Segunda parte.

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-¡MIERDA!- Pateó la puerta de su oscura y lúgubre habitación. ¿Podía haber salido peor? No, claro que no. Ella no lo conocía, aunque su punto de vista no se alejaba mucho de la realidad... de todos modos, ¿quién se creía ella para decirle eso? La chica de la que estaba enamorado... sí, era justo ella.

No le quedó otra. Era eso o estar encerrado por siempre en el mismo ritmo de vida que siempre lo había enfermado.

-QUE QUIERES- no lo gritó, pero lo dijo en voz alta cuando lo vio entrar nuevamente

-QUIERO HACERTE COMPAÑÍA- respondió con el mismo tono de voz con el que ella le dirigió la palabra.

-Nadie te ha invitado

-Es mi casa, puedo hacer lo que yo quiera.

Y se quedó callada. Nadie dijo nada, ni siquiera Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin. Para ambos fue como un lustro o incluso más, pero el orgullo podía más que cualquier cosa.

-Lo siento- la voz de ella sonó como mil ángeles para él. Volteó inmediatamente a verla, pero ella no levantó el rostro.-No suelo tratar así a la gente. Tampoco espero que me entiendas, tú no estás lidiando con la familia de los que mataron a la tuya...

Tenía razón, tenía razón en cada palabra que decía. ¿Qué tenía que decir en esos momentos? Tenía miedo de arruinarlo. MIEDO. Siempre era lo mismo. Siempre eso. ¿No podía ser valiente por alguna vez en su vida?

-Lo siento por lo de tus padres. Ojalá pudiera hacer algo...-ella levantó el rostro y sonrió.

-Pudiste haber impedido que Bellatrix me torturara... pero no lo hiciste.- El corazón del rubio se paró completamente. No quería escuchar eso. -Pero está bien, no te culpo...

-L-lo siento. Soy un cobarde. Lo soy.- estaba avergonzado. ¿No podía dejar el miedo a un lado por solo un momento? ¿Tan difícil se le hacía?

-No te preocupes, Draco. Te entiendo.

-Quieren matarte, ¿sabes?

-Lo sé. Prefiero eso a estar aquí encerrada.-Su estómago se encogió. ¿Acaso le molestaba su compañía? -Muchas gracias, por estar aquí conmigo. Me gusta que me acompañes...-era lo único que necesitaba oir.

-Lo haré todas las noches, si no te molesta...- La miró. La miró y con solo eso le dijo todo. Ella dudó al principio, no sabía si era verdad o mentira, pero su mirada parecía sincera. -Eres la única amiga que tendría si me dejaras serlo.

-Estaría encantada-sonrió ella una vez más. El corazón de Draco Malfoy se paró por un momento para comenzar a latir a mil kilómetros por hora. Sonrió por ella. Por un instante, sintió que su mundo tenía un rayo de luz que lo sacaba de ese vacío en el que se había metido.

Nadie dijo nada después de eso, pero el silencio era cómodo. Se sentían bien el uno con la presencia del otro, esquivando miradas y ocultando sonrisas que delataban a ambos.

Durmió con ella esa noche. Se veía preciosa mientras estaba inmersa en un mundo que era enteramente suyo, en los sueños. ¿Estaría pensando en él en ese momento? No lo sabía, pero deseaba con todo su corazón que si lo estuviera haciendo.

Vio su reloj y marcaba las cinco de la mañana. Salió directo a su habitación sombría, tres pisos más abajo que ella. Trató de no hacer el más mínimo ruido y se acostó en su cama.

Tenía que hacer algo, tenía que salvarla.

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