Tercera parte.

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Pasaron alrededor de dos semanas sin que la torturaran: al parecer, habían encontrado un mejor mártir que ella.

Pero él la iba a acompañar todos los días, sin falta alguna.

-Qué guapo te ves hoy- le dijo ella, sonriendo.-Yo debo estar horrible...

-De ninguna manera. No sé por qué cada día te veo más bonita...-Y no le mentía. Se estaba enamorando cada vez más y esa era la razón. Ella solo rió.

-Tratas de conquistarme, ¿eh? Buena suerte con eso, Malfoy-dijo, divertida y retadora, robándole una sonrisa al rubio que estaba sentado frente a ella, separados por la reja de metal

-¿Crees que no puedo, acaso?

-¿Es una apuesta?

-Claro que no. Realmente, quiero conquistarte.-Se lo dijo de corazón. Bajó la mirada, avergonzado.-Estoy enamorado de ti. Desde siempre, creo-sonrió sin levantar la mirada. No podía verla. Había querido decírselo desde siempre. Ella tomó su rostro y lo levantó

-Me gusta cuando me miras a los ojos y me lo dices- sonrieron ambos.-Y quiero que sepas, que ya me tienes conquistada

-Te quiero, ¿sabes?- mirándola, se sentía más seguro. Como si ya nada mal fuera a pasar. Ella no alcanzó a responderle, pero su sonrisa y el brillo en su mirada bastaron para él.

De repente, una risa escandalosa se escuchó a lo lejos: tres pisos más abajo, para ser exactos.

-DRAAAAAAAAAAAAAAAQUI- Bellatrix.-DRAQUI, AMOR, ABRE LA PUERTAAAAA.

-¡MIERDA! ¡ESTOY MUERTO!- el rubio empezó a sudar frío.

-Vete ahora, si te encuentra aquí... mejor anda antes de que me imagine lo que pudiera pasar.

-Mejor que me pase a mí a que te hagan algo a ti, preciosa-sonrió. La castaña sintió su cabeza y corazón enloquecer al ritmo de la mirada del chico que tenía frente a ella. ¿Tan rápido pudo haber caído ante él? ¿Dos semanas? Sí, era perfecto. La tomó con delicadeza a través de las rejas y la besó lentamente, disfrutando cada segundo de aquel beso como si supiera que fuera a ser el último -y podría serlo-.

-Te quiero mucho, trata de que no te maten mientras no estoy aquí, ¿sí?-Y con un leve movimiento de varita, Draco Malfoy estuvo dentro de su habitación, abriéndole la puerta a su tía.

-El Señor Tenebroso quiere verte, mi amor. Al parecer- comenzó a acariciar su cabello rubio y a despeinarlo un poco- quiere darte... un encargo, precioso. Vamos, para celebrar luego de este.-estaba demente, definitivamente.

Se sentía la presencia del Señor Oscuro. Se sentía cada vez más... le daba cólera. Si él no estuviera allí. Sí tan solo el cara rajada se hubiera tomado la molestia de desaparecerlo por siempre, él no estaría allí. No. Estaría con ella. Sería feliz. Pero no se podía dar el lujo de seguir soñando.

-Draco, hijo mío, ven aquí...- se acercó a él, con miedo. En seguida, tenía a ese "hombre" abrazándolo como si de verdad le estuviera demostrando cariño alguno, pero claro que no lo hacía...-Quería darte una misión para el año entrante...

El rubio escuchaba cada palabra llenándose del miedo más profundo cada vez. ¿Realmente quería que ÉL hiciera eso? ¿Draco Malfoy? ¿Matar al mismísimo Albus Dumbledore? Se imaginó la reacción de ella en cuanto se lo contara.

-Y dime, Draco, ¿qué sabes de la tal _____?

-Está como prisionera en el piso más alto de la mansión, señor- dijo, seguro, para evitar sospechas

-Genial. Hazme recordar mañana, que tenemos que acabar con su asquerosa vida de traidora a la sangre de una vez por todas, hijo mío. -Esas palabras retumbaron en su mente durante unos cuantos minutos, hasta que logró comprenderlas del todo. Sus piernas flaquearon en el intento de alejarse lo más posible del lugar. UN DÍA: eso era lo que le quedaba con ella. Un día y nada más...

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