twenty-nine - the fall of the mandarin

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

chapter xxix.
( iron man 3 )

caigo desde el cielo
pero no será para siempre
cuando levante seré
más fuerte que nunca
stronger than ever ─── raleigh ritchie

miami, florida
24 de diciembre, 2012
( punto de vista en tercera persona )

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

La boca de Tony permanece abierta mientras el mundo suena como una sirena baja y agonizante en sus oídos. Se siente físicamente enfermo al ver nada más que llamas donde solía estar su hija. Hay solo aire vacío extendiéndose entre él y el suelo de hormigón muy por debajo. Todavía puede oírla gritar desde que se desplomó y le suplicó que la abrazara. Estaba asustada. Siempre ha intentado tanto protegerla, tener cuidado con ella. Y estaba asustada y le falló. La horrible vista se vuelve abrumadora y su respiración se estremece cuando la comprensión cae en cascada sobre él.

Ella está muerta.

Lisa May Stark está muerta.

Su vida, su todo, su dulce niñita se ha ido.

Y tal que así, porque no pudo salvarla, porque dejó que esa preciosa niña se deslizara entre sus dedos, deja de ser padre.

Y solo lo dijo una vez. Oh Dios, solo lo dijo una vez.

Te quiero.

¿Por qué no pudo decirlo más? Ella fue tan herida y tan odiada por tanta gente que él debería haberle hecho saber lo contrario.

Su cabeza se mueve hacia un lado, pero parece que no puede apartar sus ojos ardientes. No puede apartar la mirada de donde está su bebé. Casi puede escucharla, incluso a sesenta metros de altura: el sonido del cuerpo de su niñita golpeando el concreto, rompiéndole la vida. Sus ojos se contraen hasta que no puede soportarlo más y se da la vuelta.

Sus ojos se cierran y lo ve todo como un caleidoscopio de recuerdos.

Una niña morena acostada en una cama de hospital, magullada y rota, esperando que él la salvara.

Los cálidos ojos azules que lo miraron por primera vez, haciéndole saber que finalmente tenía a alguien que era suyo. De nadie más. Tenía a alguien que lo amaba incondicionalmente.

Todavía puede sentir el cuerpo delgado y enfermizo de la pequeña de dos años en sus brazos desde la primera vez que la cargó.

Él puede ver todas las diferentes expresiones que ella hizo cuando la obligó a probar dulces por primera vez. Le encantan esas caritas, la forma en que su lengua sobresaldría si sabía a canela o la forma en que su nariz se arrugaría y sus ojos crecerían si fuera un sabor agrio.

Las pequeñas bendiciones de poder estar allí cuando Lisa volvió a caminar y habló por primera vez.

Cómo sus primeras palabras fueron que lo amaba, llamándolo 'papi'.

Cómo se aferraba a él cada vez que estaba asustada y cuán desesperadamente lo necesitaba toda su vida.

Puede recordar los años en los que se fue convirtiendo lentamente en una mujer joven ante sus ojos, aprendiendo, creciendo, sanando.

La sonrisa que nunca volverá a ver. La risa que nunca volverá a escuchar. El abrazo que nunca volverá a sentir. La frente a la que nunca volverá a presionar sus labios. El cabello en el que nunca volverá a murmurar palabras tranquilizadoras. La chica a la que nunca volverá a decir 'Te quiero.'

Ella está muerta.

Aldrich Killian sube rígidamente la escalera del lugar donde está Tony, observando las llamas con interés. Tony se lanza sobre la barandilla amarilla, aterrizando en el suelo de metal. Hay una mirada distante impresa en su rostro mientras mira el fuego que consumió a su chica. Su cabeza se inclina lentamente y luego lo ve de pie allí.

—Una lástima —la voz de Killian resuena a través del camino de metal, mirando hacia el fuego—. Yo la habría agarrado.

Las primeras palabras de Killian a Tony apuñalan por el aire; y voy a hacer lo que tú nunca pudiste: voy a salvarla, Tony.

Las manos de Tony tiemblan de ira incontrolable y su cuerpo se balancea con furia. Apenas está pensando al empezar a correr con toda su fuerza hacia el hombre que imita su acción. Cuando Killian salta para darle un puñetazo en la mandíbula, Tony cae y se desliza por debajo. Él dispara hacia arriba y continúa corriendo de frente hacia un traje que lo recubre. Sus cejas están fruncidas y su mente furiosa.

No hay duda alguna: lo va a matar.

Es una batalla total cuando los dos hombres intentan acabar con el otro. El metal suena mientras gruñen de dolor. Los golpes aterrizan, se dispara plasma, los cráneos son casi aplastados. No hay remordimiento en las acciones de ninguno de los que luchan por sus propios motivos. Killian brilla en naranja y Tony cambia continuamente sus trajes, ambos peleando por la ventaja que simplemente no parece llegar. La lucha se ralentiza repentinamente cuando Killian se queda a dos metros de Tony, quien está de rodillas y con un brazo estirado, esperando que el Mark 42 finalmente, finalmente haga algo bien. Claramente, no es así. Los ojos de Tony se disparan hacia atrás y su rostro cae de molestia cuando el pie del traje choca contra la barandilla, haciendo que estalle en numerosos pedazos.

Moviendo la mano y rodando los ojos, Tony suspira exasperadamente.

—Impresionante.

Y a esto se reduce todo. Desde Lisa muriendo, hasta involucrarse con AIM, Happy casi muriendo, Tony amenazando al Mandarín, estallar la casa, Rose Hill, Pepper, Rhodey, Lisa cayendo. Todo se reduce a este momento final, donde Tony está rodeado de piezas de traje rotas sin nada con lo que luchar.

Lisa está muerta y él va a morir junto con ella.

Alguna parte enferma y profunda de Tony se siente aliviada ante la idea. Nunca tendrá que volver a casa sin ella. Porque, Dios, ¿qué es un hogar sin esa niña? Nunca tendrá que mirarse al espejo y saber que no pudo salvar lo único que nunca soportaría perder. Sin embargo, sabe que no puede dejar que este maníaco gane. Lisa no lo querría y Tony no puede ceder. No puede parar. Él nunca lo hace.

—Tú no la merecías, Tony —Killian frunce el ceño, dando un leve movimiento de cabeza.

Las palabras resuenan con el hombre que ya no es padre, que ya no es nada que le importe. Y sabe que es cierto cuando su brazo se balancea y rebota contra su rodilla y muslo. No merecía a esa niña dulce y gentil que temía no ser suficiente y no ser amada.

—Es una pena —continúa pensativo—. Casi consigo hacerla perfecta.

Tony detiene todo su movimiento, simplemente mirando al hombre que mató a su hija y luego tuvo la audacia de llamarla imperfecta. Killian se lanza frente a él, haciendo que Tony salte y retroceda.

—¡Vale, vale, espera, espera! —Tony extiende sus manos hacia él.

Killian sonríe, el fuego brilla en su pecho y brazos.

—Tienes razón. ¡No la merecía! —Tony dice sin aliento, ladeando la cabeza h mientras sus ojos arden de tristeza—. Pero te equivocas: ella ya era perfecta.

Es un movimiento rápido y fluido, Tony acurruca su cuerpo y extiende sus manos hacia Killian. Las piezas dispersas de Mark 42 cobran vida y comienzan a consumir al hombre, levantando su furioso cuerpo en el aire. Killian gruñe y lucha contra el traje mientras el Extremis se desliza hacia su cara.

—Jarvis —Tony hace una pausa antes de decir con indiferencia—, hazme un favor: vuela el Mark 42.

—¡No! —chilla Killian en una fuerte y larga rabia antes de que la máscara lo silencie.

Tony se voltea y salta desde el borde de la plataforma, deslizándose por unas vigas de metal. Cuando el traje explota, Tony aterriza en uno abierto. La gran plataforma de metal y las grúas comienzan a caerse y estallar en llamas mientras el traje de Iron Man arroja torpemente a Tony. Aterriza con fuerza, solo unas pocas piezas lo cubren ahora. Su brazo tapa su cabeza mientras el metal cae a su alrededor y el fuego se desata.

Mark 42 cae en pedazos frente a él y la mirada de Tony se intensifica a medida que el casco del traje, que debería contener lo que queda de la cabeza de Aldrich Killian, lo mira fijamente. Pero, cuando la máscara se abre para revelar un casco vacío, Tony inclina la cabeza hacia arriba y suelta un suspiro casi decepcionante. Un extraño ruido a su izquierda le llama la atención. Sus ojos se ensanchan lentamente y siente que su corazón cae de su pecho.

Un cuerpo destrozado comienza a emerger de la destrucción.

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

( punto de vista de lisa )

Es una sensación extraña. Tener la cabeza rota. Tener la médula espinal quebrada. Que tu cuerpo se convierta en una bolsa de huesos triturados. El golpe que hace al chocar contra la tierra resuena en mis oídos. Mis ojos miran inexpresivamente el fuego que me traga mientras mi espalda yace en el suelo caliente. Las llamas lamen mi carne y el calor chisporrotea fuera de mí, haciendo que se levanten brasas y chispas.

Me siento casi irritada porque, naturalmente, no moriría en el impacto. Ahora solo tengo que esperar miserablemente para ser quemada hasta la muerte.

Típico.

Entonces, sucede algo aún más extraño. Noto que el fuego que me traga no solo está a mi alrededor. Mis ojos se abren y mi cuello se mueve dolorosamente cuando siento que Extremis se apresura a atravesarlo. Suelto un suave gemido al sentir la sensación de que la vida regresa a mi cuerpo. Puedo sentir mi columna vertebral volver a su lugar y me doy cuenta de que no estoy enferma cuando todas y cada una de mis vértebras hacen clic. Los cortesen mi piel se enrojecen y quedan como nuevos, incluso curando las cicatrices que recibí de pequeña. Mis huesos vuelven a juntarse, reconectándose de sus formas previamente astilladas. Mis dedos tocan la parte posterior de mi cabeza y lo que siento como papilla se convierte lentamente de nuevo en mi cráneo. Suspiro fuertemente, mis ojos y mi cuerpo brillan con fuego interno.

Me pongo de pie.

Sintiéndome poética.

Sintiéndome como una luchadora, una superviviente.

Camino por el fuego, sintiendo su ardor, pero sin sentir un dolor duradero. Las llamas se acortan y el aire comienza a aclararse hasta que veo dos figuras en la oscuridad. Una está sin camisa, con Extremis envolviendo su núcleo, y cerniéndose sobre la segunda. Ésta está acostada sobre su espalda, descansando sobre un codo. Su pecho se estremece en pánico, mirando al monstruo. Sus ojos marrones me son tan familiares incluso cuando bailan con miedo.

Papá.

Mientras me agacho y recojo un tubo de metal cercano, el primer hombre gruñe,.

—Basta de máscara.

Basta de máscaras. Basta de rostros valientes.

—Dijiste que querías al Mandarín. Pues lo tienes delante. Siempre he sido yo, Tony, desde el principio —Aldrich Killian extiende sus manos y ruge—. ¡Yo soy el Mandarín!

Grito enojada mientras lanzo el poste contra el costado de la cabeza de Aldrich Killian. Su cuerpo vuela y yo me quedo allí, con Extremis fluyendo por mis venas recién curadas. Mis ojos están encendidos con naranja y mi aliento se siente pesado y caliente.

—¡Cállate de una maldita vez! —inclino la cabeza hacia atrás y frunzo el ceño.

Mientras el cuerpo de Killian yace arrugado a unos pocos metros de distancia, tiro con cansancio el poste amarillo, haciéndolo sonar y rodar.

El cuerpo de papá está rígido y menea ligeramente la cabeza y las manos, mirándome con incredulidad.

—No sé qué decir.

—Estoy segura de que no durará mucho —exhalo, dando una sonrisa casi inexistente.

Un traje aparece ante nosotros desde arriba, Killian se levanta a mi izquierda, sonriéndome sombríamente. Me siento casi aliviado al ver una de las armaduras venir hacia nosotros, hasta que me doy cuenta de que solo es hacia mí. Mis labios se separan y mis ojos azules se abren.

—Jarvis —papá habla en voz baja—, el sujeto a mis doce en punto no es un blanco. ¡No dispares!

Mientras el traje continúa acercándose, papá se lleva un dedo a la oreja, solo para darse cuenta de que la pieza se ha caído. El traje levanta una mano y puedo escuchar el propulsor encenderse justo antes de enviarme un rayo de plasma. Mi cuerpo se mueve mecánicamente hacia la derecha, produciendo un agujero en el suelo. El traje se enciende, listo para hacer otro intento. Mis ojos se agrandan con irritación hacia mi padre, cuyos ojos se abren en lo que extrañamente parece miedo.

—¿Qué? —su voz es cortada. Entonces empiezo a correr hacia él y sus hombros se levantan—. ¿Estás cabreada conmigo?

Utilizo su rodilla para levantarme en el aire. Me siento como una máquina mientras enrollo mi cuerpo por encima del traje, hundiendo los dedos en las costuras y arrancando la cabeza. Tanto el traje como yo nos tiramos al suelo donde golpeo mi puño, arrancando el reactor. Mi pelo se levanta y miro a mi padre, quien hace una mueca de sorpresa. Killian grita mientras se lanza por mí, pero ni siquiera está cerca de lastimarme. Le doy una fuerte patada giratoria en la cara, haciéndolo volar otra vez.

—¡Whoo! —escucho a papá sorprendentemente gritar en el fondo.

Una pequeña bomba rueda delante de mí y, después de enderezarme completamente, le doy una doble patada. La primera patada hace que se levante y la segunda que rebote contra mis dedos de los pies antes de dispararle mi propio propulsor. Una explosión de rojo, amarillo y negro estalla a mi alrededor cuando aterriza en Killian, ésta me revuelve el cabello y hace que mis ojos brillen aún más en naranja.

—¿Cariño? —la voz de papá suena cautelosa.

Lentamente, me vuelvo para mirarlo con los ojos muy abiertos.

—Oh, Dios —mi pánico se convierte en otra cosa—. ¡Santa mierda! ¿Ha sido muy violento?

—Me has dado un susto de narices —él exhala, tocando su pecho con la mano y sacudiendo la cabeza—. Pensaba que habías...

—¿Muerto? —mi voz suena confiada mientras agito la idea—. Psh, lo intenté. No me sentó bien.

Muestra su mano y da una risa triste, arrugando cansinamente la nariz y sacudiendo la cabeza ligeramente.

—De tal palo tal astilla, ¿hm? —digo con cansancio después de pensar al azar en un discurso que pronunció en la Expo—. ¿Quién es el fénix que resurge ahora de sus cenizas?

—Aún es discutible. Quizás tú un pelín más —estoy de acuerdo con un pequeño suspiro antes de que su voz se vuelva acusatoria—. ¿Y qué llevas puesto?

Me miro y descubro que estoy usando lo que llevan los pacientes de Extremis: un sujetador deportivo y pantalones lisos. Solo recuerdo cambiarme de ropa mientras entraba y salía de la conciencia cuando Extremis experimentaba. Aparentemente, el sujetador deportivo permite un mejor acceso a mis venas y órganos o algo por el estilo; tengo demasiado dolor para concentrarme realmente.

—En serio, Lisa, ponte algo de ropa —se quita la sudadera rota y me la extiende—. Ten.

Fui secuestrada, casi muero y luego salvé su trasero, ¿y ahora está comentando sobre mi falta de ropa? Padres. Ruedo los ojos y se la quito, pero no me la pongo por miedo a incendiarla.

—Sabes, parece que te he superado en el juego de la culpa —bromeo, tocando la sudadera de una manga—. Maldita sea, ¿de qué me voy a quejar ahora?

—Siendo como soy —él se pone de pie, sonriendo un poco—, algo encontrarás, pequeñaja.

—Touché —le señalo con el dedo índice y una pequeña sonrisa antes de que él se acerque a mí, a punto de poner su mano sobre mi hombro—. ¡No, no, papá, no lo hagas!

—No te preocupes —murmura.

—No, papi —argumento—, te voy a quemar.

—No, no, no que va —toca con indiferencia mi brazo—. ¿Ves? No quema.

Suspiro aliviada, pasando mis brazos alrededor de su cuello, descansando mi barbilla sobre su hombro. Se ríe un poco de mi ansia antes de responder, envolviendo sus brazos con tanta fuerza que no creo que pueda respirar. Apoya el costado de su cabeza sobre la mía por un breve momento, luego se detiene y me mira por encima del hombro.

—Papá, lo siento —susurro después de unos momentos tranquilos.

—Los dos tenemos motivos para disculparnos, Lees.

—Lo sé, pero yo...

—Cállate, pequeñaja, solo... —suspira, sacudiendo la cabeza y besando mi cabello con olor a humo—. Cállate.

—Vale, lo pillo —asiento antes de volverme solemne—. El Extremis, la degeneración y, y... —lucho por las palabras correctas—. ¿Crees que llegaré a estar bien?

—No —se retira completamente y se encoge de hombros, diciéndome muy en serio—: Eres mi hija. Nada estará bien jamás —termina con una risa áspera—. Pero creo que puedo resolver esto. Casi lo consigo hace trece años estando borracho —hago una mueca—, y la cosa de la degeneración... —sus ojos parpadean con un dolor rápido antes de que su pulgar golpee mi barbilla—. No te preocupes. Haré que mejores, pequeñaja —suelta un fuerte suspiro—. Es lo que hago. Arreglo cosas.

—El mecánico —sonrío. Mi cara se pone seria al instante—. ¿Vas a estar conmigo otra vez? ¿Y todas tus distracciones?

—Uh, voy a reducirlas un poquito. Jarvis —papá palmea la pieza que se ha vuelto a poner en la oreja—. Eh.

—Aquí está todo listo, señor —puedo escuchar a Jarvis hablar casualmente—. ¿Desea algo más?

Papá no me quita los ojos de encima cuando dice:

—Ya sabes qué hacer.

Le levanto una ceja confundida.

—¿El Protocolo Borrón y Cuenta Nueva, señor?

Papá deja escapar un suspiro.

—Que le den, es Navidad —asiente rápidamente—. Sí, sí.

Salto cuando escucho explosiones sobre nosotros. Todos y cada uno de los trajes comienzan a estallar en diferentes colores. Mis ojos se abren y mi cabeza cae hacia atrás para poder mirar.

—Papá —susurro con asombro y algo de tristeza.

Sus trajes. Su propósito. Lo está explotando.

Y me rompe el corazón, pero sé que lo está haciendo para tener un punto. Así es dramático.

Sonrío suavemente,me apoyo en su pecho y él cruza sus brazos a mi alrededor.

Besa mi frente dos veces y dice en un tono preocupado:

—¿Qué por ahora? ¿Te gusta?

Miro los trajes explosivos estallar en fuegos artificiales.

—Eh, le daría un 12%.

Se ríe un poco, apoyando la mejilla en la línea del pelo.

—Te quiero, pequeñaja.

Una pequeña ola de conmoción me atraviesa y siento una sonrisa amenazando con astillar mis mejillas.

Asiento y cierro los ojos, sin necesidad de ver nada más.

—Yo también te quiero, papá.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro