7. Expedientes Secretos X

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•••

Lily está muy contenta, no podía contener su emoción delante de su padre y Lincoln, solo seguía a esa niña por un pasillo desde la cocina.

— ¡Vamos, papá! ¡Es por aquí! – dijo con alegría señalando una puerta al lado de una ventana con algunas plantas a unos pasos de la cocina.

— ¿A dónde me llevas? – preguntó sin dejar de seguir a su mocosa de dientes chuecos. — ¿De verdad es necesario que yo vaya? Me estoy sintiendo algo mareado.

— Es importante… Iremos a mi escondite super secreto, ahí guardo todos mis expedientes de detective y se llama “La super duper oficina detectivesca de Liberty Loud, patente en trámite.”

— Jeje, es un buen nombre. Solo espero que no se lo hayas robado a tu hermana.

— …

Cuando la niña abrió aquella persona, el adulto observó que dentro de esa habitación, había muchos muebles viejos cubiertos por sábanas blancas para protegerlos del polvo, algunas cajas de plástico repletas de decoraciones de cada temporada del año y otras cosas que dejaron ahí nomás por pinche weba como el pendejo del autor a la hora de escribir este párrafo, productos de limpieza que no son tóxicos para los chamacos, máquinas de ejercicio anticuados y un gran etcétera.

Sin prisa, Lincoln se militó a seguir a Liby entre todo el desmadre. En algunas partes el señor tenía que meter la panza para poder escurrirse entre los muebles; es muy curioso que a cierta edad, tu cuerpo te deja morir de la forma más culera a los 35 años de edad en adelante porque dejas de ser atlético y empiezas a parecerte al gran “Lalo Mora”, sin ofender rey de las mil coronas.

Mientras que la niña pasaba entre un par de armarios, Lincoln hizo un esfuerzo en cruzar porque no quería quedarse atorado y que la niña pensara que es gordo, lo que no es, pero las inseguridades siempre son bien culeras.

Cuando logró pasar al otro lado, el hombre quedó sorprendido por la oficina secreta de Liby, pero tiene que estar agachado porque el techo estaba bastante bajo para Lincoln.

Siendo un lugar agradable de ver, está muy decorado y justo lo que haría una niña inteligente como Liby. Había algunas luces de navidad en las paredes encima de algunas cajas que iluminan el sitio, un par de muebles descubiertos con mucha cosas que la niña encontró en el lugar como algunas cosas que usaría un detective en las caricaturas, juguete y algunos dibujos, sin embargo, lo que más destacaba, era un escritorio antiguo en una esquina con una silla giratoria, un par de lámparas y algunos documentos que la misma Liby obtuvo de una forma muy sospechosa.

— Bienvenido a mi oficina, papá – dijo la niña con alegría. — Puedes tomar asiento.

— Bueno.

Lincoln simplemente se sentó en la silla del escritorio mientras veía a la niña registrar un pequeño refrigerador en una esquina.

— ¿Quieres un jugo? – preguntó Liby con un jugo de durazno en su mano.

Mientras Lincoln bebía tranquilamente su jugo, Liby abrió un cajón del escritorio:

— Aquí tengo mis casos de expedientes secretos X – dijo la niña intentando sonar misteriosa. — Son todos los crimenes o misterios que he podido resolver… Por ejemplo, está carpeta se llama: “Negocio de Leia”; explicó el cómo ella gana dinero por la compraventa de ropa, maquillaje y también como embarga a sus deudores como mucha violencia y sangre… O esta otra se llama: “Fantasmas 100% reales no fake” y dice cuando y porqué mi tía Lucy invoca a espítirus chocareros en la casa, hasta tengo una lista de los nombres de cada muerto que hizo aparecer, siendo mi tatarabuela Harriet la que vive libremente por la casa.

— Vaya – dijo Lincoln hojeando una carpeta que la niña le dió. — Usas fotos y detallas la manera que obtuviste esa información.

— Gracias y eso que a veces no tengo éxito – en eso, la niña abrió otro cajón. — Esos son misterios sin resolver… ¡Mira! Aquí está el tuyo – dijo este último sacando una carpeta con el nombre de su papá. — Creo que tendré que poner nueva información.

— ¿Qué no ibas a mostrarme por qué nació Loan?

— Si, ya vamos a eso – decía cerrado todos los cajones y abrió el cajón más grande que había. — Muchas veces encuentro mucha información que pueden ser muy útiles para resolver misterios. Sí quieres, puedes ver lo que he encontrado.

— Veamos… – comenzó a registrar el cajón. — “Canciones de cuna”, “Otras posibles hermanas”, “Estados bancarios de mis tías", “Bromas de mamá”, ¿Qué es esto último?

— Algunos días antes del día de los inocentes, mamá me enseña a hacer trampas de todo tipo, hasta son capaces de someter a Lulu y a Lani por unos segundos.

— Okey… ¿Por dónde iba?… “Pruebas de que Lola es la gemela malvada”, “Flatulencias de tía Lori”, “Teoría: Lucy puede ser un mito que cuenta Lupa”, “Una de las amigas de Leia le gusta Lemy en secreto”, “Lacy es dos almas en un mismo cuerpo”, “El talento musical y artístico de Lyra y Leina”, “Lizy en la tercera hermana más fuerte”, “Supernova de Lemy”… ¿Por qué esta se llama “Plan de contingencia”?

— Hace tiempo, Lulu me dió a escondidas un documento para detener a Lani en el caso de que se vuelva más loca de lo normal y ella no esté ahí para detenerla. Ahí dicen todas sus debilidades físicas y mentales, pero Lulu también puso las suyas propias solo por si acaso.

— Oh… ¿Y esta otra que dice "Habilidades innatas"?

— Cuando yo era una bebé, Lulu hizo un suero muy loco para que mis hermanos y yo tengamos el poder de detener a Lani. Es un superpoder único en cada uno de nosotros, pero Lyra, Leina y Loan no tienen porque Lizy y Lemy no la dejaron hacer eso.

— ¿Y tienes un poder o algo que puedas hacer?

— Aún no lo sé, pero se que será genial y aparecerá que mas lo necesite – dijo con una sonrisa motivadora. — O eso creo yo.

— Voy a seguir – dijo el gasparín regresando a ver otra vez el cajón. — ¿"La verdadera forma de Lani y Lulu"?

— Bueno… Lemy me dijo que Lani y Lulu no son humanas y esconden su verdadera forma para no llamar la atención y asustar a todo el mundo, es como una metamorfosis o algo así.

— ... ¿Tu sabes como son? – preguntó un poco nervioso.

— Lani es como un ser demoníaco y Lulu es algo parecido a un monstruo lovecraftiano… Son puras ideas mías, la verdad nunca las he visto en esa forma y lo estoy inventando todo.

— Ay, santo dios… Continuemos, “Trampas de mamá aún sin activar”, “Alguien se comió mi torta”, “Leni esconde su inteligencia”, “DT segundo es indestructible” ¡Oh, aquí está! – dijo tomando la carpeta y poniéndola encima de la mesa acercando la luz de la lámpara. — “Orígen de Loan”… Según lo que tu escribiste: "Loan es mi hermanita menor y la más pequeña de nosotros a la fecha de escribir esto… Su nombre significa (Prestamo) en ingles" bla bla bla… Aquí, "Según lo que dice el diario de mi tía Lori que tome prestado y fotocopié sin que se diera cuenta mientras dormía, dice que la razón por la que existe Loan es porque se le… ¿Alborotó la matriz? por tanto ver a Leni feliz con Leina y quería un bebé lo antes posible" no manches, "En palabras de Lori dijo: quiero un bebé y sé que Lisa me dará la que quiero, conozco su secreto de porquería el cual no escribiré aquí porque Lulu o tu Liby están leyendo mi maldito diario a escondidas. Algún día las atraparé con las manos en la masa y las haré pretzels humanos" Vaya, esto es muy específico.

— Nunca me ha atrapado – aclaró Liby con orgullo. — Siempre uso guantes y a veces, Loan me ayuda sí le doy una galleta.

— Ja, ¿Cómo haces que una bebé te ayude?

— Muy fácil, le doy galletas de coco, pero no le gustan y comienza a llorar, jejeje.

Mientras reían un poco por las ocurrencias de esa niña, Lincoln comenzó a sentir una extraña punzada en su cabeza.

Sabía lo que ocurriría a continuación.

— Liby, voy a salir a tomar un poco de aire – decía el albino frotando su frente con la punta de sus dedos.

Sintiendo como la punzada en su cráneo comienza a incrementar, Lincoln logró salir de esa habitación mientras que la pequeña Liby.

Ella estaba preocupada y asustada porque era la primera vez que lo veía de esa forma.

— Papá, ¿Estás bien? – dijo la niña.

— No, me duele la cabeza – decía llegando a una silla de la cocina intentando tranquilizarse con las manos en la cabeza. — ¡Esto ya me tiene arto!

— Voy a llamar a mi mamá, ella es doctora.

— ¿Qué?

Lincoln no logró escucharla muy bien.

Liby alcanzó el teléfono fijo de la cocina de un salón y rápidamente escribo un número de teléfono que se sabe de memoria en caso de una emergencia.

Antes que pudiera entender lo que la niña intentaba hacer, un recuerdo se manifestó en su cabeza otra vez.

•••

Nos encontramos en el antiguo automóvil de Lincoln en una carretera rodeada de árboles a mediados de otoño, debido a que las hojas de los árboles caían por la fuerza de los fríos vientos de la temporada.

Simplemente manejaba su carro mientras comía tranquilamente un pedazo de pizza.

— Mmm... – expresó una chica que estaba sentada en el asiento del copiloto y también comía pizza. — Este es buena... ¿Tú conoces cómo se inventó el chorizo?

— … – la vió de reojo sin dejar de masticar.

— Pregunta.

— ¿Cómo?

— Un señor, cortó su pantalón y short-hizo, ¡Jajaja!

— No ese chiste si está muy culero.

— Oh, no todos mis chistes son buenos, por eso te los digo para saber cuales si y cuales no. Como cuando el otro día me caí y pensé que me había roto el peroné, pero no… Jejeje… ¿Entiendes?

— Luan, no quiero que te sientas mal, pero cállate de una vez… Llevás hablando sin parar desde que fuí a recogerte a la escuela de medicina que está hasta casa de la chingada para que pudieras pasar el día de acción de gracias y navidad con nosotros… Bajale la espuma a tu chocolate, ¿Quieres?

Luan es una mujer distinta. A simple vista, es bastante linda, pero comparándola con sus hermanas mayores, no destaca en nada, sin embargo, tenía lo suyo. Poseé pecas en su rostro y hombros que llaman la atención, era esbelta y aún tenía brackets. En esos tiempos, usaba una camisa blanca que deja al descubierto sus hombros y encima tenía un suéter, una falda corta amarilla con cuadrados cafés, unas medias blancas y un par de zapatos de color negro.

Pero… Luan es de esa clase de mujeres que son bonitas y tienen una espantosa personalidad que espanta a las personas.

Hijo de su puta madre, en mi decadente vida he conocido algunas así y jamás han tenido una pareja estable o una amistad duradera por como son… Sí alguien les llama la atención, no le juegues al verga y conócela, no puedes saber que clase de cagada te puedes encontrar debajo de las piedras, pero siempre habrá unas cagadas mejores que otras, de eso estoy seguro.

— No esponjes, Lincoln – dijo Luan con una sonrisa. — Por estas cosas podemos pasar un rato solo nosotros dos. A mí me hace muy feliz.

— Ah, tienes razón. No debí hablarte de esa forma, perdoname.

— No importa… ¿Y cómo te ha ido?

— Meh, ahí la llevo. Últimamente, Lynn ha estado mas insoportable de lo normal; es que está en su segundo trimestre de embarazo y no había de sus antojos repentinos que tiene a veces en la madrugada. Lucy por otro lado, ha estado más tranquila de lo habitual, me sorprende mucho y eso que ya tiene 8 meses de embarazo.

— Si, ya me lo habían contado, algunas veces a la semana las llamo por sí tienen algún problema, pero ¿Has dormido lo suficiente como te había dicho?

— No es necesario, con dormir cuatro horas al día estoy 100 ¿Qué? ¿No se me nota?

— Más bien se te notan mucho las ojeras y cuando agarraste una rebanada de pizza, me dí cuenta que tus manos tiemblan y bostezas muy seguido y por mis chistes no son.

— No es nada, estoy bien.

— Mmm.

Hubo un silencio por unos segundos, pero de repente:

— ¡¡Tengo una idea!! – gritó Luan sacándole un pedo a Lincoln, y lo digo literalmente.

Rápidamente, Luan se pasó a los asientos traseros del carro teniendo cuidado en no tocar a Lincoln y que pierda el control del coche. Seguido, movió sus 5 maletas al asiento del copiloto para hacer espacio ahí atrás.

— Muy bien, Linc – continúo Luan. — Pásate aquí atrás y detén el auto… No en ese orden obviamente, pero tú lo sabes, o quizás no.

— Luan, pensé que había sido claro contigo – dijo mirándola por el retrovisor. — No vamos a tener sexo y menos en mi auto, lo acabo de limpiar y no quiero que huela a pelo quemado.

— ¡Eso todavía está en discusión y no está escrito en papel! – aclaró firmemente. — No quiero que me empujes las tripas. Bueno, si quiero, pero no en este momento. Aún faltan como dos horas de camino, puedes dormir aquí sí quieres mientras yo manejo, tengo licencia de conducir… ¿Quieres?

— ¿Segura?

— Claro, más segura como cuando Lily baja de peso, jeje.

Sin nada que perder, Lincoln detuvo el auto a la orilla de la carretera y después, se pasó al asiento trasero sin tener que bajarse del carro porque hacía algo de frío en ese momento. Y luego, Luan se sentó detrás del volante y comenzó a manejar mientras que el albino se acuesta, dejando salir un largo suspiro de alivio y comodidad.

— Gracias.

— No fue nada, te prometo que dentro de muy poco podrás descansar como lo mereces. Te doy mi palabra de payaso.

Lentamente, el hombre cerró los ojos.

•••

Lincoln despertó de golpe como si hubiera tenido una pesadilla inhalando aire por la boca. Cuando intentó levantarse, sintió una mano en su pecho y lo volvió a acostar en el sillón en un instante.

— Siempre he odiado que mis pacientes se muevan cuando examino – dijo la doctora Luan inflando un baumanometro con una sola mano mientras mira a Lincoln sentada en una silla que se trajo de la cocina. — Me dan muchas ganas de golpearlos en la cara, pero me quitarían mi matrícula sí hago eso.

Lincoln la observó de arriba abajo por unos segundos en silencio.

— Eres Luan, ¿No es así?

Naturalmente, Luan cambió muchísimo en los últimos nueve años.

Vestía una camisola amarilla de cuadros sin mangas y encima traía puesta su bata de doctor, unos pantalones de mezclilla algo ajustados al cuerpo y unos zapatos de color café, sin embargo, tenía algunos detalles que la hacen distinta a la chica que Lincoln recordaba, pero ahora, es una mujer que está en su mejor momento.

Hace años dejó de usar brackets y realmente valió la pena porque su sonrisa es lindísima.

Además, por lo pesado y estresante que es su trabajo en el hospital, se nota algo cansada, sin embargo, sigue siendo la misma psicópata bromista de siempre, alv.

— ¿En serio? – dijo después de guardar su herramienta de doctor y sacar un estetoscopio de su maletín médico con sarcasmo. — A veces se me olvida que tengo mi nombre escrito en todas mis batas – luego, se puso la chingadera esa y colocó el círculo en el pecho del desobligado. — Respira profundo.

Lincoln respiró como la castaña le indicó algunas veces.

— Okey… De forma superficial – continúo la mujer guardando sus cosas. — No tienes nada. Según lo que me dijo Liby, puedo deducir que tus dolores de cabeza son más psicológicos – seguido metió su mano en la camisa de Lincoln y sacó un termómetro de su axila. — No tienes calentura, eso raro en ti. Eres el hombre más caliente que conozco sí sabes a lo que me refiero, jejeje… Maldito infeliz.

— ¿No me dirás nada? – preguntó luego de sentarse en el sillón.

— ¿Sobre qué o qué?

— Tu sabes, de qué me haya ido. Las demás me dijeron algo parecido.

— Ah, ¿Qué puedo decir? – suspiró con una sonrisa. — Te desapareciste días antes de inducir mi parto, estaba sola en el quirófano y esperaba que todo fuera una broma de mal gusto… No fue así. Tengo otras anécdotas que decir sí quieres oír.

— No, la verdad no.

— Eso pensé.

— Pensé que serías rencorosa.

— Nunca he sido muy emotiva – decía cruzando las piernas y poniéndose cómoda. — A estas alturas de mi vida, lo único que me hace feliz es Liby… Y las bromas, no voy a mentir… Solo espera al día de los inocentes y verás lo que te tengo preparado, hijo de perra.

— Ajá… – dijo solo por decir algo y no hubiera un silencio incómodo. — ¿Cómo has estado?

— No he cogido en más de 9 años, tu dirás.

— ¿Eh?

— ¡¡SE ACABÓ!! ¡Todas las pistas se van uniendo! – gritó Liby apareciendo de la nada y sacándoles un pedazo a sus papás y lo digo literalmente. — Seguí estas pisadas justo en este punto exacto y luego, justo donde estas sentada mamá, hallé este certificado de defunción de papá – exclamó con orgullo y poder. — Oh, estoy tan cerca en descubrir este crimen que casi puedo saborearlo – Liby lamió una paleta helada de mango. — Gracias por las paletas mamá, tenía un poco de calor.

— Está bien… – respondió Luan levantando su ceja.

— ¿De qué hablas, Liby? – preguntó Lincoln sacando de onda también.

— ¡Mi propia madre te desapareció como cuando el gobierno descubre que sabes demasiado! – exclamó niña señalando a su mamá con la punta de su dedo mientras le daba la hoja a su papá.

Cuando Lincoln miró ese documento, no pudo evitar sentirse extraño.

Normalmente una persona jamás verá su propia acta de muerte por obvias razones, tienes que estar tieso patas pa arriba para que te saquen esa chingadera sí te va bien.

— Lincoln, ¿Me permites? – dijo la mujer extendiendo la mano.

Cuando le dió ese papel, Luan le echó un ligero vistazo.

— Liby ¿Puedes venir, por favor? – continúo en un tono amable.

Liby se acercó a su mamá mientras esta última se acomoda un poco para que su retoño pueda ver ese documento. Seguido, Luan habló:

— Hay tres cosas que están mal en este certificado – aclaró de una manera gentil y tranquila. — Primero, el número de mi cédula médica es incorrecto. Segundo, la firma está mal porque tiene que ser un mimo asomándose en la línea, no un payaso. Y tercero, únicamente los médicos especialistas tienen el poder de llenar esta acta y por la fecha, yo no pude haber sido porque aún seguía en la escuela de medicina y además, tu tenías 7 años cuando pude especializarme, cariño.

— Oh, ¡¡Rayos!! – dijo Liby con frustración y dando pisotones.

— Espera – habló el albino. — Esto quiere decir ¿Qué alguien me desapareció y te incriminó para que no lo descubrieran?

— Eso parece – aclaró Luan. — Solo conozco a una persona que tiene el poder de modificar el sistema médico de este país a placer y esa es… Lisa.

— Ay, cabrón…

— ¿La has visto?

— Si.

— ¿Te puso aparatos raros en la cara o en el cuerpo?

— Si.

— Oh, bueno… Mientras intentamos resolver esto, ¡No te acerques a ella! Es muy peligrosa e impredecible y sé que es mi hermana mayor, pero ella siempre ha sido una maldita bruja desde que tengo uso de razón.

Lincoln comenzó a sentirse nervioso. Cada vez que tenía un recuerdo extravagante en su mente o alguna de las viejas que se tiró aparecen de la pinche nada, no entendía ni madres y seguía igual de confundido desde que despertó en la mañana de este día.

Nmms, me acabo de dar cuenta de que no ha pasado un día en esta pinche historia.

•••

Luego de echarse un sueñito, Lemy bajó por las escaleras medio adormilado sin importarle todo el pinche escándalo de la casa todo el puto tiempo.

Mientras se quitaba las lagañas de los ojos, el adolescente vió a su padre sentado en el sillón con Luan y Liby mirando la televisión.

— Esta pastilla es buena para el corazón – dijo Luan sentada muy pegadita con Lincoln y teniendo al otro lado a Liby quién miraba la película “Mi Abuela es un Peligro”. — Esta el cerebro, esta es para la digestión y la otra es buena para la próstata… Cuando cumplas los 40, ven a verme. Te meteré los dedos con mucho gusto.

— … Ya qué – dijo Lincoln mientras veía las pastillas que ella le había dado en la mano.

Lincoln se tragó las pastillas y se las pasó con un vaso de agua.

— Oye, tía Luan – dijo Lemy captando la atención de la doctora. — Pensé que volverías mañana, tus turnos son como de 48 horas o más.

— Adelanté mis canciones – aclaró la madre de Liby. — Estaré todo el día con tú padre así que sí alguien se rompe un brazo, no me molesten.

— Ah, me caías mejor cuando no veías a la casa.

— ¿Qué dijiste?

— Se me antojan galletas hechas en casa.

— Oh, menos mal.

— A parte de sorda, pendeja.

— ¡¿Qué?! – dijo enojada.

— Me gusta que tengan cajeta.

Acto seguido y sin nada que decir, Lemy se fue a la cocina directo al refrigerador buscando algo que comer. Cuando tomó la mitad de una sandía que había en el fondo, sintió una mano jalando su camiseta; nomás se dió la vuelta, miró a Lyra y Leina mirándolo fijamente.

— Queremos uvas, Lemy – dijo Lyra.

Tranquilamente, el muchacho sacó el plato donde se encuentraba el racimo de uvas. Con un cuchillo, cortó algunas uvas por la mitad y las dejó en un par de platos hondos de plástico con dibujitos de dinosaurios. Y por último, se los entregó a las niñas en las manos.

— Aquí tienen – dijo Lemy antes de dejar el cuchillo que ensució en el lavaplatos.

— Gracias, pero ¿Por qué siempre cortas las uvas así? – habló Lyra mirando su plato mientras que Leina comió un par de uvas.

— Son muy pequeñas, no quiero que se ahoguen. Además, sé que le comparten a Loan y así me aseguro de que no ocurrirá nada malo.

Cuando las mocosas se fueron de la cocina, Lemy regresó las uvas al refrigerador, pero de forma repentina y sin el perdón de Dios, recibió una nalgada bien sonada.

Evidentemente molesto, cerró la puerta del frigorífico con fuerza y a su izquierda, observó a Gwen sentada en la isla de la cocina con una amplia sonrisa y una mirada coqueta.

— ¿Quién te dejo entrar? – preguntó Lemy intentando contener su enojo.

— Sabes que fue Leia – dijo la chica cruzando las piernas de forma lenta en un intento de captar su atención.

— Bájate de ahí, ahí preparamos la comida.

Cuando Gwen se bajó de la superficie casi de un pequeño salto, se acercó un poco a Lemy intentando ponerlo nervioso, pero el muchacho es indiferente y le importan 3 hectáreas de camote esa muchacha por su forma de ser tan confianzuda y caga palos.

Un dato curioso: Lemy es más chaparro que Gwen como por una cabeza y media.

— ¿Por qué no has respondido mis mensajes? – preguntó la chica cruzando los brazos.

— Te tengo bloqueada hace un buen rato… No sé porqué sigues insistiendo cuando ya te dije que pinches no.

— Oh, vamos… Puedes aprender, descubrir y saborear muchas cosas conmigo – dijo con una sonrisa seductora. — Solo necesito que me desbloquees en tu teléfono y ponernos de acuerdo en una cita, ¿Qué te parece?

Con suma tranquilidad, Lemy tomó su sandía junto con una cuchara y se fue a la verga ignorando completamente a Gwen, dejándola sola y meido alborotada sí sabes a lo que refiero.

— Idiota – exclamó la adolescente de mala gana.

Sin nada mejor que hacer, Gwen salió al patio trasero donde Leia y Marsha la estaban esperando en una mesa debajo de una malla sombra desde hace un rato. Ambas están visiblemente molestas ya que siempre era lo mismo con su amiga.

— ¿Ya terminaste de humillarte? – preguntó Leía dejando de lado su celular.

— Lemy solo se hace el difícil – decía Gwen sentándose en la mesa con ellas. — En uno de estos días, su culito será mío y de nadie más.

— Sí tan solo supieras – habló Marsha.

— ¿Qué quieres decir? – continúo la castaña.

— No aceptas un “No” como respuesta – dijo Leía. — Llevas mucho tiempo intentándolo que empieza a hacer molesto.

— Leía… La vida nos hizo amigas, pero tú hermano nos hará familia… No te opoganas a lo inevitable.

— No eres el “Tunas” o “Thanos” ya no me acuerdo cómo se llama – aclaró Marsha para después, dirigirse a Leia. — Por otro lado… Hace media hora se vendieron todo los productos embargados del almacén y lo que no se pudo vender, lo dejamos en un contenedor de basura. Quizás alguien se lo habrá llevado y vendido en el mercado de pulgas.

— Sin ustedes, mi trabajo sería más difícil – decía la güera sacando una pequeña libreta y un bolígrafo. — He tenido un día muy extraño, resulta que encontré a mi padre… Pensé que había muerto o se convirtió en un “Drag Queen” eso me lo dijo mi mamá cuando estaba ebria una vez, pero muchas veces no pasa lo que una se imagina.

Gwen y Marsha notaron algo muy extraño en Leia.

Ambas la conocen prácticamente de toda la vida, pero que solo las haya reunido para tener una plática que podían haber tenido en mensajes de texto, no es propio de ella.

Leia terminó de escribir en la libreta y con su característica sonrisa, les mostró la hoja cuyo texto decía:

“Lulu está escuchando”

Esa simple acción, dejó a las amigas de Leia heladas por un instante. Seguido, la güera volvió a escribir una vez más y les mostró:

“Hay un problema, necesito ayuda”

Marsha y Gwen se miraron la una a la otra por unos segundos.

Ambas sabían que probablemente podrían morir o algo mucho peor. Conocían bastante poco de Lulu y lo que sabían de la joven científica, es por las anécdotas e historias que Leia les cuenta sobre ella. No podían evitar sentir algo de miedo, pero su amistad era más fuerte que el diamante y no dudarían en ayudar a su mejor amiga.

Leia vió como sus amigas la miraron a los ojos y sin dudarlo ni por un segundo, respondieron asintiendo con su cabeza.

•••

Sin ninguna prisa, camina por los helados pasillos de su laboratorio. Lisa se preparaba mentalmente para solucionar el problema que tenía desde el capítulo pasado.

Nos encontramos en una zona que parecía un eterno laberinto. Había muchísimas puertas de acero a lo largo del pasillo que se pierde a la vista del ojo humano, cuyo propósito en su interior era muy específico y autorizado por sus robots de servicio. Por ejemplo, en una sal está dedicada en crear una nueva enfermedad para el ser humano nomás por pura diversión mientras en otro lugar hacían su posterior cura, pero algunas de esas habitaciones poseían un enorme valor sentimental para la científica loca ya que, en uno de esos cuartos, fue el lugar donde creó a Lulu siendo de los pocas salas que están selladas y vigiladas las 24 horas por una puta torreta de plasma con sensor de movimiento.

Unos segundos después, Lisa llegó a las puertas de una sala donde resaltaba la palabra  «Recreación» grabada en el acero y sin perder más su tiempo, entró en el sitio siendo recibida por una deslumbrante luz blanca al abrirse la entrada.

Cuando su vista se aclaró, Lisa se adentró en una playa tropical bastante increíble y perfecta para ser de este cochino planeta.

Naturalmente no era una playa real. Es más bien una simulación que la científica inventó para descansar utilizando el gusto y humor de la persona que está en el sitio.

Siendo una península llena de vida, había algunos animales generados por la inteligencia artificial del lugar como pelícanos, tortugas o cangrejos por decir algunos que recrean su ciclo de vida de una forma precisa y natural; una vegetación nativa y que esperarías en una playa como palmeras y algunos arbustos, una formación rocosa que veía un poco a lo lejos que hacía destacar el bellísimo mar azul y la arena blanca que estaba libre de desperdicios. También había una pequeña construcción que servía para refugiarse del candente sol artificial, en la sombra debajo de la palapa había un cómodo camastro junto con una hielera repleta de botellas de cerveza bien frías, una mesita con una radio junto con un bloqueador solar, un tazón de uvas, una bolsa de frituras y un celular.

Lisa continúo caminando por un camino de piedras hasta llegar a la estructura donde se detuvo a unos metros de la mujer que está recostada cómodamente en el camastro.

Siendo la definición de una señora sexy, es una güera madura de cabellera corta. Posee un espectacular físico que muchas mujeres desearían tener a su edad que dejaría embobado a cualquier mujer y hombre que tenga la fortuna de verla de semejante manera. No destaca en pechonalidad, pero tenía una candente cintura que hace resaltar sus increíbles piernas y se nota los años de entrenamiento que tuvo que hacer para alcanzar ese nivel de perfección. Tan solo traía puesto un bikini de color lila y levemente podías notar el asombroso tatuaje que tenía en su fina espalda.

Cuando esa mujer notó la presencia de la científica, exclamó:

— ¡¡Por fin llegaste!! – decía sentándose en el camastro para después, lanzar su cerveza al suelo con cólera. — ¡¿Puedes creer en ese cara de verga?! – agarró otra botella mientras que un pequeño robot recogía los vidrios rotos de la arena. — ¡¡PUÑETAS DESAGRADECIDO!! – lanzó la botella a Lisa, pero un campo de fuerza detuvo el proyectil sin inmutarse en lo más mínimo.

— ¿Sobre quién estás hablando esta vez? – preguntó sin emoción.

— ¡Del cabrón de Lincoln! – dijo mientras se acercaba a la castaña. — ¿De quién más podría estar hablando?

Lisa le respondió alzando un poquito sus hombros mientras veía su teléfono.

— ¡Ese puto de mierda apareció después de tantos pendejos años y creé que puede regresar así nomás! – dijo la güera quitándose los lentes. — ¡¿Quién carajos se creé que es?!

— ¿Y cómo te enteraste tan rápido? Apenas lleva medio día allá arriba.

— No le pago a Leni para que sea tú maldita chef personal precisamente – decía poniéndose un pantalón que tenía sobre el tronco de una palmera para secar su ropa. — Pero si te soy sincera, tardó demasiado.

— No estarás pensando en subir, ¿O si, Lily?

— Ese maldito imbecil de pito grande me las va a pagar, solo necesito una pequeña herramienta que me ayudará más tarde – dijo antes de ponerse una camisa de tirantes de color lavanda y unos tenis muy perrones. — ¿Dónde está tu arsenal?

— Al fondo a la derecha junto al baño, pero tengo una teoría… Sin temor a equivocarme, desconoces el estado de salud de Lincoln y estás actuando de forma irracional. Solo me baso en una experiencia personal anterior.

— No necesito saber nada, perra… Yo sé lo que hago – decía caminando a la salida.

Cuando Lily salió de la sala de simulación, Lisa la siguió por simple curiosidad porque quería saber lo que intentaría a continuación.

Caminaron juntas por algunos segundos por el extenso pasillo en completo silencio hasta llegar a las puertas de una gigantesca bóveda acorazada y recubierta de una gruesa capa de medio metro de titanio y de plomo, cuya contraseña cambia a los 15 segundos haciéndola inaccesible para cualquier humano superdotado; sé que suena muy mamón pero son armas muy cabronas para tenerlas a la vista de todo el mundo.

— Abre – exclamó Lily.

— Solo hay misiles nucleares y cientos de armas experimentales altamente destructivas y prohibidas por el ser humano – dijo Lisa algo pensativa. — No se te perdió nada ahí dentro.

— ¡Dije que abrieras la puta puerta! Sí no es mucha molestia.

Sin nada que perder y usando un brazalete que tenía debajo de su manga, Lisa abrió la puerta de la bóveda desde automáticamente desde la distancia y tardando algunos segundos en abrirse por completo porque tenía algunos cerrojos herméticos que pesaban fácilmente una tonelada cada uno.

Cuando por fin terminó de abrirse, Lily entró sin perder su tiempo y comenzó a buscar el arma más loca y degenerada que podría encontrar entre la gran colección bélica de Lisa destacando algunas armas como una Lancer con una motosierra integrada, un rifle de aguijoneador y la Big Fucking Gun en sus vitrinas personalizadas.

— Carezco de las suficientes habilidades sociales, pero es poco probable que Lani permita que le hagas daño a su progenitor – dijo Lisa pasando a un lado de una ventana con vista a varios misiles nucleares de todas la formas y tamaños al fondo.

— Solo quiero hablar con él – dijo tomando una escopeta de doble cañón idéntica a la del Doom slayer.

— Tomar decisiones tan precipitadas puede conllevar al arrepentimiento – decía apoyándose en un misil balístico mirando al suelo.

— Solo quiero hablar con él, Lisa – cargó el arma con los cartuchos que tenía a un lado.

— No saldrás de aquí con esa cosa.

— Solo quiero hablar con él – decía yendo a la salida con el arma en su poder.

— Lily…

— Solo quiero hablar con él.

Antes de que pudiera salir de la bóveda, Lily sintió como el arma se soltó de su mano.

Una máquina regresó a la escopuerca a su lugar y posteriormente, una cortina de titanio de tres centímetros de espesor bloqueó el acceso a todas las armas del sitio incluyendo la entrada a los misiles nucleares en menos de un instante y generando un ambiente muy silencioso y tenso entre ellas dos.

Lily miró a su hermana menor quien la miró con los brazos cruzados.

— No eres una niña para actuar de esa manera tan infantil – dijo Lisa seriamente.

— Je… Estoy segura que ya hablaste con él y apostaría que lo dañaste de alguna manera – habló segura de si misma. — Somos más parecidas de lo que parece, pero tu eres muchísimo más resentida que yo.

— Ser humano siempre será mi debilidad y aunque sea extraordinario de que yo cometa un error, aprendo de ellos efectivamente para no cometerlos de nuevo.

— Mira… Sí no me vas ayudar, iré a buscar lo que sea a la cochera – decía comenzando a alejarse lentamente de su hermana menor. — A lo mejor encuentro un bate de béisbol y se lo meto hasta el fondo del trasero... Ah, no sabes como me gustaba tocar su culo; espero que lo siga teniendo igual después de tantos años – dijo esto último con una sonrisa melancólica. — Cuando él aún vivía con nosotras, a veces yo dejaba caer cosas al suelo por “accidente” y cuando le pedía de favor en levantar mi cagadero y se agachaba, tenía una buena vista de su culo y sí estaba de buen humor, me ponía detrás de él y hacia que me lo estaba cogiendo, él odiaba que yo le hiciera eso, pero jamas me importó.

— ... Hice bastante por ti, creí que lo habías notado y no serías tan desagradecida y escucharías mi consejo al menos una vez.

Lily se detuvo en seco y lentamente miró a Lisa a los ojos sin decir una palabra, pero la castaña continúo:

— Has estado 4 meses viviendo aquí abajo y ha sido un verdadero dolor de cabeza – dijo acercándose a su hermana mayor. — Creo que ya momento, Lily... tienes de actualizar tu relación con tu retoño y tal vez, también deba hacer lo mismo con mi descendencia.

— Yo ya cumplí como mamá... Lani es una adulta y puede hacer lo que quiera y no me necesita – exclamó seriamente. — Nunca me llevé bien con ella sí te soy honesta y siempre ha sido más cercana a su papá que conmigo y no se porqué. ¡Lincoln solo me revolvió las tripas docenas de veces y que esa niña prefería pasar su tiempo con él solamente porque comprensivo, amable y un buen hombre?! Son puras estupideces.

— Tú personalidad no te ayuda.

— ¡¡ME VALE VERGA!!

Rápidamente, Lisa le dió una cachetada a Lily para tranquilizarla al menos por unos segundos.

— Me… Me golpeaste – dijo la güera madura tocando su propia mejilla algo sorprendida.

— No entiendes con palabras, ahora escucha atentamente– decía Lisa sujetando a Lily de los hombros. — Haz lo que ordeno, Lincoln no debe recordar lo que hicimos hace años y sí lo hace, él tiene que percatarse en que todas hemos cambiado o acaso, ¿Quieres que se vaya de nuevo?

— No.

— ¿Quieres procrear otra vez con él?

— Bueno… Solo un poquito.

— Conoces lo que tienes que hacer, evita que tus emociones te dominen – la soltó lentamente mirándola a los ojos. — No quiero errores, esto no es como uno de mis experimentos.

— Está bien…

Mientras salían de la bóveda, esta última se cerró detrás de ellas sellando nuevamente su contenido para que ningún ser con pensamientos malignos y/o promiscuos hagan uso de su peligroso contenido; y las luces se apagaron, generando una silenciosa oscuridad total en su interior.

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Se que pasé de verdad, pero más vale tarde que nunca.

No vemos la siguiente actualización.

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