O9 : charla con papá y planes.

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―¡Papá! ―Rosé grita ni bien cierra la puerta. Sube las escaleras y corre hacia la habitación de su madre―. ¡Pa!

El omega que está sentado en un sillón en su balcón tiembla ante el grito del susto y vuelca un poco del té que estaba bebiendo sobre el pequeño platillo. Él se gira, la mira con sus ojos de padre preocupado y recorre todo su rostro.

―¿Pasó algo, cachorra?  ―él pregunta cuidadosamente y Rosé solo quiere patalear como una cachorra caprichosa.

―¡Sí! ―se cruza de brazos y se acerca a la pequeña mesita de madera que tiene una bandeja llena de frutas y tostadas, toma una servilleta de papel y se la entrega al omega mayor―. ¿Por qué no me lo dijiste?

―¿Qué cosa, cachorra? ―él frunce su ceño y deja el platillo con la tacita de té en la mesita mientras seca con la servilleta―. No entiendo de qué me estás hablando, cariño.

―¡Casi haces que corteje a una omega y ni siquiera lo sabía! ―exclama y se tira en el pequeño sillón que está frente a su padre, se cruza de brazos.

El omega la mira cuidadosamente y le recorre el rostro con su mirada avellana, una sonrisa se expande por su rostro y finalmente una risa acompaña la sonrisa.

―¿No lo sabías? ―él ríe y niega con su cabeza, lleva una mano a su pecho para contenerse―. Esa omega estaba tan preocupada por ti cuando te trajo que creí que eran pareja.

―¡Nunca me enseñaron como cortejar apropiadamente! ―hecha su cabeza para atrás y el silencio de su padre la preocupa.

―Bueno... Nunca preguntaste, cariño ―él sonríe suavemente y su mirada es cálida, tan gentil y paternal como siempre lo ha sido―. Sólo pensé que un pequeño empujón podría ayudar al asunto, pero veo que las cosas no salieron como yo esperaba.

―No... Solo... ―Rosé suspira y esconde su rostro entre sus manos―. Es complicado, papá. Lisa y yo ni siquiera somos amigas. Dudo mucho que siquiera le caiga bien a la omega.

―¿Entonces sí te gusta? ―Rosé niega efusivamente con su cabeza y su padre se para del sofá.

Él se sienta en el brazo del pequeño sofá y soba su espalda. Rosé no tiene rostro ni corazón para decirle a su padre que Lisa solo es parte de una estúpida apuesta. Una apuesta que ya ni sentido tiene si se detiene a pensarlo correctamente. Si analiza las cosas correctamente, la única idiota que está cayendo enamorada es ella misma.

―Bueno, no puedo negarte que es muy bonita y que huele bien. ―Rosé se encoge de hombros y sonríe tímidamente. Su padre le pega en el hombro.

―¡Yo no te enseñé eso, Roseanne! ―su madre tiene el ceño fruncido y su tono es duro, sabe que la está regañando―. Estoy muy seguro que esa jovencita es mucho más que cosas superficiales. Estoy seguro de que tu alfa la habrá reclamado como pareja.

―¿Qué? ―Rosé se para del pequeño sillón y mira a su padre horrorizada―. No. Y no. Definitivamente no. ―su madre se cruza de brazos y rueda los ojos.

―¿Entonces piensas que yo soy sordo o que las paredes de esta casa no son como de papel? ―Rosé enrojece y su padre sonríe malvadamente―. ¡Tuve dos cachorros y los conozco perfectamente! Estuviste llorando por esa omega durante todo tu celo.

―¡Mentira! ―Rosé enrojece más y se cruza de brazos, esquiva la mirada de su padre―. Solo eran las hormonas del celo.

―¡No te atrevas a mentirme en la cara! ―su padre se queja, su ceño está fruncido y tiene una mirada de preocupación. Él suspira y se para a abrazarla―. Sé lo que mis ojos vieron y esa jovencita estaba tan preocupada por ti cuando te trajo y cuando tu alfa obedeció a la omega, a su omega, no podía creer que mi hija ya había encontrado a su destinada.

Rosé solo decide suspirar y darle la razón a su padre. No quiere darle vueltas al asunto y explicarle algo que para él no tendría sentido. Así que solo lo abraza y luego de una pequeña charla y consejos vergonzosos para no tener cachorros, se encierra en su habitación a pensar. Su cabeza da vueltas y su alfa está tan inquieta dentro suyo.

***

Rueda en su cama y suspira, necesita hacer lo posible para que la apuesta funcione y pueda sacarse a la omega de la cabeza. TaeHyung es el indicado, se dice una y otra vez. Solo está confundida porque estaba cerca de su celo y porque acaba de terminar su celo, así que solo es una reacción completamente normal hacia otro omega de parte de su alfa.

De todas formas, tiene que pensar en una forma de acercarse más a la omega y aunque hoy hizo un pequeño avance, todo se derrumbó cuando los alfas de la casa corrieron a proteger a la omega. De solo pensar qué le podrían hacer cuando se enteren de la idiotez que está tramando, la hace tener nauseas y hace que su alfa se ponga en alerta.

Debe llamar a Jennie, está muy segura de que Jennie tendrá la idea perfecta para poder avanzar en la apuesta. Ahora no es que solo quiera ganar la apuesta. Necesita hacerlo para demostrarle a su alfa que solo está confundida y que TaeHyung sigue siendo un buen omega.

¿Hola? ―Jennie contesta su llamada y Rosé frunce su ceño ante la voz que se escucha de fondo―. Sí, lo siento cariño... Dame un momento.

―¿Jennie? ―su ceño se frunce más cuando lo que se escucha parece ser un beso―. ¿Estás ocupada?

Sí... No, no ―la alfa suspira y se escucha como una puerta es cerrada―. Lo siento, estaba con...

―¿Con tu misteriosa enamorada? ―pregunta juguetona y no tiene que ser adivina para saber que su amiga alfa debe estar sonrojada―. Perdón si interrumpo algo, pero necesito preguntarte algo muy importante.

Sí, lo que sea. ―Jennie se aclara la garganta y Rosé da un largo suspiro antes de hablar.

―¿Qué crees que debería hacer para acercarme más a la omega? ―se escucha un quejido de parte de Jennie y ahora debe estar frunciendo su ceño.

¿Sigues con esa idiotez, Rosé? ―Rosé se hunde más en su cama, sabe que Jennie está a punto de regañarla―. Sinceramente ya me parece innecesario todo esto y si solo lo haces porque quieres demostrarle algún punto a SooYoung, es peor aún.

―No, yo... Lo sé ―Rosé suspira y se revuelca en su miseria contra las frazadas de su cama―. Solo... Solo quiero terminar la apuesta justamente para todos y quiero llevar al baile a TaeHyung.

Si es que él acepta ―Jennie se queja y suspira―. Mira, no te prometo nada de parte de él y jamás lo obligaría a hacer nada. Así que por eso mismo esta apuesta me sigue pareciendo estúpida.

―Bueno, bien, entonces no necesito tu ayuda, Jennie. Muchas gracias por nada. ―Rosé corta la llamada antes de que su amiga alfa le conteste.

Genial. Magnífico. Ahora está en el mismo lugar que antes, sin ni una ayuda para poder acercarse más a la omega de ojos almendrados. Se vuelve a revolcar en su miseria y se levanta para comer algo, necesita recobrar fuerzas para pensar correctamente.

Es cuando le da el primer mordisco a su sándwich y su padre le está hablando de la maravillosa velada que tendrán hoy en la noche con su madre que hace que una gran idea llegue a su cerebro. Una cena. Llevará a Lisa a una cita romántica en el restaurante del padre de Jennie y así hará que se enamore perdidamente de ella. Después de todo, ¿Quién no le gusta comer gratuitamente?

***

Es sábado por la mañana y aunque normalmente suele levantarse los sábados a una hora temprana para entrenar, por algún motivo esta vez le costó mucho hacerlo. Su alfa está nerviosa e inquieta, no para de lloriquear y largar pequeños aullidos, Rosé necesita un respiro de todo esto, necesita acabar con esto antes de que lo acabe a ella.

Sube a su auto y lo enciende, en la radio suena alguna canción de su banda favorita y sonríe ante la melodiosa y tranquilizadora voz de Stevie. Golpea el volante y mueve su cabeza siguiendo el ritmo de la canción, toma el camino más largo para llegar a su destino, deseando con sus entrañas nunca llegar para ahorrarse el momento vergonzoso.

Pero cuando gira en la esquina y toma la dirección correcta su alfa vuelve a preocuparse dentro de su pecho y Rosé quiere golpearse la maldita cabeza contra el estúpido volante. Apaga el auto y con un gran suspiro decide abrir la puerta y bajarse. Caminar hacia la puerta de esa casa sigue pareciendo una muerte segura, toca y espera a que la puerta sea abierta.

―Tu alfa viene a buscarte, panquesito. ―el beta que está frente suyo canturrea hacia un costado y Rosé se hunde en su desgracia cuando su alfa quiere gruñir y saltar feliz.

―No soy su alfa ―el beta que está frente suyo rueda sus ojos, está sosteniendo la puerta con una de sus manos y tiene medio cuerpo apoyado en la madera―. ¿Podría pasar?

―Park, sinceramente y desde mi humilde opinión, no creo que quieras entrar a una casa donde seis alfas están listos para atacarte. ―él habla con sarcasmo y tiene una mano apoyada en el pecho, demostrando falsa preocupación.

―¡Yo no tengo ninguna alfa, JeongGuk! ―la voz de Lisa resuena desde el living y el beta se traga una risa―. ¡Quien quiera que sea, dile que se vaya!

―Ese es tu boleto para irte, Park. ―el beta habla con arrogancia y está a punto de cerrarle la puerta en la cara, cuando Rosé lo frena con una de sus manos en la madera.

―Dile que quiero hablar con ella. ―su voz sale ronca, es casi un gruñido y el beta frunce el ceño. No parece afectado, más bien parece ofendido.

―No te atrevas a gruñirme, maldita infeliz. Ni siquiera sabes coordinar conmigo en el maldito equipo, ni mucho menos te sabes mi nombre. ―el beta le hace frente y hace amagos para cerrar la puerta.

Está a punto de responder con un gruñido y de tirar al beta al suelo por comportarse como un maldito dramático, pero una Lisa con una falda rosa pastel y un crop top negro aparece en su rango de visión. Se desconcentra con la visión divina, la omega también lleva su ceño fruncido, un puchero suave y bonito adornando sus pomposos y delicados labios, su cabello está algo revuelto y aplastado.

―¿Puedes terminar de hacer lo que estés haciendo idiota y venir a acurrucarte al sofá? ―ella está cruzada de brazos y aún no nota su presencia.

―Primero dile a tu alfa que se largue. ―el beta habla entre dientes y cuando Lisa frunce más su ceño es cuando decide mirarla.

―¡Yo te dije que no jugaras con eso, JeongGuk! ―Lisa tiene las mejillas tan sonrosadas como un adorable tomatito y sin darse cuenta una sonrisa se desliza por sus labios.

―Hola, Lili. ―su voz sale algo ronca y ahora el beta la está mirando incrédulo.

―Como sea, me voy a acurrucar con SeokJin y JiSoo. ―el beta se va con su ceño fuertemente fruncido y pisadas pesadas.

―¿Acurrucarse no es algo íntimo entre parejas? ―su ceño está fruncido y la mirada de la Tailandesa es de confusión.

―No es algo malo en realidad, a mi omega le gusta ser algo mimosa. No está mal acurrucarte mientras no se marquen con el aroma, mis padres y hermanos lo hacen porque son familia. ―Lisa es cuidadosa con sus palabras y su ceño está suavemente fruncido, es como si no quisiera alarmarla.

―Si lo pones así... Supongo que no está mal ―sí lo está, su alfa gruñe dentro suyo y aclara su garganta―. Como sea, venía a... Yo...

―¿Sí? ―Lisa sonríe y se encoge en su lugar tímidamente, la mira bajo sus bonitas pestañas―. Si quieres disculparte por lo de ayer, no hace falta en realidad. Fue de muy poca educación lo que hicieron...

―No... ―niega y sonríe suavemente. Lleva una de sus manos a su nuca para rascar aunque no tenga comezón, Lisa la pone tan nerviosa por algún estúpido motivo―. En realidad, quería invitarte a salir...

―¿En qué sentido? ―Lisa frunce su ceño, su aroma a cerezas se vuelve un poco más dulce y agrio a la vez, denota sus nervios.

―Como, salir de... ―suspira y mira a los bonitos ajenos―. ¿Una cita?

―¿Una cita? ―Lisa pregunta con incredibilidad e inclina un poco su cabeza hacia un costado. Rosé clava por un instante su mirada en la bonita curvatura del cuello de la omega―. Mejor digamos que es una salido entre ¿Amigos?

―Eh... Sí... ―asiente distraídamente y pestañea para salir de su trance y disparar su mirada a otro lado―. ¿Hoy por la noche está bien?

Esta vez su mirada viaja al suelo, pero estúpidamente sus ojos alfa empiezan a recorrer aquellas bonitas y suaves piernas. La piel se va ilegalmente suave, tiene el color de un caramelo, tan dorada. Lisa en general es linda y dorada, como el sol, muy cálida. No. Sacude su cabeza para despejar sus estúpidos pensamientos, solo son cosas tontas de su ¿Post-celo?

―Sí, ven por mí a las siete ―sube su mirada en el momento exacto en el que la omega sonríe genuinamente con una sonrisa que trae arruguitas a los costados de sus ojitos―. Dame tu celular, guardaré mi número.

Oh, sí. ―asiente torpemente a la omega y saca su celular de uno de los bolsillos de su pantalón.

Cuando le entrega el aparato sus dedos se rozan por un instante y sus estómago se da vuelta, su alfa aúlla como si estuviera en celo y sonríe por inercia, sus hoyuelos hacen presencia y mira a la mas baja mientras guarda su número en su celular.

―Bueno, nos vemos dentro de unas horas, Park. ―Lisa sonríe suavemente y se acerca a ella.

Rosé contiene la respiración por la sorpresa, Lisa hace puntitas con sus suaves pantuflas de patito mientras la abraza. Uno de sus bracitos está en su cuello y otro debajo de su brazo, antes de que Lisa se separe Rosé la envuelve con sus brazos y le da un suave apretón.

Ella se va a su casa deseando que la cena salga malditamente bien y que todo esto acabe de una jodida vez, aunque una gran parte suya quiere que la cercanía con la omega jamás acabe.

¡Gracias por leer!

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