Familia

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Eiden

Siento el tacto de la piel de mi pareja y abro los ojos, me mantengo abrazado a Merche hasta que decido levantarme, le doy un beso entonces salgo de la cama. Me dirijo a ver a los niños en su habitación, ambos están profundamente dormidos. Sonrío, hoy es fin de semana, así que pasaremos tiempo todos juntos.

—Buenos días, mi ángel. —Merche sale del cuarto, se acerca a besarme y disfruto del deleitante tacto de sus labios, luego ambos nos ponemos a preparar el desayuno—. ¿Tostadas con dibujitos? —Se ríe.

—Carita feliz para mi chica y mis niños. —Utilizo la mermelada.

—Yo con manteca. —Agarra el pote y me río también.

—Tramposa.

—Un poco sí. —Revolotea las pestañas para coquetearme.

Aproximo mi rostro al de ella.

—Los niños todavía no han despertado, ¿quieres mimos mañaneros?

—Me encantaría.

Nos damos otro beso, así que mi mano pasa a acariciar su trasero. El timbre suena y Teo comienza a llorar. No nos queda otra que separarnos al ser interrumpidos.

—¿Qué Teo no era el tranquilo? —bromeo.

—Se contagió de Danaya, tú ve atender y yo veré qué le ocurre. —Me da otro besito, así que asiento.

Ella se dirige al cuarto y yo a la puerta de entrada.

—¿Quién es? —pregunto, entonces le pongo la cadena a la puerta para poder verificar sobre la visita sin que tenga que abrirla por completo.

—No nos conocemos —dice una rubia del otro lado de la puerta—. Me llamo Keyla, y no quiero dar tanto preámbulo, así que solo diré que soy tu hermana ¿Eiden, no?

Quito la cadena y la miro extrañado.

—¿Qué?

—Nuestra madre es la misma. —La mujer formula su confesión sin ninguna expresión en el rostro al mirarme tranquila, como si no hubiera dicho nada—. Tengo entendido que mi padre te ha hablado de mí, el señor Christofer Crager.

—¿Christofer? ¿El de la compañía Cristales? Bueno, le dijo a mi chica que tenía una hija, pero que estaba muerta.

Ella se ríe.

—Siempre tan cómico mi padre, nuestra relación es algo complicada.

—La familia siempre es complicada.

—Lo sé.

—¿Quieres pasar? —ofrezco.

—Por supuesto.

Es entonces que desayunamos todos juntos extrañamente como una familia. Nunca me había puesto a pensar que podría tener una hermana. Al parecer hay mucho de lo que hablar.

Keyla

Quería conocer a Eiden, nuestra madre sufrió un infierno y yo no lo sabía, pero jamás pensaría que fue su culpa. Él fue producto de una violación, sin embargo no tiene nada que ver con eso. No puedo creer que esté pensando así, la antigua Keyla lo hubiera odiado, así como pasó con la esposa de Riad Rockefelle. Mi padre quería hacerla sufrir y yo también, sin contar que su existencia me traía problemas a mi puesto de administradora. Ahora ya no me importa nada de eso, ni siquiera me molesta que estén juntos y felices.

Creo que llegó el momento, es hora de enfrentar a mi padre. La visita a lo de Eiden fue para darme fuerzas y funcionó. Somos tan diferentes, es una gran persona, necesito aprender mucho de él. Aunque por ahora es el momento de despedirme.

—Gracias por su acogida —saludo a la familia, entonces me retiro.

Subo a mi vehículo alquilado y comienzo a conducir, será otro largo viaje. En estos momentos mis hijos están con Vinicio, le dije que necesitaba hacer esto sola y accedió. La verdad con mi pareja nos complementamos bastante bien. Tenemos esa comunicación que nunca pensé que tendríamos.

Tomo un avión.

Horas más tarde voy en taxi y al fin llego a Cristales. Bajo del coche para dirigirme a la recepción para que me anuncien. Entonces espero.

—Ya puede pasar —exclama la secretaria y me indica el piso.

Pensar que Tyner estuvo por aquí.

El viaje en ascensor me parece una eternidad, más que mi recorrido en los vehículos. El guardia me abre con una tarjeta en el pasillo, entonces cuando estoy en su oficina, mi padre alza la vista, dejando de observar los papeles de su escritorio.

Me regala una sonrisa, así que lo saludo.

—Hola, papá. 

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