epílogo

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Un año después.

—¿Podrían, por favor, dejar de oler de esa manera? —Somchai se queja y tira los cubiertos sobre el plato haciendo que todos se giren a mirarlas a ellas. Lisa enrojece y clava su mirada en su plato.

—¡Somchai, no seas así con tu hermana! —Ben se queja y regaña a su cachorro. Lisa necesita que la tierra la trague.

—Lo siento tanto, no es mi culpa que mis hormonas post celo sean tan insoportables —frunce su ceño y escucha a Jennie toser exageradamente a su lado, está muy segura de que intenta ocultar un gruñido.

—¡Estamos intentando comer, Lisa, no sean tan asquerosas! —los gemelos se quejan al unísono y ella solo se limita a rodar sus ojos.

—¡Ustedes tendrán el mismo aroma insoportable cuando consigan pareja! —gruñe y se para de la mesa consiguiendo que Jennie haga exactamente lo mismo.

Maldita sea, su celo fue hace tres días y lo pasaron junto a Jennie en la casa de la alfa para obtener más tranquilidad y no alterar a sus hermanos y padres alfa, la cosa es que decidieron invitar a cenar a Jennie como regularmente lo hacen todos los jueves de pizza, pero no es su culpa que esta vez la pelinaranja se sienta tan pegajosa y tenga la necesidad de tocar su muslo bajo la mesa. Su muslo, mejor dicho, muy cerca de su coño y por debajo de su falda. Tonta alfa.

—¡Somchai, debes ser más cuidadoso con tus palabras! ¡Lisa aún está sensible por su celo! —es lo último que escucha decir por parte de su padre, Jiun, antes de subir las escaleras. Jennie la sigue de cerca.

Abre la puerta de su cuarto con un sonido sordo haciendo que choque contra la pared y luego la escucha ser cerrada cuidadosamente, es estampada contra la pared mientras Jennie, con un aroma embriagador a whisky y sandía la toma por el cuello y la besa fervientemente. Empuja el cuerpo pesado y cálido de su alfa contra la cama y se cruza de brazos. Jennie parece entre confundida, caliente y preocupada.

—¡No te creas que te estoy abriendo paso para que me toques, alfa! —gruñe y se sienta con un rebote y un sonido molesto en su colchón—. ¡Es tu culpa toda esta situación embarazosa! ¡Tú y tus tontas manos alfa! —resopla y mira de reojo a la mayor que intenta recomponerse en su cama.

—Lo siento, Lisa. Lunas, lo siento tanto, es que... —Jennie gruñe molesta consigo misma y gira sobre la cama para quedarse boca abajo, se escucha un jadeo cuando su parte delantera choca contra el colchón y Lisa rueda los ojos—. No puedo sacarte de mi cabeza, eres tan caliente. Mi alfa y yo estamos tan deseosas de volver a poseerte.

Lisa le golpea una pierna y Jennie se queja un poco. La cosa es que, desde el año pasado intentaron llevar todo muy lento, nada más que toques un poco calientes y alguna que otra masturbación mutua o sexo oral. Pero este año Lisa le prometió a su tonta alfa que la dejaría pasar su celo juntas, Jennie había enloquecido al respecto y la llenó de regalos y besos, ella había gruñido y se había apretado contra ella mientras gruñía en su cuello.

Bien, Lisa siempre quiso pasar su celo con una alfa, más específicamente con Jennie y también siempre estuvo esto de que no siempre le gustaba su cuerpo y aunque Jennie siempre le brindaba confianza, aún estaba un poco clavada esa inseguridad en su pecho. Pero cuando Jennie llenó todo su cuerpo de besos húmedos y cálidos y cuidó de ella apropiadamente todas sus inseguridades se borraron, entonces cuando creyó que había complacido a su alfa correctamente se tranquilizó.

Pero no fue así, ahora tenía a una tonta alfa obsesionada con sus curvas y su aroma, una alfa a la que le gustaba tocarla sin importar donde o cuando y que siempre estaba escondida en su cuello como si su vida dependiera de ello. Lisa no le encontraba lo malo a eso, o bueno tal vez ocasionalmente, pero esta vez Jennie se pasó. Sobre todo porque sus feromonas son más fuertes y persistentes luego de pasar un celo juntas.

—Deja de pensar con tu pene un maldito segundo y compórtate frente a mis padres, eres una idiota, Jennie —la coreana se giró rápidamente al ser nombrada, se incorporó en la cama y frunció su ceño con preocupación. Ella sabía que esto era en serio.

—Está bien, lo siento. Eso estuvo muy mal y no debería hacer ese tipo de cosas, prometo ser una buena alfa —habló con su tono serio y luego su mirada se transformó en una de cachorro y sus bonitos labios formaron un puchero—. ¿Pero puedes volver a besarme?

—¡Jennie! —Lisa se queja y la mayor lloriquea mientras se acerca más hacia ella, su cuerpo caliente se pega a su costado y Lisa siente que podría lubricar. Suspira con pesadez fingida, oculta su sonrisa y se gira para mirarla—. Está bien, pero solo uno chiquito —Kim sonríe y no espera ni un segundo para comenzar a besarla.

Dijo eso muchas veces y la mayoría de ellas terminó o con una gran polla atravesando su garganta o con una alfa comiéndole el coño. Sus palabras y sus promesas de ira son papel mojado en agua cuando se trata de esta alfa, inservibles. Jennie chupa sus labios mientras un gruñido retumba en su pecho, una mano pesada y cálida se desliza por su muslo al igual que la lengua de la alfa. Lisa suspira entre medio del beso y se separa para soltar un jadeo cuando siente la mano de su alfa sobre su centro.

—Eres tan linda, mi omega —gruñe mientras recorre su rostro con su mirada—, y eres solo mía, mi dulce omega.

Lisa sonríe apenas antes de que unos labios pesados, suaves y gruesos choquen contra los suyos mientras siente la mano alfa ser frotada contra su coño, sobre la tela de la ropa. Lisa es tan débil cuando se trata de Jennie y no le molesta ni un poco admitirlo. Jennie siempre la trata de la forma más suave posible, repartiendo caricias y besos por todo su cuerpo, para que sepan a quien pertenece su omega y para demostrarle su adoración incondicional.

—Alfa... —Lisa se queja cuando siente que su lubricante comienza a brotar, las fuertes feromonas de la mayor la están mareando y cegando en necesidad.

Jennie le responde con un fuerte y suave gruñido de apreciación mientras la agarra por sus muslos y la sienta en su regazo. La gran polla de su alfa está erguida y feliz con orgullo en los pantalones apretados de su alfa. Se queja en un gemido cuando choca ambos sexos, Jennie gruñe y las aprieta más, su beso salvaje aún no se rompe.

Siente sus pulmones a punto de reventar, pero la pesada y cálida lengua que danza junto a la suya hace que todo pensamiento o necesidad de respirar se disipen, Jennie besa sus labios, chupa y muerde un poco la zona hasta sentir el sabor a hierro en sus pupilas gustativas. Se queja por eso, pero su queja sale en forma de jadeo y eso alienta a Jennie a largar más feromonas y esconderse en su cuello.

—Quiero chupar tu nudo, alfa —dice, su voz sale casi como una súplica, un rastro inevitable de su celo. Jennie gruñe y muerde la piel de su cuello, dejando salir un poco de sangre, una marca temporal.

—Eres tan buena, omega —Jennie sonríe contra su marca, haciendo que todo su cuerpo omega tiemble. Ama tanto a esta alfa—. Ponte de rodillas para chupar la polla de tu alfa.

La voz de Jennie se hace más áspera y melosa a la vez, algo imposible, pero tratándose de una alfa hablándole a su omega, todo es posible. Lisa se baja de su regazo, siente a su omega lloriquear por la pequeña lejanía, pero sabe que ni bien tenga la polla de su novia chocando contra su rostro, su omega volverá a ser tan feliz como siempre.

Se arrodilla frente a su cama, entre medio de las piernas de su alfa, Jennie se ve magnífica desde abajo. Sus aromas a excitación aumentan con cada segundo y la sola idea de tener la cálida polla de su alfa entre sus labios la hace salivar, pasa su lengua entre sus gruesos labios rosados, recordando el dulce y amargo sabor al semen de su chica. Jennie la ayuda con el proceso porque sabe que su omega siempre se pone toda necesitada y torpe a la hora de hacer este tipo de cosas, ella baja sus jeans y Lisa la ayuda hasta dejarlos en los pies de Kim.

—¿Dónde quieres que acabe, panquesito? —Jennie pregunta, el apodo hace que se sonroje y el olor a whisky se intensifica en la habitación.

—En donde tú quieras, alfa —Lisa gimotea al hablar, concentrando su vista en la gran polla que tiene entre sus manos. A la menor le encanta cuando Jennie se acaba en su boca y esparce todo su cálido semen por su rostro, la sola idea hace que su lubricante chorree.

—Eres tan traviesa, sé perfectamente lo que quieres —se ríe arrogante, admirándola desde arriba.

Lisa tiene una de sus manos en la polla, subiendo y bajando, esparciendo el presemen por todo el falo para hacer más fácil el trabajo y para poder saborear mejor el espeso y cálido semen. Aunque le guste comportarse como una omega desinteresada y amargada, Lisa ama cada parte de su alfa y ama mucho más cuando tiene este gran nudo a punto de explotar en su garganta.

Jennie clava su mano en su coronilla, tirando de sus suaves cabellos negros y llevándola lentamente a lo que es su perdición, saca su lengua y comienza a salivar por la anticipación. Chupa con avidez la roja cabeza y da pequeños lametones, los músculos de las piernas de Jennie tiemblan y saca un largo gemido, como si hubiera esperado años para ser tocada de esta forma.

—Eres tan buena, tan buena... —repite, como un mantra y Lisa larga un suspiro tembloroso antes de meter toda la polla de su alfa dentro de su garganta.

Abre todo lo que puede su boca y deja floja su garganta y mandíbula, apretando cada tanto para complacerla, haciendo succión y dejando que Jennie la maneje a su antojo, respira erráticamente por su nariz y da una mirada desde abajo, sus ojos se conectan con los lujuriosos de su alfa. Su ceño está fruncido y muerde un poco sus labios, Lisa sabe que está cerca. Los movimientos de la pelinaranja se detienen, dejándola actuar por sí misma, la extranjera lleva la larga y gran polla hasta lo más profundo y succiona con sus mejillas. Su nariz choca contra los bellos de Jennie e inhala el fuerte olor a alfa, su polla se contrae y su coño palpita ante la necesidad de ser atendida.

—Estoy cerca, Lili... —habla entre dientes, su respiración es entrecortada y Lisa puede sentir la forma en la que todo su cuerpo está tenso y dando pequeños temblores.

Lisa suelta la polla de su novia, sintiendo como todo el falo se desliza sobre su lengua y babeando cuando siente el nudo de la alfa expandiéndose lentamente, el semen chorrea cada vez más y entonces Lisa sabe perfectamente donde quiere toda la semilla de Jennie. Bombea un poco más la polla con su mano y chupa el nudo con avaricia dejando que hilos de semen y saliva se confundan contra sus labios y su lengua. Cuando Jennie se tensa Lisa traga lo que más puede el delicioso semen y el resto lo esparce por todo su cuello.

Un collar de semen decora sus clavículas y su cuello. Jennie la mira con adoración desde donde está, ella sostiene su nudo entre sus manos y solo lo deja a la vista para deslizarlo y frotarlo por todo su rostro y cuello. Lisa ronronea ante el tacto y gimotea desesperadamente por más.

—¿Qué quieres de tu alfa? —Jennie susurra con una voz melosa, encantando a su omega que está en un trance por tener todo su aroma encima.

—Dedos —solo dice, amando la sensación cálida del nudo alfa frotándose contra sus clavículas.

Jennie la ayuda a subirse del suelo a la cama y la desnuda, la habitación se impregna de su olor a lubricante y la mayor gruñe desde detrás suyo, frota su nudo contra su entrada y Lisa tiene que esconder su rostro entre las almohadas para cubrir un poco sus gemidos. Ella mete dos de sus dedos y le desarma a su gusto. Jennie la llena de cumplidos y murmura obscenidades contra su oído, cuando Lisa se viene Jennie saca sus dedos de su coño y los succiona fuertemente antes de besarla y acurrucarlas.

Lisa definitivamente le pedirá matrimonio a esta alfa y le dirá lo mucho que la ama. Mientras tanto, desea con todas sus fuerzas que ninguno de los alfas que viven con ella hayan escuchado algo de todo ese lío.

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