𝐄𝐩í𝐥𝐨𝐠𝐨

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Boston, Estado de Massachusetts, un año más tarde.

No todos los días te pueden conceder una medalla por haber metido entre rejas al archiconocido mafioso Paddy Doyle y la detective Jane Rizzoli lo sabía perfectamente.

Se contempló en el espejo. Su melena rizada y salvaje se encontraba recogida en un moño bajo que hacía destacar sus pómulos y su mandíbula marcada. No le gustaba acudir a ese tipo de ceremonias en las que debía formular un discurso ante una multitud de personas, pero dada la insistencia de su equipo, sobre todo de su compañera y novia, Bárbara O' Reilly, se vio forzada a asistir a tal acto.

***

Bárbara estaba muy nerviosa y emocionada por Jane. Pensó que de no ser por ella el mafioso Paddy Doyle continuaría suelto por las calles de Boston, cobrándose más vidas. Sonrió con satisfacción al pensar que Paddy no podría matar a nadie más porque pasaría los años que le quedaban de vida entre rejas.

Se miró en el espejo una vez más mientras esperaba a Jane, la cual había acordado ir a buscarla para acudir juntas al evento. Bárbara sonrió al verse en el espejo, irradiaba felicidad. Desde que había aprobado el examen para ser detective y la reasignaron a la unidad de homicidios, su vida había ido a mejor. Reconoció que su actual profesión era mucho más arriesgada, pero a su vez era más gratificante. Se sentía útil y valorada por investigar homicidios y meter a asesinos en la cárcel.

El timbre sonó y sus pensamientos se vieron interrumpidos por ese estridente e irritante sonido.

Jane Rizzoli apareció en el umbral de la puerta, ataviada con su uniforme de policía. Bárbara no se cortó en observar lo bien que le sentaba a su novia el uniforme de policía, que le otorgaba un aspecto de mujer alfa e intimidante que le estremecía.

— Joder, estás preciosa, Jane— dijo sin salir todavía de su asombro.

Tomó a Jane de la corbata y sin darle tiempo a contestar la besó con imperiosa necesidad. La detective Rizzoli respondió complacida al apasionado beso de su novia y sin cortarse, agarró con firmeza su culo respingón, el cual se veía acentuado por el pantalón del uniforme de policía. Se separaron a regañadientes cuando se quedaron sin aire por haber compartido tantos besos.

— Cariño, te besaría toda la noche, pero tenemos una ceremonia a la que asistir — le apremió la detective Rizzoli mientras le ofrecía una de sus manos para abandonar el piso y poner rumbo a la ceremonia de entrega de medallas.

***

La detective Jane Rizzoli comenzó a ponerse nerviosa, siendo consciente de que se iba acercando cada vez más el momento de ponerse en pie, acudir a la tarima y dar un discurso de agradecimiento. Para serenarse, buscó por debajo una de las manos de Bárbara y entrelazó sus dedos con los suyos.

La detective O' Reilly intuyó acertadamente que Jane en ese momento era un manojo de nervios, por lo que procedió a dejar suaves caricias en la mano que estaba entrelazada a la suya.

— Jane, estoy aquí. Estoy orgullosa de ti, todos lo estamos— susurró Bárbara sin cesar en ningún momento sus delicadas caricias en la mano de Jane.

— Te amo. Desde que estamos juntas has estado a mi lado — respondió Jane mientras deseaba en silencio estamparle un cariñoso beso en los labios.

— Siempre.

La detective Rizzoli se encontraba ensimismada charlando en voz baja con su novia cuando fue llamada. Sintió todas las miradas de sus compañeros en ella y supo que había llegado el momento que más tensa le ponía. Se levantó de la silla y se encaminó con paso firme a la tarima para recoger su premio.

Dio las gracias a la persona que le entregó la medalla y contempló a todos los presentes mientras se aproximaba al púlpito para dedicar unas palabras, tal y como habían hecho otros premiados a lo largo de la noche. Sintió que le sudaban las manos, señal inequívoca de su estado de nerviosismo. Respiró hondo y una vez que sus ojos encontraron los de Bárbara, se relajó y comenzó a hablar con soltura.

— Buenas noches. Este tipo de situaciones me ponen nerviosa, pero seré breve. Desde pequeña soñé con ser policía y desde el momento en el que lo soy he asumido el compromiso de hacer todo lo que esté en mi mano para hacer de Boston un lugar más seguro. No podría haber metido entre rejas a Paddy sin la ayuda de mi equipo. Este premio se lo quiero dedicar a mi familia y por supuesto a mi equipo, sin ellos no habría sido posible. Gracias — concluyó por fin su discurso mientras descendía de la tarima.

Los presentes estallaron en aplausos mientras Jane se encaminaba a su mesa. El sargento Vince Korsak fue el primero en darle la enhorabuena, abrazando con gran cariño a la que fue su compañera durante tantos años. La doctora Maura Isles fue la siguiente en abrazar a la detective Rizzoli. Barry Frost también decidió unirse a ese abrazo. Otras personas se acercaron para felicitar a Jane Rizzoli, la cual les dio las gracias mientras buscaba hacerse paso hasta llegar a su novia.

Bárbara también se aproximó a ella, con ganas de felicitarla personalmente. Decidió esperar pacientemente a que otras personas la felicitaran, cumpliendo así el célebre dicho de dejar lo mejor para el final. Su mirada hablaba por sí sola y Jane la entendió a la perfección. Se abrazaron y Bárbara acercó sus labios a la oreja derecha de Jane para decirle algo que sólo ella pudiera escuchar.

— Mi vida, estoy muy orgullosa de ti. Creo que nos merecemos celebrar tu premio en privado.

— ¿Qué propones, amor? — le preguntó Jane.

— Sígueme.

Bárbara comenzó a caminar, alejándose de la tumultuosa fiesta y se encaminó a los baños. Jane no pudo hacer otra cosa que seguirla, ansiando tener un momento íntimo, sin prisas ni interrupciones.

La detective O' Reilly se escondió en uno de los baños. La detective Rizzoli miró en cada uno de ellos hasta que sintió que alguien tiraba de ella con impaciencia para meterle en un baño. No le hizo falta adivinar de quién se trataba.

Bárbara la tomó de la corbata y sin decir nada la besó apasionadamente mientras su lengua pedía permiso para acceder a su boca. La detective Rizzoli se unió a la tórrida coreografía de lenguas que en este punto ya se rozaban de manera provocadora, mientras sus manos iban a parar a la camisa de Bárbara. Dispuesta a quitársela para hundir su cara entre sus pechos con el propósito de colmarla de besos y caricias indecentes.

La detective O' Reilly dejó momentáneamente de pensar cuando la detective Rizzoli le desabrochó el sujetador y comenzó a dejar sendas caricias en sus senos. El riesgo de ser pilladas en esa situación tan comprometida era un gran aliciente para dejarse llevar.

— Jane... — susurró Bárbara mientras cerraba los ojos para disfrutar más.

— Dime... —contestó ella antes de capturar con sus dientes uno de sus pezones.

Después de estimular sus pezones, con gran habilidad le desabrochó el pantalón y coló su mano. Le dedicó una sonrisa socarrona y se atrevió a tocarla por encima de las bragas.

— Si sigues así me voy a correr... — susurró Bárbara.

— Eso es lo que quiero que hagas. Bárbara, córrete para mí — pronunció la detective Rizzoli con voz ronca mientras le bajaba las bragas para poder tocarla sin obstáculos.

Bárbara estaba tan excitada que necesitó poca estimulación para tener un orgasmo. Los largos dedos de Jane estimularon con maestría su clítoris. Su cuerpo se preparaba para un orgasmo más que inminente. Se perdió en los oscuros ojos de la detective Rizzoli mientras su cuerpo se estremecía.

Sus llamativos ojos avellana se veían abarcados por el sexo y la pasión y la detective Rizzoli no pudo hacer otra cosa que rendirse a su encanto. Poco o nada le importaba que fueran pilladas in fraganti. Había momentos en los que el cuerpo tomaba decisiones que el cerebro no secundaba y ahí estaba, besando a Bárbara como si fuera la última vez.

***

Una vez que terminaron de hacer el amor, abandonaron el baño agarradas de la mano, pues ya estaban hartas de ocultar que estaban juntas y les importaba más bien poco lo que pudieran pensar los demás.

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