14° Perder el tiempo

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Es lunes y de nuevo estoy en una situación indeterminada con Arturo. Al notar la frialdad con la que nos tratamos en los primeros periodos de clases, el resto de mis amigos exclamaron algo como: "¡otra vez!" e intentaron ignorar el que mi novio y yo no nos hablamos durante el recreo. Esta vez Laura e Isabel no me dejaron de lado, intentaron comportarse como si nada pasara. Al menos no me sentí sola, más bien muy disgustada y no solo por Arturo, si no por Matías.

Esta mañana Nicole me contó que Matías no fue a hacer el trabajo y que no le contesta las llamadas. Hay poco tiempo para presentar el trabajo de filosofía jurídica y no es justo que Nicole y Alejandra lo hagan todo solas. Seguro Matías está apostando a que yo lo terminaré haciendo por él. ¡Qué ni lo sueñe! Eso no era parte de nuestro trato.

—¿De verdad Arturo te hizo enojar tanto? —Isabel me despierta como de un sueño. Estamos en la puerta de salida y casi no recuerdo cómo llegué aquí. Estaba muy ensimismada pensado cómo gritarle a Matías en cuanto lo vea.

—Sí —vaya que me hizo enojar, aunque ahora no piense en eso.

—Ojalá lo arreglen, ustedes van a ser de esos que terminan y vuelven, terminan y vuelven...—Se despide de mi con un beso y corre al auto de su mamá.

Terminar y volver... conozco ese tipo de parejas y nunca me imaginé inmiscuida en una, hasta ahora. ¿Volveré con Arturo? No lo creo.

Pensar en una persona que no quieres ver es como invocar al demonio. Arturo y Miguel están justo detrás de mí. Intento acelerar el paso para perderlos de vista sin resultar muy obvia. Mi intento es fallido porque Arturo corre para darme alcance. Seguro quiere decirme algo.

Freno en seco y lo observo impaciente, demostrándole sin decir nada que quiero irme.

—Solo léela ¿sí? —me extiende una hoja de carpeta doblada y vuelve a reunirse con Miguel sin añadir nada más.

Debería irme a casa y leer su carta o lo que sea ahí, pero la curiosidad puede conmigo y me quedo plantada en la acera del colegio mientras el resto de alumnos pasan a mi alrededor.

Podría decir que es la carta de amor más trucha que he recibido nunca, pero es la única que me han dado. Arturo necesita mejorar su redacción, su ortografía y capaz cambiar de cerebro.

No obstante, su intención es buena y tierna, y conociéndolo estoy segura de que esto le debió costar horrores escribir. No sé qué hacer. Por un lado cualquier persona inteligente lo dejaría, por otro, entiendo que pese a comportarse como un cretino a veces, las ocasiones en las que ha sido bueno y detallista conmigo han sido muchas más. Sé que soy una persona difícil de tratar y él pone su esfuerzo. Tampoco puedo pretender que le gusten las mismas cosas que a mí o que piense igual que yo. Como los amigos de Matías, yo puedo estar con él aceptando su forma de ser.

Decido mantener mi celular en el bolsillo. Mi respuesta a la dichosa carta se la daré en persona, hay muchas cosas que quiero discutir con él personalmente antes de tomar la decisión de darle a esta relación otra oportunidad.

—¡Matías! —sin llamar entro a su habitación, quiero agárralo por sorpresa porque sé que intentará esquivarme.

—¡Oye toca la puerta! —me grita, al parecer estaba frente a la pantalla de su laptop y le pegué un susto.

—¿Cómo es eso de que no fuiste a hacer el trabajo? Te hice recuerdo el sábado. No es justo que dejes que otros trabajen para ti.

—Tenía cosas más importantes que hacer.

Miró su pantalla, está conectado a una cámara fotográfica, de esas profesionales, con un lente más grande que la cámara en sí.

—¿Te fuiste a tomar fotografías? —Espero que no sea tan cínico para responder que sí.

—Sí. —Ahí está, es un maldito cínico irresponsable—. Había buena luz.

—¡Eso que mierda importa! Más importante es el trabajo. Vas a tirarte en esa materia y vas a tirarte en todas. No sé porque Henry gasta dinero en un irresponsable como tú. A mí me daría vergüenza ser tan patética y pretender que mi padre me mantenga toda la vida.

—¡Tú qué sabes sobre mi vida o lo que hago con ella!

—Sé que lo único que haces es perder el tiempo. Madura. —Quiero sonar hiriente, lo más hiriente posible para que Matías reaccione de una buena vez.

—Para ti todo es pérdida de tiempo y al final no haces nada con tu tiempo, lo que es aún peor. Por eso eres tan triste y amargada.

—¡Eso no es cierto!

—Ni siquiera sabes lo que significa perder el tiempo. —Bufa, como si fuera algo gracioso.

—Lo sé, es la manera en la que tú desperdicias tu vida.

—Si ser feliz y hacer lo que te gusta es desperdiciar la vida, pues sí la desperdicio. Moriré sabiendo que viví haciendo lo que me gustaba. Tú te llevarás tus ridículos logros a la tumba, y cuando el ocio ya no sea una opción, vas a arrepentirte de no haberlo aprovechado. Ahí veremos quién desperdició su vida en realidad—Él no parece tan exaltado como yo, termina de hablar y me cierra la puerta en la cara.

¡Idiota! Por supuesto que no voy a arrepentirme de nada, sobre todo cuando él viva en la calle y yo tenga éxito en la vida. Y por supuesto que sé perder el tiempo, mis amigos piensan que jugar videojuegos es una pérdida de tiempo... claro, como si pasar horas bebiendo en la calle no lo fuera...

Abro la puerta y me meto en la habitación del Matías, él parece tener la intención de sacarme a la fuerza.

—Videojuegos —le digo mientras me empuja por lo hombros—. Jugar al Play Station es una forma de perder el tiempo.

—¿Alguna vez te has quedado más de quince horas seguidas jugando? ¿O has jugado en lugar de hacer otra cosa que debías?

—Claro que no.

Matías suelta una especie de suspiro y me vuelca los ojos. Al parecer no soy lo suficientemente ociosa para él. Empieza a sacarme de su habitación de nuevo y lo detengo.

—Entonces enséñame —le pido.

—¿Que te enseñe qué?

—A perder el tiempo, o lo que sea que tú haces. Quiero ver como aprovechas tu maravillosa vida y qué es más importante que la universidad.

—De acuerdo —ni siquiera lo piensa—. Deja cualquier cosa importante que tengas que hacer el miércoles y no vale reacomodar tu horario.

—¿El miércoles todo el día? Tengo colegio y universidad...

—Sí, exacto.

Matías me está ofreciendo perderme un día de clases, eso jamás lo he hecho a menos que fuera un motivo de fuerza mayor. Debe ser una tontería para la mayoría de adolescentes, pero para mí será posiblemente una de las cosas más emocionantes que he hecho nunca.

—Bien, cuenta conmigo.

—Genial, pero a cambio vas hacer el trabajo con Ale y Nicole —me avisa.

Ahora me doy cuenta de que ya estoy en la línea límite de su habitación, a la distancia justa para que me vuelva a cerrar la puerta a escasos milímetros de mi nariz. El aire me golpea y escucho que Matías ha trancado con llave, comunicándome con ese sonido que me quiere fuera.

Ahora que estoy en mi habitación me doy cuenta de lo que acaba de suceder. ¡Cómo demonios pasó! Yo le estaba reclamando a él el no haberse reunido para el trabajo de filosofía jurídica y terminé pidiéndole que me llevara a perder el tiempo, y encima seré yo quien haga el trabajo por él. O Matías es más inteligente de lo que parece o yo soy una verdadera bruta manipulable.

Si leen Foris, quiero avisarles que ya subí capítulo nuevo de La Quinta nación! :D

No se olviden de regalarme un voto en cada capítulo. Solo es hacer un click en la estrella de arriba, no les cuesta nada ;) y si de paso me dejan un comentario lo leeré con mucho interés y estaré muy agradecida.


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