Capítulo 29: Lágrimas de papel

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No comentamos mucho sobre Fabiana después de que se marchó. Papá me preguntó si me agradó, le dije que no, pero que si se portaba bien seguro terminaba haciéndolo.

—¿Por qué nunca leíste su libro? —pregunté mientras ayudábamos a Matilda a limpiar todo.

Ella lo miró como esperando una respuesta, pero él no encontró ninguna al instante.

—No recordaba el título. Cuando termines de leer me lo prestas —contestó rápido para zafarse del asunto.

Y no sé la razón pero le creí porque él siempre olvidaba todo.

Me propuso ver una película o jugar algún juego de mesa, pero yo le inventé que tenía algo de tarea pendiente. Tarea que se redujo a buscar en internet "Dos terrones de azúcar ". Leí la sinopsis y algunas opiniones, no pude negar que me interesó el hecho que la mayoría fueran buenas.

Bien, busqué el precio y  la disponibilidad cerca de casa, para mi buena suerte tenía hasta descuento.

Comencé a anotar un par de datos. Casi me desmayé cuando leí el número de páginas, eran trescientas hojas, y para ser mi primer libro me parecía imposible que alguien pudiera escribir tanto.

Si reunía todas las cartas que había escrito... ¿Cuántas hojas serían? Aquella pregunta me motivó a seguir escribiendo cada vez más.

Querida novia de papá:

que es algo loco enviarte dos cartas en un sobre, pero es que tampoco esperaba recibir tantas sorpresas en tan poco tiempo.

Papá trajo una nueva novia a casa. Así como lo lees, una nueva novia a casa. Al principio no supe como tomarme eso, no me molesté, supongo que sólo me asusté un poco.

Se llama Fabiana, su nombre está raro, pero es linda eso . Lo único que no me agrada es su forma de ser, no porqué pero tiene algo que hace que no se gane mi confianza.

¿Alguna vez sentiste eso? ¿Acertaste o te equivocaste?

Un buen consejo me ayudaría ahora.
Te quiere mucho.
Lisa.

Mucho mejor, ahora sólo habría que esperar la respuesta. A la mañana siguiente se las entregué yo misma al cartero esperando eso disminuyera la espera.

No, eso no pasó, la carta llegó como siempre, pero el tiempo no logró que aquellas palabras no me animaran.

¡Hola Lisa!
Me alegra mucho leerte así que puedes enviarme cuantas cartas quieras. Una, dos, cien... Mientras no nos demande el servicio de correo no habrá problema alguno.

Bien, empecemos por lo primero. Creo que no te das cuenta de lo extraordinaria que eres. Puedes dedicarte a lo que a ti te guste, no importa si no haces bien o no ahora, siempre se puede aprender. Mejor dicho es necesario siempre seguir aprendiendo, pero no puedes negar que aprender algo que te guste hace mucho más divertido el proceso.

Juega y prueba de todo un poco con responsabilidad.
Y hablando de probar, recuerda que me prometiste unas galletas...

Sobre la novia de tu padre, quizás debas darle una oportunidad. Hay grandes personas que son complicadas en un inicio, pero no son malas. No la
juzgues tan duro, quizás ambas podrían ser buenas amigas. Eso , si llegara a tratarte mal debes decirle a tu padre, él te adora sobre cualquier cosa, nunca permitiría que algo te pasara.

¿Si acierto con mis presentimientos? No, la verdad que no y está bien, al menos no me angustio antes de tiempo.

Sobre la película ya me contarás que te pareció, a me gustó bastante, tiene mucha música y es muy graciosa.

Otra cosa, ya la última, sonríe Lisa. No me gusta leer tus cartas y ver que falta esa chispa que te caracteriza. Todos los problemas se arreglan te lo aseguro.

Te quiero mucho.
Un abrazo enorme.
Angélica.

PD: Saludos a Matilda, Roberto y Oreo.

¿Darle una oportunidad?
Bien, imaginaba otra repuesta, pero tenía razón. No podía odiarla con una simple visita... Pero sí con dos.

Me leí todo su libro, no puedo negar que estaba muy bueno y que lo terminé muy rápido. Y lo mejor de todo es que empecé a leerme más libros y a encontrar en ellos un refugio para algunos de mis pensamiento. Después de todo la llegada de Fabiana no había traído cosas tan malas, al menos ya sabía que Ginny tenía los ojos cafés.

Y todo hubiera seguido perfecto sino fuera porque su segunda visita me arruinó el progreso.

Había decidido llevar a pasear a Oreo antes de que papá llegara del trabajo, y así lo hice. El parque frente a nuestro departamento era seguro y había muchas personas por lo que podía quedarme un largo rato ahí. Estuvimos corriendo, tirados en el césped o jugando entre las personas. Estaba segura que tan buen momento no podía echarse a perder por nada, hasta que volví a casa.

Cuando crucé la puerta escuché a Matilda en la cocina licuando algo, y según el reloj le faltaba una hora a papá para llegar a casa, así que me encaminé a mi recámara para terminar mi tarea.

Y cuando entré casi me desmayo del susto. ¿Por qué estaba ella aquí? Fabiana estaba justo frente a mi escritorio de pie revisando la hoja que descansaba sobre una pila de libros, al notarme se despegó como si aquello quemara y me sonrío para disimular.

—Hola Lisa —saludó como si nada.

Yo seguramente estaba blanca del susto.

—¿Cómo entraste? —pregunté mientras trataba de recuperarme del todo.

—Matilda me dejó entrar, estaba esperando tu llegada en la sala, pero decidí buscarte. Supuse que este era tu cuarto.

—Que lista —susurré de mal humor por su actitud tan despreocupada.

Odiaba con toda mi alma que entraran a mi recámara y revisaran mis cosas. Nadie lo hacía en casa porque no escondía nada, y sabían que debían confiar en mí. Además era cuestión de respeto, me habrían criado así y verme en aquella situación me sacaba de mis casillas.

—¿Era necesario entrar a mi cuarto?

—Oh, lo siento —se disculpó—. No pensé que te enfadaría, sólo quería charlar contigo...

¿No pensaste que me enfadaría? Escribes un libro de trescientas páginas y eso no te pasó por la cabeza.

—¿Y cómo no me encontraste decidiste ponerte a charlar con mis libretas? —solté molesta. No me gustaba ser grosera, pero eso me fastidió mucho y cuando estoy irritada no pienso.

—Lo lamento —volvió a disculparse ahora más consiente de mi molestia—. No volverá a ocurrir.

No lo dudes. Soy capaz de ponerle una cerca eléctrica a la puerta.

—¿Quién es Angélica? —preguntó sin tapujos.

¿Qué? Revisé la hoja que estaba en la cima, era la última carta que Angélica me había mandando. Al menos podría disimular que había estado de curiosa.

—Una amiga.

—¿No pueden decirse sus secretitos en el colegio? —bromeó ella, pero yo no me reí. Cubrí la carta con los libros dejando en claro que no quería que ella se metiera en eso.

—Está en España.

Ella sonrío más aliviada al escuchar eso y yo volví a dirigirle una mirada para que saliera.

Fuera ya.

—Sé que estás molesta —reconoció tratando de sonar paciente y avergonzada—. Es normal, no estuvo bien lo que hice, pero sólo buscaba un tema de conversación para que nuestra relación fluyera.

—Lamento llevarte la contra, pero según mi educación si quieres hablar con alguien se lo preguntas directamente y no andas revisando sus cosas —dije con menos paciencia. Me chocaba que tratara de justificarse.

—Eso haría si no fueras tan insoportable conmigo.

También estaba perdiendo los nervios. Aquella sonrisa de ángel se había esfumado.

¿Insoportable?

—¿En serio piensas eso de mí? Pues cuéntaselo a papá, seguro te cree —contesté sin pensarlo. Ninguna de las mujeres de papá me trataba mal y mi orgullo cada vez me impedí ver con claridad.

—Claro que no lo va hacer, ese es el problema con él. —Su rojo blanco se estaba tiñendo de rojo por el enfado—. No entiende que los adolescentes son unos dramáticos exagerados...

¿Unos exagerados? Eso rebasó mi límite, quería echarme la culpa de su error. No era una exagerado, una extraña estaba en mi casa, revisando mis cosas.

Me importó un rábano si lo que estaba haciendo era infantil o grosero. Arranqué un montón de hojas de mi libreta y escribí con mayúsculas CERRADO.

—Soy una exagerada porque ciertas personas no entienden cosas tan básicas como que la puerta estaba cerrada —dije mientras le entregaba con rudeza todas las hojas—. ¿Ahora está claro?

—¡Eres una mocosa insolente! —estalló a todo pulmón, como si aquello hubiera estado dormido y despertara de golpe.

Y después de aquel grito de guerra se hizo el silencio. La expresión de Fabiana se contrajo asustada por sus palabras y se echó a llorar sin parar frente a mí.

Fue cuando la vi sentarse en mi cama y cubrirse la cara con sus manos cuando me di cuenta que me había excedido.

La hice llorar. ¿En qué clase de monstruo me había convertido? Yo no era así, yo no gritaba, no ofendía, no humillaba. ¿Por qué había reaccionado de tal manera?

Suspiré presa del pánico, no sabía qué hacer. ¿Cómo se suponía que dejara de llorar? Me había pasado. Me avergoncé de mi comportamiento, si papá y mamá vieran esto se sentirían decepcionados y no era para menos, me había comportado mal.

—Yo... —comencé a titubear, sentía un nudo en el estómago.

—No quise llamarte así —sollozó ella aún con las manos en su rostro—. Perdóname...

Eso me hizo sentir peor.
Lo que pasaba por mi cabeza era más complejo de lo que parecía. Jamás había visto llorar así a nadie. Es decir, papá nunca lloró frente a mí, Matilda tampoco, yo no acostumbraba hacerlo a menos me quebrara por completo. Desde niña en mi cabeza el llanto era la última opción, algo que no podía controlarse y que nacía por algo que nos dolía profundamente. Yo había ocasionado todo eso y me sentía en un estado de culpa y susto terrible.

—Yo... Lo... Lo lamento... Deja de llorar... Deja de llorar, por favor —pedí con torpeza porque esa situación me hacía sentir tan miserable.

—No debí hablarte así —repitió ella ahogando un sollozo—. Lisa, lo lamento tanto, yo sólo busco maneras incorrectas de agradarte... Pero ninguna funciona...

Se levantó de golpe y me rodeó con sus brazos. El abrazo sólo me hizo sentir fatal.

Estaba llorando.
Estaba llorando.
Estaba llorando.
Estaba llorando.

Yo... —No la alejé, me quedé estática esperando me soltara, pero sin atreverme a rechazarla por miedo a llorara más.

—Lisa, de corazón perdóname —dijo mientras se alejaba un poco para verme a la cara—. No debí dejarme llevar, es sólo que... Espero tanto de ti. Sólo quiero que confíes en mí. Sólo necesito una oportunidad para demostrar que no soy aquel monstruo que imaginas.

Yo seguía tratando de reconstruir la escena en mi cabeza, y eso no me ayudaba.

—Lisa, querida, di algo. —Se veía preocupada. Trató de moverme para ver si seguía respirando.

—No sé qué decir —confesé de poco a poco—. Sólo deja de llorar, por favor...

—¿Estás así por qué estoy llorando? —preguntó sorprendida mientras me observaba tratando de encontrar rastros de mentira en mis ojos.

Pero no mentía. Yo mismo estaba sorprendida como aquello podía pegarme tan fuerte, era sólo que las lágrimas me regresaban a mis malos momentos. Eran como un recordatorio, uno muy malo.

—Si dejas de llorar... Si dejas de hacerlo no le diré a papá lo que pasó —solté temerosa a que no aceptara. Me sentí asquerosa al hacer eso, pero sólo quería que se detuviera.

—Está bien. —El trato pareció agradarle porque las lágrimas comenzaron a disminuir—. Tampoco le diré lo que pasó si prometes algo...

—¿Qué? —La miré con desconfianza. Si me pedía algo complicado mejor pensaría en otra cosa.

—¿Puedes darme una oportunidad, una solamente? Prometo aprovecharla y no echarlo a perder —sonaba sincera, pero no me fiaba.

—Está bien... —acepté.

No quería que papá supiera lo de esa tarde, así que terminaría dándole el sí sin muchos problemas,  pero eso no significaba que confiara en ella.

Sin embargo debo reconocer que después de ese día miraba a Fabiana de diferente manera. No de buena manera, pero tampoco de mala. Es sólo que verla llorar me recordaba que tenía sentimientos. Sentimientos que me propuse no romper de nuevo.

Las cosas no funcionaron del todo bien, pero siguieron caminando, caminando hasta que llegó una invitación a casa.

Una invitación que puso mi mundo de cabeza de nuevo.

Nota de autor:
Gracias a todos los que leen, los que votan y comentan. ❤
También quiero hacer dos menciones espaciales principalmente quería agradecer a DanyZarahi por la preciosa portada que hice para la historia que utilizaré apenas el concurso donde estoy participando termine (no me deja modificarla), pero no quería pasar por alto darte las gracias y felicitarte por el enorme talento que tienes. Gracias de corazón.

Otra cosa, este capítulo tiene su dedicatoria, pero también quiero dedicárselo a todas esas personas que leen la historia y a veces no pueden votar. Gracias, a veces no los menciono, pero son muy importantes tambiénY a todos los que votan y comentan saben que los adoro y les estoy muy agradecida.
Espero les siga gustando la historia.
Los quiero.

PD: Hice esta edición de la novela *o* ¿Reconocen los personajes? Son 3.

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