10° Me quiero morir

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Después de haber pasado un momento vergonzoso ayer en la farmacia, tengo la píldora en mis manos. Arturo me dio el dinero y se acobardó al comprarla. Esperó afuera y yo tuve que pedirla, ganándome una reprobatoria mirada de la farmacéutica.

Ni bien llegué a casa tomé la primera píldora y ya son doce horas exactas para que tome la segunda. Leí las instrucciones como diez veces para estar segura de tomarlas de la manera correcta y espero que lo esté haciendo bien. Aunque no estaba en periodo fértil, lo último que necesito en mi vida es un embarazo.

Decidida meto la pastilla en mi boca y la trago junto a un sorbo de agua. De nuevo debo ir a la universidad, y de nuevo no tengo tiempo ni ganas de peinarme.

Parece que ya todos se han olvidado de mí. Me siento alejada y esta vez nadie voltea a mirarme. Saco mi cuaderno para tomar apuntes, aunque no sé por qué me molesto, Matías ni siquiera los mira.

Más que nunca la clase se me hace larga, estoy cansada y desde hace unos momento que empiezo a sentir nauseas. Cómo quisiera recostarme sobre la mesa. Las náuseas aumentan y ahora el estómago empieza a dolerme, es como una aguja atravesando mi abdomen, enterrándose más y más profundo. ¿Qué hago? ¿Salgo? No puedo salir, ni he firmado la lista, tampoco falta mucho para acabar.

¡Maldita sea! El docente sigue hablando y no tengo idea de lo que dice. Solo quiero tirarme al suelo y abrazar mi estómago en posición fetal ¿será por la pastilla? ¡Demonios!, fue un mal día para tomarla.

Por fin la hoja de asistencia llega a mi lugar y ni siquiera sé si he firmado bien. A estas alturas no me importa, quiero salir corriendo. No espero a que el docente salga antes, bajo las escaleras y abro la puerta.

Caminar me hace sentir peor, cada segundo que pasa me siento peor. Es como un cólico menstrual muy fuerte. Llego hasta un banco y me siento aparentando mi estómago, eso mitiga un poco el dolor. Solo un poco, aun así duele mucho.

Aunque tengo nauseas no quiero vomitar. Quisiera hacerlo si es que con eso el dolor pasaría. Estoy mal, estoy mal, estoy mal... repetirlo como un mantra no lo soluciona, solo me hace llorar... sí, estoy llorando y no me importa que todos me vean. Tal vez piensen que lloro por una tontería, mejor, no quiero que nadie se me acerque, quiero quedarme aquí sola para poder tirarme al piso y morirme.

—¿Estás bien? —Tres personas se acercan a mí. Lo único que me faltaba, los chicos de la biblioteca. Nicole esta arrodillada frente a mí y los otros dos me miran preocupados.

—No, solo déjenme —no estoy bien, no estoy para nada bien... por qué negarlo.

—¿Te duele el estómago?

—La llevaremos al médico —dice Alejandra.

—¿Abre a esta hora? —le pregunta el chico de lentes.

—No, en serio, déjenme, se me va a pasar. —No, no se me va a pasar y quisiera ir al médico, pero no soy alumna en esta universidad, se van a dar cuenta si revisan la lista.

—Te llevaremos a tu casa —Alejandra se agacha también a mi altura. No tengo ni fuerzas para negarme.

Nicole me ayuda a pararme y el chico recoge mi mochila.

Caminamos a paso lento hacia la salida. Si Nicole me suelta ahora, estoy segura de que me voy a caer y a desmayarme en el suelo.

—¿Qué te pasó? ¿comiste algo?

—No.

—¿Es cólico menstrual? Tengo Alcofen— Alejandra busca algo en su bolso, no sé si es buena idea tomar algo, capaz me hace sentir peor ¿que se supone que debo hacer ahora?

—No es eso.

—¿Entonces qué?—Nicole se detiene y Alejandra corre a agarrarme del otro brazo — Gabo, trae tu auto porfa —le ordena al chico y él obedece en silencio, dándose cuenta que las dos quieren interrogarme a solas.

¿Les digo la verdad? Capaz ellas sepan qué hacer o qué debo tomar.

—No, es que me tomé una píldora de emergencia y creo que eso me hizo sentir mal.

—¿Por qué te tomaste eso? ¿Sabes lo fuertes que son? —Nicole parece enojada, sé lo que está pensando, yo lo pienso también: Soy estúpida. De todas las cosas estúpidas que hice alguna vez esta se lleva el premio.

—Porque mi novio no se puso preservativo ¿Okey? —no puedo darle una respuesta amable.

—Yo oí que son abortivas ¿no estará abortando? —escucho preguntar a Alejandra.

—¡No seas tonta Alejandra!, ¿cómo va a estar abortando? Es solo que esas cosas no se toman como caramelos. Dile al imbécil de Matías que la próxima vez se ponga un maldito preservativo o yo le voy a pegar uno en los huevos.

—No, no es Matías —genial, solo faltaría que le echasen a Matías la culpa de esto y que él se entere—. Matías no es mi novio. Tengo otro novio. Matías solo vive conmigo. —No me di a explicar bien, ahora Alejandra y Nicole lucen más confundidas—. Es decir, vivo con su padre... —Eso es Emma, empeóralo—. No de la forma que piensan. El padre de Matías es mi tutor legal.

Con esa explicación parecen más tranquilas. En la puerta se detiene un auto blanco y me llevan hacia él.

—¿Cómo te llamas? —me pregunta Alejandra.

—Emma Elizabeth —contesto a duras penas, no veo la hora de llegar a casa de Henry y recostarme en mi cama—. Mi madre era fanática de Jane Asuten. —Siempre que doy mi nombre me veo en la obligación de explicarlo. Mi madre no se decidía entre un nombre u otro dado que ambas eran sus protagonistas favoritas de novelas, y no se le ocurrió mejor solución que ponerme ambos nombres. Además de que nunca lo escriben bien, combinan pesimamente con mi apellido.

—Emma Elizabeth —repite Nicole, como intentando memorizarlo.

—Solo Emma.

—Bueno Emma, yo soy Nicole, ella Alejandra y el Gabo. —El chico que conduce saluda con la mano.

Asiento, aunque ya sabía el nombre de las dos chicas.

—¿Dónde vives? —Gabo mira desde el retrovisor esperando que le digamos hacia donde dirigirse.

—Irpavi, yo les indico.

—Así que... ¿no eres novia de Matías?— empieza a decir Alejandra.

—No, perdón, dije eso para sacar el libro. No sabía que tú eras su chica.

—No importa. Matías y yo ya nada de nada ¿Por qué no sacaste el libro a tu nombre?

Oh genial ¿Qué invento ahora? No tengo ganas de pensar una historia coherente así que les voy a decir la verdad. Total, no creo que nos delaten.

—No estudio en la universidad. Todavía estoy en el colegio, solo vengo a firmar en lugar de Matías.

—¿Por qué?

—Porque Matías es un maldito vago que no quiere venir temprano. Él a cambio me hace mi tarea de arte.

—¿Por qué no me sorprende?—Nicole mira al cielo, como pidiéndole paciencia a Dios —. Encima que no va a casi ninguna de las otras clases. Ya perdió un parcial de derecho romano, no va a aprobar.

—¡Sí va a aprobar! —Gabo sale a su defensa—. Si a la doctora le encantó su interpretación de cayo en el teatro.

Las chicas ríen, recordando una anécdota de la cual claramente yo no fui participe. Me hace recuerdo al colegio, cuando mis amigos hablan de años pasados olvidándose que soy nueva y no tengo idea de lo que dicen.

—La docente de derecho romano hace que todos actuemos en un teatro a principio de semestre. Nos divide en grupos y debemos actuar con túnicas y todo. A fin de año hace un teatro más grande. Matías actuó de Cayo la semana pasada y a la doctora le fascinó. Te juro que está enamorada de él.

—¿Ves? Con que le haga ojitos ya tiene esa materia aprobada —dice el chico.

No puedo visualizar a Matías con una túnica actuando de romano, pensarlo me causa gracia y me ha hecho olvidar el dolor por un momento.

Por fin llegamos a la puerta de entrada. Gabo toca el timbre mientras bajo del auto con Nicole y Alejandra ayudándome como si fuera inválida.

—Soy yo, Gabo —le dice al intercomunicador. No escucho qué le responden adentro imagino que es Matías quien abre... genial espero no tener que darle explicaciones.

—¿Qué pasó? —Nos recibe en la sala, está con una musculosa blanca y su pijama, lo que significa que seguía durmiendo.

—Que está mal, no te quedes ahí ayuda a llevarla a su cuarto.

Ahora tengo a todo un grupo de gente subiendo las escaleras conmigo.

—Estoy bien, gracias por traerme, me voy a dormir y seguro se me pasa. —Espero que me hagan caso y se vayan, no me gusta tenerlos detrás de mí.

—¿Qué? ¿Dolor de regla?—pregunta Matías y Nicole le jala una de sus rastras.

—A ti no te importa. Anda a traerle un mate —le dice con tono autoritario. De mala gana Matías baja y Gabo lo sigue.

Alejandra abre la puerta de mi habitación y me hacen recostarme en mi cama.

—Enserio, no es necesario que se queden.

—Mi padre es ginecólogo ¿no quieres ir a verlo esta tarde? —ignorando lo que le acabo de decir, Nicole se sienta al borde de mi cama.

—No, en serio, no lo necesito.

Para nada, de ginecólogos nada. Matías regresa con Gabo a pocos pasos de distancia.

—¿Y el mate? —le reclama Alejandra.

—¡La empleada lo está preparando!—responde a la defensiva.

—Oye ¿cómo es eso de que la estás haciendo ir en tu lugar? —Nicole va hacia él y le pellizca un brazo. ¿Por qué se lo tuvo que decir? Ahora Matías va a querer matarme.

—¿Por qué se los contaste? Ustedes mejor no digan nada.

—No lo vamos a decir, pero tú deberías ir. Te vas a tirar en todas las materias.

—Falta más de medio semestre, tengo tiempo de recuperar nota.

—Seguro no lo vas hacer. Eres un vago. —Nicole vuelve a pellizcarlo. Viéndolos juntos, creo que Nicole sería una buena pareja para Matías, lo mantendría a raya y quien sabe, lo haría sentar cabeza. No es tan bonita como Alejandra o Sandra, pero es atractiva y parece inteligente, lo que Matía necesita.

—La dejaremos descansar —Alejandra los interrumpe y por fin todos van saliendo de mi cuarto.

Nicole y Gabo se despiden desde la puerta y Alejandra me habla antes de irse.

—Dile a tu novio que si te quiere debería cuidarte.

Me quito los zapatos y me cubro con la manta hasta la cabeza. El dolor ha disminuido y espero que con el descanso desaparezca por completo.

Gracias por leer! pásense por mis otras novelas y siganme, para sabe cuando publique :D

por favor voten y comenten y si les gusta la novela compartanla con otros amigos para que la lean también.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro