Atrapados

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Cada vez había más desesperación en sus palabras, en sus llamados de búsqueda y lo más angustiante para él: no había respuesta. Pensó en lanzar ráfagas de ki para quitar esas molestas cosas coloridas pero temía en hacerle daño. Si quería encontrarla sería sin poder.

— ¡Por favor Sue, responde!— de nuevo gritó, cada vez con menos esperanza.

Lanzaba las rocas para poder adentrarse más al centro, trataba de no perder el rumbo derecho, donde creyó que había caído. Levantó una roca más y, por fin, su corazón se calmó al verla bien. Estaba atrapada dentro de una roca, la había absorbido, por eso no podía responder.
Comenzó a cortar la piedra con cuidado de no lastimarla. Ella sólo lo veía haciendo su labor, esperando un tanto impaciente ya que se le acababa el oxígeno de sus pulmones, había estado aguantando la respiración durante todo ese tiempo así que era hora de poder inhalar aire puro.

Bardock tomó su mano y lentamente la jaló para que saliera poco a poco de ahí. Sin querer, fue empujado por el mismo guerrero que hacia rato que peleaba con Janemba; con el joven de cabello largo y dorado, quién además se encontraba en muy mal estado.

— ¿Quienes son ustedes?— cuestionó sorprendido aquel hombre que para ellos, era un total desconocido.

Bardock y él intercambiaron miradas neutrales. Inspeccionaban a detalle cada facción y rasgo que al menos para Bardock, eran familiares.

Abrazó a Sue en modo de protección, poniendo una firme postura ante el chico de vestuarios naranjas.

— Tal vez sea hora de ayudarle— miró a Sue con frialdad, ignorando totalmente la presencia del hombre que les acompañaba. Sue con suerte movió ligeramente su cabeza de arriba hacia abajo. Conocía lo que eso significaba, tendría que quedarse sola de nuevo.

—Distraelo todo lo que puedas, yo me asegurare de que ella esté a salvo y después te ayudaré... — volteó a mirarlo con seriedad. Sin dejar hablar al hombre, emprendió vuelo de nuevo hacia la cueva que vieron antes.

Al estar en la entrada, miró a Sue de nuevo, se agachó ligeramente para estar a su altura y al ver que de nuevo lloraría, comenzó a acariciar su mejilla suavemente con su pulgar.

—Daré mi mayor esfuerzo para vencerlo y en cuanto lo haya hecho, volveré por ti, ¿me escuchaste?— habló con algo de ternura en su gruesa voz y sin que Sue lo esperase, Bardock posó sus labios en su mejilla, a tan sólo unos centímetros de su boca.

Emprendió vuelo, sin dejarla hablar ahora a ella. Sue sintió el lugar donde Bardock planto aquel beso. Sentía que su corazón saldría de su pecho en cualquier momento. Sabía que Bardock era un hombre de palabra, que cumpliría siempre sus promesas. Con ese pensamiento y saber que ambos estaban muertos ya, se adentro a la curiosa cueva.

No había duda de que ese sincero gesto la hizo sonreír, amor puro de Bardock.

En la cueva, un camino que llevaba al fondo donde la luz no llegaba capturó su atención y a la vez, le dio algo de miedo; a como iba la situación entre el paraíso y el infierno nada era de fiarse, incluso la cosa más indefensa podría tener el peor ser interior si no lo trata con el debido cuidado.

Volteó con rapidez al escuchar fuertes estallidos fuera de la cueva. Corrió para saber que había pasado; miró al cielo con atención pero algo la hizo arrepentirse de haber salido, una transparente roca roja caería justo donde estaba ella. La única alternativa rápida que tenía era entrar de nuevo aún sabiendo que quedaría atrapada. No tenía opción, tal vez cuando se acabase todo Bardock la iría a buscar, además eso le aseguraba que estaría quieta por un rato.

Dio un gran salto y detrás de ella, la única salida estaba bloqueada.

Cuando bajó el polvo por el impacto, Sue abrió los ojos lentamente, todo estaba pintado de color rojo, incluso iluminaba las partes que estaban oscuras. Había un montón de pequeños diamantes que reflejaban mil colores lo cual daba un aspecto lindo y agradable.
Se acerco a la roca y trató de ver a través de ella, sin mucho éxito ya que la forma ovalada que tenía distorsionaba la imagen y por lo tanto la volvía confusa.

Ya estando molesta, triste y asustada, se sentó entre la roca y la pared viendo un punto muerto. Poco después comenzó a recordar aquellos días cuando estaba con Bardock, las cosas que le enseño: la comida que tanto le gustaba a los saiyans, la armonía que existía el ciertos lugares y el amor, algo que fue totalmente nuevo para él, y que gracias a Sue logró conocer. Ante ello, una sonrisa se formó en su rostro.

Aquello de color blanco es arroz y si la combinas con un poco de carne sabrá delicioso, puedo asegurarlo— dijo Sue dándole un plato nuevo de comida a su invitado.

— ¿Como sabes cocinar tantas cosas exquisitas eh humana?— preguntó apenas entendible para ella, tenía la boca repleta de los alimentos.

—He practicado, sin duda que lo he hecho pero dime, ¿de donde vienes? No te ves de por aquícuestionó curiosa mientras veía con detalle su rostro y atuendos.

Bardock no respondió, poniéndose serio y masticando con más cuidado que al principio. Sue se asustó ante eso, aquella sonrisa que tenía hace unos instantes fue borrada por el cambio de actitud de él.

Tal vez venga de nuevo a probar la comida de este lugar— dijo antes de levantarse del comedor de Sue, dirigiéndose a la puerta principal.

Pero... Oiga, señor Bardock... Por favor espere— reaccionó Sue siguiéndolo apresurada para alcanzarle. Bardock ignoró sus llamados, abrió la puerta y emprendió vuelo. Ella miraba asombrada como se marchaba aquel hombre. — Puede... Volar— susurró para .

Al recordarlo, Sue sonrió de nuevo, el susto de aquel entonces se convirtió en una amistad y de esa amistad, formó un sólido amor. Y el arma secreta detrás de todo, la comida.

Comenzó a escuchar de nuevo las explosiones, en el lugar donde estaba ella había un problema que parecía empeorar: en el techo había una grieta que iba creciendo conforme a los impactos que venían desde fuera con la pelea, Sue no lo pensó dos veces así que se acomodó lo mejor posible en el rincón en el que estaba y cubrió su cabeza con sus manos esperando la caída del lugar.

Una gran nube de polvo cubrió todo el lugar, haciendo imposible respirar. Sue comenzó a tocer. Se puso de pie e intento saber quien había caído, con su mano trataba de mover el polvo que aún yacía en el aire.

Entre el montón de piedras salía un pequeño destello dorado, y a medida en que se fue moviendo se hacia más intenso el resplandor. El mismo chico que vieron antes se incorporó con dificultad.

Sue le miraba curiosa su rostro y aspecto; el rubio al percatarse de su presencia, le observó de la misma manera. Ambos intercambiaron sus miradas con cierta confusión hasta que el joven reaccionó.

— Debo irme— dijo al instante y salió volado a toda velocidad, levantando de nuevo un montón de polvo.

Sue se quedó viendo al chico irse. Ella comenzó a escalar entre los escombros para poder salir y ver donde estaba Bardock.

Recién término de escribirlo, espero te guste ^-^

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