Discriminación

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Edgard

En el pasado.

Quizás nunca debí haber confesado que soy homosexual. Mi padre es un vendedor de mujeres sin escrúpulos, jamás podría aceptarme, pero no fue a quien se lo dije, se lo conté a la persona que creí que me apoyaría y me defraudó contándoselo a papá. Nunca pensé que Demián me daría la espalda, es mi gemelo, teníamos una buena conexión, pero parece que no puede entenderlo.

—Vas a entrar a ahí y vas a convertirte en macho. —Mi padre señala la puerta de la habitación del hotel mientras lloro—. ¡Deja de llorar y haz lo que te digo! —Saca su revólver y me apunta con este, así que me sobresalto.

—Papá, por favor, no quiero.

—La maldita puta te está esperando ahí, haz lo que te digo —repite y le saca el seguro a su arma.

—Solo fóllala y ya, no es tan difícil —sugiere Demián, el cual está apoyando su espalda en una pared, cruzado de brazos y con una sonrisa tan maliciosa que lo desconozco.

O sea reconozco ese gesto, pero es la primera vez que lo hace contra mí. Nunca le hubiera dicho de mi orientación si hubiera sabido esto, pero jamás lo sospeché. Es que se supone que era la persona en quien más confiaba y solo decidió traicionarme.

—¡No quiero! —insisto—. ¡Me gustan los hombres, no puedo hacerlo!

—En la mafia no necesito mariquitas, así que lo realizarás quieras o no —me aclara papá y luego me grita—. ¡Entra de una vez!

Me golpea con el arma, escupo sangre y Demián se ríe. Acepto la humillación, entonces entro al cuarto. Hay una chica esperándome en la cama. Giro mi vista hacia la puerta, así que veo que papá se queda mirando serio, mientras Demián se continúa carcajeando.

—¿Se... ¿Se van a quedar viendo? —expreso nervioso y sintiendo un nudo en la garganta.

—Solo las primeras veces, hasta que instale cámaras y te acostumbres, muchos factores —explica mi padre.

Siento una arcada.

—Papá...

—¡Ya deja de lloriquear, encima que te consigo una que está dispuesta, qué decepción, ponte en acción ya!

—¿Necesitas viagra? —se burla Demián—. Ah, no tengo, vas a tener que alzarlo solo a tu miembro, qué divertido, esto va a durar mucho.

Me duele su traición.

Me refriego mis ojos llorosos y me doy vuelta para dirigirme a la muchacha. Al sentarme en la cama, ella se me acerca, intenta darme un beso, pero yo le alejo la cara.

—Lo siento, lo siento —reitero intentando que mi padre no me dispare.

No sé si sea capaz de matarme, pero de torturarme sí. Tengo miedo a cualquier cosa que pudiera pasar.

Tomo todo el aire que puedo, entonces me subo sobre la chica, cierro los ojos al besarla, aunque los abro cuando oigo el movimiento del arma. Quiere que la mire, porque no desea que esté imaginando que lo hago con un hombre.

Lo malo de ser pasivo, es que no me sirve en estas situaciones. No es que no me guste ser activo, he probado algunas veces, pero esta mujer sigue sin ser hombre.

¿Debería tocar sus pechos? No quiero, pero me están apuntando con un arma. Aparte supongo que un heterosexual haría eso, ¿no?

Acaricio el cuerpo de esta muchacha, que no me genera nada, y ella toca mi miembro, así que involuntariamente hago un jadeo, lo que a mi padre le agrada y a mí solo me avergüenza.

Quitarme la ropa es un martirio, unirme a la mujer peor. Parece una eternidad padecer el movimiento de nuestros cuerpos, lo que hace a la cama rechinar y pone a nuestros espectadores complacidos, oyendo los gimoteos.

Lamentablemente esta es la primera de muchas veces así.

~~~

Tiempo después, miro al techo de un hotel con una nueva prostituta a mi lado, ambos desnudos, acabamos de tener un encuentro carnal. A pesar de que lo intento, nunca logro acostumbrarme, mi vida es una tortura y quiero que acabe pronto.

—¿Escuchaste eso? —dice la chica asustada, aunque mantiene su pierna sobre la mía y se arrima más a mí.

—¿Qué? —expreso sin importancia, estaba perdido en mis pensamientos, prefiero no prestar atención a lo que pasa a mi alrededor.

Sobre todo cuando estoy con una mujer.

Extraño a alguno de esos chicos con los que me he acostado. Mi padre me ha mantenido vigilado tanto por sus empleados, que no he podido ni escabullirme. Siento que me ha domesticado y no he podido evitarlo. Es una total manipulación de su parte de la que creo que no pude escapar.

Oh ¿Dónde está mi príncipe azul?

—¡Ah! —chilla asustada la prostituta.

—¡¿Qué pasa?! —Me altero volviendo a la realidad.

—¡Está muerto!

Veo un hombre en el suelo, cayó justo en la puerta de la habitación y terminó en nuestro piso, sin un atisbo de vida.

Cálmate, yo no hice nada mal, yo estuve obedeciendo a mi padre, así que esto se trata de otra cosa.

—Iré a averiguar, quédate aquí. —Comienzo a vestirme.

Me acerco al fallecido y le quito el arma, avanzo por los pasillos, entonces encuentro más muertos. Aunque esta vez visualizo paquetes de droga desparramados por todo el lugar.

¿Una transacción que salió mal? ¿Un pago que no se concretó?

En todo caso, hay que largarnos de aquí. Voy a volver con la chica, pero en cuanto me giro soy detenido por el brazo. Me empujan hacia una pared, entonces mi espalda choca con esta de manera brusca y mi arma se resbala de mis manos, perdida en algún lugar del suelo. Me encuentro con un chico alto de cabello negro, su mirada profunda me hipnotiza enseguida.

Es justo mi tipo de hombre.

Aunque no ignoro que tiene un rifle de asalto, colgando en su hombro por su arnés. Todos fueron tiros certeros ¿Él fue quién mató a estas personas? Tiene que ser un francotirador experto. Sin embargo, no sé por qué está aquí si es bueno en lo que hace.

—¿Nunca te dijeron que cuando oigas disparos no debes salir? —dice fríamente y hasta su voz en ese tono es seductora.

—No tengo nada que ver con este negocio que salió mal, pero tampoco soy una persona cualquiera como para asustarme.

De repente sonríe de lado y me derrito.

—Ya veo, te perdonaré porque eres lindo.

Espera ¡Paren el mundo, me acaba de coquetear!

Por dios, necesito que me empotre contra la pared. Hace tanto que no estoy con un hombre, que me siento desesperado.

—Tú también eres lindo. —Me muerdo el labio inferior.

—¿Cómo te llamas? —Desliza su mano por mi pierna.

—Edgard —respondo sonrojándome.

—Soy Ethan —se presenta—. ¿Puedo tocar? —pregunta de manera gentil a pesar de que tiene un gesto serio.

—Sí —respondo notando su mano en mi entrepierna, entonces siento como presiona mi miembro sobre la tela.

—Me gusta —aclara refiriéndose al tamaño de mi pene—. Siento si he sido muy atrevido en la primera cita, es que hace tiempo no estoy con alguien.

—¿Mu... ¿Mucho trabajo? —Respiro agitado.

Mueve sus dedos levantando mis genitales a través de la tela de mi pantalón, así que me estremezco, acompañado de un gimoteo.

—Creí que eras heterosexual, te he estado viendo, eres cliente frecuente de este hotel ¿Te gustan las mujeres? ¿Eres bisexual? ¿O solo quisiste probar que te tocara? Es peligroso ir por ahí con tantas intensiones raras, ¿sabías? Quizás solo me dejas tocarte porque temes que te asesine.

—¡No, yo quiero! —digo disfrutando—. ¡Házmelo! —le pido.

Se ríe.

—¿En la primera cita?

—Sí. —Me arrimo a su cuerpo.

Estoy cansado de ser obligado a acostarme con mujeres, esta debe ser una oportunidad única. No me importa que muchos hayan muerto, necesito a un hombre dentro de mí.

—Primero responde mis preguntas —aclara, aunque mete sus dedos dentro de mi pantalón, así que gimo cuando rodea mi miembro—. Mientras puedes disfrutarlo.

—Bien. —Muerdo mi labio excitado—. No me gustan las mujeres y no soy bisexual, soy completamente gay, no estoy probando nada, ya lo he hecho antes, solo me acosté con esas prostitutas porque me obligaron, y no te tengo miedo, solo estoy desesperado porque un hombre me toque. —Se aparta de mí y me sostengo de la pared para no caer—. ¿Di... ¿Dije algo malo?

—En absoluto, arreglaré todo aquí y luego lo haremos en mi coche ¿Estás de acuerdo? —pregunta tranquilo.

Trago saliva.

—Sí.

Voy a desobedecer a mi padre luego de tanto tiempo, estoy ansioso.

~~~

Me encuentro fuera del hotel esperando como un niño al que le van a regalar algo. Ya despaché a la prostituta y veo como varias personas entran y salen del edificio. Por lo que tengo entendido, por lo que me contó, él asesinaría a los hombres, entonces tomaría el dinero que no se le pagó a la mafia de la droga. Sin embargo fue un despiste haberme encontrado, Ethan no había calculado que saldría del cuarto.

¿Debería desconfiar porque soy su único testigo?

Bueno, si me mata no me importaría.

Me sobresalto cuando veo que viene.

—Acompáñame —me dice y lo sigo, nos dirigimos al estacionamiento que se ve bastante apartado.

Para follarme o matarme está bien, igual no me quejo.

—Pregunta seria. —Empieza a desabrochar su corbata cuando nos detenemos en frente de un auto—. ¿Eres pasivo o activo? Quizás versátil. —Sonríe.

Me sobresalto.

—¡Pasivo! —grito algo nervioso.

Cielos, hace tiempo que no tengo sexo con un hombre.

—Qué bien. —Mantiene esa sonrisa que me vuelve loco—. Creo que nos llevaremos muy bien en ese asiento trasero entonces.

Presiona el botón de la alarma, entonces la desactiva, abre la puerta y me hace una señal para que lo acompañe. Tira tanto su rifle como el aparato de la alarma bajo los asientos del vehículo. Lo sigo hasta la parte de atrás de su coche, así que él termina sobre mí. No digo nada, solo porque estoy ansioso.

—Me gustas mucho, Edgard. —Abre la cremallera de mi pantalón—. Debo admitir que no sonrío con cualquiera, pero creo que tenemos buena conexión. —Juguetea con mi miembro.

—¡Oh! —gimo.

—Eres muy lindo ¿Siempre eres así de tímido?

—He perdido la práctica. —Me río nervioso—. Aunque debo aclarar que tuve la ligera sospecha de que querías matarme.

Abre su cremallera, dejando expuesto su bóxer.

—Matarte de placer es lo que quiero. —Desliza mi pantalón entre mis piernas para quitármelo, luego comienza a refregar nuestras pelvis.

—¿Ti... ¿Tienes algo para aquí? —Paso mi mano por mi nalga.

—Tengo todo para ti. —Baja mi camisa y empieza a besar mi torso—. Te he estado observando mucho, Edgard. —Lame mi pectoral—. Me aburría esperando a mis objetivos desde esa azotea y tú hacías mis días divertidos. —Me agarra de la cintura y se sigue moviendo—. Tuve suerte de que lo hicieras con la ventana abierta, ahora te tengo en vivo y en directo, solo para mí, estuve esperando esto todo este tiempo. —Me gira y oigo que abre el frasco de lubricante—. Compré todo esto para ti, aunque no creí que mis fantasías se cumplirían.

Me baja la ropa interior.

—¿Estabas fantaseando conmigo mientras tenía sexo con esas prostitutas? —Me mantengo boca abajo, con mis manos en puños, cerca de mi cabeza. Noto mis mejillas arder, mientras él está sentado sobre mi espalda—. No sé ni qué sentir.

—Siente esto. —Mete su dedo en mi ano y gimoteo notando el frío del lubricante—. ¿Es refrescante, no?

—Sí, sí...

Oigo el sonido de un plástico, parece apurado, ya que también puedo asimilar que escucho como desliza las telas de su vestimenta.

—Esto es justo como lo imaginé. —Me levanta el trasero y siento el látex entrar en mi ano, su pene tiene un buen tamaño, se acopla a mi trasero perfectamente—. Corrección, es mejor.

Comienza a moverse, entonces me agarro del almohadilla del asiento, me embiste, pero también noto sus dedos poniendo más lubricante, luego acaricia mi pene con sus yemas empapadas. Continúo estando en cuatro, pero agarra mi cuello y me levanta, me empuja contra el vidrio de atrás, así que mis manos hacen presión en este con cada embestida.

Mi desesperación me ha llevado a tener sexo con un desconocido, pero eso no evita que me encante. De verdad necesitaba que un hombre me follara, necesitaba sentir lo brazos fuertes de un macho. Ethan me enloquece, jamás olvidaré este encuentro.

—Ven aquí, precioso, déjame verte. —Aparta su pene de mí y se sienta, para pedirme que me suba sobre él, por lo tanto es lo que me dirijo a hacer—. Aquí tienes. —Agarra su pene, para que yo acomode mi orificio ahí.

Me agarro de sus hombros y comienzo a descender para sentir la punta, hago un gimoteo cuando empiezo a meterlo de nuevo dentro de mí. Termino sentado sobre él con su miembro por completo adentro de mi ano, así que todo me vibra.

—Disfruta —me dice y asiento para comenzar a moverme.

Me abrazo a su torso empapado en sudor y él acaricia mi cabello sintiéndome.

—Eres hermoso ¡Uf! —Jadea.

—Gracias, tú también —expreso avergonzado.

Es el mejor sexo casual de mi vida.

No sé si estoy exagerando, pero como hace mucho no estoy con un hombre y me siento protegido, no puedo evitar estar anonadado.

Quizás porque es un sexy francotirador.

~~~

—Hay que repetir —me dice cuando comenzamos a vestirnos.

Me río.

—Hay que limpiar el auto.

—Eso también, pero quiero hacerlo otra vez. —Se acerca a mi rostro y me da un leve beso—. Dime hora y lugar, entonces te follaré, tú eliges.

—No creo que podamos. —Bajo la vista triste.

—¿Por qué no? —Me levanta la barbilla para que lo mire.

—Me acuesto con mujeres porque mi padre descubrió que soy homosexual y no me va a dejar en paz. Fue suerte lo que pasó recién, tengo que cambiar de gustos aunque sea imposible —le cuento luego de haber tenido tan fogoso encuentro—. Pertenezco a una mafia que se encarga de redes de prostitución, se supone que tengo que amar a las mujeres porque son la mercancía más valiosa, al menos es lo que me dice mi padre. —Bufo.

—Patrañas. —Me besa de manera brusca, pero le correspondo—. ¿Te gusta esto, cierto? —Mete mi mano dentro de mi pantalón.

—Sí. —Cierro los ojos sintiendo sus dedos—. Pero no puedo.

—¿Quieres que te folle otra vez?

—Sí. —Abro despacio mis ojos y tengo su rostro en frente de mí.

Su mirada profunda me hipnotiza.

—Dime cuándo y dónde, entonces lo haré, lo haré todas las veces que quieras. —Me besa de nuevo de manera ferviente y esta vez siento su lengua entrar en mi boca, así que jadeo, se aparta un poco para hablar—. Eres muy lindo.

—Hazlo ahora y aquí —pido excitado.

—No, mejor dime siempre y en cualquier parte. —Sonríe.

—Siempre y en cualquier parte —repito.

—Bien, es un trato. —Me da otro beso—. Escucha ¿Por qué no mejor vienes conmigo?

Mis mejillas arden.

—¿Contigo?

—Sí, ven a vivir conmigo, conseguiremos alguna forma de que te metas a la mafia de la droga, entonces dejaras de vender mercancía que no necesitas usar.

—Suena tentador. —Me muerdo el labio inferior.

—Dime que sí.

—Sí —repito.

Me tiene atontado, es como una droga, Ethan puede darme cualquier orden y yo la obedeceré. Al diablo con mi padre, me quedo con el desconocido. Rodeo mis brazos en su cuello, entonces nos seguimos besando.

Así conocí a mi francotirador favorito.

En el presente.

Ha pasado tiempo desde la muerte de Ethan, la discriminación de Demián hizo que él falleciera, pero eso no evitó que yo siguiera mi camino y fuera feliz.

Observo la playa a la que prometí venir con él alguna vez cuando comenzamos a salir formalmente y presiono la mano de mi actual pareja recordando a mi gran amor. Aquí lancé sus cenizas, pero es la primera ocasión en la que vengo con Erik, el hombre que me regresó mi alegría y el que ahora tiene mi corazón.

—¿Sabes? Es la segunda vez que vengo aquí. —Giro a mirar al morocho y le sonrío—. ¿Alguna vez te conté sobre cómo conocí a Ethan?

Erik me sonríe.

—Me encantaría oírlo.

—Es una historia muy hot —me burlo y se ríe.

—Mejor evita los detalles.

Me carcajeo.

—Vale, empiezo, es una historia llena de discriminación, pero también la que me liberó, es la historia de mi salvador, mi francotirador favorito. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro