Por una obra maestra: El enfrentamiento

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Cancion del capitulo: This is de Ella Mai

En las profundidades del invierno, finalmente aprendí que dentro de mí había un verano invencible — Albert Camus

La noticia del robo de la pintura había sido devastadora, pero lo que más le dolía era la desconfianza en los ojos de Namjoon. Respiró hondo y se obligó a concentrarse, sacó su teléfono para llamar a su consejero, de quien tenía más de una llamada pérdida.

—Hoseok, necesito hablar contigo —expresó a través de la llamada, tratando de mantener la calma mientras se dirigía a la ventana del hotel y corría todas las cortinas.

—Tengo malas noticias. Yoongi está en Italia con su clan —informó Hoseok—. Tienen un plan armado para robar la pintura antes de que sea montada. No sé qué contactos tiene en la galería, pero está muy cerca de ella.

Seokjin sintió que el peso de la situación aumentaba y que todo empezaba a cobrar sentido. Suspiró profundamente antes de responder.

—La pintura fue robada, Hoseok. Y lo peor es que Namjoon cree que fui yo —declaró sin darles mucha vuelta a la información.

Hubo un silencio momentáneo antes de que este respondiera.

—Eso no es lo más importante ahora —declaró con firmeza—. Estoy llegando a tu hotel, con el equipo.

Seokjin se dejó caer en una silla, sentía como su mente empezaba a girar. Las cosas a su alrededor giraban, se sentía mareado y enfermo.

—Perdió la confianza en mí —murmuró mientras terminaba de vestirse, tratando de mantener las manos firmes en las prendas que se colocaba.

—¿Y eso te preocupa por la pintura o porque te gusta? —preguntó Hoseok con una nota de curiosidad en su voz.

Seokjin hizo una larga pausa antes de responder.

—Ambas cosas, y no me juzgues. Tendrías que conocerlo para saber de qué hablo.

Hoseok suspiró al otro lado de la línea.

—Vamos a concentrarnos en Yoongi. ¿Sabes lo peligroso que es que el curador de la pintura sepa que tú la querías? Ahora mismo eres el principal sospechoso y él podría decírselo a la policía. Tienes que irte al refugio, ahora.

Seokjin cerró los ojos por un momento, asimilando la gravedad de la situación.

—Entiendo. ¿Qué sabes de Yoongi?

—Todo lo que sé es lo que ya te he dicho.

Seokjin tensó la mandíbula, sintiendo la presión de cada palabra de su consejero. Sabía que Hoseok tenía razón, pero eso no hacía que la decisión fuera más fácil. Con un movimiento rápido, comenzó a hacer sus maletas, recogiendo todas sus cosas con precisión.

Sus días en Italia a partir de esa mañana, estaban contados, lo único que si tenía seguro es que no se iría de allí sin esa pintura. Aunque eso significará renunciar al alfa que realmente empezaba a querer.

El sonido de las sirenas de la policía se escuchó a lo lejos y Seokjin sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que no podía perder más tiempo si ponía sobre la mesa la posibilidad de que Namjoon lo haya acusado con la policía.

Con el corazón acelerado, salió del hotel tratando de no llamar la atención. Mantuvo la cabeza baja, acomodó su gorra y gafas oscuras. Cada paso que daba parecía retumbar en sus oídos, consciente de que cualquier error podría costarle caro.

Salió del hotel con las manos sudorosas y la mente agitada, sus pensamientos aún aturdidos por la confrontación con Namjoon. La imagen de su mirada desconfiada se repetía una y otra vez en su mente. Tenía que encontrar una manera de arreglar las cosas, pero primero, debía asegurarse de sobrevivir a la tormenta que se avecinaba.

Respiró hondo, tratando de calmarse mientras esperaba en la entrada del hotel. Las sirenas de la policía resonaban a lo lejos, lo que solo incrementaba su ansiedad. Miró su reloj, esperando la señal de Hoseok, quien ya se estaba tardando en llegar a recogerlo para llevarlo al refugio junto al resto del equipo que se supone ya estaba en el país.

Mientras esperaba impacientemente, una van negra se estacionó frente a él. En un inicio, Seokjin pensó que se trataba de su equipo, pero al abrirse la puerta, su corazón dio un vuelco.

Allí estaba Yoongi, apuntándole con un arma, con una gorra y unas gafas negras. En su rostro se dibujaba una sonrisa maliciosa, esa sonrisa que el tanto odiaba.

—O subes o te vas con la policía, querido Seokjin —dijo Yoongi con una sonrisa fría.

Seokjin miró a su alrededor y vio una camioneta acercándose. Reconoció al conductor y supo que era Hoseok. Sin embargo, no podía arriesgarse a un enfrentamiento en medio de la calle, frente al hotel en la que se estuvo quedando donde muchas personas lo vieron salir y entrar con Namjoon.

Con un suspiro resignado, subió al coche.

Dentro del auto, Yoongi le hizo una seña al hombre que ahora se encontraba detrás de Seokjin, pero en cuanto se colocó frente a él de manera brusca, se dio cuenta de que se trataba de Jungkook, el perro fiel de Min Yoongi.

—Oh pero si es el hermoso Jungkook, ¿cómo están tus uñas? —cuestionó mientras amarraba sus manos con fuerza y enojo—. Cierto que también te disparé, ¿te recuperaste de tu pierna?

—Cállate la puta boca de una vez —replicó con cólera mientras lo amordazaba y vendaba.

El olor a cuero y el sabor metálico de la mordaza lo hicieron sentir claustrofóbico, pero se obligó a mantenerse calmado.

—No intentes nada, Seokjin. Esta vez, juegas según mis reglas —declaró Yoongi.

El viaje fue largo y tortuoso. A pesar de que estaba vendado trató de memorizar cada giro y calcular el tiempo para deducir su ubicación. Contó los minutos, los segundos, tratando de mantener la mente ocupada para no sucumbir al pánico.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, el coche se detuvo. Seokjin fue empujado fuera del vehículo y llevado a trompicones hacia una cabaña. Las puertas crujieron al abrirse y fue arrojado al interior, donde sus sentidos se llenaron del olor a madera húmeda y a tierra.

—Quítale la venda y la mordaza —ordenó Yoongi aún con su pistola en manos.

La luz del interior iluminó el rostro de Yoongi mientras Seokjin parpadeaba, ajustándose a la repentina luz de lo que parecía ser una cabaña vieja en medio del bosque.

Estaba sentado en una silla de madera con sus manos atadas a los brazos de la silla. El simplemente le dejó creer a Yoongi que realmente estaba en total control de la situación, todo lo que tenía que hacer era mantenerse tranquilo y esperar la llegada de su gente.

—Hemos llegado, Seokjin —expresó Yoongi, acercándose con una sonrisa predadora—. Ahora, dime todo lo que sabes sobre la pintura.

Seokjin apretó los labios, negándose a responder. Yoongi se agachó frente a él, haciendo que su rostro quedara a sólo centímetros del suyo y el aroma de aquel alfa le pareció extremadamente repugnante.

—Sabes que no tengo paciencia para estos juegos —espetó Yoongi en un tono amenazante—. ¿Quién la robó? ¿Dónde está ahora?

Seokjin estudió el rostro de Yoongi, buscando cualquier pista. Fue entonces cuando se dio cuenta de algo: Yoongi estaba desesperado. No tenía la pintura y no sabía quién la tenía. Esta revelación le dio a Seokjin un destello de esperanza.

—No lo sé —respondió finalmente, manteniendo la mirada fija en su enemigo—. Pero lo que sí sé es que tú tampoco la tienes.

El rostro de Yoongi se contrajo en una mueca de frustración. Dio un paso atrás y cruzó los brazos, evaluando a Seokjin con ojos fríos.

—¿Crees que esto es un juego, uh? —preguntó en voz baja y peligrosa—. Te aseguro que, para ti, no será divertido.

Seokjin se mantuvo en silencio, su mente trabajando a toda velocidad. Sabía que su única esperanza era mantenerse fuerte y esperar a que Hoseok y su equipo llegaran a rescatarlo. Pero hasta entonces, tendría que enfrentarse a la furia de Yoongi y encontrar una manera de salir.

El silencio se rompió de golpe cuando las camionetas de la gente de Seokjin irrumpieron en la propiedad. Desde dentro de la cabaña Yoongi observó por la ventana y se giró con rapidez fijando su mirada con recelo en Jungkook.

—¿Qué hiciste, idiota? —preguntó Yoongi, con furia y los puños apretados.

—¿Yo por qué haría algo? —replicó Jungkook con una mueca de sorpresa.

—¿Crees que no sé qué estuviste viéndote con el idiota de Taehyung? Degenerado de mierda —escupió las palabras con veneno.

Seokjin aún en el centro de la cabaña llevó su mirada hasta Jungkook que también lo observó por una fracción de segundos. Primero que le sorprendió como Yoongi le habló y luego saber que Jungkook y su hacker estaban en una posible aventura.

—Mi vida personal no tiene nada que ver con esto —respondió Jungkook desafiante.

—Sí tiene que ver cuando tu maldito capricho por otro alfa es parte de tu enemigo. —Yoongi se acercó, acusándolo con su dedo índice.

—Yo no le dije nada —Jungkook defendió, pero su voz comenzaba a tambalearse.

—Ay, Jungkook, no tienes que decir nada. ¿Acaso no sabes quién es Taehyung? Es un puto ciberdelincuente y más astuto que tú.

Jungkook se quedó en silencio ante aquel insulto por parte de su jefe, por su mente pasaron un montón de cosas que pudieron haber ocurrido como para que lo hayan encontrado tan rápido.

Es cierto que Taehyung podría llegar a ser más astuto que él, no lo iba a negar, pero que su propio jefe se lo dijeran en su cara y que encima de eso le hiciera dudar del encuentro que tuvo con el alfa, definitivamente no lo dejaba tranquilo.

En ese instante, la puerta principal de la cabaña fue derribada y los hombres de Seokjin irrumpieron, desatando un caótico tiroteo y una lluvia de golpes para los hombres de Yoongi que intentaban detenerlos.

Jungkook y Yoongi se cubrieron inmediatamente, disparando de vuelta, pero la sorpresa jugó en su contra. Con movimientos calculados, el clan de Seokjin logró desarmar a Yoongi y sacar a Seokjin del lugar subiéndola de inmediato a la van que esperaba afuera.

En el correteo de entrar a Seokjin al coche, de los golpes entre los clanes. Estaban a punto de escapar en el auto cuando Taehyung se apresuraba en salir, pero en ese momento Jungkook lo tomó fuerte del brazo y en medio del caos entre los dos bandos, cuando nadie les estaba prestando atención, lo arrastró hasta la parte trasera de la cabaña.

Taehyung se lo permitió, de hecho, es algo que estaba esperando que sucediera, por lo que le hizo señas a su equipo para que se fueran sin él. Hoseok le respondió señalando su reloj y antes de que Jungkook lo acorralara contra la pared, notó la mirada fulminante y confusa de Seokjin.

Iba a tener que explicar mucho en cuanto volviera al refugio.

Volvió su atención a Jungkook, quien lo observaba con la mirada oscura y la pistola apuntándole al abdomen.

—¿Qué me hiciste? —exigió Jungkook con su voz temblando de rabia contenida.

—¿De qué hablas, cariño? —respondió Taehyung esbozando una sonrisa, intentando calmarlo y tenerlo comiendo de su mano como siempre lo ha tenido. No dudando de él.

—No me hables de cariño ahora —amenazó Jungkook presionando la pistola con más fuerza contra él—. ¿Cómo sabías que estábamos aquí?

—Yo no te hice nada —replicó con calma, de nada servía que se pusiera a la defensiva con Jungkook, eso solo arruinaría lo que había avanzado—. ¿No te meterás en problemas con tu jefe si nos ven juntos?

—Yo hago lo que me dé la gana con mi vida privada —gruñó Jungkook con la rabia impregnada en cada palabra—. ¡Dime ya qué fue lo que me pusiste!

Jungkook estaba notablemente alterado y aunque esperaba que sospechara algo en cuanto pasara algo como eso, no esperaba que estuviera tan seguro que él le haya hecho algo, pero por su urgencia de confirmarlo le dejaba claro que solo se dejó presionar por su alguien más.

Así era Jungkook, fácil de sacar de sus casillas y fácil de manipular.

—No te puse nada, idiota —replicó Taehyung mirándolo con seriedad—. Seokjin tiene un rastreador diminuto que usa en emergencias, no estamos aquí porque yo te haya puesto algo. Me duele que pienses eso de mí.

Jungkook suavizó su mirada poco a poco y bajó la pistola lentamente.

—Júramelo —susurró buscando desesperadamente una respuesta —. Júrame que no me usaste aquella noche que compartimos.

—No lo hice —declaró Taehyung tomando el rostro de Jungkook entre sus manos—. Y no lo haré.

Jungkook cerró los ojos y su voz se quebró mientras confesaba:

—Me gustas... Me gustas demasiado, Tae —masculló acercando más su rostro, lo que puso a Taehyung algo nervioso ya que era cuestión de tiempo de que Yoongi se diera cuenta de que él seguía allí y no estaba precisamente en las manos de Jungkook para ser atrapado o interrogado con torturas.

—Y tú a mí, Jungkook —respondió en voz baja—. Ahora déjame ir antes de que tu jefe nos vea. No será bueno para ninguno de los dos.

Jungkook asintió, mirando a su alrededor con cautela.

—Te llevaré a la salida y de ahí te vas con tu gente. Envíame un mensaje en cuanto puedas —le pidió acomodando su ropa con cuidado.

—Solo dime el camino. Si vamos juntos levantará sospechas.

Volvió a sentir antes de explicarle rápidamente por dónde podía escapar sin ser visto y justo antes de que se marchara, Jungkook lo tomó de la mano y lo atrajo hacia sí, besándolo con desesperación.

—Tae... necesito saber —masculló contra sus labios—. ¿Quieres esto tanto como yo?

—Sí, quiero esto tanto como tú, alfa —respondió Taehyung con falsa ternura. Su único propósito era salir de ese bosque sin una herida, sin que el jefe del alfa que no lo dejaba ir notara su presencia, pero Jungkook estaba tan desesperado por saber, que todo lo que hizo fue afirmar a todo lo que le pedía.

—Dilo de nuevo —le pidió Jungkook con una mirada suplicante que le dejaba bastante claro el nivel de necesidad de aquel alfa escucharlo llamarlo por su casta.

—Alfa —repitió Taehyung suavemente—. Tengo que irme ya.

—Ve con cuidado —murmuró Jungkook con su mirada fija en Taehyung—. Mi alfa.

Taehyung asintió y se alejó rápidamente, desapareciendo en la oscuridad y los árboles que rodeaban el bosque. Cena cuanto llegó a la salida no fue difícil para el ubicarse con su móvil y finalmente llegar al refugio.

En cuanto llegó al punto de encuentro donde llevarían a cabo su plan, todo su equipo estaba reunido en la sala de estar de la casa un poco alejada del centro de la ciudad.

Fue recibido con alivio por parte de sus compañeros, sin embargo, fue la mirada de su jefe lo que hizo que casi temblara en su lugar. Solo podía asegurar que tenía mucho que explicar.

Por la mirada de Seokjin era plenamente consciente de que las preguntas llegarían como una avalancha y si no se explicaba lo suficientemente rápido podría terminar muerto y nada de lo que hizo con Jungkook habrá valido la pena.

—¿Qué demonios está pasando entre tú y Jungkook? —exigió Seokjin encendiendo un cigarro mientras se acomodaba en una de las mesas del comedor, bajo la mirada de todos los presentes.

—No hay nada, señor, puedo explicarlo —especificó sentados frente a él cuidadosamente—. Pero, necesito mi computadora para...

—Hoseok, tráele su juguetito —alzó su voz—. Tu quédate donde estás y más te vale que empieces a hablar porque te estás viendo con Jungkook.

—Sabía que Jungkook visitaba un bar específico con frecuencia —comenzó a decir Taehyung mientras esperaba recibir todo su equipo para demostrar las pruebas—. Me hice el desentendido y esperé a que él me abordara.

Una neblina suave cubría las calles de Seúl y el aire de la noche se sentía fresco mientras Taehyung se apoyaba contra la pared de un edificio, a una calle de distancia del bar que frecuentaba Jungkook. Un cigarrillo encendido colgaba de sus labios, la brasa roja brillando en la oscuridad mientras exhalaba lentamente el humo. Sus ojos estaban afilados y atentos, observando con atención la entrada del bar, esperando con paciencia.

Finalmente, el ruido de un motor de alto rendimiento llamó su atención. Un lujoso auto negro se detuvo frente al bar y Jungkook emergió de él, su rostro estaba tenso y su expresión era sombría. Algo en su postura denotaba una mezcla de frustración y rabia, como si estuviera intentando sacudirse el peso de un mal día. Jungkook ajustó su chaqueta de cuero y sin perder un segundo, se dirigió al interior del bar.

Taehyung dejó que su mirada siguiera a Jungkook por un momento antes de apagar el cigarrillo en la pared y enderezarse. Con calma se acomodó su propia chaqueta de cuero marrón, asegurándose de que su aspecto estuviera impecable. Luego, con un aire de indiferencia calculada, cruzó la calle y entró al bar.

El ambiente dentro del bar era cálido, iluminado por luces tenues que acentuaban la atmósfera íntima del lugar. La música baja y el murmullo de conversaciones envolvían el espacio. Taehyung se movió con una seguridad tranquila, pasando entre las mesas hasta llegar a la barra, donde se sentó a un par de asientos de distancia de su objetivo. Lo observó de reojo, como si no lo hubiera notado, y pidió una bebida al bartender.

Encendió otro cigarrillo, dando una calada lenta mientras se mantenía en su papel. Sabía que Jungkook lo había visto; podía sentir su mirada, intensa y fija sobre él. Pero Taehyung no se giró, fingiendo que estaba ahí solo para relajarse y disfrutar de una bebida después de un largo día.

A medida que el tiempo pasaba, notó cómo el alfa se acercaba lentamente, como un depredador atraído por su presa, pero decidido a esperar el momento justo.

Jungkook fue el primero en romper la tensión. Se inclinó hacia Taehyung con una sonrisa ladeada en su rostro y su voz seductora cuando habló.

—¿Qué hace un alfa como tú solo en un lugar como este? —preguntó Jungkook, dejando claro cuuales eran sus intenciones.

Taehyung giró la cabeza lentamente hacia él, fingiendo sorpresa al verlo tan cerca. Esbozó una pequeña sonrisa, pero se mantuvo distante.

—Solo disfrutando de una noche tranquila —respondió despreocupado.

Jungkook no se dejó disuadir por la falta de entusiasmo de Taehyung y siguió hablando, sus palabras cada vez más descaradas, insinuando sus intenciones. Taehyung, por su parte, mantenía su papel, respondiendo con evasivas y una pizca de desinterés. Pero eventualmente, dejó que su resistencia se desvaneciera ligeramente, como si el alcohol y la atmósfera hubieran empezado a suavizar su actitud.

—La última vez me rechazaste en mi cara, ¿no te parezco atractivo? Si me dices que es eso, dejaré de coquetearte en este instante —señaló Jungkook antes de tomar un sorbo de su Whisky.

—Oh, sí me pareces atractivo —declaró Taehyung, esta vez sin mentira en sus palabras—. Es solo que eres un poco demasiado insistente, cargoso y con labia barata.

—Auch, hieres mis sentimientos hackersito —señaló Jungkook fingiendo dolor en su pecho.

—¿Acaso no te importa que yo sea del clan enemigo?, ¿te gusto así de tanto como para dejar eso de lado? Te meterías en muchos problemas —consideró Taehyung esparciendo las cenizas de su cigarro en el cenicero.

Sin que se lo esperara Jungkook tomó el cigarro de su boca y se lo llevó a sus propios labios, y en cuanto le dio una calada se acercó más a él, de manera que las rodillas de Taehyung ahora rozaban sus caderas.

—Eso es lo que me gusta más —admitió dejando salir el humo de su boca muy cerca de su rostro—. Y me gustas así de mucho, como para dejar de lado el clan.

Desde ese momento la mirada de Taehyung se volvió más cálida, sus respuestas más coquetas, hasta que finalmente, después de un intercambio de palabras llenas de tensión, Jungkook hizo su propuesta.

—Hay un hotel justo en la esquina —sugirió Jungkook mientras sus ojos oscuros brillaban con deseo—. Podríamos continuar esta conversación en un lugar más privado.

Taehyung dudó por un segundo antes de asentir.

—Está bien —respondió fingiendo un poco de reluctancia—. Pero solo porque insistes tanto.

Ambos salieron del bar y caminaron en silencio hacia el hotel, la tensión entre ellos crecía con cada paso. En cuanto entraron en la habitación, la atmósfera cambió drásticamente. Las luces tenues del hotel apenas iluminaban el espacio mientras se devoraban mutuamente con la mirada. No hubo más necesidad de palabras, el deseo mutuo era casi palpable.

Tan pronto como la puerta se cerró detrás de ellos, la paciencia se desvaneció. Jungkook empujó a Taehyung contra la pared, uniendo sus labios a los del alfa frente a él en un beso voraz, lleno de lujuria y hambre. Taehyung correspondió con igual intensidad, deslizando sus manos por la espalda de Jungkook, tirando de su camisa y arrancándola con ansia.

El calor entre ellos fue en aumento a medida que se desnudaban, la ropa cayendo al suelo en un desorden olvidado. Ninguno de los dos quería ceder terreno, ambos eran alfas, dominantes por naturaleza y la lucha por el control solo intensificaba el encuentro.

Taehyung empujó a Jungkook hacia la cama, haciéndolo caer de espaldas sobre el colchón. Se colocó sobre él y sus manos firmes sostuvieron las muñecas de Jungkook sobre su cabeza mientras lo miraba desafiante y con lujuria.

—Voy a tomar lo que es mío esta noche —gruñó Taehyung en voz baja y ronca.

Estaba seguro que Jungkook iba a amar que usara esas palabras y la sonrisa ladina en su rostro le dejó claro que así fue.

—Entonces hazlo, alfa —respondió desafiante, pero lleno de deseo.

Taehyung hizo un camino de besos por su pecho, hasta llegar a su entrada, si no hubiese sido por su fuerte aroma a sándalo y ámbar, su cuerpo grande y definido diría que es un omega por el ligero liquido transparente entre sus piernas.

Pronto escuchó los gemidos de Jungkook mientras lo preparaba con sus dedos, en más de una ocasión quiso tomar el control, pero Taehyung no se le permitió empujándolo una y otra vez contra el colchón, haciéndolo gemir con su voz ronca, tratando de contener sus gritos por solo sentir los dedos del alfa sobre él.

Taehyung lo penetró con fuerza, su ritmo despiadado y decidido, marcando su territorio en cada embestida. Sus cuerpos se movían al unísono mientras el sudor perlaba su piel mientras ambos gemían y gruñían en una danza de poder y placer.

Ninguno de los dos estaba dispuesto a ser dominado, pero el deseo y la necesidad carnal los llevaron al límite.

Jungkook jadeaba bajo él, su voz entrecortada mientras murmuraba el nombre de Taehyung.

—Tae... ah... anúdame... quiero sentirte completamente —suplicó entre gemidos guturales.

Taehyung se detuvo un instante con la respiración agitada mientras lo miraba fijamente.

—¿Estás seguro? —preguntó con seriedad, su mente seguía enfocada en el propósito por el cual había llegado a ese punto, así que no podía perder la cabeza en un momento de lujuria.

Jungkook asintió mientras lo miraba con ojos brillantes inyectados de placer.

—Lo soportaré —susurró casi como un reto.

Taehyung no lo pensó más. Se quitó el condón con un movimiento rápido y volvió a penetrar a Jungkook, esta vez con una ferocidad renovada. Lo giró sobre sus manos y rodillas, y lo tomó desde atrás, embistiéndolo con ferocidad, llenando la habitación de gritos de placer y gruñidos por parte de Taehyung quien lo tomaba por la cintura para impulsarse con fuerza contra sus paredes.

Las feromonas de Jungkook inundaron la recamara junto a sus fuertes gemidos y no podía negar la exquisitez del momento. Aunque él no era una persona de relaciones, ni siquiera del tipo "solo sexo", sabia como disfrutar el placer de tener a un alfa debajo suyo, gritando por él, gimiendo su nombre teniendo de fondo el choque de pieles.

El cuarto se llenó de sus respiraciones agitadas y el eco de sus gemidos, hasta que el clímax los alcanzó, dejándolos exhaustos y saciados. Jungkook gimió fuerte mientras sentía el nudo hinchándose dentro de él, su cuerpo temblaba bajo el peso de Taehyung, pero se mantuvo firme, aferrándose a las sábanas con fuerza mientras el dolor y el placer se mezclaban.

Finalmente, el nudo de Taehyung se hinchó por completo, atrapándolos en esa posición íntima. Mientras esperaban que el nudo bajara, la incomodidad de la posición era evidente. Jungkook, tenía la cabeza apoyada en la almohada mientras se quejaba ligeramente.

—Esto es un poco incómodo —murmuró con cierta satisfacción en su voz—. Pero tu nudo... se siente bien.

Taehyung no pudo evitar rodar los ojos y gracias a la Luna que Jungkook no podía verlo.

—No lo hagas más obvio —respondió con exasperación y diversión—. Somos enemigos, después de todo.

—Eso no cambia lo que siento —replicó Jungkook en un tono casi vulnerable—. Me gustas, Taehyung.

Taehyung apretó la mandíbula, sabiendo que las palabras de Jungkook no significaban nada para él, al menos no en el sentido en que las decía. Sin embargo, no podía evitar sentir una pizca de satisfacción al saber que había conseguido lo que quería.

—A mí también me gustas —respondió Taehyung finalmente, aunque sus palabras carecían de la misma sinceridad.

El tiempo pasó, y eventualmente, el nudo bajó, lo que les permitió separarse. Jungkook, agotado y saciado, se quedó dormido casi de inmediato, su cuerpo desnudo descansaba sobre las sábanas desordenadas. Taehyung se quedó sentado en la cama, observándolo con una expresión neutral.

A pesar de no tener ningún interés real en Jungkook, no podía negar que había disfrutado del sexo. Pero eso era todo lo que había sido para él: una transacción, una parte necesaria de su plan.

Con movimientos silenciosos y calculados, se levantó de la cama y tomó el teléfono de Jungkook de la mesita de noche. Mientras su amante dormía, ajeno a lo que estaba sucediendo, Taehyung entró a su teléfono con precisión. Instaló un rastreador que le permitiría seguir cada uno de los movimientos de Jungkook, manteniéndose siempre un paso adelante.

Cuando terminó, dejó el teléfono en su lugar y volvió a la cama. Se acomodó junto a Jungkook, permitiendo que el alfa lo abrazara durante toda la noche.

Taehyung concluyó su relato, mirando al líder del clan con arrepentimiento y determinación. La sala estaba en completo silencio mientras esperaban que Seokjin dijera algo al respecto, después de todo le mostró todo lo que tenía en su computadora que demostraba todo lo que explicó sin muchos detalles del encuentro intimo que tuvo con el alfa.

—No lo hice para traicionarlo, jefe —le aseguró Taehyung—. Lo hice para protegernos.

Seokjin, aunque todavía enfurecido, sabía que Taehyung había actuado con la cabeza fría y por el bien del equipo. Pero las consecuencias de sus acciones estaban lejos de ser predecibles, y ahora, más que nunca, necesitaban estar unidos para enfrentar lo que estaba por venir.

—Entonces, todo fue una estrategia —masculló Seokjin mirándolo directo a los ojos.

—No tengo ningún interés en Jungkook —repitió Taehyung con firmeza—. Solo hice lo que tenía que hacer para adelantarnos.

Seokjin lo observó durante un momento más, como si estuviera evaluando la veracidad de sus palabras. Luego, su expresión se suavizó.

—Te creo —afirmó Seokjin finalmente—. Y has hecho un buen trabajo.

—Yoongi no sabe quién robó la pieza, lo que significa que aún hay tiempo. Necesito que lo encuentres antes de que él lo haga —expresó volviendo su atención al resto del equipo.

Durante las siguientes semanas, la búsqueda de la obra robada fue frenética. Se mantuvo alerta a cualquier movimiento de Namjoon. Aunque no había dicho nada sobre él, Seokjin sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que el curador lo delatara, consciente del peso de la información que guardaba.

La tensión crecía con cada día que pasaba. Seokjin, Yoongi, Namjoon, y las autoridades estaban todos tras la pista, pero la pieza continuaba desaparecida.

Una semana después del robo, Yoongi estaba más decidido que nunca a encontrar la pieza, así que comenzó a seguir de cerca a Namjoon, convencido de que este sabía más de lo que había admitido a las autoridades.

Mientras Namjoon salía de su apartamento hacia la galería, sintió que lo seguían. Cuando estaba a punto de subirse a su Jeep, cuando un ruido fuerte lo hizo girar. Una motocicleta frenó bruscamente a su lado y Namjoon se encontró mirando directamente a los ojos de Seokjin.

—¡Súbete! —ordenó Seokjin con urgencia.

Namjoon dudó por un segundo, todavía aturdido por la sorpresa, pero el peligro inminente era evidente en la camioneta que lo seguía. Se subió a la moto, sujetándose con fuerza mientras Seokjin aceleraba, alejándose de la amenaza que se cernía sobre ellos.

Mientras avanzaban a toda velocidad por las calles de Italia, el viento y la adrenalina nublaban sus pensamientos. Pero una pregunta permanecía clara en la mente de Namjoon: ¿Por qué Seokjin lo había salvado y que tan en peligro realmente estaban?

Llegaron a un callejón oscuro y solitario donde Seokjin bajó la velocidad para detenerse. Aún montados en la moto, el omega se giró un poco para mirarlo, su expresión era seria, pero contenía una calma inquietante para el alfa.

No estaba pasando nada como estar tranquilos.

—Estaban siguiéndote —explicó Seokjin—. Iban a hacerte daño, y no puedo permitirlo. Necesito que entiendas que todavía puedes confiar en mí, Namjoon.

Él alfa lo miró fijamente, tratando de descifrar el significado oculto tras esas palabras. La confusión y el miedo se mezclaban con algo más, algo que no podía definir. Estaba claro que había mucho más en juego de lo que había imaginado y Seokjin se lo dijo una vez: "Mientras menos sepas será mejor", sin embargo, la curiosidad le ganaba.

Las manos de Namjoon seguían en la cintura de Seokjin cuando este se dio la vuelta casi por completo sin bajarse de la moto para poder mirarlo a los ojos.

—Fui a tu apartamento para explicarte lo que estaba pasando —informó Seokjin—. Pero en ese momento, me di cuenta de que te estaban siguiendo.

—Está bien —respondió Namjoon mirándolo a la cara—. Pero primero llévame a un lugar donde podamos hablar cómodamente.

Justo cuando pensaban que se habían librado de sus perseguidores, los hombres de Yoongi volvieron a aparecer y antes de poder reaccionar y escapar en la moto, fueron acorralados en el callejón. No había tiempo para pensar, tenía que actuar rápido.

—¡Namjoon, escóndete detrás de esa pared! —ordenó Seokjin mientras se bajaba de la moto.

Namjoon obedeció y desde su posición, observó cómo Seokjin enfrentaba a los hombres de Yoongi. La expresión en el rostro del omega cambió por completo: la serenidad que normalmente lo caracterizaba fue reemplazada por una ferocidad mortal y al mismo tiempo elegante. Aunque luchaba con destreza, la superioridad numérica de sus atacantes empezaba a inclinar la balanza en su contra.

Namjoon, sin saber cómo pelear, decidió ayudar. Se lanzó hacia uno de los hombres que acorralaban a Seokjin, pero fue rápidamente golpeado y en el proceso el cristal de sus lentes se rompió, dejándolo medio ciego.

Justo cuando parecía que todo estaba perdido, un auto se detuvo bruscamente en una de las salidas del callejón. Hoseok, al volante, sacó su arma y disparó con precisión a los hombres que intentaban herir a Namjoon.

—¡Namjoon, corre hacia el auto! —gritó Seokjin mientras lograba zafarse de uno de los atacantes.

Namjoon corrió hacia la van y Seokjin lo siguió de cerca. Ambos se lanzaron dentro del auto y el omega cerró la puerta de un tirón.

—Mantente abajo —le ordenó Seokjin mientras Hoseok aceleraba.

—¡¿Por qué diablos saliste solo y sin avisar?! —cuestionó Hoseok, histérico, mientras aceleraba a través de las calles estrechas, intentando perder a sus perseguidores.

—¡Háblame bien, idiota! Soy tu puto jefe —replicó Seokjin, visiblemente molesto.

—¡¿Acaso quieres que te maten?! —gritó Hoseok con frustración—. Fue estúpido hacer eso.

—Tenía que hacerlo o Yoongi lo iba a matar —replicó Seokjin con firmeza.

—Te recuerdo que esa era tu plan antes de involucrarte emocionalmente con él —espetó Hoseok con veneno en su tono.

Namjoon, todavía recuperándose del shock, los miró a ambos intentando procesar lo que estaba sucediendo.

—¿Qué diablos está pasando? —preguntó con su respiración aún agitada—. ¿Quién demonios eres?

Hoseok, al volante, soltó una carcajada sarcástica.

—Pensé que a este punto ya estaría más que claro.

Seokjin, sin poder evitar la confrontación, miró a Namjoon directamente a los ojos.

—Kim Seokjin, líder del clan Yungape.

—¿Con clan te refieres a mafia? —preguntó Namjoon, intentando comprender la magnitud de lo que acababa de escuchar.

—No a un grupo de música filantrópica —dijo Hoseok sarcásticamente—. Obviamente, a mafia. Tu querido omega es líder de una de las mafias más importantes e influyentes de Seúl. Deberías tratarlo con más respeto en lo que a mí concierne.

No iba a negar que aquel pensamiento cruzó por su mente desde el primer momento en el que Seokjin le aseguró que sería peligroso estar con él, pero saberlo como palabras exactas, no dejaba de sorprenderlo.

Quizás porque se convenció a si mismo de que no estaba enamorándose de un criminal, es que saber lo que era causaba aún más miedo en su interior.

—Hoseok, cálmate —intervino Seokjin, intentando controlar la situación.

—El alfa aquí soy yo, también soy mayor. Quien debería mostrar respeto es otro —declaró Namjoon con veneno.

—Toda esa mierda no importa si estás frente al líder de no solo una manada, sino de toda una ciudad —espetó Hoseok en un tono mordaz.

—¿Debería evitar el contacto visual y hacer una gran reverencia? — respondió con sarcasmo, recuperando algo de compostura.

—Sí, más o menos —respondió Hoseok con frialdad.

—Lo siento, pero no puedo hacer eso si ya me lo follé de todas las maneras posibles —consideró Namjoon, quitándose las gafas que ya empezaban a fastidiarle debido al cristal roto.

—¡Nam! —gritó Seokjin, sorprendido por la respuesta directa.

—Necesito una explicación y este tipo, que no sé quién demonios es, me está dando órdenes —indicó Namjoon con indignación.

—Hoseok, toma el camino corto. Él no tiene que tratarme como si fuera un puto rey. Deja de molestarlo —declaró Seokjin con la voz llena de autoridad—. No tienes que hacer nada de lo que él dijo.

—De todos modos, no lo iba a hacer —replicó Namjoon decidido.

—Te explicaré todo cuando lleguemos —informó Seokjin, intentando calmar los ánimos dentro de la van—. Él es Hoseok, mi consejero, segundo al mando y mejor amigo.

—Y un idiota —agregó Namjoon con una sonrisa sardónica.

—¡No te pases de listo, lentecitos! —espetó Hoseok, irritado, mientras aceleraba hacia su destino.

Cuando Seokjin, Namjoon y Hoseok finalmente llegaron al refugio, el silencio del lugar fue roto por el sonido de sus pasos resonando en el pasillo de concreto. Al entrar, los ojos de todo el equipo de Seokjin se posaron inmediatamente en Namjoon, observando con curiosidad y cautela al curador de arte que ahora lucía un par de lentes rotos.

Había tensión en el aire y Seokjin sabía que era hora de explicar la situación.

—Namjoon —lo llamó Seokjin con voz firme mientras se sentaba en el sillón donde rápidamente fueron atendidas sus heridas—. Te he traído aquí porque estás en peligro. Mi enemigo, Min Yoongi, te tiene en la mira. No solo por lo que sabes, sino porque él también está buscando la pintura. Necesitas protección y puedo ofrecerla, pero necesito tu cooperación.

Namjoon lo miró con algo de confusión y desconfianza. No podía creer que pasaron de estar metidos bajo las sabanas, caminar juntos por las calles de Italia y compartir juntos durante el desayuno, el almuerzo o la cena, y ahora Seokjin le hablaba como si fuera algún tipo de socio o solo alguien más en su tablero.

—¿Y qué se supone que debo hacer a cambio? ¿Quedarme callado, sin decir nada a las autoridades? —cuestionó Namjoon, a pesar de saber que era exactamente lo que el quería que hiciera.

—Sí —respondió Seokjin sin rodeos—. Lo más inteligente es que aceptes mi ayuda para encontrar la pintura antes de que Yoongi lo haga. Te prometo que, una vez la tengamos, podrás hacer lo que desees con ella.

Namjoon dudó, sopesando las palabras de Seokjin. Sabía que estaba entrando en terreno peligroso, pero al final asintió lentamente.

—Acepto.

Más tarde, cuando ambos estuvieron solos en la oficina de Seokjin, vio al omega rodear el escritorio en medio del pequeño cuarto, al mismo tiempo que peinaba su cabello hacia atrás con notable frustración.

Namjoon fue el primero en romper el silencio que había en la habitación, sentándose frente al escritorio con su mirada fija en Seokjin que ahora lo observa con un intento de sonrisa en los labios.

—Jin, mis sentimientos por ti son muy fuertes, pero estoy realmente debatiendo qué hacer con ellos. Todo lo que haces... va en contra de mi moral y de mis principios éticos.

Seokjin lo miró con una expresión de sincera comprensión.

—Entiendo. No voy a presionarte. Te daré tiempo para que lo pienses. Pero quiero que sepas que realmente quiero seguir contigo, alfa —admitió Seokjin volviendo a rodear el escritorio, esta vez para sentarse a su lado.

Namjoon lo observó detenidamente, sus ojos revelaban la lucha interna que estaba viviendo.

—No tienes que darme tiempo, omega.

Por un momento, Seokjin sintió que su corazón se detenía, temiendo que Namjoon lo rechazara por completo. Pensó que, si Namjoon se iba con toda la información que poseía, no tendría más opción que hacerle daño. Pero esos pensamientos se disiparon cuando este continuó hablando.

—No necesito tiempo porque también quiero estar contigo, a pesar de lo que eso implica. Pero necesito pensar qué hacer con mi vida, porque no puedo simplemente ignorar lo que sé.

Seokjin asintió, sintiendo algo de alivio y preocupación. Ninguno de los dos dijo nada más, Namjoon tomó con cuidado la mano del omega que se encontraba algo lastimada y besó sus nudillos sin apartar su mirada de sus ojos.

Pasaron varios días buscando la pintura, durante los cuales Namjoon no volvió al museo. Permaneció en el refugio con Seokjin, sabiendo que Yoongi lo buscaba para matarlo y confiando en la protección que el omega prometió. Namjoon comenzó a trabajar junto al equipo de Seokjin, colaborando en la búsqueda de la pintura, hasta que finalmente Taehyung la encontró.

Durante la reunión de equipo, Taehyung informó a Seokjin sobre el hallazgo.

—¿Y quien la tiene? —preguntó Seokjin tan expectante como todo el que estaba en esa sala.

—Minjun.

En cuanto ese nombre salió de los labios de Taehyung, Seokjin maldijo en voz baja.

—¿Quién es Minjun? —preguntó Namjoon, visiblemente intrigado por la reacción que tuvo el omega a su lado.

Taehyung lo miró antes de responder.

—Es el hermano de uno de nuestros enemigos, Jungkook. Estuvo con Seokjin como pareja por un tiempo.

—Maldito hijo de perra —murmuró Seokjin con el ceño fruncido—. Sabía que estaba tramando algo desde que me dijo que estuvo aquí en Italia. ¿No lo habías investigado?

—Sí, lo hice, jefe —respondió Taehyung rápidamente—. Pero no encontramos nada relevante.

Seokjin exhaló con frustración.

—Dime que ahora sí encontraste algo útil.

Taehyung asintió.

—Lo hice. Jungkook me ayudó mucho contactándolo a través de su teléfono —expresó el alfa.

Taehyung se acercó al centro de la habitación con el teléfono en la mano, su expresión era fría y profesional mientras revelaba la información que había obtenido.

—Minjun ha estado en contacto con Jungkook desde el primer día que robaron la obra. Fue difícil acceder al móvil de Jungkook, pero finalmente logré hacerlo —informó antes de desbloquear la pantalla y mostrar la conversación por mensajes de texto que había tenido lugar entre los dos hermanos.

Seokjin se inclinó hacia adelante con su mirada fija en los mensajes mientras los leía en voz alta.

—Vaya, sí que está muy enamorado de ti —murmuró, notablemente impresionado al leer las palabras de Jungkook—. Él le dice a su hermano que no quiere seguir detrás de esa pintura, que solo quiere deshacerse de Yoongi para finalmente estar contigo, Taehyung.

El alfa que sostenía el móvil en sus manos mantuvo su postura impasible, aunque una leve tensión se percibió en su mandíbula cuando Seokjin continuó hablando.

—En realidad está dispuesto a dejar la mafia para estar contigo —añadió Seokjin, levantando una ceja con asombro y algo de burla—. Lo que me hace preguntarme, ¿qué tan bien follas, Taehyung? —preguntó con una sonrisa ladeada.

—No es eso. —Taehyung resopló sin inmutarse—. Es porque está obsesionado conmigo —declaró con desdén, como si quisiera restarle importancia al asunto.

—¿Y tú con él? —lo provocó Seokjin sin perder el ritmo, buscando alguna reacción más allá de la fría indiferencia que su hacker proyectaba.

Taehyung suspiró y negó con la cabeza.

—Ya le dije que no me interesa. Es una lástima que esté dispuesto a hacer todo esto por mí cuando yo no haría lo mismo por él.

Seokjin solo asintió a gusto con su respuesta.

—Bueno, nos aprovecharemos de la ingenuidad y del enamoramiento de Jungkook para llegar a la pieza —concluyó con firmeza.

Hoseok, que había estado observando en silencio, frunció el ceño antes de preguntar:

—¿Qué pasará con Minjun?

—Lo mataremos, obviamente —la respuesta de Seokjin fue inmediata y fría.

El silencio que siguió fue roto por Namjoon, quien se adelantó con preocupación.

—Esperen, esperen —interrumpió con urgencia y nerviosismo—. ¿Es eso realmente necesario?

—Nam, alfa hermoso —comenzó con un tono que intentaba ser tranquilizador pero que no dejaba de ser implacable—. Te quiero mucho, pero este asunto ya es personal, y simplemente no lo dejaré pasar como si nada.

Namjoon no se dio por vencido tan fácilmente.

—¿No crees que la cárcel sería un peor castigo? —sugirió, manteniendo una calma que intentaba apaciguar la tensión creciente en la habitación.

Seokjin lo miró, sorprendido por la sugerencia, pero también visiblemente complacido con la astucia que Namjoon estaba mostrando y una sonrisa lenta se dibujó en su rostro.

—Quizás —admitió—. Pero estoy seguro de que él se las ingeniaría para escapar.

Namjoon sintió un pequeño atisbo de esperanza y decidió presionar un poco más.

—No hay manera de que te convenza de que no lo hagas, ¿verdad? —preguntó, conociendo la respuesta antes de que Seokjin pudiera decir una palabra.

Seokjin negó con la cabeza y su expresión se volvió seria una vez más.

—Lo siento, pero no. Dijiste que estarías a mi lado aun sabiendo lo que eso implica, Namjoon. Pues esto es parte de mi vida —expresó Seokjin lo miró directamente a los ojos y cambió su tono de voz a uno más íntimo—. ¿Seguro que aún quieres estar conmigo?

Namjoon lo miró en silencio por un momento, sopesando todo lo que Seokjin representaba y lo que significaba estar con él. La oscuridad, la violencia, el peligro... y a pesar de todo eso, su corazón le daba una respuesta clara.

—Sí —replicó con seguridad

La conversación quedó en un tenso silencio, interrumpido solo por el sonido de las respiraciones de ambos, mientras el peso de la realidad comenzaba a asentarse en sus mentes. Ahora, todo lo que les quedaba era esperar el momento adecuado para actuar, sabiendo que sus destinos estaban irrevocablemente entrelazados.

Namjoon observó en silencio mientras el equipo continuaba discutiendo estrategias. Las palabras de Taehyung resonaban en su mente, pero sus pensamientos estaban en otro lugar. A pesar de todo lo que había descubierto sobre Seokjin, las actividades ilegales, el peligro constante, las decisiones morales cuestionables, Namjoon no podía negar lo que sentía. Su amor por Seokjin no solo era una chispa pasajera, había algo más profundo, una conexión auténtica que lo arrastraba hacia él. Era una verdad incómoda, pero no podía ignorarla.

"¿Cómo alguien que ha hecho tantas cosas terribles puede hacerme sentir así?" se preguntó. "Es contradictorio, pero es real".

Miró de reojo a Seokjin, quien estaba absorto en la conversación con Taehyung y Hoseok. A pesar de la frialdad calculada en su rostro, Namjoon sabía que debajo de esa máscara había una vulnerabilidad que solo unos pocos podían ver. Seokjin, el hombre que podía ordenar una ejecución sin pestañear, también era el hombre que lo miraba como si fuera lo único que importaba en el mundo.

Su mirada se suavizó mientras observaba el perfil de Seokjin. Las líneas de preocupación en el rostro de su amante revelaban la carga que llevaba sobre sus hombros, no solo por su organización, sino también por protegerlo a él.

Namjoon recordó los momentos íntimos que habían compartido: las risas silenciosas en medio de la noche, las conversaciones profundas sobre arte y las miradas cargadas de emoción que decían más que mil palabras.

"Puede ser un criminal, pero lo que siente por mí es tan real como lo que yo siento por él", pensó Namjoon, sintiendo el conflicto dentro de sí.

Seokjin, mientras tanto, no estaba ajeno a la tensión que emanaba de Namjoon. Sabía que la verdad que había salido a la luz lo había puesto en una situación difícil. Pero había algo en la forma en que Namjoon lo miraba que le daba esperanza, una especie de promesa no dicha de que, a pesar de todo, él seguiría a su lado.

"¿Cómo puedo haberme permitido enamorarme de alguien como él?", pensó Seokjin mientras continuaba discutiendo la estrategia. "Lo único que siempre quise fue poder mantenerme en control. Pero con Namjoon, ese control se desvanece. Me hace débil. Me hace humano".

—Bien, ya tenemos la información que necesitamos. Es hora de actuar y recuperar lo que nos pertenece —anunció—. Taehyung, coordina con el equipo y prepárense para movilizarse esta noche. Hoseok, asegúrate de que todas las rutas de escape estén claras y listas en caso de que las cosas se compliquen.

Todos asintieron, moviéndose rápidamente para cumplir con las órdenes. Namjoon permaneció sentado, observando cómo Seokjin tomaba el control con confianza, hasta que solo quedaron ellos en la sala.

—¿Tienes hambre? —cuestionó adentrándose a la cocina—. Hagamos algo para los dos y a dormir, ¿te parece?

Namjoon asintió y lo siguió hacia el interior de la cocina, donde ambos cocinaron juntos en silencio.

—Estoy aquí, Jin, y no me voy a ir. Sé lo que implica estar contigo y aunque no estoy de acuerdo con todo lo que haces, no puedo negar lo que siento por ti. No es fácil, pero es real —admitió Namjoon.

Seokjin lo miró a los ojos y en ese momento supo que Namjoon era diferente a cualquier otro alfa que haya conocido.

—Tú también me haces querer ser diferente —confesó Seokjin—. Pero no puedo prometerte que cambiaré, porque este es mi mundo y no sé ser otra cosa.

—Entonces aprenderemos a navegar este mundo juntos —respondió Namjoon con determinación—. Y encontraremos una manera de hacer que funcione.

Seokjin asintió lentamente, aun debatiéndose entre la oscuridad de sus acciones y la luz que Namjoon traía a su vida. Ambos sabían que el camino por delante sería difícil, lleno de peligros y decisiones complicadas. Pero en ese momento, bajo la tenue luz de la cocina, había un entendimiento entre ellos que trascendía las palabras.

Así como dos estrellas colisionan en el vasto espacio, creando una explosión de luz y energía, así era la relación entre Seokjin y Namjoon. Aunque su unión era tumultuosa y peligrosa, era innegable y poderosa. Y, como esas estrellas, aunque su destino podía ser incierto, juntos eran capaces de iluminar incluso las noches más oscuras.

Espero que les haya gustado mucho este capítulo. Hace mucho que quería publicarlo.

Cuéntenme que les pareció. ¿Les gustó el Taekook? Jungkook es un alfa bastante peculiar y Taehyung es otro alfa que sabe lo que hace. ¿Ustedes creen que Jk se realmente así de ingenuo?

Namjoon ha decidido quedarse junto a Seokjin a pesar de saber toda la verdad, pero ¿qué tan lejos llegará por amor? Los leo.

Nos seguimos leyendo en breve con el último capítulo.

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