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Merlín miró con obviedad la destrucción de su choza donde realizaba su magia por lo que con un simple chasquido de dedos las cosas comenzaron a moverse y levitar, acomodándose y arreglándose el lugar mágicamente. En la mesa del centro, los tres gatos miraban con atención el pequeño show.

Merlín murmuró unas palabras en un idioma que Gelda no entendía, Meliodas y Cat la observaron con precaución. Terminando sus oraciones, los miró con tranquilidad para luego verla sonreír.

Wow… Es genial. — Pensó Gelda con entusiasmo, pues para ella era raro verla con una sonrisa tan efusiva. La vampiro aun no entendía el porqué del repentino cambio de ambiente en los otros gatos.

— No se preocupen, ya soy capaz de comprender el lenguaje gatuno. Así que tengan cuidado con lo que dicen. — Bromeó un poco, pero obtuvo una respuesta nula de los felinos. No se ofendió por el silencio, de hecho lo había disfrutado.

Eso no es bueno. — Pensaron Cat y Meliodas con cierta precaución, ellos sabían que su sonrisa no era de burla o alegría, bueno, sí era de alegría pero maliciosa.

— Gelda, querida. — Habló Merlín con suavidad mientras la acariciaba la cabeza de la gatita, quien sonrió ante el cariño. La maga la levantó con un poco de magia y la dejó en otra mesa. — Se buena, analizaré al capitán pero queremos darle privacidad. Así que me encerrare junto a él y Cat. ¿Entendido?

— ¡Sí! — Maulló  suavemente. Gelda ignoró las caras de horror y de lastima de Meliodas y Cat, respectivamente, para acomodarse a dormir un rato.

Meliodas comenzó a gruñirle mientras retrocedía, la mirada de Merlín se ensombreció con malicia.

— ¡Elizabeth! ¡Alguien ayúdenme! — Chilló Meliodas al verse inmóvil por la magia de su amiga.

Después de un rato, Gelda despertaba con cierta paz. Miró hacia la esfera que Merlín había creado para darle más privacidad. Aun no la entendía el miedo de Meliodas y la alegría de la chica. Decidió esperar un poco más antes de volver a dormir, no quiera que la despertaran.

Espero que Zeldris y Elizabeth estén tranquilos... — Pensó Gelda con cierta culpa. Aunque no había sido su propósito quedar en ese estado, no podía evitar sentirse mal con ella misma por se débil.

Pasó el  cuando la esfera de magia comenzó a derretirse, dejando ver a Merlín pensativa, a un Cat sin palabras y a Meliodas… ¿Traumatizado?

Algo asustada, Gelda brincó a la mesa donde estaban los gatos. — ¡¿Está todo bien?! — Nadie dijo nada, cosa que preocupó a la gata. — ¡Por favor, dí  algo! ¡Meliodas!

— Parece que todo está normal. Ya he analizado todo... Bueno, casi todo. — Murmuró Merlín para si misma, mientras un libro levitaba y, a su vez, una pluma escribía en éste. — Solo para comprobar, Gelda, necesito evaluarte.

Antes no tenía miedo pero ver en ese estado a Meliodas, Gelda quería alejarse de la chica de cabellos oscuros. Sin embargo, a diferencia del trato que recibió Meliodas, Merlín le sonrió dulcemente mientras la acariciaba.

Gelda se dejó querer, tal vez no sería tan malo si ella cooperara con la maga. Por lo que se mantuvo calmada y disponible para Merlín, quien comenzó a tocarla con suavidad para examinarla.

— ¡No fue tan malo! — Dijo Gelda con alegría al ver que Merlín había dejado de evaluarla.

Merlín se alejó de ellos y miró con detenimiento sus notas y sus frascos. Gelda se acercó a Meliodas, quien se encontraba fijo en la madera de la mesa. Sus garras se clavaron con firmeza y no parecía que iban a ceder.

— Capitán, sea bueno y coopere conmigo. — Habló Merlín con su usual sonrisa. Meliodas negó efusivamente mientras era observado por Gelda y Cat.

— Esto se complicará si no cooperas. — Maulló  Cat con tranquilidad. — Podría ser peor si dejamos que continúan en ese estado.

— Me importa un comino, ya tuve suficiente de ser tocado. — Exclamó Meliodas a la defensiva, esquivando con agilidad la cuchara con líquido de dudosa procedencia que Merlín le intentaba dar.

— Pero si fuera Elizabeth, con gusto te dejarías tocar, ¿no es cierto? — Habló Gelda con cierto cansancio.

— Elizabeth jamás se atrevería a tocarme de manera atrevida. — Dijo Meliodas con cierta picardía pues antes que ocurriera eso, ella se avergonzaría.

Merlín sonrió al ver que Gelda creó esa distracción y en un movimiento rápido, logró que Meliodas tragara el contenido de la cuchara. — ¡Listo!  — Notó como Gelda se acercaba a ella para recibir la “medicina”, pero negó con la cabeza. — Tú no beberás de la poción. Pero me gustaría que comieran de esto.

Merlín colocó una especie de pan color verdoso en la mesa. Tenía un olor agradable. Gelda no protestó y comió un poco, Meliodas dudó.

— ¡¿Y por qué yo si? — Murmuró Meliodas algo indignado ante lo que había dicho. Gelda miraba con curiosidad a la maga y Cat con seriedad.

— Porque tengo tengo dos teorías de los que les pudo haber ocurrido. — Comentó Merlín de manera pensativa. Gelda y Meliodas se miraron algo preocupados. — Tenía que aplicarte mi suposición más peligrosa a ti, debido a tu sangre de demonio. Gelda es más propensa a controlar sus emociones… No me entiende, ¿verdad?

Meliodas sonrió orgulloso. — Por supuesto que no.

— Eso quiere decir que en la teoría más peligrosa, nosotros podríamos tomar una forma agresiva y es por ello que es mejor controlar a Meliodas por su naturaleza demoníaca. — Dijo Gelda algo dudosa de su conclusión pero al ver a Merlín asentir, miró el suelo algo preocupada.

— ¡¿Qué?! — Gritó Meliodas preocupado. — Y si es así, ¿por qué no darnos la misma poción por cualquier duda?

— Porque si no es así, tanto usted y Gelda sufrirían de un inmenso dolor al momento de recuperar sus formas originales. — Habló Merlín acomodando sus cosas. — Es por eso que debo ir con Elizabeth y Zeldris a preguntarles unas cosas para asegurarme.

— ¿Y por qué no les preguntas a ellos? — Comentó Cat, refiriéndose a Meliodas y a Gelda, algo confundido por no recurrir a esa opción. — Ellos son los del problema

— Debido a que este par no notarían ciertos detalles de sus cuerpos… Bien, Cat, cuida de ellos mientras investigo. — Y sin más, Merlín desapareció frente a los gatos sin dejarles tiempo de oponerse.

— ¡Merlín! — Gritaron Meliodas y Gelda inútilmente. Los gatos se miraron algo inquietos. El pequeño gato suspiró antes de comer de lo que le había dejado.

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El bar denotaban cierta tranquilidad, pues con la presencia de Merlín hizo que se relajaran en cuestión de la situación gatuna. Diane y King estaban platicando animadamente en una de las mesas del lugar. Ban se encontraba bebiendo con alegría, sosteniendo entre sus brazos a Elaine que le estaba regañando por tomar de las reservas de alcohol.

Arthur miraba con ligera preocupación a Elizabeth y Zeldris, quienes estaban en la barra. Mientras tanto ello platicaban de su experiencia con sus parejas. El joven rey decidió que debía dejarlos solos, por lo que se adentró a la cocina para darles privacidad y también para obtener un bocadillo.

— … Meliodas cazó con gran entusiasmo a aquél ratón. — Comentó Elizabeth con una pequeña risa. Zeldris asentía ante sus palabras, dejando en claro que le estaba poniendo atención. — ¡Y cuando lo tuve que bañar!

— ¡Parecía que lo estábamos bañando en ácido! — Exclamó Hawk con molestia, el pequeño cerdo estaba cerca del par comiendo sobras.

— Él simplemente no se dejaba bañar… Aun no comprendo como logré bañarlo. — Sonrió Elizabeth algo apenada, pues el hecho de recordar el tierno aspecto en la bañera de Meliodas era algo inolvidable.

— Supongo que los gatos no les agrada el agua... Bueno, la mayoría. Gelda no fue la excepción. — Dijo Zeldris mientras bebida de su tarro. Elizabeth lo miró con empatía. — Ella me rasguño la espalda tan fuerte que sangre.

Elizabeth borró su sonrisa al escuchar esa declaración, ella iba a comentar algo sobre curarle pero Zeldris se le adelantó y dijo. — No te preocupes, no es algo que no pueda manejar.

Un pequeño silencio se formó antes de que se esfumara con el sonido de las risas del demonio y princesa. No iban a negar que esta experiencia les parecía loca pero no anormal. De alguna manera, los había hecho más unidos, posiblemente también ocurriera con Gelda y Meliodas.

— Estoy sorprendido de que Gelda se lo esté tomando muy bien. — Opinó Hawk ante la actitud tranquila y pasiva de la vampiro, Zeldris simplemente negó con una sonrisa. — ¿O ella está enojada?

— Ojala y no lo esté, ella puede ser tranquila hasta cierto punto pero tiene un duro carácter cuando llega a enojarse. — Elizabeth y Hawk miraron dudosos a Zeldris, quien le daba un trago a su cerveza. — Aunque no lo crean, Gelda da un poco de miedo cuando se enoja.

Hawk y Elizabeth se quedaron callados por esa inesperada declaración, él no estaba bromeando. Antes de que alguno pudiera preguntar algo más fueron interrumpidos por la presencia de nada más ni menos que Merlín. —¡Merlín!

Todos se centraron en la recién llegada, Arthur salió de la cocina al escuchar el nombre de su maestra. La maga levantó la mano indicando que se tranquilizara. — Necesito hablar con Elizabeth y Zeldris… A solas.

El tono que usó no le agradó a los mencionados, sonaba curioso y burlesco. Eso les hizo preocuparse por ellos mismos que por sus parejas.

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— Me siento rara… — Comentó Gelda con flojera mientras se estiraba. Ella y Meliodas habían estado durmiendo en la mesa central de la choza, Cat dormía en la repisa libre de libros. La razón, para vigilarlos de manea eficiente. — ¿Meliodas?

Gelda miró con duda a gato negro, quien había despertado, sin embargo había algo diferente en él. Cuando la miró, fue raro. Era como si fuera su presa. Meliodas movió suavemente su cola antes de lanzarse sobre Gelda.

— ¡Linda! ¡Linda! — Maulló Meliodas de manera infantil, cosa que sacó de onda a la gata. Él comenzó a jugar de manera juguetona mientras Gelda se alejaba de él algo incómoda.

— ¡Oye! ¡No me muerdas! — Exclamó Gelda indignada, antes de soltarle un golpe en la cabeza. Pero en vez de sentirse ofendido o similar, él creyó que estaba jugado y no dejó de intentar subirse en ella. — ¡Meliodas, pero qué demonios!

Gelda comenzó a correr en un intento de alejarse del felino inquieto. Cat miraba desde arriba al par, podía sentir algo diferente en el gato. — Podría ser que…— Sin más, se acercó al par. Gelda se ocultó detrás de él.

— ¡Juguemos! ¡Juguemos! — Maullaba Meliodas con entusiasmo, ignorando los gruñidos de Gelda.

— Meliodas, sabes quién eres… — Comentó Cat con preocupación. — O más bien, qué eres…

— Soy Meliodas. ¡Un gato! — Maulló con inocencia, cosa que asustó a los otros gatos.

— No me digas que él… — Murmuró  Gelda con preocupación.

— Así es, Meliodas cree que es un gato. — Suspiró Cat con cansancio. El gato de pelaje oscuro miró por la ventana una paloma posarse en una rama del árbol, lleno de sigilo comenzó a acercarse a la ventana.

— ¡Meliodas! — Exclamó Gelda al ver que el pequeño gato dio un brico hacía la ventana, saliendo de la choza y perseguir al ave. Sin pensarlo mucho, lo comenzó a seguir a pesar de los gritos de Cat.

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— Ya estamos solos, ¿qué es lo que quieres preguntarnos? — Comentó Zeldris algo impaciente. Él, Elizabeth y Merlín estaba en la habitación que el demonio y la vampiro compartían.

Elizabeth tomó asiento en la cama de la pareja, Zeldris estaba sentado en la silla del tocador mientras Merlín levitaba frente al par, manteniendo una sonrisa.

— Me lo podría esperar de Zeldris. — Comentó Merlín de repente, sorprendiendo al mencionado.

— ¡Oye! — Exclamó Zeldris indignado por las palabras y forma en la que se expresó la maga de él.

— ¿Pero tú, Elizabeth? — Merlín la miró con una sonrisa maliciosa.

La princesa simplemente soltó un “¿eh?”. Zeldris soltó un suspiro frustrado. — No sé de qué demonios estás hablando.

— Oh, claro que no… — Murmuró con ironía. Merlín se quedo pensativa. — Bueno, al grano. Durante copulación, ¿notaron una fase monstruosa?

Elizabeth sintió como su rostro ardía de vergüenza, evitando la mirada de su pequeña hermana. Zeldris la miró desconcertado intentando emitir unas palabras, pero nada salió de sus labios. Merlín disfrutó el pequeño momento de diversión pero fue solo unos minutos.

— Pero ya en serio. ¿No vieron una actitud salvaje que no fuera lujuriosa? — Las palabras que Merlín usaba, no ayudaban a controlar el carmín de las mejillas de Zeldris y Elizabeth.

— ¡¿Qué?! — Fue lo único que exclamaron ante la pregunta incómoda que les soltó. Merlín los miró con autosuficiencia, siendo capaz de comprender la vergüenza que sentían.

— Sí… —  Respondieron con diferente tono, Zeldris serio y Elizabeth tímida; pero el sentimiento era el mismo, pena.

— Meliodas estuvo muy inquieto y juguetón... Como un gato pequeño. — Dijo Elizabeth algo pensativa. — Además de tener el instinto de cazar cualquier cosa que se moviera.

— Gelda se la pasó acostada, como si preferiría dormir que moverse a comer. Ella no suele ser así. — Comentó Zeldris recordando el estado de ánimo.

— Ya veo. Con esto confirmo mi teoría. — Murmuró Merlín para sí misma, aunque el demonio y la princesa escucharon esa afirmación. La maga lo notó y negó con cabeza. — Debería regresar y darles al capitán y a Gelda  una poción que resolverá todo... Solo espero que no sea demasiado tarde.

— Ya que has determinado la causa, iré contigo. Quiero ver a Gelda... Y quita esa sonrisa. — Dijo Zeldris algo serio, intentando ocultar su vergüenza ante la mirada burlesca de la maga. Elizabeth se acercó a su hermanita.

— Del mismo modo, solo quiero confirmar que Meliodas esté bien. — Concordó Elizabeth con una pequeña pero decidida sonrisa. Merlín simplemente rió y con un chasquido de dedos, el trio desapareció.

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El pobre de Cat paseaba de un lado a otro preocupado, había fallado en el encargo de Merlín. A parte de sentirse mal por dejar a Gelda con el problemático de Meliodas. Estaba tan centrado en sus pensamientos que fue sorprendido ante la repentina presencia de Merlín y compañía.

— ¡Hola! — Exclamó Elizabeth, rompiendo el ambiente pesado que había cubierto la habitación. Zeldris arqueó la ceja ante la reacción nerviosa del gato, Merlín buscó con su mirada a los demás gatos.

— Y bien… ¿Dónde está el capitán y Gelda? — Miró Merlín con una sonrisa al gato, pues quería que le respondiera a pesar de saber ya la respuesta.

— Bueno… Como ya vieron, ellos no están. Salieron por la ventana, más bien, Meliodas salió por la ventana y Gelda lo siguió. Él perdió el control. — Dijo Cat resignado. Merlín y Zeldris simplemente suspiraron, Elizabeth comenzó a entrar en pánico.

— ¡¿Perder el control?! — Se exaltó Elizabeth mientras miraba a Merlín en respuesta a su indirecta pregunta.

— Él es un gato… Bueno, cree que es un gato y tiene forma de gato. —  Respondió la maga sin mucha importancia, dejando consternada a la pobre princesa.

— Sabías que esto iba a pasar, ¿no? — Comentó Zeldris desinteresadamente. Merlín asintió.

— Bueno, al menos es un gato y no un pequeño tigre compacto. — Mencionó Merlín mientras buscaba entre sus pociones algo de su interés. Sonrió ante obtener una botella de aspecto rosado. — Solo ocupamos mojarlos un poco con eso y listo.

— ¿Qué es…? — Elizabeth fue interrumpida por Zeldris, quien poseía una cara de disgusto.

— Es mejor no saber. — Le advirtió con una mueca. Merlín soltó una carcajada.

— Efectivamente. — Confirmó las sospechas de Zeldris. — De cualquier modo, debemos encontrarlos y bañarlos con esto. Una vez mojados, vomitarán lo que entró en su cuerpo y comenzaran a volver a su forma original.

— ¿Está bien…? — Murmuró Elizabeth algo confundida ante la descripción de la predicción que hizo su pequeña hermana. — Es todo, nos dividiremos en grupos…

— Creo que no será así. — La interrumpió Merlín con una sonrisa ligeramente burlesca. — Arthur y yo nos retiraremos. No sé los demás.

— Bueno, con los demás ayudándonos será pan comido. — Comentó Elizabeth con entusiasmo.

— Lo dudo mucho, pero es bueno creer eso. — Negó Merlín con  ligera preocupación.

— Efectivamente. El problema es que son gatos y obviamente no podemos comunicarnos. — Zeldris miró a Cat. — Y al decir que te llevarás a Arthur, incluye al gato, ¿no?

— Lo siento. — Maulló el felino sintiéndose un poco culpable.

— No habrá problema. Yo conozco a Meliodas y creo ser capaz de reconocerlo en cualquier lugar. — Elizabeth sonrió con confianza para mirar con tranquilidad a Merlín, quien estaba pensativa. — Gracias, sé lo importante que es este descanso. Zeldris y yo encontraremos a ese par y todo volverá a la normalidad.

Merlín quedó callada para luego sonreír con resignación. — Me iré con más confianza pero si en menos de dos días no los encuentran, llámenme de inmediato.

— ¡De acuerdo! Es hora de buscar a los gatos. — Habló Elizabeth con entusiasmo, contagiando a Zeldris su estado de ánimo.

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— ¡Esto no puede estar pasando! — Suspiró Elizabeth agotada de estar corriendo de un lado al otro. Sentada en la fuente de la plaza del reino, miraba a sus compañeros con ligera tristeza.

Diane, en su estatura pequeña, miraba fijamente a un gato de blanco pelaje, intentado ver si era Gelda. Elaine miraba algo cansada a los puño de gatos blancos y negros que Ban  traía en brazos. King estaba avergonzado de que los habitantes del reino los mirara de una forma extraña. Zeldris con espada en mano amenazaba a un gato que le había arañado la cara, cosa que hubiera ignorando sino estuviera tan irritado.

— Creo que ya fue suficiente. — Comentó King al ver como el sol se ocultaba. Todos lo miraban con cierta concordancia. — Todos estamos cansados y aunque sé que quieren encontrar a par, ya es muy tarde como para seguir buscando... A parte de que creo que estamos incomodando a los aldeanos con tanto gato.

— King tiene razón, todos estamos frustrados. — Dijo Ban soltando a los gatos, quienes huyeron lejos de él. — Mañana temprano podemos reanudar esta búsqueda.

Zeldris entendía la situación pero realmente estaba preocupado por Gelda y, tal vez un poco, por Meliodas. Elizabeth negó con determinación. — Yo seguiré buscando, ustedes pueden ir a descansar.

— Elizabeth… Al capitán no le gustaría que te sobreesfuerzaras.— Habló Diane seria, cosa que entendió Elizabeth. — Mira, en cuanto despertemos, iremos a buscarlos y no pararemos, ¿si?

Elizabeth quería contradecirla pero calló, no debía ser necia así que asintió levemente. Todos se alejaron de la fuente y comenzaron a caminar al bar con el propósito de descansar.

Tan cansados y despistados estaban que dejaron en la orilla de la fuente la botella que Merlín les había dado, el antídoto a sus problemas gatunos.

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N/A: Hola a todos, ha sido un gran tiempo en el que no he subido capítulo, un poco corto la verdad. Pero bueno, espero que lo hayan disfrutado. Lamento los errores ortográficos y gramaticales

¡Muchas gracias por leer y que tengan un buen día!

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