Désolé

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Lo siento.

Una palabra que se repite en su cabeza infinitamente, no sabe si lo hace para seguir recordándoselo a sí misma las palabras que quería decir, las que sentía o las que tenía atoradas en la punta de la lengua.

- ¡DÉJAME IR! -forcejea entre sus manos, sabe bien que los brazos humanos no se pueden estirar tanto ni que deben doblarse de esta manera, o en esa dirección- ¡LO LAMENTO, NUNCA MÁS VOLVERÉ A ROBAR! ¡SE LO JURO!

- ¡SON MENTIRAS! -las personas que ni se dio cuenta que los rodeaban empezaron a gritar, indignación en sus palabras, sus voces, sus expresiones- ¡siempre roba en el barrio! ¡estamos hartos!

Tantos gritos, tanto sonido, tantos sentimientos flotando en el aire, tantos aromas le ponían incluso más alterada, los alteraba, los envolvía en esa sensación extraña.

Una voz suplicaba piedad aunque hace unos momentos la amenazaba con buscarla y matarla, los que en algún momento miraban con miedo su figura y hasta pidieron por llamar la policía ahora gritaban que estaban hartos de aquella persona, que al parecer no era la primera vez que intentaba robar ahí.

Cosas extrañas de la vida, que ella no tenía idea que robaban ahí, cuando sólo quería comprar algunos dulces para aplacar los extraños antojos que tenía, para escuchar a alguien gritar que había un asalto, así como en las películas, bastante cliché, y no sabía si lo decía en serio o no, cuando vio el arma se dio cuenta que era cierto.

Quizás no se dio cuenta, o no le dio importancia, que apenas fueran horas de la tarde, o que en esta isla se vieran tantos super héroes, se dio cuenta que apenas tenía idea cuando ella se apareció en frente de este con su traje encima, los trajes de héroes son vistosos, de colores bonitos en muchas ocasiones, el de ella, según una encuesta al público, era aterrador.

¿Por qué es todo negro?

Da una vibra diferente al cool de Batman, da miedo.

¿Vi mal o se formó un tercer ojo en su nuca?

No era que ella pudiera escoger su traje del todo, sería como pedirle al pequeño que se cambiara de piel, sería doloroso e innecesario.

La policía llegó pronto, tuvo que hacer fuerza para soltar al tipo, quien una vez rogaba por su vida ahora le veía como si quisiera volarle la cabeza de un disparo, la gente se quejaba, ¿sería con la policía por aparecer tan tarde? ¿sería con ella por dejar ir al hombre con solo una contusión en el brazo? Puede que fuera a ella, porque estaba segura que vio a esos adolescentes tirarle el batido a la nuca con todas las intenciones.

Lo siento.

No habría desperdicio, bueno, para ellos sí por su dinero, ella y su pequeño absorbían el batido por la piel oscura del segundo, y el sabor no estaba mal, dulce y frío, perfecto para este caluroso día de verano, puede que asustó al público ya que escuchó gritos ahogados al ver que abría una segunda boca en su nuca para lamer los restos con una segunda lengua bífida.

Esa era su señal para irse.

Ah, ya podía escuchar la voz de Canario Negro en sus oídos, reprimiéndole por sus acciones inmaduras.

Lo siento.

Dicho y hecho, quizás era de las primeras veces en un tiempo que se sentaba en frente de la mujer para hablar, ella trata de ser comprensiva, de entenderla.

- La pérdida no es algo con lo que todos lidiemos de la misma manera, pero encerrarte no es la solución, tu agresión a otros tampoco lo es -sus palabras tienen sentido, lo sabe muy bien, ella es una persona madura, al menos trata de serlo porque siente que ya la está hartando, que trata de oírla, pero sabe que no le hace fácil su trabajo cuando no habla, no le dice nada, apenas unas cuanta palabras- está bien que muestres tus sentimientos, en especial con la gente que más confías, entiendo que no han pasado más de dos semanas desde lo de Jason-

- Basta... -eran sus primeras palabras desde hace ya cuanto... ¿una semana? no, puede que menos, si por palabras se podía tomar el sonido que hizo en la mañana cuando se cortó un dedo al picar vegetales para una sopa.

Sabía que el hecho de que esas fueran sus primeras palabras después de tanto no eran algo bueno.

Tampoco era bueno que se fuera de ahí sin dar más explicación que sus sentimientos descontrolados tomando una mayor fuerza sobre ella que su propio sentido de obligación.

Lo siento.

¿A cuantas reuniones de La Liga estaba supuesta a ir? Al menos de manera distante, casi ni atendió ninguna, en su momento haber sido invitada a unirse se vio como un sueño, algo distante que nunca pensó lograr, teniendo la invitación en su poder, sin aceptarla o rechazarla, nunca esperó que Superman la recomendaría y que el mismo Tornado Rojo estuviera en contra de su entrada, lo sintió como un golpe bajo pero entendía las razones de ambos, no era el momento para ella con todo lo que estaba pasando, por eso Tornado pensaba que no era lo mejor por ahora, aun no entendía las razones de Superman de recomendarla y hasta invitarla, tenía sus dudas pero no quería pensar en que Conner tuviera algo que ver ya que él mismo rechazó su invitación.

Quizás sólo lo pensaba mucho, era algo que había empezado a hacer desde eso.

Pensar dos veces, tres, o puede que más, siempre tratar de ver el comportamiento de los demás, que no hagan cosas demasiado arriesgadas, algo complicado en su línea de trabajo, pero trata de cuidarlos a todos, de alguna forma u otra, puede que no sea buena tratando con algunos pero lo intenta, sabe que es hipócrita, porque shave que se preocupen por ella y no sigue sus consejos para mejorar, quizás no lo intenta de la mejor forma, pero quiere seguir con ello.

- No creo que sea lo mejor -la primera persona a la que le comentó sobre su plan fue M'gann, no teniendo a otra persona con sus mismas habilidades, como la de poner a dormir al parásito por una hora y borrarsu memoria en caso llegaba a oír algo- sabes que desde el inicio no me gustó que te quedases con eso... bueno, tu pequeño -quiere ser amable, se imagina que para Megan la presencia del pegoste es equivalente a una persona enfrente de un animal potencialmente rabioso, o algo así entendió de la cultura marciana por lo tanto no se la lleva en contra de ella.

- Sé que puede ser una idea que me ponga a la cabeza de una locura -no solo eso, ¿Cómo reaccionaría el resto?- ya no quiero perder a nadie más.

El sentimiento era mutuo.

Una simple petición para ella, una carga para su amiga, lo sabía, pero sabía que sí volvía a pasar no lo soportaría, sabía cómo era el mundo de los héroes, pero aún así no quería aceptarlo.

Sí había algo que podía hacer, se tenía que hacer, aún cuando nadie más lo supiera, ni siquiera ella misma, dejando pedazos de sí en más de una persona que sabía no se daría cuenta, no es sencillo, pasar todo desapercibido, mucho menos mentir en sus caras.

- Todo estará bien -eran sus únicas palabras verdaderas antes de perder sus recuerdos de ello y después de finalmente poner un pedazo del parásito dentro de la heridas de Conner, sin que se diera cuenta, se sintió culpable porque él sonrió.

Se sintió extrañamente culpable cuando no podía recordar lo de esa mañana ni porqué todos estaban diciéndole a Conner que no se pusiera en peligro, porque hasta donde recordaba nada malo había pasado.

Lo siento.

Solo quedaba tratar de salir de su propio agujero, no sabía cómo hacerlo, ¿Cómo superas la muerte de alguien? Ya lo había hecho, o eso se quería hacer creer, la verdad era que no había resuelto las muertes que ya había visto, seres queridos que no volvería a ver, gente a la que no podría volver a escuchar, no importaba sus palabras duras y sus miradas de orgullo, su mal carácter u otras características que en algún momento deseo que no tuviera porque era molesto.

Lo siento, lo siento, no es así.

Estaba acompañada siempre, ya sea por la otra voz en su cabeza o por las propias personas que iban y venían a su alrededor.

Debió haberlo mantenido cerca, haberlo mantenido lejos de ellos.

Lo siento tanto.

Debió ser mas precavida, más alerta en cuanto a lo que les rodeaba, atenta a lo que se les venía encima.

Perdóname.

Ya no sabía si esas voces que escuchaba se debía a su propia consciencia, sus remordimientos, la otra forma de vida que se aferraba a ella, o, como decía Canario, sus tristes fantasmas.

¿Era por eso que ya no importaba nada más?

- Él es de lo peor -una memoria lejana, pero cálida en ese momento de frialdad, de confusión- no puedo hacerle nada por más que se lo merezca - sus palabras en ese entonces apenas se registraban, demasiado ocupada para darle merecida atención, demasiado ocupada como para brindarle un consejo oportuno- si fuera por mí, hace mucho no habría ni un solo malviviente en Gótica.

- Uhum.

- ¡Lo estoy diciendo en serio! -ahora salta en la cama, tratando de sacarla de su burbuja, haciendo que su cuerpo se levante unos centímetros de la superficie cómoda, se supone que no debería estar ahí, pero una vez más lanzó todo peligro por la ventana y se metió a su cuarto a verla, se suponía que nadie debía estar ahí por el peligro a contagiarse, lo más seguro es que Batman lo iba a regañar por esto, como él decía, antes de bañarlo con agua caliente como si fuera un infectado.

La sola idea le daban ganas de decirles a todos en dónde se había metido Robin.

- Un día voy a darle su merecido a ese payaso -su sonrisa confiada, su pecho prominente con supuesto orgullo, poca más le faltaba ponerse de puntitas para tratar de verse más alto sin importar que su peso lo hacía hundirse un poco en el mullido material.

Lo siento.

Es todo lo que puede pensar, aún tiene el recuerdo de su sonrisa confiada en su retina, negándose a ver lo que de verdad está pasando en ese momento, aferrándose por su sanidad a ese recuerdo, en el momento que Jason era más él que nunca, tratando de evitar a su mente divagar tratando de saber qué le habían hecho, tratando de sacar el sonido de golpes, gritos, huesos y carne siendo destrozados de su mente, de su imaginación.

Hace mucho que no había sentido el aroma de Jason, pero este era diferente, diferente de la caja que le regaló, diferente la chaqueta que quedó olvidada en su armario.

Lo siento.

Era diferente, porque olía a sangre.

Lo siento, lo siento tanto.

Era la sangre de Jason.

Lo siento tanto, pero estoy devastada.

Entonces se dió cuenta que no era su imaginación, los golpes, los gritos desesperados, la carne y los huesos aplastados, arrancados, no eran de Jason, pero del hombre debajo de su monstruosa forma mientras era devorado vivo, una máscara de payaso a un lado que era continuamente salpicada de sangre tras cada mordisco.

Lo siento, pero ya no puedo más.

Ojalá pudiera decirlo a sus amigos, a ellos y sus miradas asustadas, a los transeúntes de la zona, a Tornado y a todos lo que verían eso en el Monte Justicia, a los héroes que tanto había admirado.

Ojalá pudiera sentir remordimiento instantáneo cuando lo que sentía no era suficiente, porque este no era el causante, solo alguien que trabajaba para él, ojalá fuera el mismo asesino.

Lo siento tanto, ya no sé qué más decir o hacer.

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