20. Sin olvidar

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Ir al colegio era doloroso tanto para la azabache como para el rubio. Si él levantaba la vista para observarla, ella la bajaba. Su mejor amiga había notado los ojos rojos y las ojeras que la azabache tenía, pero no recibía respuesta de ello. Con el moreno era igual.

Su mejor amigo se veía más molesto y frustrado que de costumbre, y le daba curiosidad el origen de su mal humor, pero al preguntarle, solo le gruñía en contestación.

La vida de el joven modelo se había vuelto más irritante. Odiaba vivir bajo el mismo techo que el de su mayor enemigo, su padre. Conservaba toda distancia con él. No era raro que pasara todo el día en las calles, patrullando París como Chat Noir, o escabulléndose de su vida como Adrien Agreste. Pero lo que más le entristecía era su princesa. Desde que rompió con ella las ganas de visitarla, tan siquiera verla eran más que notorias.

Cuando estaba en casa, agarraba una almohada y no la soltaba para no destruir toda la habitacion o lastimarse a si mismo. Plagg lo observaba siempre con melancolía. Se preocupó las primeras veces que su portador se transformó en ese estado. Podía usar su poder sin pensarlo, pero estar en la forma de héroe le daba más serenidad.

Por el otro lado, la azabache tenía el corazón roto. No podía mirarle a los ojos a Adrien. Y a veces, para evitar verlo, faltaba a clases.

Lloraba todas las noches abrazando sus almohadas y empapándolas con sus lágrimas.

Al pelear con akumas, no mostraba ninguna expresión ante su compañero, y peleaba con más esfuerzo para irse rápido. Aunque estuvo preocupada por su compañero ya que lo veía pelear con más furia de lo normal. Los meses para que ya sean vacaciones se le hacían largos.

- ¿chica, me oyes?- habló Alya.

- no, repítelo por favor- la morena se sentó en la silla del escritorio.

- pasado mañana es el baile de fin de curso- dijo.

- ¿y qué pasa con eso?-

- que esa es tu oportunidad para volver con Adrien- sonrió la castaña pero su amiga bufó.

- Mari, no se porque terminaron, y está bien si no me quieres decir, pero no puedes quedarte todos los días tirada en la cama llorando-

- si que puedo-

- Marinette, es en serio. Tienes que seguir adelante. Tienes que demostrarle que tu vales la pena. ¡tienes que hacerlo chica!-

- no lo sé- Alya rodó los ojos.

- pero irás, ¿verdad?-

- no quiero ir- Alya se cruzó de brazos.

- Marinette, estás dejando que la pena te consuma. Adrien volverá contigo, si terminó es por una razón-

- no me la ha dicho-

- talvez piensa que es lo mejor. Amiga, tienes que divertirte. Quedarte en casa te hará peor. Creo que ya estás peor-

- ir al baile sería mucho peor. No quiero verlo, y menos bailando con otra chica-

- por favor- la morena juntos sus manos. - por favoooor- suplicó. Marinette esbozó una pequeña sonrisa.

- de acuerdo, pero solo por unas horas- Alya sonrió victoriosa.

- genial, espero que se te quite lo amargete- rió. Jaló a su amiga del mueble rosado y bajaron a la sala.

- ¿adónde vamos?- cuestionó la peliazul.

- a buscar un vestido y zapatos, tienes que estar perfecta- contestó la morena.

*
- Adrien, ya pasó media hora, tengo hambre- se quejó el kwami.

- te dí un plato lleno de Camembert hace diez minutos, ¿qué pasa contigo? Estás peor que un cerdo- replicó Adrien sin moverse de la cama.

- y tu peor que un niño pequeño, estás de pésimo humor-

- bueno, ¿qué esperas?- el rubio se paró y de mala gana bajó a la cocina.

Cuando volvía, se encontró con su padre en el pasillo. Lo miró un rato y siguió caminando.

- ¿es para tu kwami?- preguntó Gabriel con su voz fría.

- si-

- ¿por qué no me das el anillo Adrien?- su hijo paró de caminar.

- ¿no entiendes que si me lo das, podré traer a tu madre devuelta? ¿podre-

- ¡basta!- lo interrumpió Adrien girándose.

- lo único que tu haces es manipularme y causar daño a París. Por tu culpa terminé con mi novia, eres un villano y no puedo creer que haya vivido todo este tiempo con mi mayor enemigo. Estoy seguro que si supieras quien es Ladybug la torturarías para obtener su miraculous- dijo Adrien enojado y corrió a su habitación.

Entró y cerró de un portazo. Tiró el queso en su mesa y agarró sus almohadas para lanzarlas a donde sea. Pateó sus cajones y empezó a golpear con puños las paredes. Plagg voló rápidamente hacia su portador y trató de sentarlo en la cama tirando de su camisa.

- ¡detente!- le gritó pero el joven no cesaba. El rubio derramó lágrimas de frustración. Le era imposible no pensar en Marinette. Plagg agarró el queso y se lo puso frente a Adrien. El mencionado lo olió y se alejó bruscamente.

- ¡que asco Plagg!- grito enojado.

El kwami no dijo nada y se puso a comer. Adrien se acostó en su cama y recibió una llamada de Nino.

- hola- dijo sin mucho animo.

- viejo, ¿ya tienes tu traje para pasado mañana?-

- sabes que no iré pasado mañana- le recordó.

- vamos, tienes que ir, puedes invitar a Marinette antes de que otro lo haga- animó el moreno.

- Nino por favor, tu sa-

- ya se, pero ella ha estado muy deprimida y no les ha querido decir el por qué. Yo pienso que deberías arreglarlo-

- no lo sé-

- te lo pondré de otro modo, si tu no vas, le mostraré a Marinette las figuras de Ladybug que coleccionabas- Adrien abrió grande los ojos.

- no serías capaz- entrecerró los ojos.

- ¿quieres apostar?-

- ¡hace meses que las he guardado!-

- ese es tu problema amigo, entonces... ¿vas?- el modelo podía sentir a su amigo sonreir.

- no tengo opción-

- te veo el Sábado- dijo antes de colgar. Adrien tiró el celular y se sentón

- Plagg, ¿como le puedo quitar el broche a mi padre?- preguntó. El kwami dejó el queso sobre la mesa.

- probablemente enfrentándolo-

- ¿se supone que debo atacarlo?-

- no lo sé, todo depende de ti. Tu fuiste quien rompió con Marinette y depende de ti volver o no con ella. Tu descubriste quien es Hawkmoth, depende de ti terminar con sus ataques- Adrien suspiró.

- es que si es verdad que puede traer a mamá devuelta, ¿sabes lo que daría por eso?-

- tu miraculous- contestó el kwami.

- y necesito tu ayuda-

- Adrien, había muchas formas de obtener tu prodigio y el de Ladybug, creando villanos no era la correcta-

El joven se levantó y caminó hacia las grandes ventanas donde la luz del sol, que poco a poco desaparecía, entraba. Se arrimó en su brazo y apoyó la cabeza en el.

- princesa, perdóname- susurró.

Al anochecer, se transformó en su alter ego y saltó por las calles oscuras de su ciudad. Llegó hasta el Notre Dame y se sorprendió al encontrarse con su bichito. Esta tenía un rostro decaído y, al notar la presencia de su compañero, se incorporó rápidamente.

- buenas noches- saludó sin mirarlo.

- buenas noches-

- tu por la izquierda y yo por la derecha- ordenó la moteada.

- Ladybug-

- ¿si?-

- ¿algo esta mal?- se sintió como un ignorante. Desde luego que estaba mal, el terminó con ella.
¡idiota!*

- nada anda mal- respondió la peliazul sin mirarlo.

- mi lady, por favor- Marinette sintió su sangre hervir. Mi lady. Hace cuanto que no escucha ese apodo. ¿un mes?

- Chat, yo iré por aquí- contestó saltando con su yoyo alejándose del gatuno.

El rubio lanzó su bastón que volvió hacia él. Tenía que recuperarla. Pero no sabía como. Y no sabía si ella lo perdonaría. Esa ciudad era conocida por su romance. Unía a los corazones, a los enamorados, y lograba conectarlos.

Sin embargo, sufrió de pena al no poder reunir a esta pareja. Pero las cosas buenas no pasan solas, y Chat Noir lo sabía mejor que nadie.

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