Capítulo 5: Carta recibida

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A papá aquella loca idea lo tenía bastante intrigado, no lo culpaba, el proyecto que había trazado mi loca cabeza no era para nada convencional.

—¿Un paquete de sobres? —preguntó por enésima vez—. ¿Para qué los quieres?

—¿No es obvio? —reí ante la simpleza del caso y lo difícil que le era asimilarlo—. No sé hacer sobres, sabes que soy pésima con las manualidades, y no puedo mandar una carta sin uno. El correo la rechazaría.

No mentía. Era torpe para esas cosas de decorar, cortar, pintar, crear. La vena artística de mamá no la heredé.

—Sí, eso lo sé —explicó tranquilo mientras recogíamos unos juguetes del piso antes de encender el televisor—. ¿Para qué quieres un paquete, no es suficiente con uno?

Lo sería si sólo necesitara enviar una carta, pero tenía un proyecto más ambicioso.

—Papá, estas cartas no tienen nada que ver contigo, no hay intenciones ocultas en ellas —lo tranquilicé cuando tuve los sobres en mis manos.

No sé si papá se quedó más tranquilo, pero al menos no pareció molestarle mi nuevo plan.

México, 1 diciembre del 2013

Querida novia de papá:

que estaba sorprendida al recibir tu carta, pero después de la ligera confusión me alegró mucho.
¡Gracias por las películas! A papá y a nos encantaron. que suena algo raro que a papá le gusten ese tipo de películas, pero no miento cuando digo que lo hace. Él es el único que escucha mis debates sobre personajes durante horas. A Matilda no le gustan los dibujos animados, dice que son aburridos, prefiere las que hablan de amores eternos y están en blanco y negro.
La cuestión es que el viernes nos la pasamos frente al televisor riendo como locos y comiendo palomitas a reventar. Me hubiera gustado que estuvieras aquí, pero saqué la conclusión que entre papá y no hay nada ya, ¿cierto? No estoy triste, creo que ambos son perfectos por separados.

No quiero justificarlo, pero papá es un buen tipo. Un buen tipo de verdad. Su único defecto es su falta de memoria, algo al estilo de Dory, pero por lo demás es bastante cariñoso.

¿Por qué te digo esto? Porque no quiero que pienses que papá es un monstruo por olvidar su promesa del viernes. Papá hace tanto por que jamás podría pagárselo. Gracias a él a veces olvido que mi familia es diferente a las comunes. Así que tranquila, estoy en buenas manos.

Pero no está de más decir que me gustaría tener un respaldo extra, ¿podemos ser amigas? Ya le pedí a papá que me comprara unos sobres y accedió encantado, algo dudoso al principio, pero accedió. Espero que puedas escribirme más cartas.
Me gusta leerte.
Me hacen sentir importante.
Lisa.
PD: Te mando un dibujo de Oreo, el nuevo integrante de la familia.

 Angélica.

Llegué a la oficina temprano. Aquella mañana el clima no era del todo favorable por lo que me lamentaba no haber traído un suéter más grueso, de igual manera el clima estaba tan loco que lo más probable era que para la tarde el termómetro sobrepasara los treinta grados.

Había pocas personas recorriendo los pasillos, así que pude relajarme y prepararme un café antes de empezar la jornada. El día pudo quedarse en ese estado, apacible, normal y sin complicaciones, pero entonces encontré a Roberto de regreso de mi escritorio, y supuse que de normal no tendría nada.
Cuando pasó a mi lado no me dedicó ni un par de palabras, su respuesta ante mi expresión fue una fugaz sonrisa. No, no era una sonrisa de conquista, era una de complicidad.

Escuché al señor Martínez entrando y entendí porque se marchó enseguida. El señor Martínez odiaba que perdiéramos el tiempo en pláticas matutinas. Me apresuré a mi escritorio y me topé con un sobre de letras de colores muy vistoso.

De: Lisa
Para: Angélica

Sonreí para mí. Por desgracia tuve que programar su lectura para el almuerzo porque el señor Martinez me llamó.

La paciencia no era una de mis virtudes, así que esperar tantas horas me estaban desesperando. Para cuando llegó la hora de ir a comer saqué el sobre deprisa y comencé a leer sin preámbulos.

Leí cada palabra. Desde el peculiar sobrenombre hasta el posdata que adjuntaba un bonito dibujo de un cachorro pequeño blanco con manchas de colores.

Lisa era la clase de niña que siempre hallaba manera de sorprenderte. Todos los niños tienen ese don, pero aquella niña me producía un sentimiento muy similar a la admiración.
¿Después de eso que se supone que haría? Llenarla de correspondencia podía disgustar a Roberto, además no era algo muy bien visto. ¿Eso me importaba? La respuesta siempre fue clara.

—¿Por qué la sonrisa? —escuché una voz detrás de mí.

Aquel tono en lugar de asombrarme me tranquilizó. Esmeralda era la clase de apoyo que agradecerías tener contigo siempre. Sincera, risueña y divertida. Llevaba tres años trabajando aquí y desde aquel momento nos convertimos en buenas compañeras.

—¿Tienes un admirador secreto? —sonrió pícaramente—. Pensé que esa etapa se había quedado en la preparatoria.

—No es de ningún hombre —aclaré aún con una sonrisa en el rostro.

—No me digas que... —Su sonrisa me sacó una risa.

—No. Es de Lisa, la hija de Roberto.

—¿La hija de Roberto? —Esmeralda pareció ligeramente sorprendida—. ¿Sales con él?

—No —dije deprisa—, pero su hija me cae bien, creo que podemos ser amigas. Deberías conocerla, es una chica realmente lista.

Esmeralda hizo una mueca y se sentó en el escritorio del lado, sujetó su cabello cobrizo en una coleta y suspiró.

—Sólo ten cuidado, cariño —advirtió—. Te conozco, si te enamoras de su padre la pasarás mal. Él no es el tipo que cambia por una mujer...

—¿Eso está bien, no? Las personas deben cambiar por voluntad propia, para ser felices ellos mismos, no para complacer a los demás —dije mientras guardaba el sobre.

Agradecía que se preocupara por mí, pero mi inteligencia se ofendió ante tal advertencia. Era demasiado orgullosa para volver a pensar en él de manera amorosa. Sin embargo no lo hice notar, eso era uno de mis peores defectos, nunca decía nada.

—Tranquila, en esto sólo somos Lisa y yo. Roberto no entra en mis planes. Ni ahora, ni nunca —expliqué, pero ella no pareció convencida.

—Repítelo hasta creértelo  —bromeó antes de volver a su ordenador con una sonrisa.

Y lo repetí un montón de veces, pero no funcionó.

Nota de autor:
¡Gracias a todos los que leen la historia! ❤
Me preguntaron si esta historia es de cartas, la respuesta es no. Las cartas son importantes en ella, pero no son la narración que utilizaré, usaré la que uso en estos capítulos :)
Los invito a seguir leyendo, pueden llevarse una grata sorpresa.
Muchísimas gracias por su apoyo.
¡Un abrazo!

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