Por una obra mestra: El encuentro

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"El arte no reproduce lo visible; hace visible lo que no siempre lo es" — Paul Klee

La habitación en la que se encontraba Seokjin era lujosa, decorada con muebles de diseño y obras de arte que adornaban las paredes y las repisas. Un ventanal mostraba una vista panorámica de la ciudad iluminada.

El omega de aspecto refinado y elegante estaba sentado detrás de un escritorio de madera oscura. Su rostro mostraba una mezcla de determinación y concentración mientras observaba los documentos frente a él. Llevaba un traje negro impecable, con una camisa blanca de las que siempre acostumbraba a usar durante sus horarios de oficina.

Sobre la mesa, un dossier con la etiqueta "Confidencial: Jefe Seokjin" estaba abierto. Fotos, recortes de periódicos y una carta manuscrita están esparcidos por la superficie. La luz tenue de una lámpara de escritorio ilumina el expediente creando sombras a su alrededor.

En la primera página del expediente se encuentra subrayado el nombre: Alessandro Ricci. Seokjin lee la información con detenimiento, estrechando sus ojos al llegar al nombre completo del hombre.

Se reclinó en su silla de cuero, procesando la información. Su mano derecha se movió para tomar un vaso de whisky que descansaba cerca. Dio un sorbo lento, saboreando el licor mientras sus pensamientos se aceleraban tratando de recordar su rostro entre todas las personas aficionados del arte con quienes ha compartido o al menos solo visto en las redes sociales, pero su nombre no lo recordaba, su rostro tampoco.

Dos toques se escucharon en la puerta de su oficina y posterior a ello se abrió suavemente, dejando a la vista a Kim Taehyung, el famoso ciberdelincuente o especialista en tecnología conocido por muchos por su inteligencia y habilidades informáticas, pero también por su elegancia y sutileza para ser un alfa dominante que casi siempre está detrás de un ordenador o varios.

—Jefe, he encontrado más información sobre Alessandro Ricci —informó sentándose frente a él, dejando sobre el escritorio una tableta con información mucho más detallada, con imágenes de mejor calidad.

—Resulta que Alessandro es solo su alias —informó señalando el aparato ahora en las manos del omega que alzó su mirada por un breve en segundo en el alfa frente a él.

Seokjin tomó la tableta, revisando la información con atención. Una sonrisa satisfecha apareció en sus labios y leyó el verdadero nombre del curador de arte que era más que conocido.

Que fuera famoso entre los artistas y los amantes del arte solo era un desafío más para Seokjin.

—Bien hecho Taehyung, esto era lo que necesitaba —expresó dejando la tableta en las manos del hacker—. Envíame toda la información en un correo seguro. Te estaré contactando cuando esté en Roma.

—Sí, señor, cuente conmigo —expresó haciendo una reverencia.

—Otra cosa más —indicó Seokjin antes de que este saliera—. Investiga a Minjun y a su hermano.

—¿Una vez más? —preguntó Taehyung algo confundido—. Jeon Jungkook no representa y tampoco representará un peligro para la organización, por más que yo le guste.

—¿Cómo sabes que le gustas? —preguntó entrecerrando sus ojos y frunciendo levemente sus cejas.

—Yo sé todo de todos nuestros enemigos, señor —admitió—. Y por supuesto que se me ha insinuado, el muy descarado.

—En ese caso, es bueno que sepas cuál es tu lugar y cuáles son las consecuencias de darle la espalda a quien te da comida —demandó el omega sin dejar de mirarlo a los ojos—. Investígalos de nuevo, a ambos y dime de inmediato si encuentras algo importante.

Mientras Taehyung salía de su oficina, Seokjin dejó el vaso sobre el escritorio y caminó hacia el ventanal observando con una sonrisa llena de suficiencia mientras las luces se reflejan en su rostro.

Decidido tomó su móvil y lo llevó a su oreja para luego pronunciar las palabras que solo serían el inicio de un plan.

—Prepara el avión, nos vamos a Italia mañana —ordeno sin esperar una respuesta antes de colgar, desviando su mirada hacia el dossier que seguía sobre su escritorio.

Con todo su equipo formado, Seokjin se embarcó en su viaje a Roma, un país que nunca había visitado. Siendo honesto, siempre había deseado conocerlo por su riqueza cultural y artística. Su emoción era palpable, pues aquel viaje representaba adquirir la preciada obra de arte que ahora se encontraba en manos del curador Alessandro Ricci, una pieza que anhelaba tener en su colección privada y que por supuesto le daría más poder por su valía.

Conocía el lugar exacto donde se encontraba la pieza de arte, en su mente solo estaba llegar a ese lugar y comprobarlo con sus propios ojos.

En el interior de su avión privado, pensó en lo fácil que será llegar a Alessandro y que lo difícil estará en conseguir la pieza de sus manos, sin hacerle daño. No dejó de lado la posibilidad de tomar medidas drásticas cuando fuera necesario hacerlo, sabía perfectamente que su enemigo tampoco tendrá compasión para enterrar su cuchillo en la piel de quien sea para obtener la pieza y el poder que esta le daría.

No podía permitir que Yoongi llegara a la pieza primero que él. Lo único que tendría complicado es el hecho de que Alessandro fuera famoso, llamaría demasiado la atención si hiciera algo y todo su plan radicaba en mantener un perfil bajo.

El avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional Leonardo da Vinci-Fiumicino de Roma, y fue recibido por una ola de calor mediterráneo. La ciudad, con sus ruinas antiguas y monumentos imponentes, le dio la bienvenida con un aire de historia y majestuosidad.

Al llegar al hotel, Seokjin se sumergió en la opulencia del lugar. La decoración elegante, el servicio impecable y la atención personalizada lo hicieron sentir como un rey. Tras acomodarse en su suite, se conectó a su red segura para revisar la información enviada por Taehyung.

En el correo encontró una información detallada y perfectamente organizada sobre todo lo que necesitaba saber de Alessandro desde su físico, su nacionalidad, antecedentes, familia, vida sentimental, todo.

Su plan era hacerse pasar por un rico empresario que disfrutaba de un viaje de placer por Roma. Su equipo de seguridad se mantenía discreto, vigilando de cerca sus movimientos sin llamar la atención, aunque le encantaba ser el centro de atención, en ese momento lo mejor era no hacerlo.

El archivo incluía un mapa detallado del museo, los horarios de apertura y hasta una lista de las obras más importantes en exhibición.

Seokjin dedicó la tarde a estudiar cada detalle del plan. Buscó en internet noticias sobre la pintura, con la esperanza de encontrar alguna información que le proporcionara una ventaja en su búsqueda. Finalmente, encontró un artículo en italiano que mencionaba que la obra había llegado a la galería la noche anterior y que estaba bajo la custodia de Alessandro Ricci.

Al día siguiente, despertó con una determinación renovada. Se vistió con una camisa marrón oscuro de seda dejando los primeros botones desabrochados decorando su cuello con algunas de sus cadenas de oro, se puso sus gafas de sol y se cubrió con una chaqueta blanca de estampado floral, se vistió lo suficientemente bien como para llamar la atención del curador, pero nada tan extravagante como para llamar la atención de otras personas.

Tomó un taxi hacia la Galería Uffizi y al llegar, se vio envuelto en un torrente de turistas y obras de arte. El ambiente era vibrante y lleno de energía. Recorrió los pasillos, admirando las pinturas, esculturas y otras piezas que adornaban las paredes. Prestaba atención a las explicaciones de los guías turísticos, buscando cualquier pista que pudiera conducirlo a la obra de Botticelli.

Sin embargo, la búsqueda no fue fácil. La galería era enorme y la cantidad de obras de arte era abrumadora. La atmósfera era elegante y sofisticada, con luces suaves que resaltan las obras.

De repente, escuchó una conversación que lo detuvo en seco. Dos guardias de seguridad hablaban en voz baja sobre la obra de Botticelli. Mencionaban que se encontraba en una sala especial, custodiada por Alessandro Ricci en persona.

Un rayo de esperanza iluminó el rostro de Seokjin al darse cuenta de lo cerca que estaba de la pintura, sentía sus dedos cosquillear de solo imaginar que finalmente la tendría frente a sus ojos, es por ello que se acercó a la sala especial con el corazón palpitante.

Curioso por la arquitectura del salón, se movió con sigilo y elegancia, sus pasos eran suaves, casi inaudibles, resonando apenas contra el mármol pulido del piso hasta que finalmente estuvo dentro de la famosa Tribuna de los Uffizi, mismo que solo había apreciado en fotografías y videos.

Seokjin hizo su investigación de todo el museo, así que sabía que se trataba de una cámara que fue diseñada por el arquitecto Bernardo Buontalenti a finales del siglo XVI para albergar las obras de arte más preciadas de la colección de los Medici, una de las familias más poderosas e influyentes del Renacimiento italiano.

Las paredes de la Tribuna, revestidas de mármol y paneles de madera tallada, irradiaban una solemnidad antigua que parecía congelar el tiempo. Seokjin respiró profundamente, inhalando el aroma a cera y antigüedad que impregnaba el aire. El impresionante techo abovedado, adornado con frescos y nácar, parecía extenderse hacia el infinito, envolviendo la sala en un aura de majestad y misterio.

En el centro de la sala, sobre un pedestal octogonal, se alzaban las esculturas más preciadas de la colección: la Venus de Médici y el Fauno Barberini, sus formas inmortales bañadas en una suave luz dorada.

Avanzó con determinación sorprendido de las pocas personas dentro de la tribuna, considerando que era una de los salones más famosos y donde se exhibiría una de las pinturas más famosas y valiosas del mundo. Sus ojos recorriendo cada detalle de la sala mientras sus pensamientos se centraban en su objetivo, en el fondo divisó "La Adoración de los Magos" de Leonardo da Vinci.

Fue entonces cuando en su recorrido visual divisó un pequeño salón adyacente a la Tribuna, se movió curioso más a ese lugar muy cerca de la pintura de Botticelli. En la entrada se encontró con una barrera de cinta que separaban aquel salón de la Tribuna.

Con sus manos detrás de su espalda se detuvo frente a la estatua que más cerca estaba del pequeño cuarto, observaba el constante movimiento de personas dentro de la sala, sus ojos registrando cada detalle con precisión. A su alrededor algunos turistas empezaron a entrar y salir, hablando en otros idiomas, admirando las obras expuestas. Sin embargo, él solo tenía en mente una cosa: la pintura más valiosa.

De pie junto a una estatua, Seokjin fingía interés mientras afinaba sus oídos para captar las conversaciones cercanas.

—Pueden irse, yo me encargaré de evaluar la pieza —escuchó a uno de los hombres decir—. Nadie más que yo debería estar en este salón, por favor retírense.

Estas palabras hicieron que el corazón de Seokjin latiera con anticipación. Desde su lugar, vio a una figura inspeccionando una pintura, aunque no podía distinguir claramente si era la que buscaba. Todo indicaba que sí.

Decidido a investigar, se acercó lentamente a la sala, manteniendo una apariencia casual, sus manos a sus costados estaban ansiosas por eliminar esa cinta de seguridad lo separaba de su objetivo. Observó a su alrededor, buscando una oportunidad para pasar desapercibido.

La tribuna estaba vacía una vez más, solo estaban él y aquel hombre que le daba la espalda, era alto y fuerte, pero su atención estaba puesta en la pintura que cubría con su gran espalda.

—Vamos muévete un poco, grandote —susurró para sí mismo. Todo lo que quería era confirmar que fuera la pintura que él estaba buscando.

Logró vislumbrar una parte de la pintura justo antes de que Alessandro la cubriera con una manta blanca y sus ojos si iluminaron con lo poco que pudo ver, suficiente para confirmar que se trataba de la obra que pronto espiraba tener en su colección, aun si tuviera que robarla de aquella galería de arte por segunda vez.

Alessandro se volvió, dejando de darle la espalda, y Seokjin quedó sorprendido por sus facciones asiáticas. Aunque sabía su verdadero nombre y esperaba esas características, la belleza del alfa y su aroma lo tomaron desprevenido. Sus miradas se cruzaron brevemente, una chispa de reconocimiento pasando entre ellos antes de que Alessandro continuara con su labor, ajeno a la creciente tensión en el aire y a las intenciones de Seokjin.

De repente, vio a Alessandro salir de la sala. Se sorprendió al ver al alfa tan cerca, pero rápidamente recuperó la compostura y mostró su mejor sonrisa.

—Señor, disculpe, esta zona es restringida por el momento —expuso sin mirarlo a la cara mientras guardaba su móvil en el bolsillo de sus pantalones marrones que hacían juego con su americana. El alfa llevaba debajo una camiseta negra que destacaba la cadena de oro alrededor de su cuello.

—¿Van a exhibir está pieza aquí? —preguntó Seokjin, esperando que sus supresores hayan servido de algo para regular sus feromonas frente al hombre.

—Es información que no me compete darle. Por el momento está siendo estudiada y evaluada —señaló acomodando sus gafas de montura negra.

—Solo me gustaría hablar con alguien de las obras de este salón, pero no hay ningún guía en esta zona, ¿usted me podría hablar de ellas? —preguntó Seokjin escondiendo sus manos dentro de sus bolsillos.

—Mmmh —masculló mirándolo de arriba abajo a través del cristal de sus gafas—. Está bien, ¿tiene alguna pregunta o solo me quiere escuchar hablar?

—Eres lo suficientemente atractivo como para querer escucharte hablar todo el tiempo que quieras —señaló Seokjin—. ¿Puedo tutearlo no?

—Sí, no tengo problema si puedo hacerlo también.

Seokjin solo asintió bajando su mirada.

El aroma del alfa a su lado lo envolvió. Una fragancia amaderada especiado con notas de cedro, bergamota y algo de menta también. Varonil, pero con un ligero toque de suavidad.

Seokjin caminó a su lado mientras Alessandro comenzaba a hablar apasionadamente sobre las pinturas y esculturas que adornaban la sala. Señalaba cada obra, detallando su historia y su importancia dentro de la colección. Seokjin, sorprendido por la profundidad del conocimiento de Alessandro y cautivado por su voz suave y firme, se encontró inmerso en la conversación, casi olvidando por completo el motivo de su presencia allí.

—Esta escultura, la Venus de Médici, es una de las joyas de la colección. Fue creada en el siglo I a.C. y es un símbolo de la belleza y el arte clásico —explicó Alessandro.

—La técnica, los colores... parece casi viva —dice expresó Seokjin con su mirada puesta en la pintura de da Vinci frente a ellos.

— Así es. La obra tiene una historia fascinante, y su creación es tan intrigante como su apariencia —comentó.

La conversación fluía con naturalidad, una danza de palabras que se movía suavemente entre ambos hombres mientras compartían sus conocimientos y opiniones sobre el arte. Seokjin destacaba su apreciación por los detalles técnicos, hablando con precisión sobre la maestría de los trazos y la elección de colores.

—La técnica de esfumado de Da Vinci es particularmente fascinante. La forma en que logra esa transición suave entre colores es impresionante —comentó Seokjin con entusiasmo.

Alessandro asintió sonriente.

—Es cierto. Pero también es importante entender el contexto cultural en el que se creó. Por ejemplo, en la época del Renacimiento, había un fuerte deseo de capturar no solo la apariencia externa, sino también la esencia interna del sujeto —respondió Alessandro.

En ese momento, sus hombros se rozaron levemente, lo que hizo que ambos sintieran la electricidad en el contacto. Alessandro se giró para mirar a Seokjin, y sus ojos se encontraron de nuevo. Esta vez, la mirada fue más profunda. Había una conexión innegable, una comprensión silenciosa que pasaba entre ellos sin necesidad de palabras.

—Creo que el arte tiene el poder de conectarnos de maneras que a veces ni siquiera comprendemos —dijo el curador elevando la comisura de sus labios en una sonrisa a medias.

—Estoy de acuerdo, Alessandro. Es como si cada obra de arte fuera una puerta a un mundo diferente, un mundo que podemos explorar —consideró Seokjin, en un tono de voz igual de suave y dedicándole la misma sonrisa.

Un silencio se instauró entre ellos, mientras volvían sus miradas a la pintura que tenían en frente. Seokjin sonrió orgulloso de estar obteniendo lo que quería; en ese momento que ninguno decía nada, ladeó la cabeza para ver el rostro de Alessandro sonriente y una característica poco común en su rostro llamó aún más su atención.

—Tu pasión por el arte es contagiosa. Es raro encontrar a alguien que aprecie estos detalles tan profundamente —comentó el omega para romper con el silencio que, aunque no era incómodo, debía aprovechar el notable coqueteo del alfa a su lado.

—Es fácil cuando tienes algo tan hermoso frente a ti.

Seokjin se rio entre dientes cubriendo su rostro con una mano. Fingir timidez y darle a entender que estaba respondiendo de manera positiva a su casi descarado coqueteo era lo que todos los alfas querían cuando decían palabras como aquellas, Alessandro no podría ser la excepción.

Aunque si pensaba que era diferente por su notable inteligencia y elocuencia a la hora de hablar, sin dejar de lado su apariencia bastante... académica. Hasta llegó a pensar que sería fácil de engañar, que sería ingenuo, pero con la sonrisa cínica que tenía en el rostro en ese instante empezaba a dudar que fuera ese tipo de alfa.

—Para ser alguien notablemente académico, eres muy osado, Alessandro —consideró Seokjin, recorriendo con su mirada el perfil del curador con una mirada apreciativa.

—Eso no quiere decir que no pueda halagar la belleza de un omega cuando lo tengo enfrente —respondió Alessandro con una sonrisa coqueta.

El omega no pudo evitar dejar escapar una risita. Alessandro sí que era bueno con el coqueteo, pero ¿qué tan bueno? Seokjin mismo se consideraba alguien osado y estaba dispuesto a jugar un poco si eso significaba acercarse a lo que deseaba. Pensó: "Mientras más cerca esté de él, más cerca estaré de obtener la pieza".

—¿Le dices eso a todos? —preguntó Seokjin siguiéndole el juego.

—A algunos —admitió Alessandro.

—No funciona conmigo —expresó Seokjin en un tono de provocación mientras arqueaba su ceja.

—¿Y que funciona contigo? —inquirió Alessandro, acercándose un poco más, sus ojos fijos en los de Seokjin con un destello de curiosidad y deseo.

—Eres inteligente, seguro que debes saberlo.

Seokjin estaba disfrutando de la creciente tensión entre ellos.

—Te gusta ser el único —afirmó Alessandro asintiendo con la cabeza—. ¿Sabes que no he hecho nunca con un omega? —cuestionó en un tono de voz mucho más bajo.

—¿El qué?

—Decirle mi nombre coreano.

La sonrisa de Seokjin se elevó por la comisura de sus labios hasta mostrar sus dientes. Humedeció sus labios carnosos, viendo cómo Alessandro miraba él movimiento sin nada de disimulo, mientras que él
solo pensaba en todo lo que sabía del hombre frente a él, especialmente su nombre de nacimiento.

—¿Y puedo yo saberlo? —preguntó mostrando curiosidad. No iba a decirle que ya lo sabía, lo dejaría jugar un poco más.

—Depende —dijo Alessandro dando un paso más cerca de él—. ¿Quieres saberlo?

Antes de responder, Seokjin alzó su mirada por el repentino acercamiento. No se quejaba, de hecho, le permitía percibir a mayor escala su aroma varonil.

—¿Tengo que hacer algo para ello? —cuestionó decidido.

—Quizás. Todo depende de lo que quieras darme.

—¡Ay por la luna! —expresó Seokjin rompiendo el contacto visual con el alfa—. Esta conversación no va a terminar nunca si seguimos así —indicó riendo suavemente.

Alessandro no dijo nada más, solo se mantuvo con su mirada fija en él.

—Veámonos cuando termines tu trabajo, en el café de la esquina y quizás, te deje besarme —le pidió Seokjin con la mirada fija en el alfa.

—¿Solo besarte? —Alessandro levantó una ceja desafiando la sugerencia.

—Si quieres algo más, tienes que ganártelo alfa —respondió desafiante.

—Creo que podría hacerlo.

—Cuanta confianza en ti mismo —consideró Seokjin

—¿Eso te parece atractivo?

Definitivamente Alessandro Ricci era demasiado impredecible. Era la primera vez que sostenía una conversación así con un alfa, por lo general él siempre salía airoso de cualquier coqueteo, pero esta vez un alfa coreano con nombre italiano estaba sacando sus mejores cartas y lo aprovecharía para mover la piezas en su tablero.

—Me parece más atractivo la inteligencia en combinación con el comportamiento soez —admitió Seokjin—. Así que, tal vez podamos compartir más de nuestras pasiones en un entorno más privado —consideró.

—Eso suena... muy tentador —replicó Alessandro—. Podemos encontrarnos en la Piazza di S. Fierenze, frente al Franco Zeffirelli Foundation, ¿te parece bien?

Seokjin solo sonrió. Y le guiñó un ojo antes de empezar a su camino fuera de la Tribuna. Podía sentir la mirada del alfa en su cuerpo a pesar de que estaba dándole la espalda.

Durante el resto de la tarde, Seokjin se quedó por los alrededores, tomando un momento para admirar las majestuosas edificaciones que rodeaban la Galería Uffizi. La arquitectura renacentista, con sus detallados frescos y elegantes columnas,

En su recorrido por las estrechas calles sacó su teléfono y se tomó algunas fotos, capturando la esencia del lugar. Luego, las compartió con su padre, el único que siempre había estado a su lado a pesar de no estar de acuerdo con sus elecciones de vida. Su madre, por otro lado, se mantenía indiferente, mientras que con su padre siempre había tenido una conexión más profunda y sincera.

Al ver la hora en su reloj se dio cuenta de que ya era momento de dirigirse al lugar donde quedó en encontrarse con Alessandro. En su camino al Franco Zeffirelli Foundation pensó en como seria aquel encuentro después de la tensión en la que estuvieron envueltos en el museo, se preguntó si sería igual de sofocante mantener una conversación con él, ¿acaso era una cita?

No pudo evitar sospechar que haya sido tan fácil tener un primer acercamiento con él, realmente esperaba que el curador fuera más difícil en ese sentido y que haya resultado todo lo contrario levantaba sus sospechas. Es decir, se supone que él estaba allí para seducirlo de alguna manera no para que fuera al revés, hasta parecía que quien quería obtener algo suyo era Alessandro de él, no al revés.

De todas formas, se dio la oportunidad de averiguarlo esa noche.

Al llegar al punto de encuentro, se detuvo un momento para apreciar la belleza del lugar. La elegante fachada del edificio y la atmósfera artística lo envolvieron. Fue entonces cuando levantó la vista y se sorprendió al ver a Alessandro allí, esperándolo.

El alfa estaba de pie junto a la entrada de la fundación, su figura destacando contra el fondo pintoresco. Al ver a Seokjin, sonrió y levantó una mano en un saludo casual, y allí estaba otra vez esa sonrisa, encantadora y atrevida.

—¿También eres muy puntual? —cuestionó Seokjin acomodando su chaqueta.

—Lo soy. ¿Eso te gusta? —cuestionó el alfa ahora caminando a su lado.

—¿A quién no le gusta que un alfa sea puntual? —replicó Seokjin, alzando las cejas y esbozando una sonrisa.

Ambos se dirigieron al café San Firenze, mismo que se encontraba en una esquina de Piazza di S. Firenze. La entrada principal del café estaba enmarcada por un arco de piedra y una puerta de madera; a un lado de la entrada había una terraza al aire libre con mesas y sillas de metal, mismo lugar que ocuparon.

Le gustaba que el ambiente era elegante y acogedor. Ya empezaba a anochecer, es por ello que pidió un coctel mientras que su acompañante prefirió tomar café.

Escucharlo pedir por ambos con su italiano perfecto, le sorprendió. Su físico era completamente coreano al igual que su vocabulario, pero que llevara como nombre "Alessandro Ricci" era muy italiano, de todos modos no dejó de ser chocante escucharlo hablar en italiano más de cerca.

—Me sorprendió gratamente tu conocimiento profundo del arte. No es común encontrar a alguien con una pasión tan auténtica —expresó Seokjin en cuento tuvo su bebida en frente.

—Para mí, el arte es una forma de entender el mundo y a nosotros mismos. Cada pieza cuenta una historia única —explicó Alessandro acomodándose en su silla y mirando a su alrededor.

—¿Tienes alguna obra favorita? —preguntó Seokjin dándole un sorbo a su bebida, sintiendo el sabor dulce en su paladar.

Alessandro se mostró pensativo antes de responder.

—Hay muchas que me apasionan, pero últimamente, he estado particularmente fascinado por una serie de pinturas renacentistas que revelan tanto sobre la humanidad y la espiritualidad —respondió volviendo su mirada al omega frente a él.

—¿Qué te llevó a dedicar tu vida al arte?

Estaba tanteando el terreno y probar que tan dispuesto estaba Alessandro de contarle sobre su vida privada.

El alfa se recostó en su silla, sus ojos oscureciéndose con un destello de melancolía.

—Siempre sentí una conexión profunda con el arte. Me ofrece un refugio y una manera de expresar lo que las palabras no pueden —expresó con su mirada en el vaso que sostenía en sus manos.

—Para mí, el arte es poder. Es una herramienta para influir y seducir, para entender y manipular. Pero también es una fuente de belleza inigualable —consideró Seokjin.

—¿Y qué te atrae más, el poder o la belleza?

La pregunta de Alessandro lo tomó desprevenido e hizo que tuviera todos sus sentidos en alerta. Seokjin se inclinó ligeramente hacia adelante y con su mirada intensa expresó:

—Ambos, pero en diferentes momentos. En este instante, diría que la belleza.

Mientras hablaban, la tensión entre ellos se hizo más palpable. Sus manos se rozaban brevemente, fue un contacto fugaz, pero suficiente para que la tensión entre ellos aumentara.

—Es curioso cómo el arte puede reflejar la pasión de sus creadores. Como si cada pincelada fuera un suspiro y cada trazo un latido del corazón —expresó Seokjin, sin apartar la mirada de Alessandro, quien sentía cómo la atmósfera se volvía más cargada, hasta el punto que podía sentir su pulso acelerándose.

—Y algunas obras parecen capturar algo más... una promesa, un deseo no dicho.

Este era el momento perfecto para que Seokjin pusiera las cartas sobre la mesa y descubriera que tan lejos podía llegar con Alessandro. En su mente seguía la pieza de arte, pero ahora que Alessandro le dedicaba esa mirada desafiante también tenía en mente la adrenalina y la pasión que le transmitía aquel alfa.

—¿Y qué es lo que deseas, Alessandro? —cuestionó sonriente. Aquel también era un desafío para el alfa y una invitación a la que no podría negarse mientras lo tuviera servido en bandeja, aunque sea por un breve segundo.

—Quiero descubrir cada secreto escondido en tus palabras y tus miradas. Quiero saber qué es lo que te apasiona y te consume —admitió inclinándose hacia adelante, respondiendo al desafío.

—¿Qué harías si te pidiera algo imposible? —cuestionó Seokjin dejando su copa vacía sobre la mesa.

—Depende de lo que sea —respondió con cautela—. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque hay algo que deseo, algo que solo tú puedes darme —dijo Seokjin en un tono serio y sus ojos fijos en los del alfa.

El omega movió su silla para estar más cerca, hasta que casi no había espacio entre ellos.

—Quiero la pieza de arte que estabas revisando en el salón, estoy dispuesto a pagar lo que sea, ponle un precio.

La risa de Alessandro le sorprendió y a la vez no. Estaba pidiendo el precio de una obra de arte que le pertenecía al museo y le estaba pidiendo a su curador que le pusiera un precio. Pensarlo de esa manera sonada un poco... loco.

Por la seriedad que Seokjin mantuvo en su rostro, Alessandro supo que no se trataba de una broma y que estaba hablando muy en serio.

—No tiene precio —declaró el pelinegro como si fuera la cosa más obvia.

—Yo sé que en algún momento lo tendrá —susurró Seokjin más para sí mismo que para el alfa.

Después de una velada cargada de tensión y seducción en el restaurante, Seokjin y Alessandro salieron a las calles tranquilas y empedradas de la ciudad. La noche era fresca, y la luna arrojaba una luz plateada sobre los edificios antiguos, creando un ambiente íntimo y cargado de anticipación.

Seokjin caminó a paso lento, su figura esbelta destacando bajo la luz de la luna. Su traje perfectamente cortado resplandecía en la tenue iluminación, y sus ojos, siempre tan calculadores, ahora brillaban con una intensidad suave y seductora.

—¿Y por qué te interesa tanto esa obra en particular? —preguntó Alessandro con curiosidad.

—Porque representa algo más que belleza. Es una pieza de poder, y necesito ese poder —replicó Seokjin con sinceridad sin apartar la mirada.

—Lo lamento, Seokjin, pero esa pieza no está a la venta —declaró Alessandro tras un suspiro, su expresión tornándose más serio—. Y no se trata de dinero. Esa obra ya fue robada una vez y recuperarla fue una tarea ardua. No puedo permitir que vuelva a suceder —respondió con firmeza.

—Siempre hay algo que alguien quiere. Dime, ¿qué deseas tú? —cuestionó Seokjin acercándose aún más.

La proximidad entre ellos aumentó la tensión y el aire se volvió más denso. Podía sentir la intensidad entre ellos, el omega se mantuvo cerca y Alessandro siquiera hizo el intento de mantener distancia.

El omega estaba muy cerca, tanto que no era necesario que hablara en un tono de voz muy alto. Una brisa cruzó entre sus cuerpos en medio del juego entre sus miradas, dejando a su camino el rastro del aroma de Seokjin que llegó a su nariz como un susurro embriagador.

Alessandro parpadeó, tratando de mantener la compostura mientras su mente luchaba contra la atracción magnética que emanaba de Seokjin. El omega sonrió, consciente del efecto que tenía sobre él

—Lo que deseo es preservar la integridad del arte y cumplir con mi responsabilidad, que es mantenerla segura —declaró con seguridad.

Aquellas palabras a fueron suficientes para Seokjin entender que no sería fácil de convencer o de obtener lo que quería por las buenas. Alessandro si era el académico que se ve que era por encima de la ropa.

Por la mirada intensa y llena de fuego que le dedicaba el alfa, fue consciente de que aquello no terminaba ahí. En su mirada pudo notar que había más cosas que él deseaba hacer esa noche más allá de solo hablar de arte, compartir un bebida en un café elegante y caminar por las calles de Florencia y Seokjin sabía a la perfección desde que empezó a coquetearle en el museo que el alfa buscaba algo de aventura y él estaba dispuesto a dársela, sin que se diera cuenta de que todo sería parte de su plan para tenerlo cerca.

—Tengo que volver a mi hotel —consideró Seokjin apartando la mirada para ver la hora en su reloj de marca alrededor de su muñeca.

—Te llevo, mi auto no está muy lejos de aquí —sugirió el alfa señalando las calles detrás suyo.

¿Acaso esa era una invitación a algo más privado?, ¿debería confiar en el? Seokjin decidió no pensar mucho en posibilidades de que no fuera quien decía ser, confiaba en la investigación hecha por Taehyung y fue así como siguió los pasos de Alessandro adentrándose entre las calles pequeñas que pronto empezaron a ser mucho más solitarias.

El coche de Alessandro estaba aparcado bajo una farola, cuya luz tenue creaba un ambiente íntimo y privado, era el único auto en la calle inclinada que estaba vacía, nadie caminaba por allí a pesar de que no estaba tan lejos del lugar en el que estaban antes.

A Seokjin le sorprendió un poco saber que su coche era un Jeep Renegade blanco con cristales negros polarizados. Podría perfectamente ser el auto de un mafioso o un político, pero de un curador resultaba algo dudoso, hasta que recordó lo famoso que era Alessandro en su trabajo y las cosas que ha hecho para grandes artistas. Conocer su patrimonio fue lo que le permitió tener más confianza en las cosas que veía.

Caminaron hacia el coche mientras el silencio entre ellos estaba cargado de una tensión casi palpable. Al llegar, Alessandro sacó las llaves y se detuvo junto a la puerta del conductor.

En ese momento ya no estaba pensando tanto en la obra de arte, sino más bien en lo atractivo que era Alessandro física y mentalmente. Dentro de él siguió creciendo ese deseo de poder probar, aunque sea un poco de su esencia que le estaba enloqueciendo en ese momento que estaban completamente solos, no habían más olores alrededor, así que eso intensificaba el aroma del alfa.

Había algo en el que le fascinaba e intrigaba, aunque supiera todo el, no podría saber lo que estaba pensando y eso le daba un toque de misterio que le agradaba.

Seokjin se aproximó lentamente, su mirada fija en los ojos de Alessandro que se giró sobre sus talones para poner su mirada en él. Sus cuerpos apenas estaban separados.

—¿Estás seguro de que no hay nada que pueda hacer para convencerte? —cuestionó Seokjin en voz baja y seductora, colocando una mano en la mejilla de Alessandro, su pulgar acariciando suavemente la piel.

Alessandro sintió cómo su respiración se aceleró. Sus ojos se mantuvieron en los de Seokjin, quien esperaba una respuesta de su parte, la atracción era innegable. En un impulso, Alessandro cerró la distancia entre ellos, sus labios encontrando los de Seokjin en un beso intenso y llenos de deseo.

El beso comenzó con un toque suave, exploratorio, pero rápidamente se volvió más apasionado. Seokjin tomó el control, inclinando ligeramente la cabeza de Alessandro para profundizar el contacto.

Sus labios se movieron juntos con una sincronización perfecta, como si no fuera la primera vez que sus labios se exploraban de esa manera. Ambos sabían cómo moverse y se sentía exquisito la manera en la que Alessandro movía sus labios carnosos sobre los abultados de Seokjin como un experto, como si lo conociera, como si supiera en que momento chupar su labio inferior o morderlo, cuando pasar su lengua por ellos hasta encontrarse con la del omega.

Las manos de Seokjin deslizan por el cuello de Alessandro, atrayéndolo aún más cerca.

Alessandro, inicialmente sorprendido, respondió con igual fervor. Sus manos encontraron el camino a la cintura de Seokjin, agarrándola con fuerza como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. Lo mantuvo aún más cerca del calor de su cuerpo y a pesar de que tenía al alfa tomado del rostro se sintió pequeño entre sus brazos.

La química entre ellos era innegable, cada movimiento y suspiro intensificaba la conexión. Seokjin deslizó una mano hasta el cabello ligeramente corto de Alessandro, sus dedos enredándose en los mechones mientras sus labios se separaban apenas un momento, permitiéndoles tomar aire antes de volver a fundirse.

Alessandro sentía una mezcla de emociones arremolinarse dentro de él: deseo, confusión y una atracción irresistible. Rompió el beso momentáneamente, sus labios apenas a centímetros de los de Seokjin y jadeando ligeramente.

—¿Qué es lo que haces conmigo? —preguntó Alessandro, su voz ronca y cargada de emoción.

Seokjin sonríe suavemente, su aliento acariciaba lo los labios entreabiertos de Alessandro.

—Lo mismo que tú haces conmigo —respondió Seokjin antes de besar a Alessandro nuevamente, con aún más pasión y urgencia.

Después del apasionado beso afuera del auto, la tensión entre Seokjin y Alessandro llegó a un punto crítico. Ambos se separaron apenas lo suficiente para tomar aliento, sus respiraciones pesadas llenando el aire entre ellos.

Namjoon, con una mezcla de urgencia y control, abrió la puerta del coche y se sentó detrás del volante, sus lentes reflejando la tenue luz de la farola. Seokjin lo siguió, cerrando la puerta de copiloto tras de sí.

El ambiente dentro del coche era sofocante, la proximidad de sus cuerpos aumentando la tensión. Namjoon encendió el auto, pero no arrancó, sus manos firmes en el volante y su mirada fija en Seokjin.

Ninguno podía leer la mente del otro, pero sus feromonas llenaron el auto de una excitación que no necesitaba ser explicada.

Seokjin percibió el cambio en las feromonas del alfa a su lado y su lobo estaba respondiendo a ellas con sumisión aun cuando no estaban haciendo nada más que mirarse dentro del auto encendido en medio de una calle solitaria y con los vidrios arriba. El frio de afuera contrastaba casi a la perfección con el calor que se instauró entre ellos como una llama que estaban a punto de estallar.

El aroma de Alessandro era tan atrayente como el suyo lo era para el alfa, así que desafiante deslizó su mano por la pierna del alfa, subiendo lentamente. Sus miradas no se apartaron del otro en ningún momento, era como si se dijeran con los ojos las cosas que sus lobos sentía en la tensión del momento en la que se su casta empezaba a tomar el control.

—¿Qué vas a hacer ahora, Alessandro? —murmuró Seokjin en un susurro cargado de provocación.

Alessandro, dominando la situación lo observó con deseo. Sin decir una palabra, se inclinó hacia mientras se quitaba las gafas, capturando los labios de Seokjin en un beso profundo y posesivo, su mano libre agarrando la nuca del omega con firmeza.

El beso se intensificó rápidamente, sus lenguas explorando y luchando por el control. Seokjin gimió contra los labios de Alessandro, su cuerpo respondiendo instintivamente a la dominación del alfa.

Alessandro rompió el beso solo para bajar a su cuello, besando y mordiendo suavemente, marcándolo. Seokjin inclinó la cabeza hacia atrás, sus manos aferrándose a los hombros del alfa.

—Hueles exquisito —expresó Alessandro con voz ronca, su aliento caliente contra la piel del omega, de donde emanaba la mayor cantidad de su aroma floral a rosas, menta y el dulce del chocolate, mismo que predominaba en ese momento.

Seokjin respondió con un jadeo, sus ojos llenos de sumisión y deseo.

—Tu aroma es igual de delicioso.

Alessandro dejó el cuello del omega y le dedicó una mirada llena de lujuria mientras recostaba el asiento del conductor hacia atrás, creando más espacio. Con un movimiento ágil, Seokjin se colocó sobre él, sus piernas a ambos lados del alfa que no dejaba de observar cada uno de sus movimientos.

La conexión entre ellos era feroz y urgente. Con esa desesperación de tener más contacto entre sus pieles, Seokjin se deshizo de su chaqueta y mientras Alessandro desabotonó su camisa de seda, el hizo lo mismo con el pantalón del alfa.

En medio de uno que otro beso, de miradas intensas bañadas de pasión y de sus manos ansiosas por tocar la piel del otro, terminaron medio desnudos en el poco espacio que tenían para ello. Seokjin pasó sus manos por el pecho descubierto de Alessandro, sintiendo en la yema de sus dedos el caliente de su cuerpo tonificado.

Alessandro se recostó en el asiento con la respiración pesada, mientras Seokjin permanecía sobre él, ambos intentando recuperar el aliento.

—Esto no termina aquí —susurró el alfa con su voz ronca.

Seokjin levantó la cabeza, mirándolo con ojos brillantes.

—No, no termina aquí —respondió con una sonrisa que prometía futuros encuentros igual de intensos y apasionados.

La noche afuera era tranquila, pero dentro del coche, la tensión seguía palpitando.

Seokjin se recostó en el asiento del coche, su cuerpo aun temblando ligeramente por la intensidad del encuentro. Sus ojos se cerraron un momento mientras su respiración comenzaba a estabilizarse. Sus pensamientos enredados en el momento que acababa de compartir con el azabache a su lado.

Alessandro, sentado detrás del volante después de haberse colocado la ropa al igual que el omega, ajustó sus lentes sobre el puente de su nariz y observó a Seokjin, su mirada penetrante y llena de pensamientos no dichos. El silencio entre ellos es cargado, pero no incómodo.

Con un atisbo de una sonrisa, Alessandro condujo hasta el hotel de Seokjin bajando los vidrios para disipar el aroma que dejaron sus cuerpos en el interior del auto. Fue un encuentro frenético, desesperado y muy placentero, la sonrisa en el rostro de ellos es lo que delataba la satisfacción del momento.

Alessandro estacionó su Jeep frente al Four Seasons, el hotel era lujoso y estaba bastante cerca de la galería. El alfa vio como Seokjin terminaba de acomodarse mejor su ropa, mirándose el espejo lateral del auto.

—Mantengamos el contacto —dijo Alessandro al ver como el omega humedecía sus labios antes de sonreír sin dejar de mirar su reflejo en el espejo.

—Claro, dame tu teléfono —indicó Seokjin extendiendo la palma de su mano donde dejó su teléfono para que este marcara su número—. Listo, búscame en tus contactos, aunque no te diré como lo registré para que sea más emocionante.

Alessandro solo sonrió tras recibir su móvil devuelta.

—Esto cambia todo ¿verdad? —cuestionó Seokjin con su mano en la manija de la puerta.

Alessandro encendió un cigarrillo, el humo llenando lentamente el auto. Después de dejar salir el humo por la ventana, sostuvo el cigarrillo entre su dedo índice para responder a la pregunta del omega que seguía en el interior del auto.

—Sí, cambia todo —respondió en un tono grave y lleno de significado.

—¿Que sigue ahora? —preguntó Seokjin mirándolo con una sonrisa cómplice.

Alessandro se inclinó hacia adelante, su rostro cerca del de Seokjin. Su aroma y la sensación de su proximidad hacían que el corazón de Seokjin latiera con más fuerza.

—Lo que sigue, Seokjin, depende de ti. ¿Estás preparado para lo que esto implica? —cuestionó el alfa antes de volverse a alejar, pero sin apartar su mirada del omega.

Una sonrisa apareció en el rostro de Seokjin. Le estaba gustando el desafío del alfa a su lado, el realmente no tenía idea con quien estaba lidiando y no tenía tiempo para hacerse el misterioso, necesitaba conseguir esa pintura cuanto antes, así que le daría a entender que no era solo un hombre rico que fue a gastar su dinero a Florencia.

—Así que, Alessandro... ¿o debería decir Namjoon? —cuestionó Seokjin—. Soy un omega que está preparado para todo.

Namjoon se congeló en su lugar, el cigarrillo a medio camino de sus labios. Sus ojos se encontraron con los de Seokjin, llenos de sorpresa y cautela.

—Sabía que eras especial, pero no esperaba que fueras tan... conocido y excitante —señaló Seokjin disfrutando de la tensión.

No estaba seguro de cómo sería la reacción del alfa, pero por la tranquilidad de este supuso que no se alarmaría del hecho de que conociera su nombre de nacimiento. No era completamente un secreto, pero estaba en pocas publicaciones, además, había dejado de utilizar ese nombre desde hace tanto tiempo que quizás esperaba que nadie lo supiera.

Namjoon apagó el cigarrillo lentamente, recuperando su compostura.

—Creo que te subestimé —consideró Namjoon—. En cuento te vi pensé que solo eras un fanático más de la pintura y cuando dijiste que darías lo que fuera por ella me lo confirmó, pero no esperaba que me hayas investigado para ello.

—Así que, ¿me permitirás estar cerca de ti sabiendo eso?, ¿por eso tuvimos sexo en tu auto? —cuestionó Seokjin alzando una ceja.

—Te estoy dejando creer que puedes tenerla, pero como me gustaste mucho, te digo desde este momento, que no hay forma de que obtengas es pintura.

—Eres manipulador —declaró Seokjin sonriente—. ¿Sabes que eso te hace aún más sexy?

—¿Eso crees? —cuestionó el alfa enarcando una ceja, dedicándole una sonrisa.

—Yo todavía no he mostrado todas mis cartas —admitió Seokjin inclinándose más cerca, sus labios apenas rozando el oído de Alessandro.

Seokjin salió del auto, dejando a Namjoon con una mezcla de admiración y preocupación. El omega se alejó, en sus pensamientos ya planeaba el siguiente movimiento para obtener la pieza de arte.

Namjoon observó cómo Seokjin se alejó entrando al hotel con la elegancia característica de su caminar y no pudo evitar dejar de sonreír al verlo.

Hola, hola.
Extrañaba actualizar. Espero que este capitulo les haya gustado mucho. Creo que ya he podido avanzar mucho de esta historia como para decirles que en dos capítulos mas se termina. Una vez mas, lo que se supone que seria una historia corta se convirtió en una historia un poco mas que corta jejeje.

Cuéntenme que les pareció el primer encuentro entre el curador y el mafioso. ¿Hizo bien Jin a al dejarle saber que sabia su nombre coreano?, ¿creen que Namjoon se de cuenta de quien es verdaderamente Seokjin? Los leo.

Adelanto próximo capitulo: "¿Que pasaría si lo estoy?" "Es peligroso".

Nos seguimos leyendo en el próximo capitulo o en "Show Me" si estás leyendo esta historia será actualizada en la próxima semana.

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