━ 𝐈𝐈𝐈: Los hermanos Teller

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── CAPÍTULO III ────

LOS HERMANOS TELLER

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( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

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        RAINE TELLER PUSO LOS OJOS EN BLANCO POR... ¿Tercera vez consecutiva? Había perdido la cuenta del número de veces que había rodado los ojos, y estaba convencida de que a ese paso iba a acabar bizca. Pero es que su compañía no se lo estaba poniendo nada fácil a la hora de mantener la compostura. Y eso que tenía paciencia, y mucha. No en vano se había criado rodeada de una panda de hombretones groseros e impertinentes a los que había tenido que meter en vereda en más de una ocasión. No obstante, aquel joven alto y de aspecto enclenque que la había abordado nada más poner un pie en la Casa Club¹ parecía haberse propuesto hacerla perder los nervios con sus patéticos —e inútiles— intentos de ligar con ella.

Oh, sí. Eso era justo lo que estaba haciendo aquel alfeñique cuyo nombre no recordaba. Con lo único que se había quedado de todo lo que le había contado en aquellos últimos diez minutos era que le apodaban Medio huevo. Por lo visto, antes de acabar de prospecto² en los Hijos de la Anarquía, había servido en el Ejército de los Estados Unidos. Y había sido ahí —concretamente durante una misión en Irak— que había perdido trágicamente un testículo.

Fascinante.

La historia que conmocionó a Spielberg, sin duda.

El caso es que se notaba que era nuevo, ya no solo por el parche que lucía en su kutte³ de cuero —o por el simple hecho de que no le sonaba su cara—, sino porque no parecía tener la menor idea de quién era ella. La ausencia de cualquier miembro de pleno derecho del club tampoco la estaba ayudando en ese aspecto, teniendo que lidiar ella sola con la insufrible verborrea del chaval capado. Sin embargo, y a pesar de que sus niveles de sociabilidad con el sexo opuesto estaban bajo mínimos, había decidido concederle el tiempo que tardase en vaciar su botellín de cerveza, aquel que el mismo muchacho se había encargado de servirle apenas la vio sentarse frente a la barra.

Todo un caballero.

Después no lo dudaría a la hora de buscar a Jax por todo Charming y llevarlo a rastras hasta su coche. Porque sí, si estaba allí plantada aguantando que le tirasen fichas a diestro y siniestro era porque su querido hermanito se había retrasado considerablemente de la hora que habían acordado para verse ese día.

El nacimiento de Abel, su futuro sobrino, estaba cada vez más cerca. Y Jax le había pedido que lo acompañase al trastero de su madre para ver si alguna de las cosas que habían usado cuando eran pequeños podía servirle al nuevo bebé. Todo muy entrañable salvo por el irritante detalle de que llevaba cuarto de hora esperando en el taller que regentaban su padrastro y su progenitora. Y es que si había algo que no soportaba la menor de los Teller era la impuntualidad.

—Aún no me has dicho cómo te llamas —pronunció Medio huevo, quien había adoptado una pose desenfadada, con el lateral derecho de su cuerpo apoyado en la barra de bar de la Casa Club. Incluso tenía un brazo sobre la superficie de madera, como si estuviera tratando de hacerse el interesante.

Raine suspiró, hastiada.

—Bueno, tú ya te has encargado de hablar por los dos —respondió ella a la par que le dedicaba una sonrisa incisiva. Definitivamente los tíos tenían un serio problema a la hora de percatarse de cuándo incomodaban a una mujer—. Amh... ¿No tienes nada que hacer? ¿Como trabajar, por ejemplo? —cuestionó al ver que debajo de su chaleco llevaba el uniforme del Taller Teller-Morrow.

Ahora fue el turno del aludido de sonreír, solo que él lo hizo de forma seductora. Era blanco como la leche, con el cabello y la barba rubios y unos ojillos azules que destellaban con vigor. ¿Cuántos años tendría? Probablemente los mismos que ella, quizás alguno más. Aunque no pasaba de los veintiocho.

—Hoy es tu día de suerte, porque estoy en mi hora de descanso —explicó. Ante su tono zalamero, la rubia hincó las uñas en el vidrio de su botella—. Así que puedo hacerte compañía mientras... ¿Qué haces aquí exactamente? ¿Esperas a alguien? —inquirió, entrecerrando ligeramente los ojos.

«¿En serio, tío? ¿Ahora me haces esa pregunta?»

No era muy avispado, era más que evidente.

No necesitó echarle mucha imaginación para intuir que la había tomado por una de las chicas de compañía del club. Una de las tantas mujeres con las que sus miembros se divertían y pasaban el rato. Algunas de ellas eran prostitutas, otras simples mujeres que buscaban congraciarse con quienes eran los dueños no oficiales de Charming.

Estuvo a punto de contestar cuando la puerta principal de la Casa Club se abrió de par en par, revelando la inconfundible figura de Jackson, que sonrió nada más verla. Raine, por el contrario, se cruzó de brazos y frunció los labios en una mueca desdeñosa.

—Llegas tarde. —Fue lo primero que le espetó al recién llegado.

Sin borrar la sonrisa de su rostro, Jax avanzó hacia su hermana menor, que permanecía acomodada en uno de los taburetes que había dispuestos frente a la barra perfectamente barnizada. Todo ello en tanto Medio huevo no dejaba de intercalar miradas entre ambos, como si ahora que los tenía delante algo hubiese hecho click dentro de su cabeza.

—Lo sé, lo sé... —El vicepresidente de los Hijos de la Anarquía alzó las manos en un gesto conciliador—. Perdona, Rae. Hemos tenido un problema con el almacén —se disculpó.

La susodicha no necesitó que le proporcionase más información para saber que se estaba refiriendo al almacén de armas que tenían a las afueras de Charming, en el condado de San Joaquín. El trabajo de mecánicos tan solo era una tapadera —y el único oficio legal que poseían—, dado que la mayor parte de los ingresos del club procedía de chanchullos y negocios sucios, especialmente de la venta ilegal de armas.

—¿Es grave? —consultó ella.

La mueca que compuso Jax lo dijo todo.

—Te lo contaré de camino —solventó al tiempo que señalaba la salida con el dedo pulgar. Fue entonces cuando sus iris celestes, los mismos que tenía Raine, se posaron en Medio huevo, que se había mantenido relegado a un discreto segundo plano—. ¿Te ha estado molestando este capullo? —quiso saber, a lo que el novato tragó en seco.

La más joven le lanzó una mirada de soslayo a Medio huevo, que había palidecido de repente. ¿Ya habría atado cabos, reparando en su increíble parecido físico? Por su cara de alelado, todo parecía apuntar a que sí.

—No, tranquilo. Justo acababa de decirle que eres mi hermano mayor, ¿verdad que sí? —Sonrió con perversa diversión cuando el prospecto comenzó a balbucear, visiblemente nervioso—. Uno que se toma demasiado en serio su faceta sobreprotectora —añadió, recibiendo un toquecito en el brazo por parte de Jax.

El rubio volvió a focalizar toda su atención en Medio huevo, a quien observó con gesto crítico. Sacó del bolsillo de sus vaqueros una cajetilla de Marlboro y, queriendo torturar un poco más al chico, continuó mirándolo fijamente. Era obvio que ambos hermanos se estaban quedando con él, pero no estaba de más dejarle las cosas claras desde el principio.

—Si quiere conservar el huevo que le queda, más le vale que no me entere —sentenció Jackson mientras se llevaba un cigarro a la boca y lo encendía. El novato volvió a tragar saliva, y Raine tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no echarse a reír—. ¿Nos vamos?

—Joder... Mamá tiene un serio problema con los trastos —manifestó Jax luego de echar un vistazo rápido al interior del almacén. Este no era muy grande, pero estaba lleno de objetos viejos y en desuso de los que, por alguna razón, Gemma no había querido deshacerse. Tal vez por el valor sentimental que poseían—. Aquí hay de todo. Nos vamos a tirar un buen rato revisando cajas.

Raine alzó las cejas con asombro, ya que hacía años que no ponía un pie en aquel trastero. Aunque no le sorprendía que estuviese tan abarrotado. Y es que a su hermano no le faltaba razón cuando decía que su madre tenía una obsesión insana con guardar cosas que jamás volvería a utilizar.

—Espero que al menos podamos encontrar algo que nos sea útil —declaró ella con los brazos en jarras—. Porque esto ya cuenta como logro para la mejor tía del año. —Ante ese último comentario Jax le propinó un ligero empujón que los hizo carcajear a los dos—. ¿Qué? Sabes que voy a ser la tía más guay y enrollada de Charming. Y también la más guapa, pero eso sin necesidad de ser tía.

Le sacó la lengua en un mohín infantil y volvió a escrutar el interior del almacén. Sus orbes azules hicieron un rápido chequeo, hasta que algo acaparó irremediablemente su interés. Raine enarcó una de sus doradas cejas, para posteriormente sortear varias cajas de cartón y acuclillarse frente a una en la que ponía su nombre. Tiró de la cinta aislante que la mantenía cerrada y la abrió bajo la atenta mirada del motero.

El semblante se le iluminó al vislumbrar lo que había en su interior.

—No me lo puedo creer... ¡Mis muñecas! —exclamó la muchacha en tanto sacaba de la caja una de sus Barbies—. Míralas, están prácticamente perfectas... Las cuidaba como a un tesoro. —Sonrió al ver el estado en el que se encontraban sus preciados juguetes. Era cierto que se notaba que tenían años, pero se habían conservado bastante bien. Su pelo seguía estando suave y sedoso y sus vestidos apenas tenían arrugas.

A su lado, Jackson rio entre dientes.

—Me acuerdo de cuando te ponías a jugar en tu habitación y llenabas el suelo de cosas. Según tú, eran ciudades para tus muñecas —comentó, sonriente—. Aunque a mamá no le hacía gracia ver tanto desorden. —Esta vez ambos carcajearon.

—Era una muestra temprana de mi vena artística —remarcó Raine, haciendo gala de su característico sentido del humor. Apenas un instante después volvió a depositar la Barbie en el interior de la caja e inspiró profundamente por la nariz, dejándose envolver por un aura nostálgica—. Estar aquí es como retroceder en el tiempo —bisbiseó. Sus ojos no dejaban de saltar de una caja a otra, de un recuerdo a otro. Allí había de todo, desde juguetes de cuando eran pequeños hasta muebles y elementos decorativos que Gemma ya no quería en casa por estar desfasados—. Me vuelvo a sentir como si tuviera ocho años.

Jax asintió, presa de la misma sensación. Avanzó hacia una pila de cajas y cogió el enorme oso de peluche que había sobre ellas. Estaba algo ajado y lleno de polvo, pero el hombre lo reconoció enseguida. Su expresión pasó de ser alegre y dicharachera a una más sombría, y Raine supo el motivo apenas posó la vista en aquel peluche.

La menor de los Teller estuvo a punto de decir algo al respecto, de soltar aquello que le estaba quemando en la punta de la lengua, pero su hermano no se lo permitió. Jax dejó el oso donde estaba y, como si nada hubiera pasado, dio una palmada al aire.

—Bueno, pues manos a la obra —articuló el vicepresidente del club, justo antes de ponerse a revisar el portabebés que había en una esquina. Todo aquello que pudiesen aprovechar era más que bienvenido, puesto que las cosas de bebé no eran precisamente baratas—. Si acabamos pronto puede que hasta incluso te invite a tomar algo. ¿Qué dices, Rae? —apostilló en un improvisado tono jocoso.

Raine no se contuvo a la hora de lanzarle la pelota de fútbol deshinchada que había encontrado en el suelo, junto a la caja que contenía sus muñecas. Jax fue rápido a la hora de esquivarla, lo que solo sirvió para provocar aún más a la muchacha.

—Es lo menos que puedes hacer después de haberme hecho esperar en el taller. —Tuvo que morderse la lengua para no soltar también algún comentario sobre el prospecto y sus intentos fallidos de ligar con ella—. Así que no pienses que no te la voy a guardar, hermanito.

Todo cuanto pudo hacer Jax fue encogerse de hombros con diversión.

Se habían pasado la última media hora rememorando anécdotas graciosas de su infancia y adolescencia, aunque también habían hablado de lo ocurrido con el almacén. Según le había contado Jax, los Mayas⁴ habían destruido —o más bien hecho explotar— aquel escondrijo fuera de la jurisdicción de Charming que empleaban para ocultar las armas de fuego que les vendían a otras bandas y compradores interesados.

El caso es que los mexicanos les habían jodido pero bien a los Hijos de la Anarquía, puesto que en aquel almacén tenían la mercancía que iban a entregarles a los Niners⁵ esa misma noche.

Raine procuraba mantenerse al margen de todo, especialmente de la compraventa de armas, pero no era idiota ni tampoco una ignorante. Laroy, el líder de los Niners, ya había pagado por aquellas armas. Armas que habían volado por los aires gracias a los Mayas, sus eternos rivales. Y eso solo significaba una cosa: que habría problemas. Jax no había querido entrar en detalles, pero le había comentado que Clay tenía pensado reunirse esa misma tarde con Laroy para exponerle la situación y llegar a un nuevo acuerdo. Aunque la menor de los Teller no lo veía tan fácil, y más teniendo en cuenta que en la vida callejera las alianzas entre bandas duraban lo que los negocios prósperos entre ellas.

El chirriante sonido de la cinta aislante al despegarse del cartón hizo que Raine emergiera de sus turbulentas cavilaciones. Observó a su hermano, quien había rescatado una caja del fondo de una estantería, y frunció el ceño al distinguir en su tapa un rótulo que representaba una única palabra. Un nombre.

John.

Su padre.

Una molesta sensación —a la que, por desgracia, ya estaba más que acostumbrada— se instauró en el pecho de Raine, cuya boca se movió por pura inercia:

—¿Qué es eso? —quiso saber.

Completamente absorto en su faena, Jackson cogió un sobre blanco —lo primero que vio nada más abrir la caja— y sacó de él una serie de fotos que lo hicieron sonreír.

La más joven lo contempló todo desde su posición, de pie junto al cambiador de bebé que había apostado junto a una de las paredes. La presión en su pecho continuaba ahí, oprimiéndola por dentro, pero se forzó a ignorarla. Era lo que tenía remover cosas del pasado, desenterrar viejos recuerdos. Que en ocasiones ciertas heridas volvían a abrirse.

—Son cosas de papá —respondió el hombre, tendiéndole las fotografías que había estado ojeando. Raine las aceptó con algo de reticencia—. Hay libros, casetes de música, cuadernos... Y todas esas fotos.

La chica respiró hondo y exhaló despacio, para finalmente clavar la vista en las imágenes que sostenía en las manos. En la primera fotografía salían sus padres de jóvenes, probablemente cuando fundaron el club. Raine las fue pasando una a una, sin ser consciente de la pequeña sonrisa que había asomado a sus carnosos labios. Muchas de esas fotos eran de cuando John estuvo en el ejército, pero también había varias de los inicios de los Hijos de la Anarquía.

De los llamados Primeros nueve⁶.

—Qué jóvenes —musitó la menor, aún con aquella sonrisa desvaída en el rostro—. Y qué guapa estaba mamá.

Siguió pasando fotografías hasta que una en concreto —la última— hizo que el aire se le quedara atascado en los pulmones. La expresión de Raine se dulcificó cuando sus iris celestes se posaron en los tres niños que aparecían en la imagen. Dos de ellos eran Jax y ella, mientras que el otro...

—Tommy... —Aquel nombre se escabulló de su garganta como un débil murmullo—. Mira esto, éramos muy pequeños aquí. ¿Qué edad tendríamos? —se aproximó a su hermano y le mostró la foto, volviendo a sonreír en el proceso.

—Vosotros dos o tres —contestó Jax—. Erais unos canijos.

Raine deslizó el dedo pulgar sobre la figura del tercer niño, quien en su día fue su hermano mellizo; su otra mitad. Acarició su semblante con una gentileza desgarradora y profirió un nuevo suspiro. Junto a ella, Jax se mantenía en el más absoluto mutismo, mirándola fijamente.

—Era muy guapo, ¿verdad? —continuó diciendo la muchacha—. Era todo lo opuesto a nosotros: tenía el pelo y los ojos de mamá. —Alzó el rostro y sus ojos se encontraron con los del motero, cuyas facciones habían vuelto a ensombrecerse—. Por más que pasen los años, me sigo sintiendo igual de vacía que el día que se marchó. —Raine volvió a bajar la mirada, clavándola una vez más en aquella última fotografía.

No solía hablar de su hermano mellizo debido a que su pérdida seguía siendo una herida sin cicatrizar. Pero estar en aquel sitio, rodeados de tantas cosas de su infancia, había abierto el baúl de los recuerdos.

Jackson no dijo nada. Simplemente condujo su mano a la nuca de la más joven y se la acarició en un gesto fraternal, queriendo transmitirle su apoyo y consuelo. Aquello hizo que Raine restableciera el contacto visual con él, forzándose a sonreír de nuevo.

—¿Quieres que lo dejemos para otro día? —consultó el vicepresidente del club—. Podemos volver la próxima semana, si lo prefieres.

La aludida arrugó el entrecejo.

—¿Y dejar de sumar puntos para la mejor tía del año? —La mueca que compuso le arrancó una risita a Jax—. Ni hablar —sentenció en un tono melodramático.

—Te adoro —la agasajó el rubio.

—Lo sé. —Raine se apartó el pelo del hombro con un sutil movimiento de mano—. Todo el mundo lo hace. Soy la caña —continuó bromeando.

Más risas llenaron el aire.

Tras devolverle las fotografías a Jax para que este pudiera guardarlas en el sobre, Raine echó un vistazo al interior de la caja de su difunto padre. Tal y como había señalado su hermano, en ella había libros, casetes de música, manuales de diversos modelos de motocicletas y cuadernos viejos. Aunque nada de eso fue lo que llamó su atención, sino el gran sobre amarillo que había abajo del todo.

Sin poder contener su curiosidad, Raine lo sacó y palpó su contenido, cayendo en la cuenta de que parecía otro libro o cuaderno.

Ahora fue el turno de Jax de preguntar lo que era.

—Ni idea.

La joven se encogió de hombros y procedió a abrir el sobre. La solapa estaba bien pegada, por lo que no le quedó más remedio que romperla para poder sacar lo que había dentro. Esto era... ¿Un manuscrito? Raine frunció el ceño al ver el enorme taco de hojas encuadernadas que contenía aquel misterioso sobre.

—«Vida y muerte de Sam Crow⁷: Cómo los Hijos de la Anarquía perdieron el rumbo, por John Thomas Teller» —leyó la rubia, quien no demoró en cruzar miradas con su hermano—. ¿Lo escribió papá? —inquirió, lanzando aquella pregunta al aire—. No recuerdo que escribiera... ¿Tú lo sabías?

Jax negó con la cabeza, justo antes de aferrar el manuscrito y correr varias páginas con el dedo pulgar. Cuando llegó a la segunda, su expresión mudó a una de auténtico desconcierto.

—Lo escribió para nosotros —reveló el hombre, provocando que su acompañante alzara las cejas con sorpresa—. «A mis hijos. Thomas, que ya descansa en paz, Jackson y Raine. Ojalá nunca conozcan esta vida de caos».

La menor se quedó en silencio durante unos segundos, analizando aquella extraña dedicatoria. ¿Por qué no habían sabido de la existencia de ese cuaderno hasta ahora?

—¿Es una especie de diario? —indagó ella.

Jax hizo un mohín con la boca.

—No estoy seguro —bisbiseó. Realmente parecía muy interesado en lo que quisiera que contuviesen aquellos papeles—. ¿Te importa si me lo llevo para echarle un vistazo? Puedo hacerte una copia si quieres leerlo —le propuso.

Raine arrugó la nariz y apretó los labios en una fina línea.

—No, tranquilo. No me urge ninguna prisa —contestó.

Y no mentía.

Lo último que le apetecía era seguir desempolvando recuerdos que se había empeñado en guardar bajo llave, en lo más recóndito de su memoria. Además, algo le decía que aquel manuscrito tenía más que ver con Jax que con ella, dada su vinculación al club. Aunque debía admitir que le producía curiosidad saber a qué se refería su progenitor con la entrada en decadencia y la pérdida de rumbo de los Hijos de la Anarquía.

El motero tan solo asintió.

Estuvo a punto de volver a meter el diario en el sobre, pero fue en ese momento cuando su teléfono móvil comenzó a sonar. Jax depositó el manuscrito en la caja y sacó el aparato del bolsillo lateral de sus vaqueros.

—Es Gemma —le dijo a Raine.

—Déjame adivinar: drama con la cena familiar de esta noche —canturreó la menor de los Teller—. Te apuesto lo que quieras a que nos manda pasar por el supermercado de camino a casa.

Jackson sonrió, para luego descolgar.

—¿Qué hay, mamá? ¿Has podido hablar con la loca de mi exmujer?

Ante el mote con el que su hermano solía referirse a Wendy, Raine le lanzó una mirada desaprobatoria.

—Uo, uo, uo... Más despacio, mamá. —A pesar de no tener a Gemma delante, Jax alzó la mano que tenía libre en un ademán conciliador.

Raine no pudo evitar tensarse como un resorte al percibir la preocupación que expelía el rubio por cada poro de su piel. Incluso se había puesto pálido, como si se le hubiese aparecido un fantasma.

—¿Qué pasa? —preguntó ella con el corazón en un puño.

No recibió respuesta alguna por parte de Jax, cuya expresión se estaba desencajando por momentos.

—Vale, vamos para allá.

En cuanto vio que su hermano colgaba y cerraba el móvil, Raine avanzó un par de pasos hacia él, desasosegada. Había sucedido algo, era más que evidente. Pero no fue hasta que Jax volvió a conectar sus miradas que supo que lo que fuera que hubiese ocurrido era grave, y mucho.

—Es Wendy... —balbuceó el hombre, más blanco si cabe que antes—. Está en el St. Thomas.

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· INFORMACIÓN ·

— ೖ୭ Fecha de publicación: 08/10/2022

— ೖ୭ Número de palabras: 3709

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· GLOSARIO ·

— ೖ୭ ¹ La Casa Club es el local habitual donde los miembros conviven en su día a día, pasan su tiempo libre, celebran sus reuniones, reparan sus motocicletas y, en muchas ocasiones, celebran sus fiestas. Las Casas Club suelen tener una zona común habilitada como bar y una segunda zona privada, donde se llevan a cabo los concilios. E incluso cuentan con estancias para que sus miembros puedan dormir o descansar.

— ೖ୭ ² Un prospecto es un candidato que se encuentra en periodo de prueba para poder formar parte del club. Dicho periodo de prueba, por lo general, termina por demostrar si el novato es de fiar y sigue las leyes del club al pie de la letra (como, por ejemplo, poner su propia vida por debajo del bienestar del club u honrar a sus hermanos aunque tenga que sacrificarse en el intento). Ser prospecto de un club de moteros es una tarea difícil que requiere de unas convicciones morales muy elevadas y una fortaleza muy grande para demostrar que merece un lugar dentro del círculo íntimo de parches completos.

— ೖ୭ ³ El kutte es el chaleco de cuero que llevan los moteros para representar su pertenencia a un club determinado. Dichos chalecos llevan el emblema característico del club, además de los parches correspondientes de cada miembro. El kutte de los Hijos de la Anarquía tiene una parca que empuña un M-14 con una guadaña ensangrentada como bayoneta en su mano derecha y una bola de cristal con la A de «anarquía» en su mano izquierda.

— ೖ୭ ⁴ Los Mayas son un club de moteros latinos, siendo la inmensa mayoría de origen mexicano. La sede central de los Mayas se encuentra en Oakland y está dirigida por Marcus Álvarez. Comparten y disputan territorios con otras bandas, como los Niners y la mafia china.

— ೖ୭ ⁵ Los Niners son una pandilla callejera de Oakland. Todos sus miembros son negros, sin excepción, y está dirigida por Laroy Wayne. Compran armas del IRA Auténtico a SAMCRO y a la mafia rusa para mantener en pie su imperio de la heroína y disputan territorios con los Mayas y la mafia china.

— ೖ୭ ⁶ Los Primeros nueve fueron los fundadores de los Hijos de la Anarquía. Estos crearon el club en el año 1967.

— ೖ୭ ⁷ Sam Crow es uno de los términos que se emplean para hacer referencia a los Hijos de la Anarquía. También es muy utilizado el acrónimo SAMCRO (Sons of Anarchy Motorcycle Club, Redwood Original).

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· NOTA DE LA AUTORA ·

¡Hola, hijos e hijas de la anarquía!

Nuevo mes, nuevo capítulo. Y, como ya os comenté en el anterior, en este hemos podido conocer a Raine y ver sus primeras interacciones con Jax. No os voy a mentir: esta mujer me tiene enamoradita perdida. La amo muchísimo y le va a aportar un salseo a la trama que no os podéis imaginar. Por no mencionar que su relación con Jackson va a ser de las cosas más bonitas de Ramé =')

Así que, decidme: ¿qué os ha parecido Rae? ¿Cuáles han sido vuestras primeras impresiones? Porque ya habéis visto que tiene muchísimo carácter y que no se deja amedrentar por nada ni nadie. En eso (y en otras cosas que iréis descubriendo más adelante) se parece muchísimo a Jax x'D

He tratado de explicar todo lo mejor posible, porque en Hijos de la Anarquía hay muchos personajes, muchas bandas y organizaciones y muchos problemas... Así que espero que los que no habéis visto la serie lo hayáis entendido todo y no os hayáis liado con ciertos nombres y expresiones. De todas formas, siempre que salga en un capítulo alguna banda o algún término propio de la jerga motera y/o de la serie, colocaré un pequeño glosario antes de la nota de autora para que no estéis tan perdidos :3

También estoy trabajando en un anexo sobre SAMCRO, como bien mencioné en un mensaje en mi tablón (si no me seguís, os recomiendo que lo hagáis para estar al tanto de las últimas novedades). Es bastante probable que sea la próxima actualización, ya que me falta muy poco para terminarlo y quiero que tengáis ese apartado de información lo antes posible para que conozcáis la historia del club y os vayan sonando el resto de personajes canon.

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo y que hayáis disfrutado la lectura. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

Besos ^3^

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