19. La cruda realidad

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Adrien

No sabía si me sorprendía saber que mi padre me escondía algo. Pero me preguntaba si me lo diría. Lo dudaba, y se que no debería andar de curioso con sus asuntos, pero... no tenía excusa. Solo quería saber que hacía a altas horas de la madrugada, y donde. 

- ¿y que planeas hacer? ¿esconderte y seguirlo?- preguntó Plagg.

- no es una mala idea- dije con una sonrisa.

- claro, te quedarías dormido los primeros cinco minutos-

- no es cierto, con el olor de tu asqueroso Camembert puedo quedarme despierto-

- ¿significa que me darás más?- me preguntó ilusionado mientras me ponía la pijama.

- si, supongo- respondi.

Puse mi alarma a las diez de la noche y me acosté. Era mejor tomar una siesta para tener mis energías aseguradas. Me desperté y apagué la alarma, me levanté y Plagg seguía dormido. Rodé los ojos y lo agarré de la cola, pero no se despertó. Baje al primer piso, en dirección a la cocina, y como andaba medio dormido, me demoré un poco en encontrar Camembert. Cuando lo hize, Plagg despertó y voló hacia el.

- te dije que puedo oler Camembert mientras duermo- me habló con la boca llena.

Me fui a sentar en la entrada de la sala con la pintura de mi mamá. La miré antes de sentarme. Como la extraño. No hay ningún día que pase sin que deje de pensar en ella. Mi madre era la mujer a la que más amaba. Era buena, compasiva, alegre, gentil, y muchas cosas más que demoraría en nombrar. Lograba hacer reír a mi padre, y le sacaba una sonrisa a quien sea.

Cuando desapareció, mi padre no fue el mismo, se aisló del mundo e hizo lo mismo conmigo. Se que quiso cuidarme, pero me hizo más daño al separarme de personas, no tenía ningún amigo. Tuve que susperar la muerte de mama, y vivo con eso, pero ahora tengo a Marinette. Otra chica a la que amo más que a nada en mi vida, la primera fue mi madre y ahora mi novia.

Agradezco infinitamente a mi padre por haberme dejado ir al colegio, porque de no haber sido por eso, nunca la hubiera conocido. Mis párpados se volvían pesados y no había rastro de mi padre.

- ¿no lo has visto?- le pregunté a Plagg.

- no, pero tu deberías ir a dormir niño-

- dejame esperarlo- el sueño me estaba ganando.

Tenía que pestañear a cada rato o mover mi cabeza a los lados. Pero al final, me quedé dormido. Desperté porque Plagg estaba sacudiéndome.

- ¡despierta!- me gritaba a susurros. Abrí mis ojos y me enderezé. Me dolía el cuello por la posición en la que había dormido.

- linda misión de espionaje-

- ¿qué hora es?- pregunté con bostezos.

- probablemente las seis de la mañana-

- diablos, pase toda la noche aquí- me quejé y me levanté. Casi me caigo al dar los dos primeros pasos.

- mejor vete a dormir y aprovecha que aún te quedan algunos días de vacaciones- me dijo.

Fui a mi cuarto y me tumbé en mi cama. Me moría del sueño. Tenía que prepararme mejor si quería descubrir lo que ocultaba mi padre. Pero ahorita prefiero dormir.

Autora

La peliazul se despertó al escuchar su celular sonar. Comprobó que no era su alarma sino una llamada de parte de su mejor amiga.

- hola- respondió con voz un poco ronca.

- ¿te desperté?- preguntó la castaña divertida.

- si- respondió Marinette pasando una mano por su rostro.

- ahy amiga, que dormilona-

- bueno, ¿qué paso?-

- quería saber si podías venir a mi casa-

- claro- miró la hora en su celular.
- en dos horas estoy allí-

- ok, te veo luego- se despidió la morena y colgó. Marinette se metió al baño y después de algunos minutos salió.

- pareciera como si no hubieras dormido-

- es que en las vacaciones es donde me da más sueño- dijo la peliazul y bajó.

Solo cogió una manzana ya que eran mas de las doce y las ganas de desayunar habían desaparecido. Saludó a sus padres y salió por la puerta de la pasteleria. Al pasar por un basurero del parque botó los restos de la fruta en el tacho. Se sentó en una banca y dejó que el viento moviera sus cabellos.

Pasó varios minutos de esa forma, viendo a ningún punto específico y escuchando las risas, protestas, suspiros o palabras de la gente. Al pasar media hora se levantó y fue al subterráneo.

Estaba lleno, y trato de no tropezar con nadie. Se chocó con hombres y mujeres, la mayoría no le presto atención y unos pocos la vieron con indiferencia. No se fijó en el metro al que abordaba, y no se enteró que era el equivocado hasta que sono la voz del conductor.

- genial- comento sarcásticamente.

Estaba atrapada entre la multitud, se sentia como un crayón en una caja alrededor de millones más. Chocó bruscamente contra el pecho de alguien.

- perdona, es que hay muc- alzo la mirada y calló.

- tranquila, la verdad es que te puedes quedar de esa forma cuanto tiempo quieras- habló pícaro Ethan.

- claro- bufó la peliazul.

- vamos, no hay mucho espacio. Puedes venirte mas aca- dijo el castaño siendo ignorado.

Pasaron alrededor de diez minutos hasta llegar a la siguiente estación. Marinette salió del metro seguido de Ethan y abordó el correcto.

- ¿me estás siguiendo?- preguntó al sentarse.

- te acompaño-

- no es necesario, voy a ver a una amiga y-

- te acompaño hasta llegar a su casa. Asi podemos hablar- mencionó Ethan y Marinette rodó los ojos. Aunque no tenía a donde ir.

- entonces preciosa, ¿quisieras salir conmigo?- preguntó Ethan acercándose mas a Marinette.

- para tu información tengo novio-

- si si, ¿que tiene el que yo no?- Marinette tuvo que tragarse la risotada.

Se mordió su labio inferior y aún así formuló una sonrisa. La verdad, le pareció una pregunta estúpida. Quiso decirle en la cara todo lo que su novio tenía que el no. Quería decirle que Adrien tenía solidaridad de sobra, era generoso, no presumía nunca, no era engreído, se portaba de lo más amable con la gente y más.

Pero, a pesar de cuanto la molestara o coqueteara Ethan y no tuviera respeto por el espacio personal, no podía ser tan ruda. Si, talvez eso no era ser ruda o cruel, pero el corazón de la joven azabache no tenía la capacidad de decirlo. No tan agresivamente. Así que tomo aire y con una simple sonrisa contestó

- no tengo porque contar de mi vida, simplemente es mi novio y ya- respondió cruzando la pierna. Ethan suspiró.

- bueno- era un hecho. Esa peliazul iba a ser difícil de atraer. El metro se detuvó y se abrieron las puertas.

- bueno, aquí me bajo- se paró y salió por la puerta.

Miró atrás y se sorprendió al ver al castaño sentando. Este le dedicó una sonrisa y le guiñó el ojo antes de que el metro volviera a avanzar. Marinette salió del subterráneo y caminó a casa de su amiga.

Al llegar, tocó el timbre y le abrió la morena.

- hasta que llegas amiga, ya te iba a buscar- rió Alya.

- ¿por que?-

- tardaste media hora- Marinette miró su reloj.

- oh, bueno ya estoy aquí- dijo sonriendo.

*
Adrien entró a su cuarto y se dirigió al baño para ducharse. Había terminado una sesión de fotos y solo quería relajarse y descansar. Entró a la ducha y salió con una toalla alrededor de su cuello para secarse el cabello. Se acostó en su cama con la toalla debajo de su cabeza. Cerró los ojos para descansar un poco.

- al fin, necesito mi queso- escuchó a Plagg hablar. Adrien gruñó y pasó una mano por su cabeza.

- te dejé un plato grande lleno Plagg, ¡lleno!-

- me lo acabé-

- pues no te daré más- replicó el rubio.

- necesito Camembert o no podrás ser Chat Noir-

- te daré luego-

- ahorita-

- luego-

- ahorita-

- Plagg-

- Adrien- el modelo se levantó molesto y salió por la puerta de su habitacion. El kwami negro iba detrás de él riendo. A veces era divertido fastidiarlo. Que va, siempre. Adrien fue a la cocina y sacó un queso entero.

- toma, te lo acabas no te daré más aunque me lo pidas toda la tarde- dijo. Plagg lo abrió y le dió el primer bocado.

Caminaron por los pasillos para ir al cuarto del rubio hasta cuando este vió a su padre al fondo del pasillo. Adrien se volteó a su kwami.

- ¿lo viste?- el gato asintió.

- ahora o nunca- dijo su portador y corrió sin hacer escándalo hacia donde antes estaba su padre.

Lo vió entrando a su oficina. La puerta estaba entreabierta y Adrien miró por el pequeño espacio como su padre apartaba un librero con fuerza que él no creía que el diseñador poseía.

Adrien tuvo que meter la cabeza o no observaría el secreto de su padre. Cuando el librero fue movido completamente, dejó al descubierto una puerta gris. Gabriel entró y cerroló la puerta. Al pasar los segundos, que se convirtieron en minutos, Plagg habló.

- niño, ¿entras o te quedas?-

Adrien entró a la oficina y abrió con cuidado la puerta. Adentro todo estaba oscuro y tragó pesado. Cerró la puerta detrás suyo y dió el primer paso. Caminó tratando de no dar pasos muy fuertes. Todo estaba oscuro, no veía ninguna luz. A medida que caminaba mas, Plagg se ponía nervioso.

- Adrien, siento una fuerte vibra. Creo que hay otro kwami- mencionó. Adrien no dijo nada y luego viomó una luz morada a lo lejos. Corrió sin pensarlo. Dejó de correr al ver una mariposa blanca.

- esto no es una mariposa- dijo. Abrió grande los ojos. Un akuma.

Camino un poco mas y vió millones de akumas, aparentemente purificados. Luego una gran ventana se abrió, dejando entrar la luz. Fue cuando notó al hombre parado en plena habitación. Tenía un traje morado y una máscara cubría su rostro. El villano se volteó y se sobresaltó al ver a su hijo.

- ¿A- Adrie-en? ¿qué haces aquí?- preguntó. Adrien no tuvo que adivinar.

- tu eres Hawkmoth. Padre, ¿lo eres?- preguntó el rubio con dolor reflejado en sus ojos.

- si Adrien- el nombrado apretó los labios.

- ¿por qué?- preguntó. - ¿¡por qué!? ¿¡no te das cuenta del daño que haces!?- interrogó tratando de no perder el control. Su padre, era el villano mas peligroso de París.

- hijo, no lo entiendes. No soy el malo aquí. Lo hago por tu bien-

- ¿¡cómo demonios esto es por mi bien!? ¡te aprovechas de los sentimientos negativos de las personas y dices que es para mí bien! ¡causas daño!- gritó perdiendo el control. Plagg estaba sentado en su hombro sin importarle que el padre de su portador le viera.

- Adrien cálmate, necesito tu anillo-

- ¡no! Serás mi padre pero no te daré mi anillo. ¿¡y cómo supiste que yo-

- ¿eras Chat Noir? Me tardé un poco pero tuve mis sospechas. Y lo necesito para traer a tu madre devuelta- se explicó Hawkmoth.

- ¿mamá?- murmuró con ojos cristalizados.

- si, para traerla devuelta. Para volver a ser una familia feliz- dijo tomando un paso hacia su hijo.

Adrien estaba perdido en sus pensamientos. Volver a estar en los brazos de su madre, su amorosa madre que le abría su corazón y le compartía cariño a quien sea que lo necesite. ¿tenerla devuelta?

- Adrien, se lo que estás pensando, no es verdad- le dijo Plagg.

- ¡no escuches a lo que él te diga! Puedo traerla pero necesito tu ayuda- Adrien mordió su labio. Plagg nunca le mentiría, pero quería a su madre con él. Sus palabras cariñosas, sus arrullos, sus risas. La quería.

- Adrien, no es cierto. Solo te está utilizando y se ha enganchado tanto con el poder de Nooro que seguirá con sus ataques malignos- habló Plagg.

- ¡deja de manipularlo!-

- Adrien, no lo escuches- susurró Plagg. El rubio dió un paso adelante con los dedos temblorosos alrededor de su anillo.

- dame el anillo Adrien. Volveremos a ser una familia- inició hablando. - estaré orgulloso de ti- eso hizo que Adrien se detuviera para alivio del kwami negro.

- ¿orgulloso de mi?- Hawkmoth asintió.

- si hijo, estaré totalmente orgulloso de ti-

- entonces estás diciendo... ¿qué nunca estuviste orgulloso de mi?- el hombre se quedó quieto sin responder.

- todas las sesiones de fotos, todos los trofeos y clases de esgrima, todas las clases y canciones de piano, excelente alumno, ser excelente en mandarín. Todo eso y ¿nunca estuviste orgulloso de mi?- preguntó con voz oscura, fría y amenazante. Hawkmoth tragó duro.

- hijo-

- ¡no! Me empezaste a llamar así por querer mi miraculous. Pues adivina padre, no te lo daré- miró a su kwami.

- Plagg, ¡garras fuera!- gritó y al transformarse corrió fuera de la habitación y de su casa.

Corrió por los tejados de París. Derramó lágrimas de frustración, enojo y decepción. Gritó y lloró, pero no se detuvo. Fue a la Torre Eiffel, a la punta. Se quedó en cuclillas y observó al sol bajar para dar espacio a la noche. Tenía ganas de destruir todo con su cataclismo.

Cuando Marinette salió de casa de Alya, ya era de noche. Se transformó en la superheroína de Paris para llegar mas rápido a su hogar. En el camino, logró divisar a su compañero y amado. Se dirigió hacia él.

- hola gatito- lo saludó tomándolo por sorpresa.

- ah, hola mi lady- respondió no tan alegre como siempre.

- ¿qué ocurre?- le preguntó. Chat Noir quería contarle. Quería confesarle todo. Pero no podía. Al menos, no aún. Tenía que mantenerla a salvo y lejos de él y de su padre. Solo vió una unica alternativa.

- prométeme que no volverás a mi casa- le dijo. Ella pestañeó, no se esperaba eso.

- ¿qué?- Chat se giró a verla.

- prométeme que no volverás a mi casa. Y tampoco podemos seguir saliendo- añadió. Ladybug frunció el ceño.

- ¿a qué te refieres?- Chat Noir tragó duro.

- no podemos seguir juntos- fue lo que necesitó para que la peliazul entendiera y se le cristalizaran los ojos.

- ¿estás... terminando conmigo?- cuestionó con voz quebrada. Chat no podía mirarla a los ojos.

- si-

- ¿por qué?- escuchó a su lady preguntar. Cuanto le dolió.

- es lo mejor-

Ladybug se alejó de ese lugar con su yoyo. Chat Noir la veía desaparecer. Cerró los ojos y derramó las lágrimas que contenían.

Marinette aterrizó en su balcón y se acostó en su cama. Agarró una almohada que la apretó con todas sus fuerzas y lloró. Lloró y sollozó.

Su corazón estaba roto, no comprendía porque Chat Noir terminó con ella, y parecía que él no le daría explicaciones. Pero a ella no le importaba eso. Solo lloraba mientras Tikki acariciaba su cabello azabache con un triste semblante.

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