IV. Tu cuerpo. Está más que claro que eras perfecta físicamente, ¿no?

Pero te detestaba por eso, no por tu apariencia en realidad, sino por el provecho que sacabas de ello. ¿Por qué tenías que ser tan presumida y egoísta?

A veces creía que no eras un ser humano, bueno pues gracias a mí, tu lindo cuerpo quedó desfigurado.

No te mentiré diciéndote que no lo disfruté. Sí, quizá me esté escuchando demasiado sádica, cruel y una asesina sin escrúpulos (¿qué asesino los tiene?), pero eso ya no me interesa, hasta tengo el descaro de decir que me satisface en cierta manera.

Lo que sí me hizo dudar un poco, fue el bebé que que estabas esperando y lo peor, del idiota de Brándon. ¡Já!

Cuando te enteraste, tu cara de horror fue un poema; yo fui la única que lo sabía, por lo cuál nadie lo extrañará.

Lo ibas a abortar la siguiente semana, así que si tú no lo amabas, ¿por qué yo sí?