume la importancia de la práctica en nuestro tiempo libre, y ahora con este insomnio y con las ganas de ahorcarme por no poder dormir, considero que podré escribir algo aceptable.

Me senté sobre la cama y pasé por una de mis orejas un boligrafo color negro. Traté de escribir, pero la inspiración no fluía, parecía un niño queriendo nadar, pero en lugar de nadar se hundía, vaya ejemplo ese.

— Quizás si…— dije para mi mismo mientras me levantaba de la enorme cama. Tal vez si cambiaba de escenario lograba escribir algo. Salí de mi habitación dispuesto a ir a la cocina, había visto una mesa en ese lugar, y de paso me sirvo algo de comer. Dos pájaros de un solo tiro.

— Genial. Pensarán que soy raro. — me reí mientras dejaba sobre la mesa de la cocina mi libreta y el bolígrafo. Me acerqué al refrigerador y ví que estaba lleno de comida, sin duda Margaret era una excelente cocinera, eso me hacía recordar como Kristoff trataba de que Mérida copiará las recetas para cuando regresamos a New York.

Tomé un vaso de la alacena y serví un poco de leche sobre él. Mi madre decía que la leche con galletas calmaba a cualquiera, si claro, diganle eso a Santa Claus.

— Perfecto. — suspiré mientras acomodaba mis aperitivos. Estiré mis manos y me dispuse a escribir. Miré a mi alrededor y supuse que tenía el escenario indicado.. 

Entre la oscuridad de la noche puedo verte.
Sé que estás ahí, no te escondas más.
No es necesario escucharte, puedo sentirte.
Que sea el miedo y el temor los que te juzguen.
Dulce calamidad, no tiembles cuando te abrazo.
Espera el aliento de la mañana y sus lágrimas que vilmente llamamos sereno.
Tú y la soledad, poesía pura y objeto de admiración.
Permíteme convertirme en tu…

— Aliado…— suspiré mientras mordía una de las galletas. Al leerlo me dio gracia, pues si Eugene leyera esto, seguramente me mandaría a una clínica psiquiátrica.

— Pensaba que los locos ya habían ido a sus camas, pero veo que aquí estás — se escuchó una voz detrás de mí. No me sobresalté, no me asuste, solo me dió curiosidad.

— Viéndolo de ese modo, te conviertes en una. — respondí mientras releía lo que había escrito. Anna pasó a colocarse frente a mi, al parecer iba en dirección al refrigerador.

— ¿No puedes dormir? — negué levemente con la cabeza. — veo que sigues tomando leche para tus episodios de insomnio. — siseó mientras bebía un poco de agua.

La miré detenidamente, venía con unos pantalones largos y su camisa de dormir, su cabello estaba en un moño algo desordenado, señal de no haber conseguido una buena posición para conciliar el sueño. Creo que lo notó, porque abrió ambos ojos azulados de manera avergonzada y se tapó con una bata blanca que la rodeaba. Yo solo me reí y seguí sujetando mi preciada libreta.

— ¿Qué es lo gracioso, señor que casi mata a mi papá?

— Antes que todo, fue un accidente. — me defendí mientras me balanceaba sobre la silla. — y me da gracia que sigas recordando mis problemas de sueño. — arqueé una de mis cejas y devolví mi mirada a la hoja de papel frente a mi. — supuse que habías olvidado  todo de mi. — comenté agregando un par de ideas a mi escrito anterior.

— Pues de hecho si lo hice. — se sentó en una de las sillas de la mesa, algo retirada de mí, pero lo suficientemente cerca de mí como para mirarla por el rabillo del ojo. — es solo que todo el mundo bebe leche para conciliar el sueño. Es cultura general.

— Claro. — la miré por un segundo y seguí escribiendo. Pude sentir la mirada de Anna hacia mi, así que me atreví a preguntar. — ¿Sabes que puedes preguntar lo que quieras, no?

— ¿Qué es lo que haces? — me devolvió su curiosidad en forma de interrogante.

— Escribo. — me limité a contestar. No quería verla, o este escrito que comenzó como tétrico terminaría siendo romántico.

— ¿Sigues con el sueño de ser escritor?

— Pues al parecer es el único sueño que puedo conseguir. — alcé la mirada hacia ella una vez más y maldije casi en un suspiro. Estaba tan concentrada en mis manos sobre la hoja de papel, que no notó como mis ojos la repasaban casi cinco veces.

— ¿Puedo leerlo? — me preguntó subiendo su mirada a mis ojos.

— Nadie los lee, y no porque no quieran. Es que no lo permito. — respondí cerrando la libreta de borradores de un solo golpe. Anna solo rodó los ojos en señal de fastidio.

— ¿Tan buenos son?

— Mi madre dice que sí. — me encogí de hombros mostrando una leve sonrisa. Anna solo arrugó la nariz y sacó aire por su fosas nasales, genial empezaba a enojarse.

— Eres tan gracioso…— se cruzó de brazos e  hizo sonar la frase de una manera tan limpia, que me dio ganas de escribirla en mi libreta de versos.

— Se hace lo que se puede. — le guiñé uno de mis ojos de manera agradable, nada de sexismo en esta reacción, no se me confundan. — ¿Sabes que extrañaba esto?

— ¿Qué? ¿Ser el ser más irónico y sarcástico que he conocido?

— además de eso. — me reí mientras pasaba una de mis manos sobre mi cabello. — me agrada poder hablar contigo, Anna.

Ella me miró por unos instantes, y me devolvió la sonrisa de una manera amigable. 

— Lo mismo digo. — comentó mientras me veía directamente a los ojos. De repente pareciera que su mirada buscará otro foco de atención. — Bueno, ya vine por agua…— se levantó de la silla y volvió a rodear la cocina. — No te quedes muy tarde, Margaret siempre viene temprano a su cocina y si te ve aquí…

— Seré la alarma que despierte a todos. Vale, lo he captado. — sonreí girando mi cuerpo en dirección a ella. — Que duermas bien, y perdona lo de tu padre.

— A él no le ha importado mucho que digamos. — casi ruedo los ojos al escuchar eso. Literalmente casi me corta con su cartilla de calmantes. — al que le pareció divertida la escena fue a Timmy.

No evite sonreír.

— Que no te sorprenda, a él siempre le ha gustado verme en plena humillación. — bromeé  haciendo que ella se riera un poco. — Lo noté desde que él tenía 6 años.

— Si, bueno. — se sujeto del marco de la puerta. — ya debo irme, debo dormir. — aclaró con una nota de ¿nerviosismo?. — Buenas camisetas, digo buenas noches. — siseó por último apretando los ojos,  para dejarme solo en la inmensa cocina.

Me giré sobre la silla de vuelta a la mesa, y sonreí un tanto confundido.

— ¿Buenas camisetas? ¿Qué es eso? — negué un par de veces y volví a sacar mi libreta para seguir escribiendo.

Quería inspiración ¿no?, pues ahí está.

                                                                

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