✅26 Viejito de los libros, charla pesimista y filosofía de la vida

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5:07 p.m.

Sigo pensando en Claire y en que no ha respondido claramente a mi pregunta sobre contarle todo a Connie.

Por una parte quería hacerlo y por otra no.

Por un lado estaba el hecho de que es nuestra mejor amiga y es horrible el hecho de que le estemos escondiendo un secreto. Pero tampoco podíamos decirle nada, sería egoísta involucrarla.

Estoy tan perdida en ese debate interno que siento un vuelco en el corazón cuando las puertas se vuelven a abrir.

Es el viejecito de antes quien entra.

Me da una pequeña sonrisa y se adentra en la caja metálica antes de pulsar el botón que lleva a su piso.

Ya no trae consigo la bolsa, solo su periódico y los dos libros aún bajo el brazo.

Cuando se gira me da otra cálida sonrisa que marca las arrugas que hay alrededor de su cara y se la devuelvo casi de forma inconsciente.

Amaba a las personas mayores, cuando les miras a los ojos sientes algo extraño pero es reconfortante.

Un silencio extraño nos envuelve y quiero preguntarle que libros son los que lleva pero él se me adelanta.

—¿Sabes? —lo miro pero él ahora tiene la vista fija en sus libros —, tu caso es uno muy peculiar.

— ¿Mi caso? —inevitablemente frunzo levemente el ceño.

—Sí —se permite una pausa mientras coloca sus libros sobre el periódico —, me he cruzado con gente que se encierra en bares y se abraza a botellas de licor, gente que fuma sin parar como si su vida dependiera de ello, gente que se encierra en el trabajo, en el móvil... adicciones, y todas ellas esconden otros problemas pero todos con el mismo fin: envolvernos en una burbuja que nos proteja de aquello de lo que tratamos de escapar... —me mira pensativo —, tú en cambio huyes y te escondes en esta fría caja —señala a nuestro alrededor —, observas a todo aquel que entra y sale y hablas con ellos, hablas con todos esos extraños mientras observas al mundo pasar por delante de tu ojos y mientras, ¿Qué haces?, de mientras detienes tu vida y permaneces aquí —hace una pausa y separa uno de los libros del resto —. Sabes que si sales de aquí te pierdes al igual que sabes que si retrocedes te encierras más en el problema, por lo que decides solo permanecer, ¿me equivoco? —no puedo responder, la voz se me atasca en la garganta y siento que ante la más mínima intención de articular algo acabaré llorando —ahora dime, ¿de que huyes? —susurra sin despegar su vista de la mía.

—No lo sé —y realmente ya no tenía claro aquello por lo que verdaderamente huía.

¿De mis padres? ¿De mi futuro? ¿De mis recuerdos?

¿Del presente? ¿Del futuro? ¿Del pasado?

—Sí, nadie nunca lo sabe —responde él interrumpiendo mi hilo de pensamientos a la vez que devuelve la vista a sus libros.

— ¿Usted alguna vez...? —no me atrevo a terminar la pregunta.

—Por desgracia —murmura —, supongo que todos pasamos por ello alguna vez ¿no? —suelta un suspiro cargado de melancolía —, nadie se libra, tarde o temprano te hundes, tarde o temprano pierdes el rumbo de tu vida.

—Eso es muy pesimista de tu parte —susurro buscando que diga algo que me reconforte.

—Realista —me corrige con una sonrisa, como si adivinase mis pensamientos —tú eres la pesimista, tú has decidido ver algo tan natural como algo malo.

Lo miro con el ceño fruncido sin comprenderlo, ¿Por qué lo dice con una sonrisa? ¿Se burla de mí?

—Pero no puede ser algo bueno —argumento —, sufres porque no sabes que es eso, no sabes que pasa, no sabes qué te pasa —y mientras hablo noto mi voz romperse otra vez por lo que me cayo, no quería llorar de nuevo.

—Pero tú puedes hacer que sea algo bueno o que se vea como tal, puedes decidir si sufrirlo y hundirte o aceptarlo y decidir qué no te afecta —su voz sigue siendo tranquila.

—Entonces deja de ser lo que es —trato de hacer ver la falta de sentido en su reflexión.

—Exacto —susurra sin despegar la vista de mi, como si lo que dijera fuera obvio.

—No es tan fácil —murmuro tras un silencio que me permite comprender.

—No le des tantas vueltas, simplemente relájate y no dejes que tu mente te maree —separa un libro del resto y mira la portada, yo solo puedo alcanzar a ver un par de nubes que hay en la contraportada —, cuanto más alejas tu atención de algo más claro se ve —lo último lo dice de forma distraída, toda su atención está en ese libro —. También te recomiendo que limpies todo el desorden que tienes montado aquí si planeas quedarte un rato más —su voz suena divertida pero yo no puedo evitar sonrojarme.

El ascensor se detiene en ese momento y las puertas se abren con su típica parsimonia. El hombre se pone entre estas para evitar que se cierren y vuelve a centrar su atención en mi.

—Dale varias vueltas a lo que hemos hablado, ¿de acuerdo? —asiento y él me guiña un ojo —, al final del día, cuando salgas de aquí espero que tomes la decisión correcta y no la que pone en este libro —murmura mientras me extiende el libro que había apartado del resto.

—¿Qué...?

—Léelo, te vendrá bien —murmura antes de abandonar el ascensor —, espero que te guste, y que lo entiendas —lo último lo dice riendo y quiero agradecerle pero las puertas ya se han cerrado.

"Espero que tomes la decisión correcta y no la que pone en este libro".

¿Qué sentido tiene eso?

Se supone que me estaba ayudando pero no, tenía que venir a generar más confusión.

Ruedo los ojos y centro mi atención en el libro.

La portada es bonita, erar un cielo de un azul claro y, posicionadas de forma aleatoria sobre este, había nubes, ocho para ser exactos. Sobre la nube del centro destacaba la palabra "mente" y sobre el resto había palabras aleatorias que al unirse formaban una única frase: "¿Quién controla a quién?"

Pero lo que más llama mi atención es el título.

Relatos de una mente controlada.


¡DEFINITIVAMENTE ESTE ES MI CAPÍTULO FAVORITO!

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